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domingo, 31 de mayo de 2015

La pitada al himno como detector de demócratas

Harto, cansado, hastiado estoy ya del himno, de la bandera y de las polémicas que suscitan. El sábado, de nuevo la bronca en forma de pitos contra el himno nacional previo a un partido de fútbol. Esto provocó que la red se poblara de humillados y ofendidos por la actitud de las aficiones vasca y catalana, como si les acabaran de asaltar la cuenta corriente o les hubieran violado un hijo. Los españoles, como siempre, ocupando su mente con las cosas que de verdad importan en su día a día.

Yo soy español, aunque me pese a veces y en muchas ocasiones me avergüence de ello. Pero no odio mi país, ni siento un rechazo atávico hacia él. Soy consciente de las cosas buenas que tiene y también de las malas. Como me considero una persona crítica quizá tenga tendencia a resaltar más las malas, pero también porque no encuentro a mi alrededor ese grado de opinión algo más solemne y elaborado. En su lugar suelo encontrar complacencia y la clásica benevolencia hacia lo propio del falso patriota, por lo que tengo la necesidad de contrapesar esa falta de análisis profundo.

En este país llevamos poco de democracia, aunque nos parezca que desde 1975 ha transcurrido un mundo. Es por eso que el derecho a la libertad de expresión no se encuentra tan firmemente arraigado como sería deseable. No se tolera igual si son nuestras ideas o sentimientos los situados en su punto de mira. Podrá opinarse que el himno y la bandera son símbolos que nos representan a todos, y que manifestarse en su contra es ofender a todo un país, pero esto no es más que una interpretación tan válida como su contraria.

La pitada del sábado al himno me trae bastante sin cuidado porque no me siento con la obligación de exudar españolidad a cada instante, aunque no por ello piense que fuera algo bonito o decoroso. Además, pienso que la libertad de elegir lo que queremos pensar es intocable y no debe estar sujeta al albedrío ajeno. Si alguien quiere mostrar su disconformidad con una tonadilla ¿qué daño hace silbándola? ¿Daño al país? ¿De verdad que si miramos hacia atrás esto es lo que peor imagen ha trasmitido de España en los últimos años?

La libertad de expresión no se toca, salvo si es para amenazar o difamar. Es decir, la libertad de uno acaba donde comienza la del vecino. No es difícil de entender. Porque si entramos en en terreno de los sentimientos nos podemos poner muy pejigueros con no pocas cosas. No se pueden legislar los sentimientos, son muchos, muy variados y muy personales. Entran en el terreno de las ideas, y las disposiciones legales sobre las ideas son propias de dictaduras.

Podemos decir que la pitada de la otra noche fue un estupendo evento para diferenciar demócratas de boquilla de los reales. Un verdadero demócrata, cuando se produce un hecho que no le gusta, aunque le hiera hondo, siempre que no le ataque objetivamente en lo personal (se ponga en duda su honorabilidad o su seguridad, por ejemplo), no tiene otra que aguantarse y encajar el golpe con deportividad. Lo otro es vivir la democracia con pesar, mal llevándola y con pulsiones nada saludables que se desatan cuando determinados acontecimientos siguen designios contrarios a sus prioridades e intereses.

¿Cuántos de los unos y de los otros hemos encontrado a nuestro alrededor desde la noche del sábado?




sábado, 1 de febrero de 2014

El descerebrado ciclista español en Pakistán

Hace pocas fechas saltó a los medios la noticia de que un ciclista español había sufrido un intento de secuestro en Pakistán. Como consecuencia del mismo seis de sus guardaespaldas habrían resultado muertos.

El propio implicado, que atiende por Javier Colorado, aclaró días después en su blog que las cosas no fueron tal como nos llegaron en su momento. Que hubo episodios violentos durante su transitar por el país asiático sí, pero acaecidos de manera distinta a como se nos habían contado. Es posible que este personaje, que se dedica a recorrer el mundo a lomos de su bicicleta, haya leído las críticas vertidas hacia su persona por exponer a la muerte a otros para proteger su hobby excursionista, y por ello haya sentido la necesidad de justificarse. Es solo una especulación, pero me parece plausible.

Verán, creo que quienes se aventuran en zonas peligrosas por puro ocio, sean ciclistas, alpinistas o aventureros de cualquier pelaje, y me parece que el Pakistán profundo responde a la noción de "zona peligrosa" -el propio Javier Colorado subraya que allí se vive un "conflicto bélico"- deberían tener en cuenta la huella que su actividad puede dejar en el entorno local. En agosto de 2009 ya escribí una entrada que enlaza con lo que estoy tratando de expresar.

El ciclista madrileño agradece profusamente a las fuerzas de seguridad pakistaníes y al ejército por cuidar de él. Recalca su admiración por estos dos cuerpos ya que se enfrentan a una realidad durísima cada jornada, haciendo también hincapié en el terrible día a día de la población civil, tratando de trasladarnos la suerte de sentimiento empático que le invade por toda esa gente. Y aquí es donde más falso resulta este sujeto.

No se quien se cree Javier Colorado para erigirse en representante de los desheredados que carecen de la visibilidad pública que, al parecer, les reclama, cuando asoma por allí solo para ir de excursión. Que la noticia de lo que le pasó fuese distorsionada por los medios no disminuye ni una pizca el menosprecio solapado que en el fondo siente por aquellos con los que dice empatizar. Fíjense que toda la escolta de que disfrutó la formaron policías y militares que tuvieron que ocuparse de él en lugar de proteger a esa gente que, según su relato, tanto amparo necesitan. A mí me avergonzaría profundamente restar estos efectivos a los ciudadanos pakistaníes, pero con tal de que le permitan seguir haciendo el monguer por ahí este pavo da por bueno cualquier impacto que suponga su presencia. Debería celebrar que salvó el pellejo y ser lo suficientemente humilde para admitir el jardín en que se metió en lugar de tratar de hacerse el digno y anunciar que continuará con su "reto deportivo" por todo el mundo. Eso sí, en la próxima insensatez, a tirar de protección extra, embajada y Ministerio de Exteriores, que hay barra libre. Me pregunto cuánto hay de deporte, de verdadero reto, y cuanto de vicio.

