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martes, 21 de febrero de 2012

La inmediatez de Twitter es el asesino del rigor

Las redes sociales son un gran avance en lo que a comunicación se refiere, pero también arrastran unos vicios que las pueden convertir en simples instrumentos de propaganda. Con motivo de la carga policial contra los estudiantes en Valencia, Twitter era ayer un hervidero. Ví un enjambre de proclamas en contra de la actuación policial y en solidaridad con los manifestantes, denunciando el tratamiento dado en los medios de La Caverna como Intereconomía. Todo partió de esta imagen de la galería de fotografías que publicó en su web.

Tratándose de Intereconomía no hacía falta un esfuerzo masivo para percibir el tufo del pie de foto. Un hombre, en el marco de la manifestación estudiantil, agrediendo a un policía con una porra. Ahí es nada. Muchos twiteros lo enlazaban (búsquense los twits del día de ayer con el hashtag #primaveravalenciana) como ejemplo de bochornosa manipulación cavernaria. Otros afirmaban que no era ninguna porra, sino un bastón, y que el hombre era ciego y víctima de violencia policial.

https://twitter.com/#!/Anonymous_Link/status/171661971819724800

No tenía claro éste último extremo pese a que hubo quien secundó la ocurrencia pero di por buena la interpretación general y retwiteé en tal sentido. Al cabo de un rato, otro internauta enlazaba el vídeo completo en el que se ve el momento preciso de la supuesta agresión.

En el vídeo enlazado se ve cómo el hombre, agresor de policías según Intereconomía, invidente agredido para muchos twiteros de izquierdas, arrebata la porra al agente con el que habla provocando que éste se abalance sobre él. Así que, finalmente, todos mienten: ni hay extremista agresor (hay una brecha entre quitarle la porra a un antidisturbios y usarla para liarte a mamporros con él), ni manifestante agredido (en ese contexto, quitarle a un poli su herramienta de trabajo no es ni de lejos una buena idea) ni, por supuesto, ciego que valga.

¿Qué pasó? La noticia y su rápida condena en minutos corrieron por Twitter como un viral, incluso con su eco en Menéame. Sigo a relativamente pocas personas así que pienso que fue incluso más difundido de lo que yo pude percibir. Creo que se juntaron tres factores:

1) Estamos acostumbrados a que Intereconomía mienta/manipule/tuerza los hechos para presentarlos de la manera más favorable a sus intereses. De tal forma, cuando diga una verdad fruto del rigor y la seriedad profesional, salvo para sus incondicionales, rara vez se le va a reconocer porque lo normal es lo otro. De hecho, la noticia dada por este medio seguía siendo una manipulación ya que no existe la agresión del manifestante hacia el policía. Tan pronto le quita la porra, el agente se apresura de no darle ni tiempo a usarla.

2) Abunda la gente con una preconcepción de las cosas, deseosa de difundir aquello que le gustaría que fuera verdad sin asegurarse primero de que lo es. Personas que simpatizaban con los manifestantes valencian@s y que veían a la policía enviada por la Delegación del Gobierno del PP como la mismísima encarnación del mal. La apariencia de verdad basta cuando de lo que se trata es de llamar a filas. Se está fraguando un nuevo capítulo de la clásica polarización de la sociedad española que promete dar para muchos titulares.

3) La inmediatez de Twitter es el asesino del rigor. No solo queremos dar salida a una noticia o un comentario: queremos hacerlo rápidamente, comprobar como otros twiteros nos citan, visualizarnos a la cabeza de las menciones del día y, quien sabe, convertirnos en trendig topic. No hay tiempo para comprobaciones. Satisfacer el propio ego y hacer piña con el bloque afín son metas que están por delante de la veracidad. A fin de cuentas casi nadie en esta red social es un profesional comprometido con un código deontológico, ni siquiera los periodistas de carrera. ¿Quién nos va a pedir cuentas? El anonimato es, en muchos casos, un parapeto idóneo que impide sufrir las consecuencias de escupir hacia arriba.

