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viernes, 10 de mayo de 2013

Cantabria, tierra de cachondos mentales

Con motivo del último puente que tuvimos la suerte de disfrutar en Madrid estuve visitando la provincia de Cantabria, un lugar al que nunca me cansaré de volver. Dejando al margen sus espectaculares paisajes, sus gentes amables y sus excelentes carreteras me ha llamado la atención sobre manera la guasa y la socarronería que se gastan los cántabros para denominar a determinadas viandas locales. Les muestro algunos ejemplos.



Sí, están leyendo bien. Estas rosquillas se llaman "chochitos ricos" y no tuve ocasión de probarlas pero no dudo que sean pura delicia. Con ese nombre quedar defraudado no es una opción.



¡No me puedo resistir! ¡No me puedo resistir! !!!Lo digo!!! ¿Que ocurre después de comer chochitos ricos? Pues que tienes dulces orgasmos!!! Lo dicho, unos cachondos mentales estos montañeses.


Esto más que un artículo alimentario es una estupenda campaña de márketing. ¿Quién en su sano juicio no querría llevar a su casa una caja de "cojones del anticristo" para ofrecer a todo el mundo y ver sus caras ante tan pintoresco ofrecimiento?


Los dos móntículos que coronan la bella población de Liérganes también dan nombre a otro dulce que tampoco tuve el placer de saborear. Vista la progresión anatómica, miedo me da pensar que será lo próximo.


Estaba cantado. Ante tanto azúcar, mantequilla y harina qué mejor que un lingotazo de licor "Hijoputa" para sobrellevar la digestión. Además, hay multitud de variedades capaces de satisfacer al paladar más curtido. La pena fue no haber encontrado licor de mierda para ofrecerles una imagen.


Eeeemmm...bueno...este se ha colado de rondón. Este producto lo encontré ya en el viaje de vuelta, en la localidad palentina de Aguilar de Campóo. Viene a demostrar que en España los hay con imaginación para encontrar negocio en casi cualquier cosa. Digo yo que estas "Cejas ZP" ya estarán más que caducadas...

viernes, 1 de marzo de 2013

Proyecto de un nuevo blog sobre Linux

En estos tiempos tan convulsos que vivimos, con las opciones de trabajar cada vez más reducidas, más vale moverse y ampliar horizontes en materia laboral que quedarse quieto y esperar a que la providencia te solucione la vida. Por tal motivo estoy siguiendo desde comienzo de año un curso de administrador Linux, ya que la informática siempre me ha acompañado en mi andadura profesional y la filosofía del software libre me atrae y me parece que se ajusta a mi manera de pensar.

Perdido el hábito de estudio como lo tengo, y con la mollera mucho más dura que hace veinte años, consideraré cualquier método que me ayude a asimilar conceptos y enseñanzas nuevos. Así que he pensado que crear un blog en el que ir registrando lo que voy aprendiendo puede ser una forma lúdica de asentar conocimientos, al tiempo que puedo servir de ayuda a otras personas que se inicien en una andadura similar.

No pretendo sentar cátedra sobre nada. Hay miles de páginas donde se podrá encontrar lo mismo que yo voy a escribir aquí. Esto será un proyecto eminentemente personal que cubrirá una necesidad personal. Al margen de eso, si aporto un granito de arena para ayudar a que otras personas se acerquen al mundo del software libre, bienvenido sea.

También es cierto que esta es mi intención inicial. Luego veremos cada cuanto puedo actualizar este nuevo blog, si puedo seguir un orden o la anarquía será lo predominante. De tiempo no andaré sobrado, así que las primeras semanas serán cruciales para valorar su viabilidad futura.

De momento no tengo ni nombre para este nuevo blog. Como soy tan malo para estas cosas, admito sugerencias. Estas son las posibilidades que estoy manejando:

Linuxválido
Hasta Linux hemos llegado
Hasta Linux y más allá
Con Linux y a lo loco
Desde Linux con amor
Esto no es otro blog de Linux
Sin Linux no hay paraiso
Yo por Linux Ma-to
No sin mi Linux
El Linux nuestro de cada día

No quiero un nombre para el blog del que me arrepienta a los pocos días. Para eso ya tengo este.

