lunes, 27 de diciembre de 2010

Yo sí quiero una ley anti descargas

Sí, he decidido que quiero una ley anti descargas. No se si la ley Sinde es la que me gusta porque no la he leído, pero sí tengo claro que deseo una ley que actúe contra la piratería en internet. Bueno, en realidad esto es un pretexto, lo que busco, lo que me gustaría, es otra cosa.


Me gustaría que la gente cambiase el mundo.


Quiero una ley anti descargas para que los que tanto se quejan dejen de participar de una vez del juego que proponen los mass media, las compañías discográficas y las productoras de cine. Los grandes medios ofrecen la mercancía, la meten en nuestros hogares a través de radio, TV y prensa escrita para que la pruebes y, una vez enganchado, te lances a consumirla sin freno. Pero como es cara, te busques un mercado alternativo donde conseguirla. Y la encuentres.


Quiero que los ciudadanos que terminan haciendo ese recorrido y que se sienten atacados por una legislación anti descargas se rebelen, pero de verdad, y demuestren un compromiso verdadero con la libertad que dicen defender.


Porque dicen que la cultura debe ser libre, y que el libre acceso se ha de proteger. Yo digo que lo que hacen es engordar a las operadoras de telefonía e internet, los primeros beneficiados de las descargas masivas de contenidos audiovisuales. Esas mismas que reciben un sin fin de quejas por su lentitud en la conexión, sus 20 o 50 megas que nunca se acercan ni a la mitad, sus microcortes que jamás te descuentan de la factura, sus averías y sus robóticos e ineficaces servicios técnicos.


Si hay millones de usuarios que adquieren el ADSL por las descargas, una ley anti descargas convertirá sus conexiones a internet en un gasto inútil y superfluo, no les valdrá la pena mantenerlas. El golpe a esas operadoras puede ser mortífero. Pudiendo descargar lo que quieras, pagas lo que te pidan; si no puedes bajar lo que te de la gana, noSi quieren sobrevivir tendrán que captar el mensaje, ofrecer algo que valga la pena pagar. No puede ser que España tenga una de las conexiones a la red más caras y a la vez más lentas de Europa. 


Quiero una ciudadanía comprometida, con un compromiso tal que les lleve a asumir renuncias, por dolorosas que sean, que no podrán tener todo lo que hasta ahora podían tener. No creo que sea pedir mucho, no estamos hablando de artículos de primera necesidad. Me niego a considerar que prescindir de la última temporada de Mad Men sea una renuncia dolorosa.


Si no te gusta cómo el propietario de las películas de Javier Bardem lanza al mercado su género, no lo compres. Si no te gusta la forma en que los discos de Alejandro Sanz salen a la venta, no los adquieras. Que esta gente no tribute en España o que se pueda permitir un jet privado me da igual, nos debería dar igual. Lo mismo que yo no quiero que me impongan cómo debo conseguir sus productos, y dispongo de la libertad de no consumirlos, tampoco les quiero decir cómo deben vivir su vida. Es como el asunto de los controladores, si quieres ganar lo que ellos, hazte controlador y deja de quejarte, jodido envidioso.


Así es como me gustaría que la gente reaccionase ante una ley anti descargas urdida para beneficio de un colectivo connivente con el poder, con compromiso y con valores, rebelándose ante los abusos de industrias que de verdad abusan del bolsillo del usuario, negándose a consumir su mercancía, en lugar de perseguir el propio beneficio y privilegio, contribuyendo así al enriquecimiento de las operadoras. Respondiendo únicamente al interés individual no se cambian sociedades, ni siquiera modelos de negocio.


Queremos cambiar el mundo pero no estamos dispuesto a mover un dedo para conseguirlo ni a asumir el más leve sacrificio. ¿Qué clase de rebeldía es esa?


Quiero una ley anti descargas que, aunque sea por puro despecho de los internautas y por rabia del público en general, haga descender la venta de entradas de cine de 6 y pico euros, o CD's musicales de 18 euros. Quiero que quienes determinan esos precios por ofrecernos productos que en muchos casos no los valen se enteren por las malas de que su modelo de negocio está caduco, que ya no es rentable y que es vital para su supervivencia un replanteamiento profundo. Pero no porque un puñado de garrulos fanáticos del todo gratis les digan como deben vendernos su producto, sino porque comprueben que su inmovilismo lleva a que el público les da la espalda. ¿Quién se atreve a renunciar a la próxima temporada de Dexter a cambio de unos puntos más de dignidad?

viernes, 24 de diciembre de 2010

Sobre la polémica de los controladores aéreos

Aunque parece que ya no copa titulares ni portadas el tema de los controladores aéreos sigue dando que hablar. Recordemos que el pasado día 3 de diciembre abandonaron sus puestos de control colapsando el tráfico aéreo español, por lo que el gobierno decidió declarar el estado de alarma y poner a este colectivo profesional civil bajo disciplina castrense. Tras superar la crisis el ejecutivo prolongó dicho estado excepcional hasta el próximo 15 de enero.