Por mi parte lamento haber contribuido a prolongar la confusión. Puede que mi contribución fuese irrelevante, pero a mis ojos ha sido un error que no deseo volver a repetir. No se ustedes pero yo, después de lo de ayer, voy a andarme con mucho ojo con lo que leo en un medio habitado por ciudadanos con el gatillo tan suelto. Si queremos defender la verdad y la ética debemos hacerlo al margen de a quien beneficie o perjudique.

jueves, 10 de junio de 2010

Es mejor saber y conocer que ignorar

Un nuevo exhabrupto de Intereconomía ha vuelto a poder de actualidar el carácter faltón, cavernícola y mendaz esta cadena ultraconservadora. Todo por una iniciativa de la Consejería de Salud de la Generalitat catalana a partir de la cual se pretende fomentar una sexualidad sana entre los jóvenes. En mi devenir por internet he leído a alguien que se queja del pábulo que se le da a esta caterva de ultras, y sugiere que sería preferible un apagón informativo en todo lo que tuviera que ver con ella. No puedo estar mas en desacuerdo.

Desde luego, para algunos la ignorancia sigue siendo sinónimo de felicidad. Yo, desde luego, prefiero un país lleno de personas conocedoras de las cosas que de ignorantes de las mismas, ya que solo desde el conocimiento puede uno actuar con criterio. Pero, ay, saber tiene una pega, y es que no se puede alegar desconocimiento si, por ejemplo, un hatajo de trogloditas decide finalmente ceder a sus instintos protogolpistas. Saber también implica una responsabilidad: la de conducirse con arreglo a ese conocimiento, aunque supongo que para algunos esa responsabilidad es una losa demasiado pesada de cargar. Es más fácil y cómodo vivir en la ignorancia y dejar que otros solucionen la papeleta con la esperanza de que nunca haya papeleta que solucionar, pero con el secreto temor de que algún día la haya.

Si queremos una ciudadanía crítica no podemos ocultarle por sistema los aspectos feos y desagradables de la sociedad, o de su país, en un vano intento de salvaguardar su felicidad; estaremos abotargando su juicio, obstruyendo el libre contraste de ideas y que éstas crezcan y se desarrollen en un marco de libertad y tolerancia. Yo no quiero unos conciudadanos que voten al malo porque el rival evidencia ser todavía peor, sino que su actitud crítica ejerza la suficiente presión para obligarles a ambos a mejorar y no ser tan malos. Y para eso es necesario saber y conocer, desde la enseñanza primaria hasta el propio salón de casa a la hora de la cena mientras se ve la televisión.

Lo que el engominado energúmeno de Intereconomía sugiere es un marco moral para todo un país, el que a él le gustaría. Y que nadie dude que si lo pudiera imponer lo impondría, solo hay que ver como intoxica cuando tiene un altavoz mediático a mano en relación al folleto de marras: ¿alguien con dos dedos de frente puede pensar que realmente la campaña catalana incite al sexo oral o connmine a los adolescentes a practicar sexo indiscriminado?. Por supuesto, este prehomínido preferiría que los tradicionales tabúes sobre el sexo permanecieran vigentes. ¡Donde vamos a parar, enseñar a los adolescentes cómo ser más felices en salud en lugar de que sufrir una vida de represión sexual! ¿Para que vas a estar contento pudiendo estar permanentemente cabreado viendo Intereconomía? Y cómo los demás contertulios asienten con su silencio. Estas cosas hay que conocerlas, hay que saber para poder reaccionar a tiempo.

El espectador o el internauta que hace suyas esas animaladas no necesita verlas en la tele o citadas en un blog para reafirmarse en su modo de pensar. Todo lo más se envalentonará al ver que otros dicen públicamente y sin complejos lo mismo que él piensa en secreto. Y creo que eso es bueno, siempre es mejor la transparencia que la opacidad, en todos los ámbitos. Así, al menos uno sabe a qué atenerse y nadie puede sentirse después engañado.

viernes, 9 de abril de 2010

Sobre la transición, la izquierda acrítica, el franquismo, la memoria y la derecha batasunizada

Pienso que la izquierda española se está portando con escaso sentido autocrítico en el asunto de la posible suspensión al juez Baltasar Garzón. En seguida se acusa a los estamentos judiciales de persecución y de estar dominados por jueces que juraron lealtad a los valores del movimiento. Todo eso está muy bien, pero echo en falta más razonamientos jurídicos y menos ad hominems, siendo quizá la ausencia de los primeros el motivo de los segundos. Garzón arrastra fama de no demasiado buen instructor, algo que apoyaría la reciente anulación de gran parte de las escuchas del caso Gürtel.

