miércoles, 25 de julio de 2012

Ocho puntos sobre una eventual reforma de la ley del aborto

1. La introducción

El ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, tiene intención de suprimir la actual ley del aborto, conocida como ley de plazos, y volver a la de supuestos de 1985, con la salvedad de su reducción de tres de esos supuestos a dos. El ministro, mientras fue presidente de la Comunidad de Madrid primero y alcalde la capital después, transmitió una imagen de político centrado, moderado y sensible a la realidad social que le granjeó antipatías entre su propio sector ideológico. Ahora, una vez alcanzado un mayor poder ejecutivo, se está revelando como un conservador de manual y en los meses que lleva ocupando la cartera de Justicia da la impresión de que agradar a la Conferencia Episcopal es una de sus mayores prioridades. Más cuando éste es un tema que le abre un frente innecesario a un Gobierno violentamente sacudido por la prima de riesgo y que demuestra una manifiesta incapacidad para contentar a sus ciudadanos.

Pero ya que hablamos del aborto recordemos cuales eran los supuestos contemplados en la ley del aborto de 1985: 1) peligro para la vida de la madre; 2) embarazo fruto de una violación; 3) tara física o psíquica en el feto. Y éste último es que que Gallardetas se quiere cargar.

2. La hipocresía de los pro-vida

Hace poco escuché a miembros de asociaciones autodenominadas pro-vida, cuyo discurso hace suyo el ínclito ex-alcalde, referirse a este supuesto como "eugenésico", esto es, que conlleva la eliminación sistemática de todo aquel fuera de unos estándares de normalidad. Es muy fácil abordar la problemática del aborto desde posiciones ideológicas, eso queda claro. Los pro-vida estan en contra del aborto por prejuicio religioso, porque su religión considera toda vida sagrada, incluida la no nacida. Me sería muy sencillo aludir a la hipocresía de ese pensamiento en relación al libro de cabecera de todo católico que se precie, el cual glosa crímenes y atentados sin cuento contra la vida humana por mano de su dios (aunque, curiosamente, ninguna prohibición expresa del aborto). Pero no es objeto de esta entrada referir cada una de las atrocidades que uno puede encontrar en la Biblia. Solo quiero reflexionar acerca del componente moral que tiene el hecho de abortar, como éste a veces queda subordinado a los efectos prácticos de tomar esa decisión y cuál podría ser una solución justa y ponderada.

Eugenesia implica plan de exterminio premeditado, como el que diseñaron los nazis para librarse de los judíos. Esta vinculación en manos de los pro-vida es un arma para atacar el aborto en cualquiera de sus formas, pero en espacial la que atañe al tercer supuesto citado. ¿Quien puede sentir simpatía por algo tan terriblemente relacionado con el nazismo? Un caso tácito de ley de Godwin y una manera de retorcer la cuestión de forma espuria, una falacia. Nadie aborta como método de selección racial artificial, aunque puedan esgrimirse motivos más que censurables. No hay necesidad de, por intereses ideológicos, inventar intencionalidades con el único objetivo de pintar una realidad de blancos y negros, y así poder señalar con el dedo quien es malo y quien bueno dentro de una sociedad.


Tengo claro que la "defensa de la vida" que hacen sujetos como Gallardón o las asociaciones antiabortistas termina en la propia frase, es decir, no incluye la palabra "digna". Vivimos una época convulsa en la que la educación y atención sanitaria están sufriendo duros ataques por parte de los poseedores de unos provilegios que se resisten a abandonar. Choca enormemente la preocupación por seres aún no nacidos en tanto a los que ya cuentan con años de vida en la Tierra les pueden mermar el derecho de acceso una educación y sanidad de calidad sin problema alguno. Una vez nacido, allá se las apañen y el Estado antes intervencionista se vuelve casi invisible. Pues no. Si los poderes públicos intervienen, ley mediante, para decidir que un bebé con parálisis cerebral nazca no pueden luego mirar para otro lado y soslayar su porcentaje de responsabilidad. En otras palabras, es dolorosamente hipócrita suprimir el tercer supuesto de la ley de 1985 y, al mismo tiempo, limitar las ayudas a la dependencia. Es sencillamente indecente.

Piensan que toda vida tiene derecho a florecer. Lo que les importa una higa es en qué condiciones lo haga. Una vez nacidos allá se las compongan. Es la lógica del que se ocupa de aquello que ni conoce ni va a sufrir en sus carnes.