Javier Colorado, eres un descerebrado, aunque un descerebrado con suerte. Ahora que todavía puedes procura disfrutarla sin mezclar a otros en tus peligrosas idas de olla y haciéndote responsable de tus propios actos, sobre todo sin son imprudentes y temerarios.

martes, 4 de diciembre de 2012

El Atlético de Madrid como metáfora de Españistán


Los días previos al último derby madrileño entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid noté a los aficionados colchoneros bastante crecidos. A algunos les advertí que llevan demasiado tiempo pasando por lo mismo; siempre piensan que este año sí, que por fin van a ganar al eterno rival, pero al final ocurre lo de siempre y terminan defraudados. Y al año siguiente vuelven a caer. No hay manera de que aprendan.

En cierto modo, el Atleti me parecen una suerte de metáfora del carácter español. Es un club que siempre está queriendo ser algo que en realidad nunca ha sido (un grande, una prima donna a nivel continental), y me da la impresión de que sus expectativas se encuentran generalmente por encima de sus capacidades. Sobredimensiona cualquier pequeño logro que le haga descollar un pelín y le gusta imaginarlo como el principio del apoteósico advenimiento que el destino le tiene reservado.

Cuando por una vez esa casa alcanza la gloria (recuerden el doblete de la era Jesús Gil) rápidamente resuelve que, a partir de ese momento, la tónica imperante será el triunfo y el éxito. Desdeña lo que fue su pasado y rápidamente adopta el comportamiento de un nuevo rico, de ahí que su caída resulte tan pavorosa (recuerden las dos temporaditas en segunda división). El retorno a su consustancial inanidad le reporta cierto grado de humildad que resulta ser más falsa que Judas, porque al abrigo del menor destello ya están de nuevo imaginándose protagonistas de hazañas para los que la realidad les demuestra no estar facultados.

Y vuelta a empezar. Perder la conciencia de lo que se es, sea uno modesto, mediocre o lo que cada cual estime pertinente, supone el principio del desastre. Y eso le pasa tanto al Atleti como a Españistán.

miércoles, 18 de enero de 2012

El fútbol gratis en televisión es crucial para la felicidad de los españoles

Hoy he disfrutado de otra de esas conversaciones en las que uno termina con los pelos convertidos en escarpias. El tema era el fútbol como objeto de interés social. La conversación dividió a los contertulios en defensores de la emisión de fútbol en la televisión pública de forma gratuita y quienes desaprobamos esta práctica. Para ser más claros, y por explicar mi postura, la TV estatal no debería pujar por obtener los derechos de retransmisión del fútbol profesional, no a los niveles en que se está moviendo en la actualidad. Frente a mí tenia a un par de elementos, muy futboleros ellos, que se indignaban ante la sola posibilidad de que dejara de emitirse fútbol en abierto. Hay que decir que a quien defiende esto le es indiferente la cadena que lo televise, pero el debate se centró en la TV pública, en lo que debemos considerar "servicio público" y si el balompié merece encuadrarse dentro de esa categoría.


Voy a permitirme presumir que hay mucha gente deseosa de que nunca haya que pagar por ver fútbol en televisón. Si se trata de la pública, yo estoy en contra. Las cadenas privadas que quieran emitirlo, una vez adquiridos los derechos de emisión, están en su derecho de hacerlo llegar a su audiencia de la manera que más les convenga, y yo ni entro ni salgo en ese aspecto. Pero a mi juicio una TV pública no debe competir con sus rivales privadas por un producto tan desorbitadamente caro, mucho menos aún si la situación de la tele estatal es deficitaria como así es. No en algo que, en el fondo, no es más que entretenimiento (y apósito para calmar penurias en según que individuos, pero no es por ahí por donde quiero ir). La TV pública debe cumplir un servicio que le marca su propio nombre: público. Es cierto que el fútbol gusta a una gran masa de gente, pero también el porno es algo con una gran número de seguidores y no se plantea emitirlo en La 1 después del Telediario.


No, los criterios que han de imperar en los contenidos de una TV pública han de ser amplios y elásticos, buscando satisfacer la demanda del mayor número de espectadores posible, pero no deben entrar a competir en el mismo terreno que las privadas. Estas últimas solo tienen un objetivo que es su viabilidad económica, su rentabilidad. La Televisión del Estado debe quedar al margen de la lucha por las audiencias y del objetivo económico por encima de todo. Esto, por descontado, no es incompatible con la búsqueda de unas cuentas saneadas y una audiencia amplia, pero nunca debe ser el principal leit motiv de una estructura audiovisual sostenida con el dinero de todos. En el momento en que esto se produzca, no merece la pena seguir manteniéndola.


Volviendo al tema, me da que la eliminación del fútbol en abierto no iba a ser demasiado bien aceptada por el común de los españoles. Es curioso que para este españolito medio el fútbol es muy importante, tanto como para rebelarse ante la posibilidad de tener que pagar por verlo, pero no lo suficiente como para costearlo de su bolsillo. Y es más, no solo rechazan la posibilidad del fútbol de pago en TV sino que su pretensión es que eso que tanto le gusta y que, por lo que se ve, tanto necesitan, se lo paguemos entre todos. Oiga usted, a mí me gusta Internet y, como lo considero que juega un papel importante en mi vida, me lo pago. ¿Por qué debemos costear los demás un entretenimiento particular tan oneroso para las arcas públicas? ¿Debería el Estado, ergo todos ustedes, abonar mi conexión a la red y, por tanto, mi ocio y entretenimiento?


La sanidad o la enseñanza estatales son elementos de éste estado social que todavía habitamos (vaya ud. a saber durante cuanto tiempo) con un beneficio público objetivo. Se me caen los empastes cuando oigo a alguien hablar del fútbol en televisión en términos equiparables a las necesidades más esenciales. Y me lleva a explicarme por qué aceptamos cada vez mayores retrocesos en nuestro estado del bienestar sin que las costuras de esta democracia de bajísimo perfil que sufrimos comiencen a saltar.

viernes, 26 de agosto de 2011

Nace una nueva religión: el mourinhismo

Los amantes de los nuevos credos y de las religiones de la nueva era están de enhorabuena. Estamos asistiendo al nacimiento de una nueva forma en entener el mundo, la vida y lo de más allá: hablo del mourinhismo.