La causa iniciada contra el franquismo me parece moralmente defendible, pero no saltarse las leyes ni tomar atajos legales para iniciarla. Si quiere hacerse, primero cámbiense las leyes, deróguese la ley de amnistía de 1977 (algo ya hecho en algún país y perseguido en otros) y actúese en consecuencia, pero no antes. Un juez debe ser el último en sobrepasar cualquier límite legal. El Tribunal Supremo decidirá sobre su suspensión, el mismo tribunal que ratificó la sentencia del 11-M y absolvió a los policías del caso Bono, dicho esto para quienes atribuyen un escoramiento hacia la derecha del alto tribunal, sesgo este que no encajaría muy bien con lo sentenciado en los dos ejemplos citados.

Lo anterior me sirve como introducción al tema sobre el que quiero hablar, y es el problema que se generó durante la transición. En ese periodo, en aras de una resolución que terminara con los enfrentamientos y evitara un nuevo golpe de mano militar, se cedió mucho, y se ha seguido cediendo durante mucho tiempo. El franquismo fue un régimen criminal que practicó el terrorismo de estado institucionalizado. Es frecuente que amplios sectores de la derecha, que no actuarían así de no sentirse herederos morales del antiguo régimen, practiquen una analogía entre el franquismo y los gobiernos izquierdistas de la II República, sintiendo que con ello los equiparan en lo peor, tratando así de quitar razón a toda iniciativa que impulse una condena explícita de la dictadura.

Semejante analogía es falsa y una forma recurrente entre el revisionismo regre derechil de aparejar adjetivos, cuando en modo alguno son aparejables. La violencia, represión y terrorismo establecidos que practicó el franquismo no tuvo antecedente en las instituciones republicanas. Mal que les pese a los fachas (que son parte de la derecha pero, por suerte, no son toda ella), la violencia política durante la II República escapó al control del Gobierno y no fue promovida por este (de hecho, lo socavó duramente), mientras que el franquismo la institucionalizó y la convirtió en medio y artefacto indispensable para su supervivencia.

No es raro que se cite a Santigo Carrillo y Paracuellos como exponente del carácter violento de la izquierda en aquella época, pero es evidente que es distinto un crimen en situación de guerra (donde, por desgracia, siempre se cometen atrocidades) que, habiendo terminado ésta, servirse del aparato del Estado para imponer mediante el terror y la represión un determinado estado de cosas. Cabría preguntar a quienes gustan de recordar Paracuellos si opinan de igual manera sobre Hiroshima y Nagasaki o sobre el bombardeo de Dresde, paradigmas de ataque gratuito sobre inocentes perpetrado en tiempo de guerra por países a quienes se considera aliados y cuyas buenas intenciones no se ponen en duda.

Volviendo al tema, efectivamente se cedió, lo cual no debería significar un carpetazo ni un pasar página y a otra cosa. España es probablemente el único país del mundo avanzado con un pasado tiránico que no ha solventado la papeleta de ajustar cuentas con la dictadura. Y no lo ha hecho por la presión ejercida por los sectores más reaccionarios del país, lamentablemente encabezados por el Partido Popular. La derecha española actual, como digo, se siente heredera natural del franquismo, y su partido mayoritario, lejos de rechazarlo abiertamente acoje gustoso a quienes dulcifican la dictadura y la señalan como algo no tan malo, hasta el punto de enviar como su máximo representante en el parlamento europeo a alguien que califica el franquismo como una época de "extraordinaria placidez".

Qué paradoja que quienes más afinidad sienten hacia los valores que cimentaron la dictadura sean quienes más braman contra ETA y los intentos de una salida negociada al conflicto vasco. Son unos hipócritas. Imaginemos por un momento que en lugar de Jaime Mayor Oreja fuera Arnaldo Otegui quien hablara en esos mismos términos de los años de plomo etarra durante la década de los 80. Seguramente saltarían como fieras acusándole de apología del terrorismo e instando a las autoridades a actuar contra él. Imaginen que en este vídeo de Intereconomía en lugar de salir Blas Piñar y colegas añorando la etapa franquista es la ETB la que muestra a cualquier miembro de la izquierda abertzale hablando de las excelencias del comando Nafarroa. ETA y el franquismo en esencia representan lo mismo, aunque ocupen orillas contrapuestas.