3. Los niños que todos deseamos

Es evidente que todos queremos hijos sanos y sin taras. Ignoro lo que sienten unos padres cuando escuchan que su próximo retoño sufrirá sindrome de Down o espina bífida. La pregunta es: ¿están facultados estos futuros padres para poner fin a la vida del nonato por esa razón? Un bebé que nazca aquejado de una de estas enfermedades, u otra similar, no solo vivirá condicionado hasta que muera, sino también su familia. Todos tenemos sueños, ilusiones y la idea de cumplir con un proyecto vital dentro de unos órdenes masivamente aceptados. La perspectiva de una existencia comprometida a cada minuto y que, en un gran número de casos, supone un sacrificio casi diario es un golpe muy duro de encajar para un adulto. Cuando son pequeños quizá es cuando mejor se sobrelleva debido a que, con excepciones, puede no haber tanta diferencia entre cuidar a un bebé sano y a otro con una discapacidad, a tenor de la indefensión con que todos nacen. Además, a edades tempranas el vínculo padres-hij@ es cuando más se fortalece, de tal modo que el compromiso de los primeros se adopta de forma natural, rendida e incondicional, como corresponde a personas deseosas de estrenar paternidad. Pero cuando los niños crecen y los años se acumulan la historia da un giro paulatino hasta volverse sustancialmente distinta. El desgaste continuado, físico y mental, puede hacer mella hasta hacerse muy difícil de soportar.

Visto lo anterior ¿da eso derecho a decidir si se da o no término a un embarazo en razón de la salud del feto? Aunque, seamos honestos, esta pregunta no está bien formulada. Confesemos y admitamos que, en el caso de un embarazo como los referidos, en la decisión de detenerlo, aunque pueda haber excepciones, pesa más el interés particular de los padres que la preocupación por su hijo/a. Ver tan drásticamente golpeado un prometedor ideal de vida tiene más relevancia que el potencial sufrimiento que un niño disminuido arrastrará durante décadas. No nos engañemos, las personas por lo general no suelen ser tan altruistas, o así es como las veo yo. Ello tampoco les convierte en monstruos pero todo esto depende, como veremos más adelante, de a qué llamemos "bebé".


4. La analogía con los dependientes

Este razonamiento nos lleva a una incómoda pendiente resbaladiza. Son muchas las familias que tienen a su cargo miembros, generalmente de avanzada edad, que requieren atenciones continuadas. Los que se lo pueden permitir les ingresan en residencias, que suelen comportar un desembolso económico importante. Los económicamente menos afortunados los mantienen en casa al precio de invertir su vida en su cuidado, renunciando prácticamente tener una vida propia. Esto genera frustración, depresión, trastornos del sueño y otros desórdenes psicológicos, agravado todo ello por la escasez de ayudas estatales. Si en el caso de los bebés no nacidos esta perspectiva (no reconocida pero real) basta para llevar a cabo un aborto, ¿qué impide aplicar la misma solución a los familiares dependientes hasta el extremo?

Se como suena, pero pienso que no viene mal un poco de especulación intelectual para avivar la mente y acostumbrarla a hacerla trabajar. No hay, que yo sepa, ningún país avanzado cuyo sistema judicial y penal equipare al no nacido con el nacido. Es por eso que, en ausencia de leyes que regulen la eutanasia, dar matarile a un viejo con Alzheimer es un crimen, pero no lo es provocar deliberadamente un aborto porque el feto no cumpla con determinada espectativas físicas y/o psíquicas. Nadie se plantea poner en práctica esta atrocidad con los ancianos por cuestiones morales y humanas básicas, y ello tiene su reflejo en la protección legal que gozan. Esto es esencial para entender la problemática en lo tocante al supuesto que Gallardón quiere suprimir. Un bebé no tiene asegurada su supervivencia hasta que nace y un equipo médico lo declare con plenas garantías. En el momento de su nacimento pasa a ser persona jurídica a ojos de la ley, y no antes. Es por ello que asesinar a una embarazada con muerte del feto no es cometer dos asesinatos, sino uno mas un delito de aborto.


5. El punto de vista legal

Visto está que un nonato no es persona jurídica, por lo que no se le pueden aplicar las mismas leyes ni conceder los mismos derechos que a un niño o a un adulto. ¿Significa eso que podamos arrogarnos el derecho de interrumpir un embarazo cuando nos plazca y convenga? En absoluto. No tener consideración de adulto no convierte al feto en un objeto del que deshacerse cuando molesta. Continúa siendo un bien jurídico sujeto a protección...siempre que ésta no colisione con un derecho más elevado, como el derecho a la vida y a la salud de su madre, que sí disfruta de amparo legal completo. De ahí otro de los supuestos contemplados en la ley de 1985, el cual, hasta hoy, no tengo noticia que vaya a sufir modificación.

6. ¿Los hijos de violadores no merecen vivir?

