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martes, 26 de octubre de 2010

España pobre, pobre España

Dice el Instituto Nacional de Estadística que el 21% de los españoles viven por debajo del umbral de la pobreza. Hay una cosa que conviene no olvidar, y es que esto que estamos sufriendo ahora y que a tanta gente afecta tuvo su inicio a comienzos de la presente década con la llegada del euro y el redondeo al alza. Aunque no fue el hecho en sí de la implantación del euro, sino la sempiterna y endémica picaresca española. El redondeo generalizado de precios llevó a que lo que costaba 100 pesetas pasara a costar 1 euro (167,386 pesetas, casi un 70% más), y la idiocia del españolito medio, que fue incapaz de interiorizar lo que suponía el cambio, hizo el resto. Llevar un billete de 50 euros en el bolsillo pasó a ser como llevar uno de 5000 pesetas, pero al pagar con él nos gastábamos las más de 8000 pesetas de su cambio real ¿Cómo no va a ser éste un país de picaresca si sus propios pobladores dan tantas facilidades para ser estafados?

Somos tan vagos, tan perros, que preferimos mirar hacia otro lado mientras nos timan para no tener que tomarnos la molestia de quejarnos. En el país de los ciegos el tuerto es el rey. España está plagada de ciegos y los tuertos, que son pocos pero avispados, lo saben y lo aprovechan.

Después vino el desparrame inmobiliario, la especulación como alternativa de dinero fácil al alcance del ciudadano medio. Las estratosféricas ganancias mensuales, en blanco y en negro, de encofradores, soladores, escayolistas, fontaneros, y otros profesionales específicos vinculados a la construcción, con escasa capacidad para reconducir su perfil laboral en caso de cambio de paradigma. Letras de 1500 euros mensuales les permitían aceder a pisos con piscina, padel y urbanización cerrada con portero físico; les animaban a adquirir un coche de gama alta con el que pasearse ante sus vecinos y presumir con las amistades; les hacía sentir clase media, esa clase tan nombrada por los políticos pero de la que apenas hay exponentes en España. Mientras duró el sueño inmobiliario, que inundó el país de bloques de pisos con pésimas calidades y espantosa estética, vivieron la vida loca. Luego llegaron los nubarrones, la caída y un aterrizaje peor que forzoso. Pocos fueron los precavidos que tuvieron la inquietud de un futuro tormentoso. Fue como follar sin condón: mola tanto que, en pleno frenesí, todo da igual, solo hay cabeza para disfrutar del momento y no hay cabida para pensar en las posibles consecuencias (inciso: esto NO es un dato autobiográfico).

El sueño devino pesadilla: maridos y esposas en paro, un solo sueldo, en el mejor de los casos, incapaz de afrontar los 1000, 1500 o 2000 euros de letra; exigencia de ayudas al Estado por parte de quien no aportó nada a la sociedad mientras las cosas le fueron bien; modelo económico que se revela catastrófico pero que tuvo el apoyo y el impulso de los gobiernos que lo vieron crecer y asentarse… Y ahora, la indigencia o estar a las puertas de la misma.

Así es España en vísperas de la segunda década del siglo XXI. Pero no hay problema, somos campeones del mundo de fútbol.

viernes, 8 de mayo de 2009

Nada de cambio de modelo: la construcción nos salvará

Efectivamente, somos un país sin remedio. No hay nada que nadie pueda hacer por nosotros, da igual cuantas veces tropecemos en la misma piedra y caigamos en la misma sima, estamos condenados a repetir jugada sine die. El pesimismo dejará de ser una amenaza y se convertirá en una costumbre, como la siesta. Estamos inmersos en la peor crisis en muchas décadas y desde los poderes del estado ya se aboga por retomar los hábitos que nos condujeron a la catástrofe.
Corredor [ministra de vivienda] dice que la construcción "tiene que volver a ser el motor de la economía"
Ahí es nada. Y se queda tan ancha. Esa frase ya sería motivo para retirarla de la política de por vida. Estamos recogiendo los frutos de haber entregado por entero el crecimiento de nuestro país (con la salvedad del turismo) al negocio del ladrillo y sale ésta señora a contarnos que no, que nada de cambio de modelo económico, que la solución estriba en recoger las ruinas del que acaba de derrumbarse y empezar a reconstruirlo pieza por pieza. Bien por la confianza en el desarrollo tecnológico de nuestro país, bien por la apuesta por modelos sostenibles, bien por el I+D... Todo al carajo, nuestro gobierno vela porque el futuro del país sea tan resplandeciente como luce hoy el presente.

