viernes, 23 de noviembre de 2012

Españistán ante el "desafío" secesionista

Desde círculos conservadores siempre se ha visto el entendimiento entre el nacionalismo periférico y la izquierda generalista española y como una suerte de relación amo-sumiso. Yo no percibo tal sumisión, solamente observo la decisión por parte de esa izquierda de tomar otra vía para resolver los problemas, de apaciguamiento si quieren, distinta al escenario de confrontación que se plantea casi siempre desde el otro lado del arco ideológico.


Hay dos maneras de ver las cosas en este asunto, y cada uno de ellos tiene sus pros y sus contras: la margen izquierda por lo general intenta negociar con el nacionalismo para intentar llegar a acuerdos que, aunque traigan concesiones (que pueden ser más o menos justas, cada caso puede ser distinto) garanticen un periodo de estabilidad y ausencia de conflicto interterritorial. La margen derecha, por contra, se reafirma en sus posiciones bajo la bandera de la dignidad y de no privilegiar a unas regiones frente a otras, la famosa asimetría (entonces ¿qué hacemos con el concierto vasco y los fueros navarros?). En el primer caso puede ocurrir que no hayan dado con la forma de poner un límite a la voracidad nacionalista (ejemplificado en la relación que tuvo Zapatero con ERC), fruto de la debilidad parlamentaria, provocando un agravio comparativo con otras zonas del país. En el segundo solo se consigue encabritar aun más a la bicha e iniciar una escalada de tensión que solo beneficia los anhelos secesionistas.
Es un tema de soluciones complejas pero que cualquier gobierno medianamente avanzado y sin ganas de liarla parda intenta solventar mediante el diálogo y el sosiego. Tenemos los casos de Quebec, Escocia, Irlanda del Norte o la antigua Checoslovaquia para darnos cuenta de que, se llegue más lejos o menos, al final es la voluntad de diálogo lo que prevalece. Incluso en Españistán el mismísimo PP se ha tragado sus propios principios (aunque a estas alturas ya sabemos que no tienen de eso, tan solo intereses) para poder pactar con el nacionalismo cuando lo ha necesitado. El concierto vasco puesto en marcha en 2002 fue auspiciado por Aznar, e inolvidable fue el calificativo de “pirómano” que Javier Arenas le dedicó a Felipe González en los años 90 por ceder el 15% del IRPF a Cataluña…para luego darles ellos el 30% en cuanto necesitaron pactar con CiU un acuerdo de investidura. Recordemos que en el mismo paquete también se comprometió la supresión del servicio militar obligatorio.
Entonces era responsabilidad y sentido de estado, no lo olvidemos. Podríamos estar horas con la doble moral que el cálculo electoral ha llevado al conservadurismo nacional a ponerse la patria por montera y agitar el fantasma del separatismo cuando le ha convenido. No hace tanto la Españistán de ZP estaba al borde de la rendición ante ETA y la disgregación del país se hacía inminente. Ahora es lo más natural oir hablar al ministro del Interior pepero acerca de la “dimensión política” del problema terrorista, y las decisiones penitenciarias que excarcelan etarras tomadas bajo el mandato popular no entrañan la menor amenaza para la integridad del Estado. Recuerdo a Zapatero diciendo “el poder no me va a cambiar” la noche del 14-N de 2004. Ya está visto que el poder inflige cambios a quien lo detenta, pero aún más a quien no.
Ya digo, no es sumisión, es otra cosa, otro “talante”, si se quiere, para afrontar los problemas, buscando desactivarlos con la esperanza de despejar el horizonte electoral inmediato. Al igual que la opción contrapuesta tiene en el núcleo de la Españistán interior un caladero de votos que no vería con buenos ojos una actitud complaciente con el Belcebú nacionalista. Sí, rindámonos ante el peso de la evidencia: el cálculo electoral lo condiciona todo en la política españistaní, tanto en tirios como en troyanos. En esa clase de manos se encuentra nuestro futuro, estimados conciudadanos.
¿Por qué aparentemente vemos los procesos autonomistas/secesionistas en otros lugares con una naturalidad imposible de aplicar en nuestro país? Que nadie dude que que si Flandes y Valonia, quizá el principal foco secesionista en la UE fuera de Españistán, se separan ocurrirá bajo un manto de cordialidad y diálogo. ¿Alguien se imagina a los belgas dándose de tortas porque los unos quieren impedir que los otros se marchen? ¿Acaso la fragmentación, formación y disolución de estados no ha ido en paralelo con el correr de la civilización? ¿Por qué debe ser el caso españistaní distinto? ¿Porque es el nuestro y lo vivimos desde dentro es motivo para considerarlo mejor y más digno de preservar? ¿A qué le tenemos miedo? Dejemos de ser tan ombliguistas, que no somos más que un país de tantos.

sábado, 17 de noviembre de 2012

¿Es España un país de hijos de puta?