ACTUALIZACIÓN: el blog ya está activo y con su primera entrada de presentación.

lunes, 9 de julio de 2012

De enfermedades laborales y despidos procedentes

Tengo un hérpes zoster. El virus de la varicela queda latente dentro del cuerpo y se manifiesta pasado un montón de años en forma de erupción cutánea acompañado de dolor agudo, en mi caso en el pecho. Este dolor es incapacitante por lo que me veo obligado a permanecer en casa y no acudir a trabajar. No aguanto más de diez minutos en otra posición que no sea tumbado debido al dolor punzante, y esto puede durar semanas. El tratamiento consiste en antivirales y analgésicos, los cuales al menos en estos primeros días no se muestran muy eficaces. De los tres motivos descritos como causantes del rebrote de este virus solo uno se ajusta a mi situación personal: el estrés. Es posible que el exceso de presión en mi trabajo, sin darme yo cuenta, me esté pasando factura.

Después de esta pequeña introducción el lector habitual de este blog se preguntará ¿y por qué este tío se pone ahora a hablar de sí mismo cuando es algo que casi nunca hace?

Espero hilar bien lo que quiero expresar. Lo primero que me ha pasado por la cabeza al cobrar conciencia de lo que me pasa es que no quiero coger una baja. Me las he apañado para quedarme tres días en casa sin que me cuente como baja, utilizando para ello mis días de exceso de jornada, con la esperanza de que para el jueves me sienta lo suficientemente bien como para ir a trabajar. Fíjense bien; estoy enfermo, lo que me ocurre me incapacita, pero mi fijación no es curarme sino evitar propiciar una situación que facilite las cosas a mi empresa en caso de querer desprenderse de personal. Porque los rumores están ahí, una lista de posibles despidos que podría ver la luz en septiembre... o antes. Tal y como están las cosas ¿quién quiere correr riegos? 

Tengo conocidos que con mi misma edad se han quedado en la calle tras años y años en su empresa, y el paro jamás fue una amenaza que planeara sobre su futuro...hasta que les tocó. Cuando lo compruebas de cerca, en los huesos de personas más o menos cercanas, cobras conciencia de lo vulnerables que nos hemos vuelto, de lo fácil que un proyecto vital se puede venir abajo. Basta con que...te pongas enfermo. No hace falta un ERE ni el cierre de la empresa. Con faltar al trabajo nueve días en dos meses, aun siendo bajas médicas justificadas, es suficiente para que te puedan despedir de manera objetiva con 20 días de indemnización por año. En mi caso les puedo asegurar que la política de mi empresa de despedir y recontratar de forma sucesiva durante años convierte mi eventual despido en algo muuuuy barato.

Observemos el panorama: te despiden y te contratan una y otra vez para que no acumules antigüedad que pueda incrementar una futurible indemnización por despido; en lugar de repartir el trabajo le sobrecargan a uno para evitar pagar más sueldos, exigiendo si ello es necesario la realización de horas extras que no están dispuestos a pagar; y cuando, fruto de la presión y el agobio, tu organismo hace ¡catacrock! en lo único en que piensas es en reincorporarte cuanto antes para no ver peligrar tu puesto. El paro es un fantasma demasiado terrible, y más cuando has sobrepasado los 40 años. Dado como funcionan las políticas de empleo en este país, quedarte en paro a partir de esa edad es dejarte prácticamente fuera del mercado laboral.

Lo que intento decir es que este modelo es una amenaza para sí mismo. No se puede forzar la máquina hasta el extremo de quedarte sin piezas que hagan funcionar el engranaje productivo. Muchos esperamos que el sistema colapse para que sea sustituido por algo mejor, pero ese pensamiento ha de tener en cuenta a todos aquellos a los que se nos puede llevar por delante. Te machacan y te exprimen hasta que te sacan la última gota de jugo, y en ese momento tu maquinaria interna "se cuelga" como un ordenador. ¿Ese es el premio por entregar tu tiempo, tu esfuerzo y tu sudor, incluso más allá de la medida necesaria? No, el premio es que te despiden pero no solo por ponerte enfermo, sino por enfermar debido a las condiciones que te han impuesto y que no nos queda más remedio que aceptar debido al dramático desequilibrio existente entre oferta y demanda laboral.    

La cima de la perversidad es que el sistema consiga que te sientas culpable por ponerte enfermo. La crisis no solo la estamos pagando con nuestro dinero, también la pagaremos con nuestra salud.

jueves, 26 de abril de 2012

El engaño de los cartuchos de tinta

Una de las cuestiones que más fastidia al usuario de impresoras de inyección de tinta suele ser el precio de los cartuchos. A veces compensa incluso la adquisición de otro modelo de impresora con tal de no seguir desangrando el bolsillo en la compra de estos costosísimos (en relación a sus prestaciones) consumibles. Cuando se agotan suele ser una pequeña tragedia presupuestaria, pero el esfuerzo es obligado si queremos continuar imprimiendo con regularidad.