¿Y qué ocurre con el supuesto de violación? Un embarazo fruto de una agresión sexual puede perfectamente ser llevado a término si no surgen complicaciones. No obstante, se concede a la madre la potestad de decidir si lo hace o no. No cuesta mucho entender que una relación sexual forzosa no engendra ni hijos deseados ni predispone de la mejor forma a la madre de cara a recibir a su futuro retoño, dado el frecuente daño psicológico. En España si parece haber consenso a este respecto (no así en algunos países suramercanos, donde la influencia de la Iglesia es más poderosa). En el supuesto de violación no entra en juego ni el bienestar del bebé ni la presunta inmoralidad de llevar a cabo el aborto. Y no percibo debate público en torno a esta cuestión. Supongo que el rotundo rechazo social que producen este tipo de delitos lleva a los antiabortistas a no encontrar terreno abonado por el que dispersar sus consignas.


7. Persona (o no)

Al final, todo debate sobre el aborto gira en torno a una piedra angular fundamental, que no es otro que la consideración o no de persona hacia el feto. Yo no creo que un embrión sea una persona, y no me parece relevante que ese amasijo de células sea un proyecto de persona. Puestos así, una eyaculación es la semilla de una persona. ¿Estamos los hombres atentando contra la vida humana cada vez que nos masturbamos? ¿Y qué pasa con las histerectomías por motivos terapeúticos? ¿Han de aguantar las mujeres con el útero plagado de cuerpos extraños y dañinos habida cuenta de que sin aquel no hay embarazo que valga? ¿Dónde está el límite y quien lo dicta? La doctrina antiabortista establece que el momento clave es la concepción, y que a partir de ahí el embrión es intocable, sagrado. Me parece absurdo otorgar los mismos derechos a ese cúmulo de células que a una persona nacida, hecha y derecha. Es cierto que no es lo mismo abortar con siete semanas de embarazo que con cinco meses, de modo que límites tiene que haberlos. Lo complicado es situarlos, y la consideración o no de persona puede ser un buen punto de inflexión.

¿Qué nos define como personas? Parece ampliamente aceptado que el raciocinio y la autoconsciencia determinan la diferencia esencial entre el ser humano y el resto de especies animales. El pensamiento es una cualidad intrínsecamente humana que nace y se desarrolla en el cerebro, el cual es imbuido de rasgos inequívocamente humanos hacia los seis meses de gestación. ¿Significa que el aborto es siempre admisible antes de cruzar esa frontera? No necesariamente.


8. Conclusiones

El Tribunal Supremo de los USA estableció en 1973 una doctrina que se mantiene hasta hoy y que me parece, si no cargada de sentido sí capaz de contentar a las partes enfrentadas, siempre que no se aferren a posiciones maximalistas. Determinó que durante el primer trimestre prevalece el derecho a la intimidad de la madre y la libertad de disponer de su propio cuerpo; en el segundo, permite el aborto con ciertas restricciones encaminadas a proteger a la madre, y en el tercero abre la veda de la prohibición en una etapa del embarazo en la que la ciencia y la tecnología pueden ayudar al feto a sobrevivir fuera del útero materno.

La ley de plazos española que el ministro de Justicia quiere lapidar sitúa las catorce semanas de gestación como tope para practicar abortos de forma libre. Queda claro que no estaremos asesinando personas, y que el grado de protección legal del feto se eleva a medida que este va creciendo. No es muy distinto de lo decidido en los USA, o de otras legislaciones europeas. Ignoro si hay un tratamiento específico en la ley de esos países acerca de fetos con anomalías, pero una vez superadas esas catorce semanas ya no veo problema en que se prohiba abortar, al igual que en hacerlo dentro del plazo sabiendo que no nos convertimos en asesinos por ello. Dentro de ese plazo hay tiempo de sobra para conocer lo que va a venir y adoptar una postura al respecto. Forzar a unos padres a cargar con hijos no deseados es el posicionamiento habitual de quien no se juega nada en el envite y cuya carta es únicamente la de ver implantado en la sociedad su modelo de pensamiento.

jueves, 19 de julio de 2012

El escaso compromiso del español medio con su realidad social

Escuchar según qué cosas de boca de algún que otro ciudadano me conduce a pensar que mucho de lo que nos ocurre como país lo tenemos bien merecido. Somos capaces de salir masivamente a la calle a festejar los triunfos de la selección nacional de fútbol pero no a protestar porque nos suban los impuestos o recorten nuestros derechos. Cuestionamos las decisiones de Vicente del Bosque sobre el "falso 9" hasta convertirlo en tema habitual de tertulia, pero apenas nos hacemos preguntas acerca de en qué nos atañe la reforma laboral o qué tipos de IVA son los que suben. El seleccionador nacional es objeto de crítica por tirios y troyanos, pero el partido en el gobierno solo ha de temer por aquellos que no le han votado. Los que sí lo han hecho no parecen facultados para ser críticos ni para levantar la voz contra aquello a lo que han dado su apoyo. No por nada dice el dicho que cuando un tonto coge una linde, la linde se acaba pero el tonto sigue...