Hoy me he enterado de que unos sujetos comerciaban con comida obtenida del Banco de Alimentos de Cádiz. Actuaban desde varias residencias de ancianos de la provincia y alimentaban a los residentes con esa comida, por la que además les cobraban. Si se fijan, la perversión del hecho es doble. Por un lado se aprovechan del estado de necesidad de unos ancianos en el tramo final de sus vidas y, por otro, saquean los recursos de una organización benéfica que se nutre de donaciones voluntarias y minan su credibilidad, haciendo que la próxima vez que alguien vaya a donar algo se lo piense dos veces. La ausencia de escrúpulos es mayúscula y sus consecuencias, directas.

Hechos como este llevan a preguntarme ¿es España un país de hijos de puta?

A menudo oigo como, ante el sistemático asalto al dinero público a que nos
somete la casta dirigente, alguien termina afirmando que la clase política
es reflejo de la sociedad que entre todos conformamos. ¿De verdad es así? ¿Esta explicación también sirve para el tipo de delincuencia referido? ¿Cualquiera de nosotros sería capaz de engañar a un benefactor para que nos regale bienes de primera necesidad y, después, vendérselos para nuestro provecho a personas necesitadas que, además, confían en nuestra integridad y buena fe?

Yo, personalmente, no sería capaz. Una cosa es tomarse una bebida mientras
haces la compra en el hipermercado y tirar la botella una vez la terminas
para no tener que pagarla (sí, lo confieso), y otra muy distinta estafar a
esa escala. Hace falta carecer de unos principios morales muy básicos para traspasar determinadas líneas. La pegunta es ¿los españoles somos un pueblo proclive a traspasarlas?

No, no me vale el argumento de los balones fuera. "En otros países también
pasa", me dirán. "Y qué", contesto yo. Estamos en España y es lo que ocurre dentro de este país lo que nos debe preocupar, al margen de las simetrías con otros lugares. Arrastramos un pasado de picaresca, y el transcurrir de los siglos ha convertido al pícaro en un ser simpático, bonachón y al que tener simpatía. ¿Es el tipo de delincuencia como el descrito una evolución natural de la picaresca, fruto de la tolerancia con que tradicionalmente se ha tratado?

Pero ya no es picaresca, es directamente hijoputismo. ¿Hasta qué punto
somos todos responsables de que España se haya convertido en Españistán¿De verdad que ninguno seríamos capaces de participar de una estafa de semejante calibre si nuestra impunidad estuviera asegurada?

viernes, 9 de noviembre de 2012

Bloc Party, Skunk Anansie, Fang Island, Titus Andronicus y Neurosis, rock alternativo en muchas de sus formas

Como ya anuncié en mi anterior entrada musical, tengo discos en cartera por reseñar que seguiré colgando por aquí para júbilo de masas. Ahí les dejo con cinco más mientras sigo escuchando música como un poseso antes de que el mundo se nos termine de venir encima, algo para lo que parece que falta poco.

Bloc Party - Four

Me atrae la escena post-punk revival
 que la década pasada trajeron consigo bandas como Editors, Interpol, The Killers y White Lies. Retomar los sonidos y texturas de Joy Division, Killing Joke o PIL, pasándolos por un tamiz actual ha dado algunos momentos más que excitantes. El único de estos grandes abanderados del neopost-punk que me quedaba por escuchar eran los ingleses Bloc Party, de modo que tocaba ponerse al día en lo que a su música se refiere. La verdad es que de todos los mencionados han resultado ser los menos ortodoxos a tenor de su trayectoria y, quizá también por ello, los menos accesibles. En Four, su cuarto disco, les pasa un poco como a Muse, dan bandazos estilísticos sin aparentar tener un estilo definido. Virtud para unos, defecto para otros. Desde el pop indie hasta el hard-rock aderezado con gotas de funky y cierto tono underground confieren a la propuesta de este cuarteto una personalidad un tanto caótica y difícil de precisar. Un álbum este para armarse de paciencia ya que uno no sabe qué se esconderá detrás de cada corte.