El mourinhismo, que como todas las religiones no pasa de ser una secta (hay que saber que el aspecto esencial que diferencia a unas de otras es únicamente el número de militantes) tiene como referente principal a un personaje de dudosa reputación procedente de la vecina Portugal, José Mourinho (a la izquierda en plena prédica), de cuyo apellido toma el nombre. Mourinho, que también atiende por Mou, es considerado una suerte de enviado divino con la misión de reconducir a la humanidad por la senda correcta. Para ello no duda en emplear métodos expeditivos como la crispación, la chulería sistemática, la hipocresía galopante o el menosprecio al inferior. Todo en pos de alcanzar la posición que solo la fe verdadera merece ostentar. Los rasgos característicos del mourinhismo son los habituales en los credos mesiánicos o basados en una personalidad considerada excepcional: exaltación de su figura, pasión reverencial hacia ésta, absoluta asunción de sus postulados por parte de los fieles y cerrazón radical a toda forma de crítica.


Los devotos del mourinhismo, además, son conscientes de que todo, incluido su gurú, forman parte de algo más grande, un agente incorpóreo y celestial que todo lo llena y que está representado entre los mortales por la Central Lechera. No obstante, la trascendencia de Mou es tal que ha terminado superando la divinidad de la entidad que le vio nacer, hasta el punto que el culto surgido en torno a él hace peligrar el temor reverencial tradicionalmente inspirado por esa esencia taumatúrgica que le envió a este nuestro mundo.

Como digo, los devotos del mourinhismo hacen gala de una fe a prueba de balas y defienden a su mesías contra viento y marea. Todo mourinhista tiene el deber de hacer proselitismo y llevar el mourihismo allá donde su mensaje no esté implantado, empleando para ello cualquier medio a su alcance. Repetición machacona de dogmas, demostrando firmeza de convicciones, y apelaciones al victimismo son recursos habituales cuando se ejerce labor pastoral.


Pero el considerando principal es, de largo, la fe por oposición a un culto rival, la que profesan los llamados culés. Su profeta recibe el nombre de Guardiola, aunque sus seguidores prefieren llamarlo Pep por aquello de sertir más cerca al líder espiritual. En los últimos tiempos el culto culé ha visto fuertemente incrementada su influencia en todo el mundo gracias a una receta basada en la seducción en el terreno de juego y la oratoria calmada en las ruedas de prensa. Ello no quita para que exista una oscura trastienda tras esta ortodoxia, que un hábil márketing ha conseguido mantener opaca a la opinión pública pese a que los deslices empiezan a aflorar.


Los mourinhistas, convencidos estos de que lo suyo es más que una fe, acusan a los culés de idolatría y de adorar a un becerro de oro. Existen indicios de que no todo es trigo limpio detrás del culto culé, pero la contumacia mourinhista, su histrionismo desbocado y la forma en que suele predicarse la palabra de Mou, siempre desde un plano de insultante superioridad moral, y últimamente a través de un brazo armado que responde por Pepe, han granjeado no pocas antipatías al mourinhismo, las cuales ya están alcanzando hasta a la vieja militancia de su credo madre. Para cuando tengan razón nadie les hará caso, ha venido a decir uno de sus críticos.
 
Todo está llegando a un punto en que ya los hay que dudan de su fe, incluso de si el fervor mourinhista no estará incurriendo en herejía. Su pasado, en el que fue profeta de otros dioses y donde tuvo comportamientos análogos a los actuales, le persigue. No es descartable que, de seguir la deriva actual, el propio Mourinho acabe siendo excomulgado por la Central Lechera y condenado por los mismos dioses que le enviaron a la Tierra.

jueves, 21 de julio de 2011

NO a la simbología religiosa en el deporte

La FIFA, organismo regulador de las competiciones futbolísticas a nivel mundial, ha decidido prohibir al equipo de balompié femenino de Irán su asistencia a los Juegos Olímpicos de Londres por vestir a sus jugadoras a la usanza musulmana. Un representante de la república islámica ha respondido quejándose de discriminación y acusando a la FIFA de responder a motivaciones racistas. ¿Tanto daño hace que unas futbolistas jueguen amortajadas si ese es su deseo?

La organización futbolera, tan criticable en otros aspectos, bajo mi punto de vista acierta de pleno en este asunto. Intenta exlcuir de sus eventos deportivos cualquier alusión política o ideológica, de forma que todo se desarrolle en un ambiente lo más neutral posible en lo tocante a esas facetas. La indumentaria de la futbolistas iraníes está confeccionada de forma que cumpla con la ley islámica, y no creo que haya que insistir mucho en el componente ideológico que conlleva toda religión. El hecho de que el Islam determine buena parte de la legislación iraní consigue que la ropa de estas deportistas tenga una representatividad, tanto religiosa como política, fuera de toda duda.

Como digo, la vestimenta femenina musulmana forma parte de un compendio de normas de comportamiento que se extiende, allí donde se aplica la ley islámica, hasta el ámbito civil y penal. Y que incluye basura como la lapidación de mujeres, la horca para los homosexuales o la persecución hasta la muerte de los apóstatas además de otros aspectos menos cubiertos por los medios. No se trata solo de la ropa, no al menos para mí. No soy de los que piensan que existe una guerra tácita entre el Islam y Occidente, ni creo en eso que llaman Eurabia, pero sí afirmo que en Occidente estamos mejor que en cualquier teocracia musulmana. Con todos nuestros defectos, que los tenemos y algunos muy graves, estamos moralmente facultados para rechazar toda influencia de una cultura retrógrada y anclada en el medievalismo como es el islam, llamémosle institucional.

A ver si ahora vamos a repudiar el entreguismo del gobierno español con la acampada papal pero vamos a recibir abiertos de piernas a todo lo que huela a musulmán por aquello del multiculturalismo, la tolerancia y el buenrollismo. Que no, que en países como Irán y otros de similar pelaje se cometen a diario verdaderas atrocidades en nombre de la sharía, de su religión y de su dios, y todo intento de frenar la penetración de esa forma de pensamiento debería ser bienvenido.

Unas Olimpiadas, o cualquier otro evento deportivo de carácter mundial, deberían estar presididas por la neutralidad en materia política e ideológica. No es tan difícil de entender. Si los hay que no quieren ser neutrales es problema de ellos, y son ellos los que están generando el problema.

viernes, 27 de mayo de 2011

#noveaslafinal. Boicot a la Champions

Vivimos tiempos en los que conceptos como "rebeldía", "indignación" o "lucha", tras décadas en el ostracismo parecen querer abrirse camino entre la desidia dominante. No son pocos los sitios donde se denuncia el estado de adormecimiento en que vive la sociedad española, la apatía con que recibe el maltrato a que es sometida por las clases dominantes y la resignada aceptación de su incapacidad para cambiar las cosas. Los hay que han decidido plantarse (nunca mejor dicho) mediante acampadas en toda España, en especial en la madrileña Puerta del Sol, para hacer visible su descontento y sus ansias de vivir en un mundo mejor que, consideran, es posible. Pobres, su ingenuidad es enternecedora.