En España, la política es una ramificación más de un modo de expresión que encuentra en la disputa deportiva su mayor exponente. Carl Sagan describió en su libro Miles de millones a las competiciones deportivas como un sustitutivo de las contiendas guerreras que libraron nuestros ancestos desde que vivían en cuevas. Visto así, hay que reconocer entonces la función social que cumple el deporte de alta competición: siempre será mejor que los territorios diriman sus diferencias en un terreno de juego que en un campo de batalla. Sin embargo, no conviene ir muy lejos con esta lectura. Se corre el peligro de sacralizar tanto al deporte como al deportista, hasta el extremo de convertirlos en iconos culturales que nos ocultan conceptos y valores mucho más elevados. En política ocurre otro tanto.

Una vez el ciudadano se identifica con un equipo, un mensaje o una cosmovisión es muy difícil romper el vínculo que establece con él. Frecuentemente vemos como los seguidores de ésta o aquella tendencia, sean colores deportivos, ideología política o religión, son vampirizados por sus ideales hasta convertirse en meros receptáculos de consignas cuya única función es satisfacer prejuicios e instintos de lo más primario. Una persona por lo demás normal y sociable muta a iracundo hooligan si escucha una ofensa contra su equipo del alma o toca demostrar su firmeza de principios, por irreflexivos que sean. Se va contra toda lógica si es necesario antes que admitir que no se está en posesión de, al menos, toda la razón.

De nuevo Carl Sagan, en otra inolvidable cita, ponía los puntos sobre las íes a este respecto. Queremos tener razón y quitársela al de enfrente, no cuestionarnos a nosotros mismos ni tomarnos el esfuerzo y la molestia de estar informados con un mínimo de rigor, no sea que descubramos nuestro error. El prejuicio siempre es un asidero más cómodo. La ignorancia es felicidad, dicen por ahí, y los españoles preferimos, en apariencia, ser ignorantes pero felices. El conocimiento entraña implicación, sufrimiento, problemas de conciencia y dilemas morales. Cuando conoces un hecho que merecería reacción por tu parte ya no puedes alegar ignorancia cuando miras para otro lado. En ese momento eres cómplice por omisión, desaparece la coartada moral que supone el desconocimiento. Muchos evitan llegar a ese extremo y eluden los problemas desde un principio no implicándose en nada relevante. Pero una vez dado el paso, ya solo la conciencia ejerce de barrera entre la ética y el abismo. Y ahí es donde se conoce la verdadera catadura moral de las personas.

Sí, a veces pienso que esos ciudadanos merecerían sufrir en algún momento las consecuencias de su indolencia y despreocupación. En un país donde a los poderes públicos cada día les cuesta menos agredir al ciudadano, la concienciación, la movilización y el compromiso son las únicas herramientas que pueden convertirse en motor de cambio. Un pueblo compuesto por ovejas genera un gobierno de lobos. Cuando toda esa gente compruebe cuanto le cuesta llenar la cesta de la compra por las subidas de tasas e impuestos; cuando estén obligados a desplazarse cien kilómetros para trabajar a riesgo de perder su prestación por desempleo; cuando no puedan pagar estudios superiores a sus hijos; cuando tengan que negociar de tu a tú con la empresa sus condiciones laborales por la desaparición de los convenios colectivos; cuendo tengan que arruinarse para pagar un tratamiento médico porque no hay alternativa pública... Cuando todo eso y más ocurra quizá, solo quizá, el grado de implicación y compromiso del español medio se eleve por encima del paupérrimo nivel que ha venido demostrando hasta ahora.

martes, 17 de julio de 2012

Que no nos engañen sobre la responsabilidad de la crisis

España es un país en permanente división, y ello no es producto más que de la envidia endémica que padecemos como pueblo. Quedar por encima del vecino es obsesión, y si vemos que éste tiene algo que nos gusta no descansamos hasta arrebatárselo o conseguir algo que lo supere. Hoy día, el español que se siente parte de un grupo social lo defiende a capa y espada porque es algo "suyo", pero también por oposición a otros grupos "rivales" con un pensamiento diferente. Esto es aplicable a ámbitos deportivos, políticos, ideológicos o sociales. Dejar al grupo rival a un nivel inferior equivale a una victoria que hincha el ego y refuerza las propias posiciones. Cuando lo contrario se produce el objetivo es igualar por abajo para, una vez inmersos ambos en la mediocridad, nuevamente atacar para colocarse en la cima. No importa si el reinado es sobre una montaña de escombros, lo importante es estar más arriba que el otro.