Mientras la polémica ha estado viva he escuchado y leído toda clase de afirmaciones al respecto, principalmente para denostar al gremio de controladores. Los medios generalistas se han servido a gusto de la rabia y la desesperación de miles de viajeros que vieron como se les arruinaba el puente casi a pie de avión. Es algo entendible, lo de los viajeros digo ya que, sin comerlo ni beberlo, se vieron perjudicados por un conflicto del que no eran responsables. Pero al igual que la evidente implicación emocional de una víctima de violación le impide determinar el castigo a sufrir por un violador, no deben ser los usuarios afectados los que nos marquen el paso a la hora de enjuiciar el fondo de la cuestión que estamos tratando. Hay que hacer un esfuerzo y recurrir al análisis pausado una vez nos sintamos capaces de ver el cuadro completo y alejados de posturas previas.

Uno de los caballos de batalla del conflicto, si no el único, es el sueldo que ganan los controladores. Parece que en España son legión quienes deploran los altos salarios de este colectivo profesional que, por cierto, salen de las tasas aeroportuarias y no del erario público. Es decir, son los viajeros quienes les pagan, no los contribuyentes. Yo me pregunto si ese es realmente el problema, lo que ganan los controladores, o lo que ocurre es que los ataques por ese flanco provienen de la frustración de no poder disfrutar del mismo poderío económico. ¿No es la envidia en clásico pecado capital español? Personalmente, no me importa lo que ganen, hasta cierto punto, claro. Lógicamente, por una cuestión de justicia, quiero que su sueldo esté en consonancia con la dificultad de su tarea, aptitud, grado de responsabilidad y rendimiento sobre el terreno. Pero esta exigencia no debería ser solo aplicable a los controladores.

Estamos atravesando una crisis económica cuyo final aún no se atisba. Quienes nos gobiernan han sucumbido ante la presión de lo que llaman "los mercados", asesinando la democracia al vender la soberanía nacional a unos entes no salidos de las urnas. Son incapaces de solventar el brutal desempleo que azota al país y no dudan en estrujar al trabajador menguando sus derechos mientras se arrodillan ante el poder económico. Pues bien, los próceres del país, los que nos han conducido a la actual situación, ya sea por acción, omisión o ineptitud, los que se tienen como representantes de la voluntad popular, tienen la potestad de, entre otras cosas, poner cifras a sus nóminas, acordar sus pensiones vitalicias y determinar los años (pocos) de vida parlamentaria que les llevan a cobrar la pensión máxima. ¿Acaso no es este un motivo de indignación mayor?

La eficacia de los controladores la podemos constatar a diario en la normalidad que preside los aeropuertos españoles. ¿Dónde está la eficacia de los políticos? Puede que esta comparación suene a demagogia, pero ¿deja de reflejar algo real?

No obstante, no quiero recurrir al "y tú más". Siguiendo con los sueldos, hay que decir que el dinero que se embolsan los controladores se estableció en el convenio de 1999 firmado por el gobierno del PP, por tanto se lo paga el Estado a través de la empresa pública que gestiona los aeropuertos, AENA. El mismo Estado que ahora, a través del ejecutivo socialista, se queja de lo mucho que ganan llamándoles privilegiados. Pero si este gobierno les ha manteniendo ese estatus de privilegio durante 6 años, desde que llegaron al poder en 2004. Hagámonos una pregunta maliciosa ¿Estaría el gobierno hablando de privilegios y bajadas de sueldo de no estar acorralado por la crisis, el déficit y las encuestas? Dicho de otro modo, ¿es la injusticia de unos salarios desorbitados el motivo real de la beligerancia gubernamental hacia los controladores, o lo es la necesidad de recortar gastos del modo que sea para reducir el déficit galopante? Con lo cual, en una situación de holgura económica y benevolencia demoscópica ¿es descabellado imaginar que la coyuntura salarial de este colectivo seguiría siendo la misma que desde el convenio de 1999, sin importar su situación de "privilegio"?