Las acampadas y demás gestos colectivos que estamos contemplando estos días están movidos por las mejores intenciones, pero sus métodos no tardarán en demostrarse altamente ineficaces. Hace falta una acción de choque, algo que de verdad suponga un salto cualitativo, una verdadera ruptura con el adocenamiento social que vive nuestro país. Un acto que, en definitiva, suponga un antes y un después, un shock tan enorme que no pueda ser recordado sin evitar un escalofrío. ¿Qué podrá ser, se estarán preguntando?

Mañana sábado se juega la final de la Champions League, el partido de fútbol más importante del año, el más comentado, el que mayor espectación despierta. Y (ja, ja) el más televisado. Probablemente lo más visto del año en televisión. Desde ésta humilde e irrelevante bitácora llamo al boicot catódico del partido de mañana. #noveaslafinal es un hashtag que hay creado (se me han adelantado por poco) en Twitter para recabar apoyos y conseguir la relevancia social que merece este acto de auténtica rebeldía, de verdadera transgresión. ¿Cuántos habrá que se adhieran a esta propuesta, verdaderamente audaz y arrojada, y que supone una durísima prueba para unos hábitos profundísimamente arraigados en la psique del español medio?

Esta iniciativa nace con vocación de fracaso a tenor de la escasa importancia que este blog tienen en el universo blogosférico nacional, y más si añadimos lo tarde que se me ha ocurrido. Pero qué demonios, no paro de oir y leer como las oligarquías gobernantes nos anestesian con apenas unas migajas de pan y dosis masivas de circo; a las masas idiotizadas moviéndose como inmensos rebaños únicamente entrenadas para seguir las instrucciones del pastor. El fútbol y la TV forman el matrimonio perfecto para levantar el circo pero nadie idea algo que realmente ataque esta cuestión como es debido. Reconozco, pues, que en un país como el nuestro pedir que no se vea la tele, y encima cuando televisan fútbol, es algo así como declararse traidor a la patria y corruptor de menores a la vez. Efectivamente, hay que echarle un par de huevos para atreverse a hacer algo tan temerario en suelo patrio. Si esto triunfa, las urgencias de los hospitales deberían estar sobre aviso por los masivos ataques de ansiedad que pudieran producirse. Hacer que un español no vea fútbol en la tele es como extirparle un órgano: se puede superar, pero la convalecencia puede ser larga hasta encontrar un sustitutivo eficaz.

¿Quién se atreve? ¿No era hora de empezar a cambiar las cosas? ¿Por qué no empezar por las propias costumbres, el propio carácter, que es en definitiva lo que termina configurando la identidad colectiva? ¿Van a seguir consumiendo pan y circo hasta reventar o están dispuestos a hacer un gesto en la dirección opuesta? ¿Se puede esperar algo de mayor calado de quien ni siquiera es capaz de abstenerse de ver un puto partido de fútbol?

martes, 11 de enero de 2011

En defensa del fútbol como deporte, no como negocio ni como adicción

Las élites oligárquicas del fútbol mundial acaban de decretar que Lionel Messi es el mejor fubolista del año 2010Ni entro ni salgo en el posible acierto o desacierto de tal decisión, pero me sirve como excusa para hablar de este deporte, convertido en negocio en muchos aspectos y en verdadera adicción para una cantidad desorbitada de gente.

A mí me gusta el fútbol, por eso veo poco, sólo cuando los equipos en liza garantizan, a priori, algo de espectáculo, o cuando se hallan inmersos en una competición de enjundia. No veo cualquier encuentro de fútbol ya que ello me llevaría a la saturación y detestar este deporte. Hay mucho truño disfrazado de disputa futbolera, y son preciamente este tipo de partidos los que convierten al balompié en un repelente para quien no sea un incondicional.

Hay personas que, situadas a sí mismas en un plano intelectual más elevado, menosprecian el fútbol como algo pueril. No es raro escuchar argumentos del tipo no es más que un puñado de millonarios en pantalón corto pegando patadas a un balón. Tal dispendio intelectual denota un enorme prejuicio, concretamente hacia los millonarios, pero no dice nada del valor intrínseco del fútbol en sí como deporte de competición. De ahí que se deduce que si eliminamos su desmesurado componente económico, que tampoco se da en todos los casos, también le despojamos del factor que parece generarle mayor antipatía social.

Aunque lo cierto es que la frase del párrafo anterior también trata de desacreditar el fútbol trivializándolo en relación a su indumentaria y haciendo un reduccionismo simplista acerca del desarrollo del juego como deporte de cierta complejidad. Imagino que 22 jugadores vestidos con traje tampoco despertarían las simpatías entre los detractores del fútbol, así que no vale la pena argumentar nada sobre en el uso de ropa cómoda para la práctica de cualquier deporte. En cambio, la crítica soterrada a la arquitectura del juego propiamente dicha merece más atención. Decir que el fútbol consiste únicamente en arrearle patadas a una pelota equivaldría a considerar el ajedrez como una mortalmente aburrida sucesión de movimientos espasmódicos entre dos individuos. La crítica superficial es lo más fácil mientras que entrar en el meollo de la cuestión, y más cuando se parte de posturas previas tan marcadas por el prejuicio, es mucho más difícil.