El nuestro es, efectivamente, un país dividido. Tradicionalismo frente a modernidad, conservadores frente a progresistas, religiosos frente a seculares, meseta contra costa, centralismo vs. descentralización, monarquicos vs. republicanos, burguesía frente a clase trabajadora, partidarios del Estado frente a los que quieren desmantelarlo. Ahora, la crisis y quienes sacan provecho de ella impone novedosos modelos de enfrentamiento amparados en nuevas servidumbres: autónomos frente a asalariados, funcionarios frente a no funcionarios, parados frente a trabajadores...


Y el ciudadano cae en la red que le han tendido y se embarca en la dinámica que le proponen. Porque su indiferencia y falta de compromiso le lleva a no tener ideas generales sobre prácticamente nada. No puede juzgar los hechos que tiene delante porque carece de elementos de juicio para hacerlo. Su desmovilización está cronificada y se limita a seguir el compás del grupo al que siente pertenecer y que le hace sentir arropado. Basta con que le pongan el trapo rojo delante que embestirá como un Vitorino. Una sola voz y correrá a ponerse el primero en la fila. La falta de criterio es un mal que tiene su semilla en puntos dispersos pero puede acabar haciendo enfermar a todo un país.

Quiero decirle a este ciudadano indiferente que le están engañando. Le están diciendo, sibilinamente, que debe estar en contra del funcionario, o del parado, o del autónomo, depende de a que grupo social pertenezca. No. Es falso, o al menos no completamente verdadero. Los responsables de que nuestro país está a un paso de la ruina son los que lo han venido gestionando desde una serie de años para acá. Que no le engañen, estimado lector. Usted solo es culpable por haberles votado. Pero ocurre que durante cuatro años un gobierno puede actuar como le venga en gana en el sentido de completamente a espaldas de los ciudadanos. Durante ese periodo nada se puede hacer desde la calle salvo protestar, hacer presión mediante el ruido. Y esos gobernantes trabajan para que las cosas sigan así e impedirnos ejercer un control que cada día se antoja más necesario. Los obstáculos son aún insalvables.

Son esos gobernantes, pasados y presentes, esos que ahora nos exigen sacrificios los que no hicieron nada mientras nosotros les pagábamos para que velaran por nuestro bienestar. Los que se gastaron nuestro dinero siguiendo criterios que el tiempo ha demostrado absolutamente deformes. Los que en lugar de gestionar el presente para garantizarnos un mejor futuro se dedicaron a hipotecar ese futuro para asegurarse ellos un mejor presente. No, que no le engañen. La culpa de los padecimientos actuales no es de funcionarios, parados, asalariados o pensionistas, esos que parecen los responsables de la crisis económica a tenor de los esfuerzos que les exigen para que haya recuperación. Si hay culpables busquémoslos en la clase política y en la banca. Los unos por no gestionar adecuadamente nuestro dinero y comportarse como dueños del país en lugar de como sus empleados. Los otros, por su extrema avaricia, que les llevó a intentar multiplicar sus ganancias por encima de toda medida.

Que no le engañen. El funcionario no es el enemigo, ni el asalariadio, ni el parado ni nadie de los que ahora se encuentran en la picota de los recortes. Porque de eso le están intentando convencer, no lo ponga en duda. Divide y vencerás se llama la táctica. Crear enfrentamiento entre ciudadanos para desviar la atención de los verdaderos responsables de la situación que vivimos. La auténtica amenaza se encuentra en quien habiendo ejecutado una gestión demostradamente ruinosa tiene la indecencia de exigir sacrificios al pueblo llano para solventarla. Ese es el verdadero enemigo y hacia él debemos enfocar nuestra ira.

lunes, 9 de julio de 2012

De enfermedades laborales y despidos procedentes

Tengo un hérpes zoster. El virus de la varicela queda latente dentro del cuerpo y se manifiesta pasado un montón de años en forma de erupción cutánea acompañado de dolor agudo, en mi caso en el pecho. Este dolor es incapacitante por lo que me veo obligado a permanecer en casa y no acudir a trabajar. No aguanto más de diez minutos en otra posición que no sea tumbado debido al dolor punzante, y esto puede durar semanas. El tratamiento consiste en antivirales y analgésicos, los cuales al menos en estos primeros días no se muestran muy eficaces. De los tres motivos descritos como causantes del rebrote de este virus solo uno se ajusta a mi situación personal: el estrés. Es posible que el exceso de presión en mi trabajo, sin darme yo cuenta, me esté pasando factura.