Skunk Anansie - Black traffic

Cuando ya pocos se acordaban de Skunk Anansie llegó Wonderlustre (2010) y una gira que les trajo a nuestro país. Era el retorno discográfico de una de las pocas bandas británicas de hard-rock que hicieron frente al brit-pop que inundaba su país a finales de los años 90. Su aventura solo duró unos pocos años y siempre dejaron la impronta de algo que pudieron pero nunca terminaron de ser. Su retorno hace dos años les devolvió a la actualidad pero no borró esa impresión de banda que siempre se queda a medio camino de hacer algo grande. Por desgracia seguimos con la misma tónica. Si en su anterior entrega las melodías copaban el protagonismo en detrimento de las guitarras, podemos decir que Black Traffic es el disco más hardrockero desde su debut, Paranoid and sunburnt (1995), pero no por ello alcanza mayores cotas de calidad. Wonderlustre parecía un regreso del tipo "a ver qué pasa", como queriendo gustar a toda clase de público. Vista la aceptación, ahora han decidido ponerlo todo e intentar ocupar de nuevo el hueco que dejaron vacante hace una década, pero con una propuesta como esta dudo que nadie vaya a darles un crédito que tampoco antes se habían ganado. Es, simplemente, que tras cinco discos de estudio uno empieza a convencerse de que Skin y los suyos han dado ya todo lo que podían. Su calidad como banda no se cuestiona, pero sí su capacidad para hacer un trabajo plenamente satisfactorio, sin esos pronunciados y ya característicos altibajos.




Fang Island - Major

Arrastrados por un single tan explosivo como Sisterly quién no va a querer escuchar más canciones de Fang Island, banda norteamericana radicada en Nueva York. Con ese aspecto pueblerino y su rock indie potente y ruidoso a cuestas te conquistan con unas melodías que transmiten alegría y optimismo por los cuatro costados. Es imposible no animarse escuchando Major, o incluso esa rareza de primer disco homónimo (2010) en el que los cortes instrumentales solo se interrumpían por pequeñas estrofas recitadas a modo de himnos. La verdad es que no les presumo un largo recorrido; esa ingenuidad, ese halo naif que transmiten con el tiempo se pierde. Mala cosa cuando es ese precisamente su encanto. Espero equivocarme con ellos, pero no se si quiero imaginarme a unos Fang Island maduros y con la inocencia perdida.




Titus Andronicus - Local business

Aquí tenemos a otra banda con envoltura indie pero que añade a su fórmula cierta actitud punk y trazas de rock sureño bastante tabernario. Si a todo ello le añadimos una producción tirando a retro nos encontramos con Local business, el tercer disco de los muy usamericanos Titus Andronicus. En principio, los ingredientes del guiso no son muy de mi agrado, y tras darle varias oportunidad solo le extraigo jugo a los cortes más springsteenianos, cosa sorprendente en alguien poco seguidor del boss. Además, estos parecen más una concesión comercial que un homenaje sincero. Ignoro si llegarán a ser los Lynyrd Skynyrd del siglo veintiuno pero no parece ser una mala meta para ellos.




Neurosis - Honor found in decay

La etiqueta post-metal se acuñó tras los primeros discos de los norteamericanos Neurosis. Su inclasificable estilo no encajaba ni en el doom-metal ni en el metal progresivo o alternativo, por cerca que anduviera. Veteranos en la arena metalera desde finales de los años 80 en que empezaron su andadura oficial, pasan por ser una de las formaciones más influyentes de la escena heavy. A pesar de ello, su prestigio camina a la inversa de su popularidad. En Honor found in decay no es que hayan dado una vuelta de tuerca a su sonido precisamente. Continúan los desarrollos extensos, las progresiones lentas, las atmósferas amenazantes y las voces rasposas en temas largos y tortuosos que parecen huir como de la peste de todo lo que huela a comercialidad. Debe ser toda una experiencia presenciar en directo la que parece la banda sonora que uno escucharía a las puertas del infierno. ¿Cómo han podido sobrevivir durante tantos años sumergidos en el underground, se preguntarán? Muy sencillo: no viven de su música. Cada uno de los componentes de Neurosis tiene su propio trabajo al margen del grupo, y ello les permite crear discos sin presión ni imposiciones. Se permiten, pues, editar material por el que pocas discográficas apostarían. Sí, son unos desconocidos para el gran público, pero también son una leyenda. Su música es de muy difícil digestión, pero tiene algo que, al menos a mí, me fascina. Así que pruebenla. Si se atreven.