El fútbol como deporte de equipo tiene características que al observador no avezado le pasarán desapercibidas, pero que convendría valorar. El juego se despliega en virtud de estrategias prediseñadas, las cuales sitúan a los futbolistas en el campo con unas funciones muy concretas, cual piezas de ajedrez, y complementarias entre sí. La disposición de los jugadores varía con arreglo al esquema de juego que se tenga enfrente, siendo las tácticas esenciales y también modificables en virtud del rival. Los movimientos tácticos tales como desmarques, contragolpes o fueras de juego son perfectamente apreciables en la toma cenital de un estadio de fútbol, donde podemos apreciar con detalle como un delantero hace un movimiento para "llevarse consigo" a los defensas y así dejar en situación franca de gol a un compañero que viene por detrás; o el momento en que toda una línea defensiva efectúa un movimiento coordinado en la misma dirección para dejar al atacante contrario en posición antireglamentaria; o cuando se produce un robo de balón en defensa y los extremos saltan como liebres en paralelo a la banda esperando a que les llegue un balón largo, tal y como han ensayado en los entrenamientos, que les facilite crear una ocasión de peligro. Todo esto requiere muchas horas de preparación, tanto física como mental.
Y pese a lo que algunos digan, jugar al fútbol con una cierta solvencia, no digamos al fútbol de élite, no puede hacerlo cualquiera. No se trata ni mucho menos de simplemente hacer rodar un balón con los pies. Es necesario mucho tiempo de entrenamiento para conseguir que, al menos, la mitad de los desplazamientos largos de balón que se hagan, pongamos 40 metros, terminen en la bota del compañero al que van destinados; la mayoría tiene más opciones de acabar en pies del contrario cuando no fuera del terreno de juego. Muchas horas de entrenamiento, tanto físico como táctico, para encuadrarse en un equipo y responder a las necesidades de este en cualquier situación que se plantee durante un partido. Es fundamental la fortaleza mental, la concentración durante los 90 minutos de juego, espíritu de sacrificiocapacidad para reponerse ante la adversidad (expulsiones, lesiones...). Hacen falta agilidad mental y templanza para saber que hacer con el balón en una situación de acoso rival sin regalarle una ocasión de peligro; es necesario ser colaborativo, aprender a trabajar para el colectivo, ser disciplinado y saber ser generoso cuando la ocasión lo requiere. ¿Acaso no son cualidades que nos gustaría ver adornando a nuestros semejantes?

No, no se trata simplemente de pegarle patadas a una pelota. ¿El negocio? No me interesa, ni era el objeto de este post. Mi recomendación para disfrutar del fútbol: ver poco y seleccionado. Si es que lo que de verdad gusta es el fútbol como deporte y no como una extensión de las propias filias, fobias o prejuicios. No ostante, es cierto que lo que nos venden desde los medios no tiene que ver con valores como los descritos, todos ellos encomiables, sino con el forofismo más procaz, un gregarismo lejano de todo juicio ponderado, la anulación del espíritu crítico y el aborregamiento generalizado. Y lo triste es la enorme cantidad de gente sensible a ese tipo de mensaje

lunes, 12 de julio de 2010

El mundial lo gana quien sale en portada

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Hasta ahora, las portadas de los diarios referidos ofrecen la imagen más lógica, la del momento en que el capitán de la selección española levanta por primera vez la copa del mundo recién conseguida. Con independencia de que sean periódicos editados en Madrid, no creo difícil de entender que ese sea el momento cumbre, el punto álgido de la noche, el instante representativo de todo lo logrado y la instantánea que define lo conseguido. A mí que, desde luego, no se me puede tachar de madridista ni de nacionalista español, es lo que me parece.


Pero luego se mete la política de por medio y encontramos que el protagonista ha de ser otro, a ser posible alguien a quien se pueda asociar algún aspecto identitario propio del medio en cuestión:


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Vaya por delante que el pobre Andrés Iniesta es víctima inocente de la penosa utilización que de su imagen se hace con fines partidistas. Los más frescos incluso le atribuyen la práctica totalidad del triunfo (y eso que el chico es de Albacete, que bien les tiene que joder). Y no crean que solo son los periódicos catalanes. Los fotógrafos de algunos diarios vascos seguro que tuvieron que hacer alguna que otra pirueta (o escarbar entre el material de las agencias) para poder cazar al vasco Fernando Llorente (otra víctima involuntaria) en primer término y copa en mano para ofrecer a sus lectores una imagen con la que poderse identificar:


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Sí, señor@s. Una vez pasado el paréntesis del Mundial comprobamos como los males que aquejaban a casi toda la prensa generalista española siguen incólumes y sin la menor intención de desaparecer. Bienvenidos de nuevo a la España real.

Más portadas, aquí.

lunes, 5 de julio de 2010

Dias de fútbol, patriotismo y caspa

El Mundial de fútbol ha sacado al nacionalista que muchos llevan dentro. Las banderas españolas proliferan en ventanas y balcones, los bazares chinos se hinchan a vender estandartes rojigualdas y elásticas de la roja visten a cada vez a más paisanos. La fiebre patriótico-futbolera se está haciendo fuerte en los más diversos rincones de nuestra geografía, de tal modo que en cualquier momento veremos los colores nacionales inundando la plazas de lugares tan insospechados como Hernani o Guernika. Es lo que tiene el patriotismo, se aprovecha de la necesidad del individuo de pertenecer a la masa y el deseo de hacer coincidir su postura con la postura general. ¿Quién puede resistirse?

Yo, ingenuo de mí, pensaba que el patriotismo era otra cosa. Durante la
huelga de Metro que durante dos días dejó sin transporte suburbano a la ciudad de Madrid, las calles no desbordaban patriotismo precisamente. En este conflicto, del cual la autoridad -en este caso la CAM- fue la detonante al vulnerar la ley que le obliga a renegociar bilateralmente el convenio colectivo antes de tocar sueldos, los trabajadores huelguistas ha sido señalado por muchos usuarios como únicos responsables del daño que se les causaba. Pocos, muy pocos han sentido interés por enterarse del fondo de la cuestión, por conocer quien fue el primero en saltarse la ley y lo grave que es que desde la administración pública se siente precedente en lo referido a triturar convenios (se puede leer un acertado análisis de la cuestión aquí).

Patriota viene de patria, y una patria supuestamente engloba a quienes la pueblan.
De hecho, debería ser lo principal y el sentimiento de solidaridad debería hacerse ver entre compatriotas. Pero dudo mucho que quienes, orgullosos ellos, enarbolan banderitas en demostración de lo mucho que aman a su país movieran un solo dedo si supieran que los derechos de personas con las que comparten tierra están a punto de ser pisoteados desde el poder. Ni por un momento pienso que esos patriotas tengan en mente hacer el menor sacrificio para paliar cualquier abuso del que otros conciudadanos sean víctimas. No, desde luego, si ello supone que el ayudado va seguir ganando más, va a mantener un mejor nivel de vida o mejores condiciones de trabajo. La envidia, dicen, es el pecado capital genérico de éste país y frente a los intereses individuales no hay patriotismo que valga, este queda encerrado dentro de la propia piel o en el reducido círculo personal. Y si ese posicionamiento entraña un cuestionamiento de las propias ideas al derivarse de él un enfrentamiento con aquellos a los que te liga un vínculo electoral, se mira para otro lado. El cainismo más casposo es otra de las lacras endémicas que caracteriza a nuestra querida España.

