sábado, 6 de febrero de 2021

Las redes sociales nos roban la libertad, y no nos damos cuenta

Me han expulsado de Reddit por hablar en tono crítico del proyecto de ley trans que prepara el gobierno. Me dicen que estoy "incitando al odio". Asusta hasta donde está llegando la cultura de la cancelación, en el momento en que un colectivo intenta imponer un paradigma, pobre del que se atreva a oponerse aunque sólo sea verbalmente.

Al principio pensaba que este mundo esta lleno de blandengues incapaces de encajar posiciones opuestas, pero no, esto va más allá. Se trata de implantar un modelo de pensamiento en el que, partiendo de una supuesta situación de vulnerabilidad, se imponga un modelo social que castigue la disidencia, utilizando la victimización como parapeto tras el que escudarse y justificar sus actos de censura. Es un extremismo que lo que hará será alimentar el extremismo opuesto. Y la libertad de expresión es su primera víctima.

Esto va más allá de Reddit. Llevaba años participando en debates en Facebook sin mayor problema, pero el año pasado en comentarios que no esperaría que recibieran semejante trato, empezaron con cancelaciones temporales de cuenta por supuesta vulneración de normas. Y a otros amigos de Facebook les pasaba igual. Conscientes de su poder e influencia, las RRSS están acotando el espacio de debate para reducirlo a un intercambio inane en el que todos temen ofender a alguien.

Es un ataque a la libertad de expresión en toda regla, aunque como empresa privada le reconozco a su propietario que, como suya que es, se la folle como quiera. Los que tendríamos que reaccionar somos los usuarios, abandonándolas en masa. Cosa que, estoy seguro, antes o después ocurrirá, en cuanto surja un nuevo juguete global que las haga pasar de moda.

Básicamente, primero mostraba mi escepticismo para con esta ley, y luego empecé a ironizar sobre cambios de raza y especie, incluso cyborgs. Nada que en un debate adulto pudiera causar problemas salvo si enfrente tienes a la armada ofendidita, dispuesta a imponer la censura usando el victimismo como escudo y al presión de grupo como arma. Empiezaron a lloverme acusaciones de transfobo y ya directamente un usuario amenazó con echarme. Luego colgué el enlace de una entrevista con Lidia Falcón, la acusan de ser de Vox, ella, que sufrió torturas a manos de Billy el niño, y después ya no puedo volver a entrar. Se acabó.

Curiosamente, mis comentarios en los que me adhiero a las críticas al alcalde de Madrid o a Isabel Díaz Ayuso reciben votos positivos. Para pertenecer a la secta no te puedes salir ni un poquito.

Según quien controle la red de turno, y a qué intereses obedezca, se reduce el debate a unos términos de simplicidad que impiden que exista el propio debate. Me recuerda a la fábula de la rana en la olla de agua hirviendo: hasta que no nos estemos escaldando no nos daremos cuenta, pero entonces ya será tarde. También al, en estos tiempos, tan socorrido Orwell de 1984 y su neolengua. De tanto que nos están acotando el lenguaje acabaremos por no ser capaces de mostrar oposición a nada, porque no sabremos como verbalizarlo. 

Nos va a quedar una mierda de mundo cojonuda.

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