Yo pienso que, aparte de por el dinero que ganan, despiertan envidias por otra cosa: su capacidad para presionar. Hay pocos controladores, es un oficio muy específico y no cualquiera sirve. Según Senasa (Servicios y estudios para la Navegación Aérea y la Seguridad Aeronáutica) solo un 20% de la población tiene aptitudes para ejercer de controlador aéreo debido a la alta exigencia en aspectos como visión espacial, capacidad psicofísica y aguante ante el estrés que supone tener miles de vidas en sus manos cada día. Este matiz crucial les hace partir desde una posición de fuerza en cualquier negociación laboral. ¿Qué colectivo profesional no querría poder negociar su convenio colectivo en semejantes condiciones? Porque lo normal es lo contrario, la bota empresarial aplastando al trabajador que parte en clara desventaja al existir mucha más demanda de trabajo que oferta.

De entre las muchas vilezas que se les atribuyen destaca la de que tienen la facultad de gobernar el acceso de nuevos controladores, de forma que si no ha habido nuevas incorporaciones en los últimos años es para que se pueda repartir menos la suculenta tarta de las horas extras. Esto ha sido desmentido categóricamente por César Cabo, portavoz del USCA, el sindicato de controladores, en su Twitter y en TV, añadiendo incluso que familiares y amigos suyos no pasaron el corte y se quedaron a las puertas de acceder a la profesión. No tengo por qué suponer que miente de forma tan descarada en algo tan fácilmente contrastable, por tanto sería AENA la que, a pesar el incremento de tráfico aéreo experimentado en el cielo español durante la última década, se ha negado sistemáticamente a formar nuevos controladores, con la consiguiente carga de trabajo para los ya operativos en forma de horas extraordinarias. ¿Alguno de ustedes contemplaría otra opción que la de cobrar esa hora extra a precio de oro, visto el cariz del trabajo que realizan?

Destaquemos otras facetas. Los controladores tienen un nº de horas legales al año, más un nº de horas extras. Tras el último decreto-ley de principios de diciembre, el cómputo es de 1670 + 80, 1750 horas al año en total. Uno de los motivos de mayor enfado fue que de éste cómputo quedaba excluido el tiempo de bajas, vacaciones, ausencias justificadas, actividades no aeronáuticas... Imagine, amable lector, que usted ve interrumpida su jornada laboral de 8 horas (pongamos que con un horario de 9 a 5) a las 10 de la mañana para, por ejemplo, acudir al médico; vuelve a las 2 de la tarde y se encuentra que, a efectos de cómputo de horas, siguen siendo las 10 de la mañana, y no le quedan tres horas para salir sino ¡siete! ¿Cómo le sentaría? ¿Pensaría o no pensaría que está sufriendo un ataque a sus derechos? ¡Y además por la vía de un decreto-ley!

Ocurrió que con el cómputo anterior, decretado por el gobierno en agosto, hubo controladores que llegaron a su tope legal de horas, como pasó en noviembre en el aeropuerto de Santiago. ¿Solución? Decreto-ley en vísperas de un puente para descontar las horas dedicadas a las actividades señaladas en el párrafo anterior, sacando así un buen puñado de horas nuevas de trabajo. La provocación pone en pie de guerra al colectivo controlador y, como ya se le supone receptor de las antipatías populares, da pie el ejecutivo a aplicar la mano de hierro a sabiendas de la poca solidaridad que sus antagonistas van a despertar entre la ciudadanía indignada, quedando así como campeón del orden, azote de privilegiados y defensor de damnificados.

Nuevamente imagine que llega noviembre y el gobierno decreta que las horas de vacaciones no cuentan, o que, de un plumazo, deja de tener vacaciones pagadas, y que si quiere cobrar el mes que se tomó de permiso en agosto va a tener que currar todas esas horas hasta que finalice el año. ¿Acojona o no acojona? Pues lo de los controladores sienta un precedente justo en ese sentido.

Luego está lo de las huelgas. ¿Pueden llamarse así cuando se llegan a imponer servicios mínimos superiores al 100%, tal y como han denunciado? Cierto es que el aéreo es un sector estratégico, pero ¿es que no puede serlo y, al mismo tiempo, ser respetuoso con la legislación laboral? La prolongación del estado de alarma, estando este sustentado en una legislación franquista, es una conculcación de facto del derecho de los controladores a la huelga, ya que mientras se encuentren sujetos a la disciplina militar pierden ese derecho fundamental. ¿Les parece otro peligroso precedente? Porque a mí sí.