Lo que se está viviendo estos días en nuestras calles y plazas ya fue descrito a la perfección por el filósofo Arthur Schopenhauer hace casi un par de siglos:
El que posee méritos personales relevantes advertirá con toda claridad los defectos de su nación, ya que los tendrá siempre a la vista. Pero el pobre idiota que no tiene nada de lo que pudiera enorgullecerse se agarra al último discurso: estar orgulloso de la nación a la que pertenece. Eso lo alivia y, agradecido, se mostrará dispuesto a defender con uñas y dientes todas las taras y necedades propias de su nación.
No pretendo insultar a nadie que distrute con los éxitos de la selección española, ni aguar la fiesta con una sobredosis de razón a quien, quizá, encuentre en este Mundial su único motivo de alegría en unos difíciles tiempos de crisis. Solo intento extraer algunas conclusiones del fenómeno que estos días veo extendido a todo lo largo y ancho de la geografía nacional. La primera es que la crisis no debe ser tan dura como la pintan si los españoles salen tan rápidamente del estado de depresión presupuesto a quien vive sumido en tan tremenda dificultad. Lo mismo podemos decir de la capacidad de convocatoria que, en las calles españolas, tienen las celebraciones por los triunfos en Suráfrica; es la envidia de las asociaciones que protestan por los recortes sociales que últimamente ha vivido España. Pero eso sí, no pidamos comprensión y aún menos empatía hacia quienes sufren los problemas que aquejan al país, en gran medida potenciados por su clase dirigente: para eso el patriotismo se va de vacaciones y evita dar la cara. Pan y circo llaman a lo que estamos viviendo; no debe faltar tanto pan si el circo goza de tanto éxito. El opio del pueblo lo denominan otros; entonces gran parte del país debe estar fumado.

Argumentos futbolísticos

La selección española ha conseguido, con sus agónicos triunfos por la mínima, sepultar cualquier atisbo de espíritu crítico que pudiera quedar entre la ciudadanía patria aficionada al fútbol (legiones). Después de años y años criticando a Italia por su fútbol ramplón, rácano y conservador, pero útil para llegar lejos en las competiciones,
ahora el aficionado contempla encantado cómo esas cualidades, otrora deleznables, adornan al equipo de sus amores. ¿Importa? Por supuesto que no, ahora sólo importa ganar. España es la nueva Italia y su hinchada, la misma que vituperaba el fútbol transalpino, ahora se muestra encantada de encontrarse en semifinales de un Mundial con idénticas llamadas al bostezo como señas de identidad.

Si el fútbol es justo, Alemania nos debería dar un repaso el miércoles. No recuerdo en la historia reciente de los mundiales un equipo que fuera campeón sin merecerlo.
España no ha hecho lo suficiente para merecer el campeonato. Y por muchas banderitas que saquen sus hooligans y por mucha aparente unidad que demuestren, cada español seguirá a lo suyo cuando esto acabe y el individualismo seguirá ganando terreno. El sentimiento patriota que hoy sale eufórico a la calle volverá a caer en su letargo habitual y desviará la vista frente a las cosas realmente importantes.

martes, 2 de febrero de 2010

Entrada múltiple: Hijoputas en el PP; soldados inmigrantes en Afganistán; vivir más, trabajar más, cobrar menos; el tacoñazo de Guti

Ya lo decía el difunto Jesús Gil y Gil: hijoputa es un término cariñoso que en Andalucía utilizan con total normalidad entre colegas. Supongo que por eso él lo utilizaba con frecuencia. Esperanza Aguirre es digna heredera de esa estirpe de “políticos” encabezada por el ex-presidente atlético, pero más lista. De ahí que solo cuando no hay micros de por medio se muestre desinhibida y desnude facetas que de otro modo permanecerían ocultas. No necesita contenerse cuando se sabe exclusivamente entre amigos. Una vez pasada la tormenta, vuelta a la normalidad, esto es, al cinismo, la desvergüenza y al liberalismo más falso que un jamón de plástico. Y a quien San Pedro se la de un hijoputa se la bendiga.

En Afganistán ha muerto otro soldado español. De origen colombiano, pero español. De lo contrario no podría engrosar las filas de nuestro glorioso ejército. Me pregunto si de los USA, aparte de los vaqueros y el perrito caliente, también hemos terminado importando la necesidad de las clases bajas de alistarse para salir de la pobreza. Hay a quien le preocupa el grado de patriotismo de estos soldados al no haber nacido en nuestro sacrosanto suelo, pero a mí la suda; en un trabajo cuya herramienta es un arma el compromiso se da por sentado. En Afganistán matan a nuestros soldados y ellos también matan. Aquello no es ninguna broma. Solo espero no ver nunca los noticiarios informando sobre traumatizados veteranos de guerra tiroteando adolescentes en nuestras españolísimas hamburgueserías.

Nos quieren subir la edad de jubilación. Es, oigo decir, porque la expectativa de vida crece y hay que ajustar los baremos laborales a esta nueva realidad. Vivir más para trabajar más, pero no para cobrar más. Tenemos que currar más para que podamos recibir nuestra pensión allá por los 65, 67 mañana y quien sabe pasado. Nada que pase por acotar los grandes beneficios de la banca, perseguir el fraude fiscal con mayor eficacia o gravar las rentas más altas. Eso no se toca. Dicen que con medidas como esta el PP lo tiene ganado a dos años vista. Se equivocan, el PP ya gobierna. Lo que vendrá en 2012 será un trasunto del partido de Le Pen el cual, al paso que vamos, llegará con manos libres para hacer y deshacer a su antojo.