Después de esta pequeña introducción el lector habitual de este blog se preguntará ¿y por qué este tío se pone ahora a hablar de sí mismo cuando es algo que casi nunca hace?

Espero hilar bien lo que quiero expresar. Lo primero que me ha pasado por la cabeza al cobrar conciencia de lo que me pasa es que no quiero coger una baja. Me las he apañado para quedarme tres días en casa sin que me cuente como baja, utilizando para ello mis días de exceso de jornada, con la esperanza de que para el jueves me sienta lo suficientemente bien como para ir a trabajar. Fíjense bien; estoy enfermo, lo que me ocurre me incapacita, pero mi fijación no es curarme sino evitar propiciar una situación que facilite las cosas a mi empresa en caso de querer desprenderse de personal. Porque los rumores están ahí, una lista de posibles despidos que podría ver la luz en septiembre... o antes. Tal y como están las cosas ¿quién quiere correr riegos? 

Tengo conocidos que con mi misma edad se han quedado en la calle tras años y años en su empresa, y el paro jamás fue una amenaza que planeara sobre su futuro...hasta que les tocó. Cuando lo compruebas de cerca, en los huesos de personas más o menos cercanas, cobras conciencia de lo vulnerables que nos hemos vuelto, de lo fácil que un proyecto vital se puede venir abajo. Basta con que...te pongas enfermo. No hace falta un ERE ni el cierre de la empresa. Con faltar al trabajo nueve días en dos meses, aun siendo bajas médicas justificadas, es suficiente para que te puedan despedir de manera objetiva con 20 días de indemnización por año. En mi caso les puedo asegurar que la política de mi empresa de despedir y recontratar de forma sucesiva durante años convierte mi eventual despido en algo muuuuy barato.

Observemos el panorama: te despiden y te contratan una y otra vez para que no acumules antigüedad que pueda incrementar una futurible indemnización por despido; en lugar de repartir el trabajo le sobrecargan a uno para evitar pagar más sueldos, exigiendo si ello es necesario la realización de horas extras que no están dispuestos a pagar; y cuando, fruto de la presión y el agobio, tu organismo hace ¡catacrock! en lo único en que piensas es en reincorporarte cuanto antes para no ver peligrar tu puesto. El paro es un fantasma demasiado terrible, y más cuando has sobrepasado los 40 años. Dado como funcionan las políticas de empleo en este país, quedarte en paro a partir de esa edad es dejarte prácticamente fuera del mercado laboral.

Lo que intento decir es que este modelo es una amenaza para sí mismo. No se puede forzar la máquina hasta el extremo de quedarte sin piezas que hagan funcionar el engranaje productivo. Muchos esperamos que el sistema colapse para que sea sustituido por algo mejor, pero ese pensamiento ha de tener en cuenta a todos aquellos a los que se nos puede llevar por delante. Te machacan y te exprimen hasta que te sacan la última gota de jugo, y en ese momento tu maquinaria interna "se cuelga" como un ordenador. ¿Ese es el premio por entregar tu tiempo, tu esfuerzo y tu sudor, incluso más allá de la medida necesaria? No, el premio es que te despiden pero no solo por ponerte enfermo, sino por enfermar debido a las condiciones que te han impuesto y que no nos queda más remedio que aceptar debido al dramático desequilibrio existente entre oferta y demanda laboral.    

La cima de la perversidad es que el sistema consiga que te sientas culpable por ponerte enfermo. La crisis no solo la estamos pagando con nuestro dinero, también la pagaremos con nuestra salud.

domingo, 8 de julio de 2012

Rush o el retorno de quien nunca se fue


Uno de los discos de este 2012 es sin duda alguna la nueva entrega de Rush, el trío formado por Geddy Lee (voz, bajo, teclados), Alex Lifeson (guitarras) y Neil Peart (batería). La historia que les precede, su extensa discografía y el hecho de que nunca hayan se hayan retirado ni formalizado una separación siquiera temporal en casi cuatro décadas de existencia convierten a estos tres canadienses en un fenómeno único dentro del Rock.

Lo más cerca que estuvieron de dejarlo fue cuando la tragedia se cebó en la vida de Neil Peart entre 1997 y 1998: en un lapso de diez meses perdió a su hija de 21 años en un accidente de tráfico y a su esposa debido a un cáncer. Tras considerarse retirado, y con sus compañeros apañándoselas con proyectos propios (Lee sacó un disco en solitario en 2000 y Lifeson hizo lo propio bajo el nombre de Victor unos años antes) las heridas finalmente cicatrizaron y el para muchos mejor baterista que ha dado el Rock volvió para hacer lo que mejor sabe. Desde entonces no es que el trío haya sido muy prolífico (solo dos discos de estudio en toda la pasada década) pero la maquinaria comercial a su alrededor siguió funcionando con directos varios, DVD's y recopilatorios. Todo ello daba fe de que el momento de su adiós musical no estaba ni mucho menos en el guión.