Por último, y al hilo del vídeo de Intereconomía, presidido por la más cruda y aberrante ausencia de complejos, quiero dedicar unas palabras a quien acusa a la izquierda en general y al gobierno socialista en particular de provocar con sus pretensiones la efervescencia ultraderechil. Si la izquierda debe renunciar a sus principios (laicidad, descentralización, avances en materia social, denuncia del franquismo…), todos ellos perseguidos según el normal proceder democrático, solo para no despertar al fantasma fascista y que este permanezca aletargado, entonces hay que afirmar con rotundidad que nos encontramos ante una democracia, la española, cercenada, amordazada y secuestrada por el miedo a lo que un sector del país pueda hacer si el otro, repito, seguiendo las pautas que dicta el sistema democrático con el que, en apariencia, todos estamos de acuerdo, aprovecha su paso por el gobierno para caminar en una dirección que no gusta a quien no debe. Empezamos justificando estos en principio inocuos arranques de nostalgia neofascista, continuamos como Pío Moa, diciendo que la dictadura no reprimió, solo escarmentó a la oposición y aduciendo motivos por las que un golpe de estado no sería tan malo y, partir de ahí, tiemblo sólo de pensar en cual sería el siguiente paso lógico.

Insisto, en cierta región del norte español, si determinados entes otorgan a sus colegas más descarriados el mismo tratamiento que la derecha española y presuntamente democrática dispensa al franquismo, se les acusaría de terrorismo o de afinidad con este, les ilegalizarín y se les perseguiría judicial, policial, política y socialmente. Da miedo y vergüenza ver como un sector de la derecha española cada vez es más indistinguible en sus modos y argumentos de Batasuna.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Intereconomía... en ocasiones veo muertos

Ahora ya sabemos cómo los ultracatólicos consiguen alcanzar ese desmesurado número de asistentes a sus putiferios dominicales: inflan sus números añadiendo a personas ya fallecidas. Tal es el amor por la vida de Intereconomía, uno de los brazos mediáticos de esta carcunda montaraz, que se niegan a considerar muerto a quien ya lleva criando malvas varios años. Sólo así se explica que anunciaran en su edición digital la asistencia al último acto antiabortista del fundador de Amnistia Internacional, Peter Benenson (negritas mías):
Entre las caras conocidas que se darán cita hoy para decir “no al aborto”,estarán, además de las de Jaime Mayor Oreja y José Manuel Ortega Lara, las del diputado del PP Eugenio Nasarre, el senador de este mismo grupo Luis Peral y el fundador de Amnistía Internacional Peter Benenson.
Y si vamos a Wikipedia:
Peter James Henry Solomon Benenson (31 de julio de 1921 - 25 de febrero de 2005). Abogado inglés, católico, fundador de la organización no gubernamental dedicada a la defensa de los derechos humanos Amnistía Internacional (AI).
Ya ven, este señor lleva fallecido cinco años. No obstante, acudió a la llamada de la Caverna en contra de la ley del aborto española, que ante las cosas serias uno se moviliza y no hay muerte que lo impida. En lo tocante a sentido del ridículo (y de la vergüenza) en Intereconomía siguen completamente vírgenes. Como buenos fundamentalistas católicos.

(Por si modificaran la noticia, me quedo con una copia de la página original).

jueves, 2 de julio de 2009

La basura con la que Intereconomía nutre a su hinchada

Una vez (casi) solucionado el asunto que me ha tenido alejado de mi alter ego virtual, volvemos a la faena. Aunque para ver engendros como el que viene a continuación casi era preferible seguir alejado de la red.



No es tanto que los responsables de Intereconomía consideren el aborto un asesinato, que entra dentro de lo normal hablando de quien hablamos, sino del fin último del vídeo, que es colgarle a ZP la etiqueta de asesino, y la forma de hacerlo. Si exhibieran un mínimo rigor y lógica, dentro de lo se puede exigir a los delirios de una caterva de fanáticos, el último en aparecer en el vídeo tendría que ser Felipe González, ya que fue el impulsor de la ley del aborto a la que atribuyen esas cien mil muertes. La responsabilidad de Zapatero es exactamente la misma que la de Aznar, ya que ambos convivieron plácidamente con esa ley sin cambiar una sola coma.