Hay cosas que es necesario saber antes de formarse una opinión. Para acceder al puesto de controlador había que ser universitario, español, saber inglés perfectamente (y no cualquier tipo de inglés, sino el que se escucha por radio en, a veces, transmisiones con no poco ruido de fondo) y pasar un curso durísimo de dos años, eliminatorio hasta el último día. Con la nueva reglamentación no hace falta ni saber hablar español perfectamente, y mientras que antes lo sufragaba AENA ahora los 45.000 euros + IVA que cuesta el curso de formación (sin contar los opcionales) los tiene que pagar el propio interesado. ¿A partir de cuando podemos considerar elitista esta profesión? ¿Desde antes del cambio de normas de acceso, cuando cualquier ciudadano español con las aptitudes necesarias podía ser controlador, o desde que sólo pueden optar a ello quienes dispongan de medios económicos?

Pero claro, es que el agujero económico de AENA parece considerable, ocasionado por las sucesivas gestiones de gobiernos que, como ahora, ocultan su incompetencia atacando por la vertiente más populista. Cursos de acceso que pasan de subvencionados a estar sufragados íntegramente por el candidato, recorte de la formación con la excusa de la convergencia con el futuro espacio único europeo y la estandarización de procedimientos. Dice el presidente de AENA, Juan Lema, que lo de antes era "formar a todos como neurocirujanos para que muchos trabajen de médico de familia". ¿Significa eso que el Estado ha formado "de más" durante años a los controladores, cayendo en un derroche de recursos que posiblemente ha contribuido a la actual situación económica de AENA y que parece condenarla a su privatización? ¿Y no hay nadie que se vaya a hacer responsable de ello?

El agujero de AENA, los aeropuertos deficitarios y la necesidad de atraer capital privado para su próxima privatización, son posibles razones no admitidas que explicarían las sucesivas actuaciones del gobierno hacia el colectivo de controladores. Ellos mismos han admitido por boca de los representantes del USCA la desproporción de lo acaedido a comienzos de diciembre en los aeropuertos españoles, y que ello ha contribuido a volver en su contra a la opinión pública. No se trata de defenderles a capa y espada, solo de puntualizar que la realidad es más poliédrica de lo que nos la quieren presentar y que deberíamos afrontarla con más análisis y menos prejuicios.

domingo, 5 de diciembre de 2010

El conficto de los controladores aéreos

Como la postura del gobierno sobre el cierre del espacio aéreo español ya está recogida en la práctica totalidad de los medios generalistas, ofrezco este humilde espacio para mostrar la versión de los hechos de la otra parte, los controladores. Al menos de algunos, o de quien conoce con cierta profundidad cual es la situación de este colectivo.


Bloguionistas: No controles


La Yogurtera: Soylent Green es gente


Controladores aéreos y otras hierbas: A ver si nos entendemos


Caer bien, caer mal y caer mejor desde un quinto: El asno, el palo y la zanahoria


Mi vertedero de sensaciones: Yo también soy controlador


Gizmodo: el conflicto de los controladores, la otra cara


A ver si somos capaces de crearnos una opinión propia sin esperar cómodamente sentados a que nos la fabriquen.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Zapatero, de la ilusión a la furia

Durante mucho tiempo la Caverna mediática y política ha cargado contra José Luis Rodríguez Zapatero por el simple hecho de ser su adversario directo. Además veían en él unos valores opuestos a los que el conservadurismo español, en su colosal estrechez de miras, intenta preservar. Durante la pasada legislatura se sobrepasó la simple crítica para entrar en espeluznantes acusaciones que convertían a ZP en una suerte de nuevo Satanás, tan desmesuradas, histriónicas y plenas de odio e inquina que el votante no tuvo más opción que dar la espalda a aquellos que las emitían. Yo le he defendido de muchos de esos ataques en distintos foros y blogs, también en esta misma bitácora. Lo hacía, desde mi modesta posición, porque me parecía justo, de ley y me abochornaba como ciudadano que la insidia fácil y el cretinismo sistemático pudieran triunfar sin recibir una réplica adecuada. Y porque, hasta cierto punto sus posiciones tenían defensa desde distintas ópticas.