Para quien lo desconozca, la carrera de Rush se divide en etapas de cuatro discos separadas por un doble en directo oficial del grupo. La primera comprende los años 1974 a 1976, en la que sus influencias eran claramente marcadas por Led Zeppelin y bandas de Rock-Blues como Cream; asumieron los esquemas del Rock progresivo entre 1977 y 1981 para, a partir de 1982 y hasta 1988, dejarse influenciar por los sintetizadores y la New Wave (en especial The Police). Desde 1989 hasta 1996 intentaron sonar más eclécticos navegando desde el Pop-Rock hasta el Rock alternativo. Luego sucedió lo de Peart y se produjo un parón que se rompió en 2002, dando inicio a una nueva etapa que, hasta el momento, no sigue un patrón común demasiado reconocible (el ahora publican es el tercero de esta etapa).

En fin, que tenemos a Rush saludando esta segunda década del siglo XXI con Clockwork angels, un disco que les ha colocado en lo más alto del Billboard, cosa que no les sucedía desde la publicación de Counterparts (1993). ¿Realmente están los canadienses, ya sexagenarios, en condiciones de ofrecer un buen producto después de cuarenta años de carrera? Olvidémos nuestras filias y seamos escépticos que vamos a entrar en materia.

El disco está producido por la propia banda y Nick Raskulinecz (Alice in Chains, Foo Fighters) y su sonido recuerda mucho al del citado Counterparts. ¿Es esto un buen síntoma? Desde el punto de vista de la innovación no es bueno sonar como veinte años atrás, aunque no es algo malo de por sí. No parece que Rush hayan querido innovar, eso está claro. No es a eso a lo que juegan, ni falta que les hace. Pero ya que insisten en seguir en la brecha algo habrá que exigirles, ¿no? Lo cierto es que ello es garantía de que habrá Rock sin demasiados aditivos pero también conviene subrayar que una cosa es renunciar a la innovación y otra muy distinta el auto plagio. Porque, entrando ya en las canciones, encontramos varios temas que en seguida nos hacen recordar no ya etapas pasadas, sino canciones concretas de discos previos. En algunos casos la similitud es tan evidente que no sería extraño que fuera deliberada.


Clockwork angels comienza como un cañon, con quizá el mejor corte de todos, Caravan, el cual ya había sido adelantado en 2010 junto con BU2B. Es una pieza vigorosa, con estribillo coreable y una parte central muy prog con quiebros y progresiones que harán disfrutar al fan más avezado. Para abrir boca no está nada mal. Le sigue la mencionada BU2B, la cual comienza con un riff duro y un ritmo más pesado para luego acelerarse y terminarse pareciendo algo a su predecesora. No obstante ya apreciamos algunos detalles que marcarán todo el disco: Alex recupera ese sonido tan característico de su guitarra que forjó en los 80 y Neil aporrea los tambores como si volviera a tener treinta años. La cosa empieza a prometer cuando nos llega la canción que titula al disco; Clockwork angels alterna dureza en las estrofas con algo de delicada épica en el estribillo. Escuchando el riff central no puedo evitar evocar la última parte del Grand finale de su disco 2112 (1976). La canción se extiende más allá de unos siete minutos que se me antojan excesivos y que parece que no daban para tanto. Seguimos con The anarchist, uno de los cortes que más frío me deja y que a pesar de las escuchas no logra cobrar sustancia. Carnies comienza en plan muy jevitrón con un riff similar al de BU2B para después perder mordiente, entonar un flojo estribillo y dispersarse sin terminar de urdir un par de estrofas que nos enganchen. ¿La cosa empieza a torcerse? tengamos paciencia.

A continuación comienza el rosario de auto plagios que refería anteriormente. Halo Effect tiene un riff central sacado directamente de In the end, del Fly by night (1975) aunque su armazón melódico la equipara también con Half the world, del Test for echo (1996) y los violines al término recuerdan a demasiado a Aerosmith. Luego viene uno de los temas que más termina enganchando, Seven cities of gold, aunque su riff es sospechosamente parecido al de One little victory, del Vapor trails (2002). Aquí Geddy se permite unos agudos que veremos a ver como resultan en directo habida cuenta del desgaste vocal que ya viene sufriendo. Con todo es de los puntos más altos de todo el disco. The Wreckers comienza de forma parecida a War paint, del Presto (1989) y ahonda en la línea más melódica gracias a un perfecto y emotivo estribillo donde Geddy se luce. Su orquestación final la asemeja a otras composiciones de tono épico como Nobody's hero, del CounterpartsHeadlong flight representa el caso más palmario de auto plagio; su riff está descaradamente inspirado en el de Bastille day, del Caress of steel (1975). Me cuesta creer que esto de componer sobre lo ya compuesto no lo hayan hecho a propósito. Es un tema potente, veloz y que encantará en directo.