Ese es el detalle relevante. Echan piedras sobre su propio tejado, porque culpar a Zapatero es culpar a Aznar, y entregan el mejunje a su fiel parroquia a sabiendas de que lo deglutirán con sumo placer sin hacerse más preguntas. Cuentan con que sentido crítico de su público objetivo brille por su ausencia. Saben a qué tipo de personas se dirigen, les dan lo que quieren ver y oir y de éste modo les fidelizan, extremando aún más si cabe sus posturas. Una retroalimentación de la que ambas partes salen satisfechas.

Hay una derecha que siempre le negará el pan y la sal a la izquierda, hasta en lo más básico, hasta en lo más fundamental, aun a costa de alinearse con lo más rancio y troglodita del espectro ideológico. En fin, cada uno es libre de elegir sus compañeros de viaje, pero que cada palo aguante su vela.

martes, 3 de febrero de 2009

Intereconomía, esa cadena... del water

Supongo que pocos habrá a éstas alturas que no conozcan la polémica entre el progama de La Sexta El Intermedio y el de Intereconomía TV (¿O habría que decir Intereconomía TW.C.?) Más se perdió en Cuba. Fue tan sencillo como que unos cómicos les colaron a unos presuntos periodistas un vídeo de pega en el que El Gran Wyoming maltataba verbalmente a una supuesta becaria. Y los presuntos periodistas quedaron en simples presuntos.

Sin verificar la autenticidad del vídeo y sin contrastar con nadie de La Sexta el contenido del mismo, Xabier Horcajo, el tipo que conduce el programa de Intereconomía, anunció como “exclusiva mundial” su emisión, lo que dio pie a que tanto él como sus contertulios se deshicieran en descalificaciones hacia el conductor de El Intermedio. Particularmente patética es la intervención del comentarista Román Cendoya, que señaló al Wyoming supuestamente maltratador como parte del colectivo que “marca la cultura y la educación para la ciudadanía”.

Cabría decir, aplicándoles su propia medicina, que personajes como los que pueblan las tertulias de Intereconomía son quienes representan el cainismo, la ausencia de rigor periodístico y el deseo de aniquilar al adversario sin atender a unos mínimos deontológicos, haciendo extensivas esas cualidades a toda la comunidad católica y conservadora porque ellos "marcan la cultura" (o eso al menos pretenden). Es su mismo razonamiento pero aplicado en la dirección inversa. Y es lo menos que merecen a juzgar por la pasión con la que demuestran estar convencidos de tener la verdad de su lado. Pues que disfruten de su argumentario hasta sus últimas consecuencias.

Se justifican en el hecho de que en el vídeo se aprecia la comisión de un delito (imagino que acoso laboral) y que ello no hacía preceptivo contrastar la fuente. Ni, por lo visto, tratar de ponerse en contacto con la agredida para, por ejemplo, ofrecerle cobijo profesional con el fin de poder contar sin miedo las vejaciones de que era víctima -serán muy católicos pero con los dineros no se juega. Así que, ni que decir tiene que cualquier montaje en el que se vea involucrado un periodista de derechas en actitud presuntamente delictiva, que pueda ser incluso empleado de Intereconomía, no requerirá por parte de nadie el menor contraste ni la más leve confirmación: se publicará según se recibe.
A fin de cuentas, para ésta gente los prejuicios y los posicionamientos personales no sólo no están al margen del periodismo sino que son su fuente de alimentación.

Pero hombre, conociendo la trayectoria cómica de El Gran Wyoming bien podrían haber pensado que estaban delante del ensayo de un gag; o de un fake, un montaje a modo de estratagema publicitaria con vistas a subir los índices de audiencia, técnica que ya ha empleado la cadena de Mediapro en otros programas. O directamente lo que ha resultado ser: una broma en el contexto de una pequeña guerra mediática entre ambos programas

Pero no, prefirieron ver lo que deseaban ver y lo que sus prejuicios y mala sangre les llevaron a ver. El rigor periodístico y la inquietud crítica ni está ni se les espera, ya que encima se enrocan en su soberbia y huyen hacia adelante ratificando cada acto cometido y cada palabra pronunciada alrededor de éste asunto, aludiendo a un presunto delito implícito en la trampa en la que han caído. ¿Denunciarán? Yo no lo creo. Ésta es justamente la derecha rancia que pierde elecciones y que la mayoría de españoles no quiere ver ni en pintura.