Pasado un tiempo, no es plato de buen gusto comprobar que las circunstancias me sitúan ahora en un plano paralelo al de quienes no hace tanto eran mis rivales dialécticos. No es que me haya vuelto facha, pero lo que no puedo es cerrar los ojos ante el cúmulo de despropósitos que ya atesora en su haber el todavía presidente y que, posiblemente, empezó un día antes del atentado de ETA de la Terminal 4 del aeropuerto de madrileño de Barajas, con aquella declaración que, luego se demostró, nos hablaba de la desorientación y necedad de este gobierno.


ZP tuvo una primera legislatura cuando menos aceptable, y más si tenemos en cuenta la oposición carroñera y desprovista de toda ética que tuvo que sufrir. Pero no se puede negar que en cuestión de predicciones el tipo ha quedado como a)un completo inepto b)un embustero redomado, consiguendo incluso que quien le votara dos veces consecutivas ya no le crea en nada de lo que dice. Si echamos un vistazo a su pasado más reciente la vergüenza ajena aflora en cuando leemos sus vaticinios en materia económica y laboral. Entrados más en materia, tras casi tres años desde su reelección no ha sido capaz, ni el ni su equipo, que algo debe pintar, de articular una sola medida mínimamente eficaz para combatir el paro galopante que sufrimos que no sea un parche; no ha sabido rebajar el déficit sin cargar el peso de la reducción sobre las espadas de los más débiles; se ha entregado a la administración Obama de forma análoga a la de Aznar con Bush; ha adoptado políticas que suponen una traición a su electorado, su programa y su ideario; ha aceptado sin rechistar que le impongan decisiones cruciales desde fuera, convirtiendo el resultado electoral español en papel mojado; no tubo bemoles para combatir el modelo de crecimiento cuando este estaba en pleno auge porque no supo o no quiso anticiparse a la burbuja inmobiliaria… Y más cosas que me dejo por no extenderme.


Hace unos meses pensaba que la moción de confianza era un paso necesario para validar su giro político, pero ya no. El mamoneo parlamentario es un insulto a la inteligencia de los ciudadanos. Allí se compran y se venden alianzas y apoyos como si de un mercadillo se tratase; no se busca el interés general sino un reparto de las distintas parcelas de poder que deje medianamente contentos a todos esos parásitos que llamamos diputados. En el momento en que le impusieron qué política económica debía seguir España ZP debió irse, decirnos a los españoles que ya no son soberanos y que lo votado en las urnas deja de tener valor y, a continuación, marcharse a casa. En su lugar prefiere participar del engaño, del asalto a las instituciones (ex) soberanas y de la genuflexión ante entes difusos a los que nadie ha votado. Ha contribuido decisivamente a que en España la palabra "democracia" quede como algo ajeno a nuestro país. Nunca tuvimos una democracia de gran calidad, pero ahora su certificado de defunción está definitivamente sellado.


Ya no le encuentro defensa. ZP me parece un lastre, un zombi, un muerto viviente que nos persigue tratando de alimentarse de nuestras entrañas. De hecho, todo su partido me lo parece. La disolución del PSOE sería un paso en la buena dirección para la regeneración ideológica y ética de la izquierda española. Necesitamos otra clase de políticos y otro sistema distinto a esta falsa democracia representativa. Pero claro, para eso también necesitaríamos otra clase de ciudadanos, con criterio y espíritu crítico. De tal modo, me parece que vamos a seguir jodidos durante mucho tiempo.


Dijo que el poder no le iba a cambiarNo nos falles le pedían… Zapatero es la mayor decepción de la política española reciente. La ilusión que generó tras cuatro años de pestilente abolutismo popular se ha tornado en irritación y desesperanza. Mucha gente estaba tan ansiosa de algo distinto que personalizó sus deseos en su candidatura, ávidos como estaban de un soplo de aire fresco a la trasnochada política española. Todas esas esperanzas, esos sueños de cambio, han quedado hechos añicos. Zapatero es un político que, ahora, representa justo lo contrario de los principios que le auparon a la Moncloa. Y el electorado, el mismo que le llevó a ganar dos elecciones seguidas, se lo va a hacer pagar.

Cine de 2021 que ha pasado por estos ojos

A continuación dejo un listado de las películas de 2021 que han visto estos ojitos, junto con un enlace a la reseña que dejé en Filmaffinity...