jueves, 8 de noviembre de 2012

Amoralidad en torno a la tragedia del Madrid Arena

La catástrofe del Madrid Arena tras producirse una estampida durante una macrofiesta, por la que fallecieron cuatro chicas, está sirviendo para que determinados personajes muestren al público su catadura moral y carencia de escrúpulos. Cualquier cosa, incluso instrumentalizar la desgraciada muerte de estas jóvenes, merece la pena si con ello consiguen que no prolifere un clima de opinión contrario al ayuntamiento de Madrid y la alcaldesa de spa. Es lo que tiene pertenecer a la misma camarilla. Se está llegando a los extremos de culpabilizar a los padres por la muerte de sus hijas. Da igual que el local no tuviera licencia de funcionamiento, sin la cual el Ayuntamiento no debería haber permitido la celebración del evento. Tampoco importa que dicho recinto superara el aforo permitido, algo que, al ser un espacio municipal, hace recaer en el consistorio la responsabilidad civil de lo que suceda en su interior.

Cuando se trata de defender a los miembros de la tribu los escrúpulos están de más. Hay que echar un capote a la alcaldesa de Madrid, una mujer que consigue que Leire Pajín parezca dueña de dieciséis doctorados cum laude. Hay que evitar a toda costa que la chusma se eche encima del Ayuntamiento y le exija responsabilidades. Forman un todo, voceros mediáticos y representantes políticos, ambas especies como diferentes expresiones de la misma cosa y defendiendo idénticos intereses.

¿Los padres culpables? Supongo que desde el momento en que permiten salir de casa a sus hijos son responsables de lo que les ocurra. ¿Hay que ilegalizar las macrofiestas entonces? No antes de prohibir los coches y las carreteras. ¿Cuántas muertes se producen cada fin de semana fruto de los accidentes de tráfico? ¿Cuántas al año debido al tabaquismo? ¿Acaso no hay riesgo en la multitud de espectáculos taurinos que se celebran a lo largo y ancho del país? Pero, ah, ahí hay negocio. Estos liberalotes permiten y toleran el riesgo para la vida humana un sinnúmero de ocasiones al año, siempre que lleven aparejadas algún beneficio económico para alguien. Lo ocurrido en el Madrid Arena solo genera mala prensa para las autoridades municipales, razón de más para prohibir este tipo de actos.

Y ya están sus voceros metidos en faena para convencernos de que si un Ayuntamiento no cumple con sus obligaciones legales, las consecuencias, directas o indirectas, son de los padres por enviar al matadero a sus hijas. Matadero patrocinado por el Ayuntamiento de Madrid, que nadie lo olvide.

viernes, 2 de noviembre de 2012

The Hives, The Gaslight Anthem, The Gathering, The 69 Eyes y Muse, rock que busca su hueco

No es que tenga la intención de convertir esta bitácora en temática de música, cine y televisión, pero ahora es de lo que me apetece escribir. Estoy escuchando mucha música últimamente y tengo unas cuantas reseñas en la recámara que traeré aquí en próximas entradas. De momento, allá van cinco de ellas.

The Hives - Lex Hives

Nunca he sentido interés por el llamado garage rock, esa forma de rockear básica, simple y de corte clásico que pusieron de actualidad la década pasada bandas como The White Stripes The Strokes. Para mi primera incursión en el género escogí lo último de The Hives y quizá, no lo se, no haya sido la mejor elección. Ignoro en que puesto del ranking de este estilo se encuentra el quinteto sueco pero Lex Hives  no ha conseguido que le de más que un par de escuchas. Se que son insuficientes para juzgar un disco pero cuando no percibes detalles que te permitan albergar esperanzas de que una música concreta te llegue es mejor dejarlo y pasar a otra cosa. Hay mucha música que escuchar y poco tiempo para hacerlo, y este disco de The Hives no consigue despertarme esa chispa de interés.

Su primer single fue Go right ahead, o como plagiar el Don't bring me down de la ELO.



The Gaslight Anthem - Handwritten

La sombra de Springsteen es alargada y esta banda norteamericana la persigue en su último disco. Con un rock sencillo, directo y muy americano, que por momentos intenta endurecerse con cierta actitud punk, The Gaslight Anthem se abren a las amplias audiencias que en su país consumen este tipo de música. A mí el disco entero me resulta cansino: probar una pizca está bien pero un plato entero empacha, a no ser que desde pequeño te hayas acostumbrado a la receta.