El caso es que
llueve sobre mojado con Intereconomía, tal y como cuenta ésta noticia del pasado mes de noviembre (negritas mías):

Dos agentes del grupo de delitos económicos de la policía judicial procedieron a identificar y detener a dos personas que se habían hecho pasar por empresarios para, supuestamente, tender una trampa al letrado José Luis Vera, cuyo despacho representa a la Unión de Consumidores de España (UCE), que lleva la acusación en el caso Fabra.

El abogado, que fue magistrado en la Audiencia Provincial, presentó ayer tarde una denuncia por posibles delitos de «amenazas, coacciones y revelación de secretos de su intimidad» contra los dos falsos industriales, que, al ser identificados por la policía, mostraron un carné de prensa de Intereconomía, grupo mediático ultraconservador.
Lo dicho. La ética y el rigor ni están ni se les espera en esa casa.

Resumen de la polémica en
El País.

El corporativismo talibán entra en escena

Pero no acaba ahí la cosa. Hay medios de la misma ralea que intentan sacar la cara por ésta cadena buscando justificaciones donde no las hay de manera bochornosa. Un ejemplo de ello es Periodista Digital, medio que se descuelga con el siguiente
reportaje de investigación digno de unos Pepe Gotera y Otilio jartos de cazalla:
Cuando llamamos para confirmar si el vídeo era auténtico o no, la productora del programa nos remitió a la cadena de Emilio Aragón. La breve conversación de Periodista Digital fue la siguiente:

- ¿Es real el vídeo de Wyoming o es un fake?
- El programa va a dar explicaciones esta noche. No te puedo decir nada más.
- Pero sólo una cosa. ¿Es real o lo han montado desde el programa para armar revuelo como hace El Follonero?
- Lo que te digo, que no te puedo decir nada, que esta noche darán las explicaciones en el programa.

Luego, en un ejercicio de alucinante cinismo y vergonzante manipulación, toman por auténticos deficientes mentales a sus lectores afirmando ésto otro (negritas mías):

En el mismo se explicó que el vídeo falso se mandó por email al programa de Intereconomía desde una dirección de correo electrónica anónima y que los responsables de esta cadena en ningún momento se pusieron en contacto ni con el presunto remitente del email ni con la dirección de El Intermedio o el propio Wyoming para comprobar la veracidad de las imágenes.

Como se explica más arriba Periodista Digital sí se contactó con todos ellos y todos, al alimón, mintieron como bellacos y lanzaron cortinas de humo.

Como se puede apreciar en el extracto de la conversación, no hay nadie que “mienta como un bellaco” ya que se elude la cuestión de forma evidente por parte de la productora y no hay pronunciamiento alguno en ningún sentido. Supongo que si el redactor de Periodista Digital miente de forma tan abierta es porque está habituado a que en ese medio le sea aceptado cuanto embuste se le pase por la bola y, además, espera la aquiescencia de su público. No me entra en la cabeza que mendacidad tan manifiesta no requiera de ambas condiciones para sobrevivir en un medio de comunicación.

De hecho, todo lo orientado a justificar a Intereconomía se viene abajo en esas pocas líneas de conversación con la productora. En ellas, siempre según Periodista Digital tal y como se puede comprobar en el enlace, la persona al otro lado de la línea habla del programa de “ésta noche” (por ayer lunes 2 de febrero) al referirse al momento en que iba a ser desvelada la chufla en El Intermedio. Por tanto, Periodista Digital, que afirma que sí trató de contrastar la información, lo hizo después de que ésta fuera emitida en Más se perdió en Cuba (cosa que ocurrió el sábado 31 de enero) y el linchamiento mediático de El Gran Wyoming se estuviera llevando a efecto en el programa y en Internet. En cambio, tiene los santísimos bemoles de presentarse ante sus lectores como paladín de la deontología periodística en un artículo que haría llorar de vergüenza a los redactores del diario de cámara de una dictadura bananera.

Cuando a la derecha talibán se le señala la luna, ellos miran el dedo. La realidad le resulta tan dura que éstos figuras se saltan cuanto principio ético haga falta para no renunciar a su doctrina. Pero en el caso de El Imparcial (vía Escolar.net) la ausencia de orgullo se convierte en patología. Uno no sabe qué pensar, si son así de tontos o así de malévolos.

Cine de 2021 que ha pasado por estos ojos

A continuación dejo un listado de las películas de 2021 que han visto estos ojitos, junto con un enlace a la reseña que dejé en Filmaffinity...