Y ya que hablamos de modelos económicos, ésta declaración cuadra sospechosamente con otra de ni más ni menos que del presidente de Seopan, la patronal de las grandes constructoras, y ex-presidente de la Oficina Económica del Gobierno:

David Taguas: "¿Qué es esto de que tenemos que cambiar el modelo? Es un mito"
Claro. Un mito. Pues el mito se lleva ya cobrados cuatro millones y medio de parados. Siempre he reconocido que un alto porcentaje de la crisis que nos afecta es debido a causas externas, pero ello no debe llevarnos a olvidar que en España se está cebando con mayor virulencia que en ningún otro lugar de Europa. Y hay unas causas concretas. La apuesta por un modelo económico que despegó con la España de Aznar, con su ley del suelo de 1998 y sus negativas a admitir la existencia de la burbuja inmobiliaria, encontró continuidad a partir de 2004 con Zapatero en Moncloa. Ese es el mayor delito del presidente, aferrarse a la estela de un modelo pernicioso de crecimiento y no tener nada preparado para cuando reventara.

Que ahora alguien con responsabilidad de gobierno venga a vendernos la misma moto que se nos ha averiado en mitad del trayecto es un insulto a la inteligencia. Con semejante panorama no me extraña que haya quien se pregunte cuándo estallarán las calles.

viernes, 17 de abril de 2009

Los constructores se burlan de los ciudadanos

Después de leer ésta noticia se ha apoderado de mí tal indignación que he tenido que entrar en el blog y dar cuenta de ello. El presidente de la Asociación de Promotores y Constructores de España (APCE) ha tenido los santos bemoles de afirmar que el derecho constitucional de los españoles a tener una vivienda digna debería llevar al Gobierno a una política de ayudas al sector de la construcción.

Hace falta tener la jeta del mismo hormigón que emplean las empresas pertenecientes a su asociación para decir ésto sin que se le caiga la cara de vergüenza. ¿Dónde estaba ese mismo derecho que ahora invoca cuando los precios de los pisos obligaban a entramparse por décadas a esos mismos españoles que ahora tanto le preocupan? ¿Tan seguro está de la indolencia del español medio como para recrearse en su ultraje de esa manera, no siendo además la primera vez?

Cuando el viento económico sopla a favor, entonces no, al Estado no lo quieren ni ver. Que no intervenga en el mercado no sea que su cuenta de resultados esté por debajo de lo previsto. Ahora bien, si vienen mal dadas que acuda al rescate o de lo contrario le arrojararán sobre la mesa la responsabilidad de miles de familias en paro y otras miles de familias incapaces de afrontar su hipoteca, víctimas de su voracidad especulativa.

Ésto sólo puede ocurrir en un país de ciudadanos dóciles y conformistas en extremo. Que alguien insulte la inteligencia de la gente de una forma tan palmaria sin que haya legiones de personas en la calle dispuestas a plantarse y exigir cambios profundos en el sistema es como para desalentar al activista más combativo. Qué país, joder, qué país.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Inconsciencia detrás de la hipoteca

Hoy en la edición digital de El Mundo me he encontrado con el relato de un parado en el que nos cuenta la angustia en la que vive. Está casado, tiene dos hijos -uno de ellos con discapacidad- y su mujer se encuentra en situación de precariedad laboral. No puede hacer frente a la hipoteca de su piso y la sombra del embargo le acecha. Su situación, tal y como la describe, es desespereda. Es un drama que, a juzgar por las últimas cifras del paro, se cobra cada día más víctimas y amenaza el devenir de miles y miles de familias.