La información deportiva española se ha superado con el tacoñazo de Guti. Marca ha desatado una campaña entre la prensa para llevarle en volandas al mundial, dado que la opción Raúl parece ya indefendible hasta para su propia familia. Ya ven, vale más un relativamente plástico toquecito, que además huele a escaqueo de cara al gol, que toda una trayectoria con más tiempo en el banquillo que corriendo sobre el césped. Es información adecuada al periodismo deportivo que se practica en nuestro país, sublimado en el espacio que le dedica la cadena de PRISA Cuatro, y que no es sino una extensión frente a cámara del estilo pedestre y barriobajero perpetrado en la Cadena SER. Solo les falta Poli Rincón arreando sus habituales patadas al diccionario con el palillo entre los dientes, a Pepe Domingo Castaño dando paso a la publicidad con una mano y portando un copón de Soberano en la otra, el suelo del plató sembrado de serrín y cabezas de gambas y un surtidor de cerveza y otro de vermut de grifo en mitad de la mesa. Casi pueden oirse los eructos de fondo.

martes, 29 de septiembre de 2009

El paripé de Madrid 2016

El próximo viernes 2 de octubre se elige la ciudad que albergará los Juegos Olímpicos de verano en 2016 y las autoridades madrileñas nos siguen cuenteando con que Madrid tiene opciones de salir elegida. Es todo un paripé, nos están vendiendo una moto tremenda con la connivencia de los medios y, los hay que no dudan en comprarla.

Los políticos madrileños lo tienen que saber: siendo la próxima edición en Londres no hay prácticamente ninguna posibilidad de que concedan dos juegos a Europa de forma consecutiva (no ocurre desde 1952) pero siguen a su rollo. Cuentan para ello con algo que nunca les falla: el nulo espíritu crítico de la gente y su desmedida pereza intelectual.

Y además de todo,
tramposos. De verdad, que alguien me explique cómo y de qué forma se ha forjado el carácter dócil, aborregado y sumisamente militante de los españoles.

Imagen cogida del blog de
Osqar.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

El independentismo ciego de Joan Laporta

Con motivo del pasado día de Cataluña, ha vuelto a la actualidad con renovados bríos el movimiento independentista catalán, y uno de los personajes que ha decidido dar un paso al frente para encabezar esta reivindicación es el presidente del F.C. Barcelona, Joan Laporta. Me sorpende sobre manera la zozobra soberanista del mandatario blaugrana, ya que, en caso de verla satisfecha, lejos de beneficiar al club que preside pienso que le iba a provocar un perjuicio que, a día de hoy, pocos barcelonistas y pocos catalanes se atreven a encarar.


Razonemos. Una Cataluña independiente implica una separación total del resto de España, vínculos futbolísticos incluidos. Esto supone que enfrentamientos como los Barça-Madrid, Barça-Atlético, Barça-Valencia o Barça-Sevilla por citar sólo los más relevantes, pasarían a mejor vida. Los aficionados catalanes dejarían de disfrutar de algunos de los partidos más vibrantes del año, y los ingresos del club por publicidad y derechos televisivos, no hace falta ser un mago de las finanzas para imaginarlo, sufrirían una notable merma. No es por desmerecer, pero un Barça-Palamós o un Barça-Sabadell no tienen la misma enjundia, y es de pura lógica que se paguen menos que los derbis clásicos de la liga española.

Luego está el tema de las estrellas. Para un futbolista de renombre, uno de los atractivos de atracar en el Barcelona está en jugar la liga española, que si bien no es tan potente como nos la quieren vender desde dentro, si es de las más importantes de Europa. No es lo mismo que una figura del balompié venga a disputar la liga española que la catalana, viendo transcurrir cada jornada jugando (repito, no es por desmerecer) contra el Palamós, el Sabadell, el Lleida o el Nastic. ¿Acaso jugadores como Ibrahimovic, Henry, o anteriormente Ronaldinho y Rivaldo, que buscan no solo cobrar grandes sueldos sino ganar títulos y prestigio, se verían igual de tentados por una liga como la que, presumiblemente, sería la catalana? ¿Qué prestigio puede otorgar un campeonato como éste que no pueda dar, pongamos por caso, la liga turca?

Además, a menores ingresos por publicidad y derechos televisivos, menos dinero en caja para grandes fichajes. Y ello sería el inicio de la deconstrucción del club que prentendía ser más que un club. A menos elementos sobre el terreno de juego que marquen diferencias, menos posibilidades de progresar en la dura competición europea y menos ingresos por participación en la Champions League. La UEFA abona cantidades a los clubs participantes desde la fase de grupos, y paga más cuanto más lejos se llega en la competición. De tal modo, la brecha entre los poderosos del continente y el Barcelona se ampliaría y el Barça dejaría de figurar entre los grandes. No hay cantera que aguante competir año tras año contra Chelsea, Manchester United, Real Madrid, Milan y sus mastodónticos presupuestos. Eso sí, ligas catalanas, habida cuenta de la diferencia económica entre el club azulgrana y el resto de clubes catalanes, iban a caer como churros. ¿Alguien piensa que sería suficiente para atraer a un nuevo Messi o a un nuevo Ronaldo?

En una Cataluña independiente, uno de los grandes iconos del catalanismo, el F.C. Barcelona, dejaría de existir tal y como hoy lo conocemos y tal y como hoy es visto por sus hinchas: objeto de orgullo nacional. La liga catalana pasaría a tener la misma sustancia que la liga holandesa, la belga o la austriaca, que no son hervideros de galácticos, precisamente. Por todo ello me asombra el afán con que Joan Laporta se entrega al independentismo, siempre educado, todo hay que decirlo, pero pienso que enteramente contrario a los intereses de su club.

jueves, 13 de agosto de 2009

¿Cuál es el precio de una vida que se ha puesto en riesgo a sí misma?

Hay un montañero español atrapado en una escarpada ladera de la montaña Latok II, en Pakistán, a más de 6000 metros de altitud. Se llama Óscar Pérez y su situación roza lo desesperado: tiene una pierna y un brazo rotos, está solo, sin comunicación y un rescate por vía aerea se estima imposible debido a las crudas condiciones climatológicas. En éstos momentos un equipo de rescate ya ha tomado forma para acudir en su ayuda, pero los problemas burocráticos y diplomáticos tornan la cuestión aún más peliaguda. Más información en la edición digital de la revista Desnivel.

No quiero parecer insensible ante el drama que está sufriendo Óscar Pérez, el cual espero que pueda regresar sano y salvo a su casa, y se que mi argumento quedará fuera del ámbito de lo políticamente correcto, pero no sólo su vida está en juego. La expedición que salga en su busca también se va a jugar el pellejo, y no creo que exista el mismo grado de empatía hacia sus componentes que hacia el infortunado montañero español. La alta montaña a veces se cobra su precio, pero tiene un aspecto indudable: no obliga a los montañeros a encaramarse a sus cumbres y laderas. Quienes se exponen a los riesgos que conlleva escalar a semejantes altitudes lo hacen por voluntad propia, sin nadie que les empuje y movidos únicamente por su pasión por el montañismo, el reto y el ánimo de superación. Hasta ahí nada que decir al respecto.