BU2B2 es un reprise del segundo tema del disco que no es más que un relleno de minuto y medio. Le sigue Wish them well, una canción que hubiera encajado bien en discos de producción amable y comercial como el citado Presto y Roll the bones (1991). Y el broche final se llama The garden, un corte que he visto alabado en la red pero que a mí no me termina de calar tan hondo, siendo como es una balada de gran carga melódica y emocional. Es fácil, además, emparentarla con otras composiciones pasadas como The Pass (del Presto) y Bravado (del Roll the bones).

¿Qué tenemos, entonces? Sobre todo, y a tenor de lo que he leído en Internet, muchísimas ganas de tener un gran disco de Rush en nuestras manos. Y las ganas, junto con las altas expectativas que siempre genera el combo canadiense, quizá llevan a sobrevalorar el producto que finalmente nos entregan. No es un mal disco, y me atrevo a asegurar que el tiempo y las escuchas me harán disfrutarlo todavía más. Pero también soy consciente de que el tiempo que llevo siguiendo a esta banda, y la debilidad que siento por el trío, me llevan a pasar por alto aspectos y detalles que no toleraría en otro grupo. Sin embargo, insisto, son un fenómeno único en la historia del Rock, y solo por eso merecen seguir siendo objeto de la atención del buen aficionado.

martes, 3 de julio de 2012

El timo del repago farmacéutico

Ayer entró en vigor el llamado copago farmacéutico. La expresión es incorrecta ya que todos, en la mayoría de los casos, pagábamos hasta hoy una parte del precio de los medicamentos. Es un repago ya que lo que hace es aumentar esa cantidad que cada uno de nosotros debe abonar por adquirir medicinas. Pero además de eso es una estafa disfrazada de método para hacer más justo y equitativo el gasto farmacéutico.

Me voy a centrar en un solo caso, el que va a ser más habitual (el resto los tienen descritos aquí y aquí). El trabajador que obtenga unos ingresos superiores a 18.000 euros pasa a pagar de un 40% a un 50% del precio del medicamento, mientras que a partir de 100.000 euros el aporte del usuario será del 60%. Piénsenlo bien: paga lo mismo el que gana 18.000 euros al año que el que gana 99.000. ¿Les parece lógico? Dicho de otro modo, que para un medicamento con precio de 50 euros tanto en el primer caso como en el segundo están obligados a pagar un 50%, esto es, 25 euros. ¿Un gasto de 25 euros produce el mismo impacto en una economía de 18.000 euros brutos anuales que en una de 99.000? Pensemos que ese sueldo puede ser el único que entre en casa con una familia por mantener.

Hagamos más cuentas. Para un sueldo bruto de 18.000 euros, descontando deducciones y calculándole un 13% de retención por IRPF (como es mi caso) nos queda un líquido mensual de entre 950 y mil euros. Por contra, para alguien que gane, vamos a decir que 56.000 euros al año (para que no me acusen de poner los datos de la forma más desfavorable), a idénticas deducciones y con una retención del IRPF del 47% (la que le correspondería según los últimos tramos tributarios) le quedan al mes unos 3000 euros netos (todo calculado con 14 pagas anuales).

Ya ven, los medicamentos le cuestan lo mismo al que no llega ni a mileurista que al que le triplica el sueldo neto. Y lo venden como una medida justa y progresiva, o sea, que hace pagar más al que más tiene. Y eso por no hablar del 60% que pagan las rentas superiores a 100.000 euros. ¿Qué puede suponer para la economía de alguien que gane ese pastizal que le cobren 30 euros por un medicamento que vale 50?


Puedo entender que obliguen a los beneficiarios de las pensiones más altas a abonar un 10% pero, puestos a progresivizar el pago de medicamentos ¿quién puede considerar justo que paguen lo mismo todos los cotizantes comprendidos en una horquilla tan amplia como la que va de 18.000 a 99.999 euros?

Cine de 2021 que ha pasado por estos ojos

A continuación dejo un listado de las películas de 2021 que han visto estos ojitos, junto con un enlace a la reseña que dejé en Filmaffinity...