¿Alguien se acuerda del "decretazo"? Aquella reforma laboral perpetrada por el PP allá por el año 2002 y que el gobierno presidido por José María Aznar sacó adelante por arte de convertirla en un real decreto ley, de ahí su sobrenombre, lo que aceleraba su tramitación y entrada en vigor. Se presentaron varios recursos contra la medida y, cinco años después, el Tribunal Constitucional les da la razón tildando aquella reforma legal de inconstitucional.
Es decir, que el mismo partido político que está con el hacha presta a despedazar cualquier propuesta que contenga un minúsculo asomo de amenaza, real o ficticia, contra la Carta Magna, cuales modernos (es un decir) guardianes de la virtud constitucional, es también el partido que pone sobre la mesa reformas legales que tampoco se ajustan a esa frontera que les imponen a los demás y que tan inquebrantable les parece. Los mismos que glorifican la Constitución y la convierten en el fin último de todas las cosas, hasta el punto de recurrir reformas como el estatuto catalán y el matrimonio homosexual por su presunta inconstitucionalidad, se la pasan por el forro cuando tienen oportunidad de ser escrupulosos con ella si supone un obstáculo que perjudique sus intereses. Se me caen los empastes cuando recuerdo a Aznar hablar orgulloso del "patriotismo constitucional".
Terminemos recordando que aquel "decretazo" se llevó por delante al entonces ministro de trabajo, Juan Carlos Aparicio, y condujo a la única huelga general vivida en las dos legislaturas regentadas del PP y recordada por dos desafortunadísimas expresiones: el "no hay huelga general" del desde hace tiempo desaparecido ex-portavoz del Gobierno, Pío Cabanillas, y el CE-CE-O-O de Alfredo Urdaci al frente de los informativos de TVE. Y todo por emplear un procedimiento que vulneraba ese conjunto de principios que rige nuestra convivencia y que tan sacrosanto resulta cuando son otros los que tienen potestad para reformularlo.
El Partido Popular dinamitando la Constitución. Quién nos lo iba a decir...
Es decir, que el mismo partido político que está con el hacha presta a despedazar cualquier propuesta que contenga un minúsculo asomo de amenaza, real o ficticia, contra la Carta Magna, cuales modernos (es un decir) guardianes de la virtud constitucional, es también el partido que pone sobre la mesa reformas legales que tampoco se ajustan a esa frontera que les imponen a los demás y que tan inquebrantable les parece. Los mismos que glorifican la Constitución y la convierten en el fin último de todas las cosas, hasta el punto de recurrir reformas como el estatuto catalán y el matrimonio homosexual por su presunta inconstitucionalidad, se la pasan por el forro cuando tienen oportunidad de ser escrupulosos con ella si supone un obstáculo que perjudique sus intereses. Se me caen los empastes cuando recuerdo a Aznar hablar orgulloso del "patriotismo constitucional".
Terminemos recordando que aquel "decretazo" se llevó por delante al entonces ministro de trabajo, Juan Carlos Aparicio, y condujo a la única huelga general vivida en las dos legislaturas regentadas del PP y recordada por dos desafortunadísimas expresiones: el "no hay huelga general" del desde hace tiempo desaparecido ex-portavoz del Gobierno, Pío Cabanillas, y el CE-CE-O-O de Alfredo Urdaci al frente de los informativos de TVE. Y todo por emplear un procedimiento que vulneraba ese conjunto de principios que rige nuestra convivencia y que tan sacrosanto resulta cuando son otros los que tienen potestad para reformularlo.
El Partido Popular dinamitando la Constitución. Quién nos lo iba a decir...
Ahora nos saldrán con lo de que no hay que remover el pasado, que si somos unos revanchistas, que si la agüela fuma, en fin: lo de siempre.
ResponderEliminarLo mismo hasta organizan una manifa para el sábado que viene (huy, que ya llevan 2 semanas sin manifestarse) para quejarse por el trato injusto que los jueces prozapateristas están dando a los pobres mártires libeggales.
Cabanillas Alonso....¿Futuro presidente de Endesa?
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