El problema surge cuando la montaña supera las habilidades del montañero, o éste es víctima de la adversidad en una situación en la que el error o una decisión desacertada se paga, unas veces con la decepción de no hacer cumbre, otras incluso con la vida. Óscar Pérez está en el lugar al que sus propios deseos le han llevado, con la desdicha de estar padeciendo ahora el lado más amargo de la que probablemente es su mayor afición. Su rescate depende, ahora, de que terceras personas estén dispuestas a poner en riesgo su propia vida para salvarle. Humanamente es comprensible, pero la faceta humana también debe aplicarse al equipo de rescate, entre los que posiblemente se encuentren miembros del ejercito pakistaní que también tienen familias y vidas que preservar.

Bien podría parecer que mi postura reside en replegar medios y dejar que Óscar Pérez se congele en la ladera del Latok, y releyendo lo hasta ahora escrito quizá tendría que dar la razón a quien así opinase. Pero no es así, deseo que Óscar regrese a su casa lo más indemne que pueda y que, una vez a salvo y recuperado, reflexione sobre el sentido de exponerse a situaciones que terminan implicando a terceros cuya vida vale tanto como la suya. Desearía que todos los que hacen del riesgo una actividad lúdica recapaciten sobre si vale la pena, si tienen derecho, no a comprometer su integridad física –que cada uno es libre de hacer con su cuerpo lo que le venga en gana, como ya dejé claro aquí-, sino a poner en juego la de otras personas cuando esa actividad termina requiriendo la toma de medidas desesperadas.

Esa es mi modesta intención, llamar a la reflexión. ¿Hasta qué punto puede alguien que se aventura a una actividad de riesgo objetivo esperar la movilización de recursos en su favor cuando esa actividad descarrila hasta el punto de poner en peligro su vida?¿Está justificado arriesgar la vida de terceros para intentar salvar la de quien, voluntariamente y sin coerción alguna, ha puesto en riesgo la suya? Sinceramente, yo no veo que una u otra postura me dejen la conciencia tranquila.

sábado, 30 de mayo de 2009

El futbolista español como baluarte nacionalista

La temporada del Real Madrid ha sido nefasta. No sólo no ha ganado ningún título sino que ha visto como su máximo rival, que le humilló en en su propio feudo, lo ganaba todo recibiendo el reconocimiento internacional. Un año de pesadilla para cualquier hooligan madridista que se precie.

Pero tranquilos, dentro del club hay alguien que tiene la solución para sortear el bache deportivo. Se llama Iker Casillas y su fórmula mágica es sencilla: contratar más españoles.
"Hay que españolizar, pero no por ser racista con jugadores extranjeros, sino porque hay jugadores españoles que se merecen la oportunidad de estar en grandes clubes, por ejemplo Villa, Silva, (Juan) Mata, Cesc Fábregas... se merecen una oportunidad en un club como el Real Madrid"
El bueno de Iker intenta convencernos de las bondades de su propuesta, pero ¿por qué me da la impresión de que primero trata de justificarse? La razón aducida para fichar españoles en detrimento de jugadores extranjeros me parece de un peregrino que produce sonrojo, y destila prepotencia a raudales: "merecen una oportunidad en un club como el Real Madrid". Vamos, que van tan sobrados que fichan futbolistas por hacerles un favor... Amén de suponer un menosprecio hacia los clubes en los que militan, quedando instantaneamente excluidos del corrillo de "grandes clubes" al que, faltaría más, pertenece el Real Madrid.

Pero a lo que voy. Casillas parece haber olvidado que un trabajador extranjero -porque el fútbol también es un trabajo, por sorprendente que pueda parecer- tiene perfecto derecho a suscribir un contrato con una empresa española si las condiciones pactadas se ajustan a la ley. Y no digamos si procede de la Unión Europea, donde se permite la libre circulación de mano de obra. Desde que se dictó la sentencia Bosman ésto se aplica también en el mundo del fútbol.

El portero del Madrid pone el acento en que lo suyo no es racismo, pero un tinte xenófobo y nacionalista sí que impregna sus declaraciones, aunque sea tangencialmente. En un contexto en el cual lo que se buscan son soluciones a la crisis deportiva que atraviesa el club blanco, decir ésto viene a significar que la culpa, o gran parte de ella, es del excesivo número de extranjeros del plantel madridista. La queja implícita no va hacia la dudosa calidad de los jugadores foráneos que conforman la plantilla merengue (ya que eso sería señalar a quienes les fichan, y tampoco es plan de jugarse las lentejas...), sino hacia su procedencia. Pedir más españoles es querer menos extranjeros, como si los fracasos deportivos pudieran justificarse con un motivo tan burdo.

Así que para Casillas el criterio de valoración -dejando aparte a los cracks- no es ni la calidad futbolística, ni la profesionalidad, ni, por descontado, la calidad humana: lo que cuenta es el lugar de origen. Los españoles primero parece querer decir, eslogan que aparece asociado con formaciones políticas de extrema derecha. Nadie parece caer en la cuenta de una cosa: esa misma regla que algunos tratan de implantar se les volvería en contra en el caso de fueran jugadores españoles quienes quisieran jugar en ligas extranjeras, ahora que España ya es un país exportador de futbolistas. Y no tengo duda de que quienes ahora abogan por españolizar su equipo hablarían de discriminación y racismo si se vieran en la situación opuesta.

En otros contextos laborales se han dado recientemente reivindicaciones de similar corte. La sombra de la xenofobia y el nacionalismo planea sobre ellas, pero también el agravio que supone la contratación de personal inmigrante a un coste inferior y en condiciones de precariedad. Todos pierden cuando se rebajan las demandas laborales. En el caso que nos ocupa, nadie en su sano juicio aduciría que pedir más españoles obedezca a causas laborales. Lo que nos queda, pues, es lo otro.

Cine de 2021 que ha pasado por estos ojos

A continuación dejo un listado de las películas de 2021 que han visto estos ojitos, junto con un enlace a la reseña que dejé en Filmaffinity...