Ahora bien, detengámonos en algunos aspectos del artículo que pueden pasar desapercibidos pero que tienen bastante contenido:
Daniel lleva siete meses sin poder pagar la letra de 1.150 euros a su entidad financiera y, ahora, amenazan con embargarle su humilde vivienda. Durante todo ese tiempo, este empleado de la construcción ha vivido con el agua al cuello, ya que tampoco podía cobrar el paro.
A ver si he leído bien: ¿1.150 euros de letra mensual? ¿Qué precio tenía el piso que adquirió? Porque yo conozco personas que tenían una letra de importe similar de resultas de comprar un piso cercano a los 480.000 euros (unos 80 millones de pesetas).


No quiero parecer insensible ante la angustia de éste ciudadano, pero tampoco creo que un análisis ponderado de la situación tenga que ceder ante los sentimentalismos. Al parecer, éste señor compró un piso que costaba MUCHO dinero sin que la simple posibilidad de una mala racha profesional acudiera a su cabeza. Se hipotecó hasta las cejas, posiblemente en virtud de una buena situación económica personal en aquel momento dando por sentado que el futuro sería fotocopia del presente.

Por cierto, y para apuntar en el debe del articulista, un piso que roza los 80 millones de pesetas no es una "humilde vivienda". Por ese precio tienes fácil 80 metros útiles con tres dormitorios y dos baños, piscina, garaje y trastero en bastantes zonas de Madrid. No es lo que yo denominaría como humilde, pero hablamos de El Mundo y de una tragedia personal partidistamente utilizable.


Más adelante, Daniel se queja de otras cosas:
"Si la empresa no me paga a mí, ¿cómo voy a pagar al banco? Les he reclamado una
prórroga de la hipoteca, pero me la deniegan. Le pido al presidente Zapatero que mire por las familias necesitadas, no por los bancos ni por los empresarios. Por su culpa nos hemos quedado en la calle y sin cobrar un euro", se queja desesperado.
No seré yo quien deje de criticar la inacción de Zapatero durante su primera legislatura. Lejos de apostar por un modelo distinto de desarrollo se apuntó al carro de la economía inmobiliaria esperando que, también, la época de prosperidad (ficticia, como se está demostrando) fuera indefinida y le permitiera ganar muchas elecciones. Pero también hay que reconocerle sensibilidad social en época de crisis, no recortando derechos adquiridos e incluso implantando otros nuevos nuevos con vistas a favorecer a la clase trabajadora. A diferencia de otros. Además, en nuestro estado autonómico las competencias de empleo están repartidas, por lo que achacar al gobierno central la exclusividad del aumento (o descenso) del paro (por no decir que éste buen hombre no parece haberse enterado de la crisis económica que azota al mundo entero) no es demasiado riguroso.


A continuación, Daniel hace autocrítica:
Si de algo se arrepiente en su vida este ecuatoriano es de haber firmado la dichosa hipoteca hace tres años: "Estamos esclavizados y presos para siempre. Cometí el error más grave de mi vida. Nosotros no entendemos y nos metimos a ciegas. ¡Imagínate!".
Vuelve a sonar insensible, pero éste hombre se estaba jugando los dineros y el sustento de su familia, por lo que tenía la obligación de saber dónde se metía y lo que implicaba comprar una casa con un dinero que no tenía. Posiblemente fue un inconsciente, embriagado por la bonanza económica de un momento puntual que imaginó eterno, y ahora paga el precio de su excesivo arrojo. Ya se que suena fatal, a juicio de valor hecho desde fuera, pero es algo que algunos veíamos previendo desde hace años, cosa de la que dejé constancia en ésta entrada del pasado mes de julio.


Yo hace años que me compré mi piso. Usado, pequeño y barato para como estaba el mercado. Preferí no arriesgar pensando en una más que posible inestabilidad laboral futura pese de que entonces no me iba mal. Yo tampoco entiendo de hipotecas, pero hay un par de cosas que sí tengo claras: 1) puedo prescindir perfectamente de piscina, pista de pádel, urbanización cerrada con portero físico y todas esas cosas que aparentan pertenencia a una clase social superior; 2) no puedo emplear el dinero que me da de comer en adquirir bienes por encima de mis posibilidades cuando ni siquiera lo tengo en el bolsillo. O al menos no todo.

Cine de 2021 que ha pasado por estos ojos

A continuación dejo un listado de las películas de 2021 que han visto estos ojitos, junto con un enlace a la reseña que dejé en Filmaffinity...