El tema 45 es concluyente acerca de lo que nos podemos encontrar.


The Gathering - Disclosure

En su anterior entrega, The west pole (2009), los holandeses The Gathering ya dieron pistas del motivo por el que perdieron a una vocalista del carisma de Anneke Van Giersbergen. Las diferencias creativas entre Anneke y el resto de la banda se evidenciaron en cuanto separaron sus caminos. La una pretendía dar continuidad al intimismo de Home (2006) como se vio en su ulterior proyecto Agua de Annique (aunque luego se ha lanzado sin complejos al pop-rock) mientras que sus hoy ex compañeros, sin dejar a un lado los ambientes, deseaban recuperar el pulso rock de discos precedentes. En Disclosure persiguen consolidar la fórmula post Anneke y para ello vuelven a contar con la cantante noruega Silje Wergeland, la cual ya parece plenamente incorporada a la banda. Tiene menos personalidad que su predecesora pero sería injusto compararla permanentemente con alguien que ha dejado tanta huella. El álbum tiene un comienzo animoso en sus dos primeros cortes para luego volver a la dinámica de medios tiempos, progresiones extensas y texturas sonoras habitual en el combo europeo. Es un disco que requiere de varias escuchas para ser valorado, como viene siendo la costumbre de la casa. Siempre se agradece que lo pongan pelín difícil al oyente en lugar de darlo todo predigerido. Aún así, no puedo negar que han perdido algo, ya no recibo una novedad de The Gathering con la expectación de antaño. Anneke, te echamos de menos.


Aquí les tenemos en su versión más dance, Meltdown.


The 69 Eyes - X


Este es un grupo del que hace tiempo que no espero ninguna sorpresa. Sencillamente, no dan más de sí. Podríamos conformar un gran álbum de rock con los mejores temas de su ya larga carrera pero ningún larga duración de los que han creado rinde a plena satisfacción de principio a fin. Si acaso el Angels (2007), pero solo por quedarme con uno. De sus inicios sleazy queda la pose y algún que otro riff; de su vertiente gótica solo las pintas y la parafernalia. Hoy día The 69 Eyes son una banda que intenta vender actitud rockera pero cuyo corazón pop es innegable si nos atenemos a su más reciente trayectoria. Sus canciones siempre giran en torno a sus fácilmente memorizables estribillos, buscando el impacto en las listas y que la hinchada se las aprenda rápidamente. El éxito en su Finlandia natal avala su fórmula, pero quienes ya les tenemos calados sabemos que, en su caso, las cifras comerciales no son garantía de nada.


Que Red sea de lo más decente no habla bien de como es lo demás.


Muse - The 2nd law

¿Qué voy a decir yo que no se haya dicho de la última mega formación del rock? Quién le iba a decir a Muse que iban a llegar hasta donde están hoy, amenazando con desplazar a Coldplay del trono de bandas revienta estadios, cuando, a finales de los 90, no eran más que tres chicos creadores de canciones intrincadas y confusas a los que acusaban chupar la rueda de Radiohead. Hoy, estos tres ingleses son, junto con The Killers, la máxima expresión de lo que llaman rock de estadio. Y es The 2nd law la obra que les ha colocado ahí. El disco toca muchos palos. A ratos suena a pop, otros a heavy metal; hay cortes intimistas y temas cañeros; suenan a Queen, a U2 y, a veces, a los propios Muse. Diversidad no falta, ni grandilocuencia, ni exceso. Poco o nada queda de los Muse indies que eran orgullo de sus fans. Como siempre, es un error juzgar su momento actual de acuerdo a su trayectoria primera, todo el mundo tiene derecho a cambiar. Ahora son esto, ¿qué tal suenan al margen de lo que fueron? Yo sigo percibiendo su esencia, aunque muy diluida. No por ello el disco es malo, lo será o no por otros motivos. A mí no todas las canciones me convencen, pero eso ya me pasaba con Showbiz (1999). Con buenos temas poco importan los giros estilísticos ni lo alternativo o masivo que quiera sonar uno. Por eso me da igual que, como dicen por ahí, hayan construido un monstruo que acabará devorándoles.



Esta es una de las canciones que más críticas ha suscitado, Madness, siendo que a mí es de las que más me gustan.

Cine de 2021 que ha pasado por estos ojos

A continuación dejo un listado de las películas de 2021 que han visto estos ojitos, junto con un enlace a la reseña que dejé en Filmaffinity...