domingo, 3 de mayo de 2009

Schopenhauer y el arte de insultar con clase

Acabo de terminar un libro que ha resultado ser una lectura sublime. Se titula El arte de insultar y se trata de una colección de extractos recogidos a lo largo y ancho de la obra del filósofo alemán Arthur Schopenhauer. Muy en la línea de El diccionario del diablo de Ambrose Bierce por lo cáustico a la par que ameno, en él este profesional del pesimismo dispara con munición envenenada hacia todo aquello que considera absurdo, estúpido e inane: la religión, el patriotismo, la mujer (era profundamente misógino) o Hegel eran habituales blancos de sus acres invectivas. No con todas estoy de acuerdo pero no puedo por menos que reconocer la brillantez de algunos de los razonamientos en ellas contenidos. Es por ello que quiero dedicar ésta entrada a reproducir, a modo de aforismos, algunos de los fragmentos más chispeantes de esta genial recopilación.

- Quien escribe para los necios siempre encuentra un gran público.

- Las pequeñeces , siempre que dejen traslucir un carácter ruin, malvado o vulgar, son causa suficiente para romper incluso con los llamados buenos amigos: solo así podremos prevenir alguna faena grande, pues esas jugarretas únicamente están esperando la oportunidad adecuada.

- La imitación y la costumbre son los resortes que impulsan la mayor parte de la conducta humana.

- Solamente podemos tener un juicio correcto sobre cosas pasadas y un pronóstico certero de las venideras cuando no nos conciernen en absoluto, es decir, cuando no afectan para nada a nuestros intereses.

- El convencimiento que pretenden albergar los conversos adultos no suele ser otra cosa que la máscara de algún interés personal.

- Parece, en suma, como si el buen Dios hubiese creado el mundo para que se lo llevase el diablo, de modo que habría sido mejor que se hubiese estado quieto.

- Durante toda la época cristiana el teísmo oprime como un ser de pesadilla todos los esfuerzos intelectuales, en especial los filosóficos, e inhibe o atrofia todo progreso.

- Una religión que tiene por fundamento un suceso particular, que incluso hace de él, que ha tenido lugar en tal sitio y en tal momento concreto, el punto de inflexión del mundo y de toda existencia, tiene un fundamento tan débil que es imposible que subsista tan pronto como se haya difundido un poco de reflexión entre la gente.

- El hombre es en el fondo un horrible animal salvaje (...)Pero tan pronto desaparecen el candado y las cadenas del ordenamiento legal y se abre paso la anarquía, se muestra como el que realmente es.

- Los sacerdotes terminan por ser meramente los intermediarios en el comercio con unos dioses que se dejan sobornar.

- Nunca ha faltado gente dispuesta a aprovechar las ansias metafísicas del ser humano y explotarlas con el propósito de hacer de ello su medio de vida. (...)A saber, los curas. Para que su propio negocio estuviera asegurado han tenido que hacerse con el derecho de inculcar sus dogmas a los hombres muy temprano, antes de que el juicio haya despertado de su primer sueño, esto es, en su más tierna infancia. Pues es entonces cuando los dogmas inculcados, por absurdos que sean, prenden para siempre. Si tuvieran que esperar el pleno uso de razón, los curas no podrían conservar sus privilegios.

- Lo que es, ha de ser algo: una existencia sin esencia es impensable. Si un ser ha sido creado, entonces ha sido creado como está creado. Por consiguiente, un ser está mal creado si es malo, y es malo si actúa mal, es decir, si provoca el mal. Por tanto, el mal del mundo, al igual que su culpa -y ambas cosas son innegables-, recaen sobre su creador.

- La erudición consiste en equiparse con una gran cantidad de ideas ajenas que, a diferencia de las nacidas del propio suelo nativo, no le quedan a uno bien ni le visten con naturalidad.

- Vivimos en todo momento esperando algo mejor que lo que tenemos, y frecuentemente a la vez con nostalgia arrepentida de lo pasado. En cambio, el presente lo tomamos solamente como algo provisional y no lo consideramos otra cosa que el camino hacia alguna meta.

- El tipo de orgullo más barato es el orgullo nacional. Quien está poseido por él, revela con ello que carece de características individuales de las que pudiera estar orgulloso, pues de lo contrario no echaría mano de algo que comparte con millones de personas.

- El que posee méritos personales relevantes advertirá con toda claridad los defectos de su nación, ya que los tendrá siempre a la vista. Pero el pobre idiota que no tiene nada de lo que pudiera enorgullecerse se agarra al último discurso: estar orgulloso de la nación a la que pertenece. Eso lo alivia y, agradecido, se mostrará dispuesto a defender con uñas y dientes todas las taras y necedades propias de su nación.

4 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho la primera cita. Además, es un consuelo para los que tenemos bitácoras poco visitadas xD.

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  2. Muy interesante. Me han gustado, sobre todo, las referidas al patriotismo o nacionalismo.

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