Un nuevo exhabrupto de Intereconomía ha vuelto a poder de actualidar el carácter faltón, cavernícola y mendaz esta cadena ultraconservadora. Todo por una iniciativa de la Consejería de Salud de la Generalitat catalana a partir de la cual se pretende fomentar una sexualidad sana entre los jóvenes. En mi devenir por internet he leído a alguien que se queja del pábulo que se le da a esta caterva de ultras, y sugiere que sería preferible un apagón informativo en todo lo que tuviera que ver con ella. No puedo estar mas en desacuerdo.
Desde luego, para algunos la ignorancia sigue siendo sinónimo de felicidad. Yo, desde luego, prefiero un país lleno de personas conocedoras de las cosas que de ignorantes de las mismas, ya que solo desde el conocimiento puede uno actuar con criterio. Pero, ay, saber tiene una pega, y es que no se puede alegar desconocimiento si, por ejemplo, un hatajo de trogloditas decide finalmente ceder a sus instintos protogolpistas. Saber también implica una responsabilidad: la de conducirse con arreglo a ese conocimiento, aunque supongo que para algunos esa responsabilidad es una losa demasiado pesada de cargar. Es más fácil y cómodo vivir en la ignorancia y dejar que otros solucionen la papeleta con la esperanza de que nunca haya papeleta que solucionar, pero con el secreto temor de que algún día la haya.
Si queremos una ciudadanía crítica no podemos ocultarle por sistema los aspectos feos y desagradables de la sociedad, o de su país, en un vano intento de salvaguardar su felicidad; estaremos abotargando su juicio, obstruyendo el libre contraste de ideas y que éstas crezcan y se desarrollen en un marco de libertad y tolerancia. Yo no quiero unos conciudadanos que voten al malo porque el rival evidencia ser todavía peor, sino que su actitud crítica ejerza la suficiente presión para obligarles a ambos a mejorar y no ser tan malos. Y para eso es necesario saber y conocer, desde la enseñanza primaria hasta el propio salón de casa a la hora de la cena mientras se ve la televisión.
Lo que el engominado energúmeno de Intereconomía sugiere es un marco moral para todo un país, el que a él le gustaría. Y que nadie dude que si lo pudiera imponer lo impondría, solo hay que ver como intoxica cuando tiene un altavoz mediático a mano en relación al folleto de marras: ¿alguien con dos dedos de frente puede pensar que realmente la campaña catalana incite al sexo oral o connmine a los adolescentes a practicar sexo indiscriminado?. Por supuesto, este prehomínido preferiría que los tradicionales tabúes sobre el sexo permanecieran vigentes. ¡Donde vamos a parar, enseñar a los adolescentes cómo ser más felices en salud en lugar de que sufrir una vida de represión sexual! ¿Para que vas a estar contento pudiendo estar permanentemente cabreado viendo Intereconomía? Y cómo los demás contertulios asienten con su silencio. Estas cosas hay que conocerlas, hay que saber para poder reaccionar a tiempo.
El espectador o el internauta que hace suyas esas animaladas no necesita verlas en la tele o citadas en un blog para reafirmarse en su modo de pensar. Todo lo más se envalentonará al ver que otros dicen públicamente y sin complejos lo mismo que él piensa en secreto. Y creo que eso es bueno, siempre es mejor la transparencia que la opacidad, en todos los ámbitos. Así, al menos uno sabe a qué atenerse y nadie puede sentirse después engañado.