Seguro que muchos hemos tenido la sensación de que nuestra impresora se quedaba sin tinta antes de que el cartucho se vaciase en su totalidad. A finales de noviembre pasado adquirí una Epson Stylus SX130, un modelo baratito con escáner para uso doméstico. También me hice con dos juegos de cartuchos (funciona con cuatro distintos: negro cian, amarillo y magenta) para no quedarme sin tinta durante mucho tiempo. El de negro fue el primero en caer y ayer tuve que sustituir el resto. Les aseguro que no me dedico a imprimir como un cosaco y tuve la impresión de que se agotaron demasiado pronto. Como l
a duración de la tinta no me parece acorde con el coste del cartucho decidí investigar. 

He oido por ahí que estos cartuchos llevan un chip que determina el fin de su vida útil, al margen de que quede o no tinta en su interior. ¿Han oido hablar de la obsolescencia programada? Así pues, y llevado por la curiosidad decidí destripar uno de ellos, presuntamente agotado, para cerciorarme de que realmente estaba tan seco como aseguraba el software del controlador, y esto es lo que me encontré:



Lo primero que me llamó la atención es el diseño interior del cartucho. Sus dimensiones son de 6,7x4,7x1,2 cm aprox., pero ni mucho menos percibo que todo ese volumen esté ocupado por tinta. Ignoro la finalidad de tanto recoveco, pero los huecos que aparecen limpios está claro que no han albergado tinta, de modo que, observando el cartucho, concluyo a ojo que alrededor de un 30% y un 40% de su volumen viene vacío de serie. Seguidamente procedí a extraer cúter mediante la tapa circular de lo que sí parece ser el verdadero depósito (ver primera foto). El resultado fue un derrame de tinta que si bien no fue una marea negra (en este caso magenta) si reveló que el cartucho no estaba vacío.

Es decir, que el cartucho oficial de Epson trae una cantidad de tinta bastante por debajo de lo que su apariencia da a entender, y además deja de funcionar aun conteniendo tinta en su interior.

Un juego de cuatro cartuchos oficial de Epson cuesta 38,35 euros según su página webEn Amazon ofrecen un pack de dos juegos (10 cartuchos) por 15,99 euros, aunque no son los oficiales (Epson te advierte que sólo utilices los suyos, como no). Yo por mi parte, adquirí hace un mes un pack de 12 en eBay que no llegó a 18 euros. Probé tres de ellos ayer y la impresora no solo los aceptó sino que funcionaron a la perfección. Y sin microchip. ¿Que microchip? Este:


Supuestamente es el que ordena al cabezal de la impresora que, llegado un momento, deje de extraer tinta del cartucho. En internet se habla de métodos para resetear estos chips pero supongo que pocos serán los que se tomen las molestias de conseguir uno. Es más fácil y da menos quebraderos de cabeza comprar uno nuevo, o los que toquen. Y así sigue rodando la rueda del engaño. Porque esto es un engaño, ¿no?

jueves, 16 de febrero de 2012

Llegada a la meta: por fin soy apóstata de la Iglesia Católica

Este es un gran día, el día en que oficialmente dejé de pertenecer a la Iglesia Católica. Por fin recibí la deseada carta en la que se me comunica que mi nombre ya "no figura en ningún tipo de listado, fichero o base de datos de la Iglesia con fines estadísticos". Es una gran recompensa moral para alguien que se encuentra tan en las antípodas de la fe doctrinal.

Me ha costado enviar dos cartas, gastarme algo más de seis euros en correo certificado y tres visitas a dos parroquias. Apenas nada comparado con los casos que había leído por la red en los que el rechazo sistemático a la petición de apostasía es la norma. Ignoro si he tenido suerte o si las cosas empiezan a cambiar. Solo espero que mi experiencia sirva a otros para demostrar que uno puede salir de allí donde no quiere estar a poco que ponga empeño y paciencia. En mi caso, ya lo han visto, tampoco ha sido tanto esfuerzo siendo como es de hermética la institución católica.

Solo una cosa me mosquea: ¿qué es eso de "fines estadísticos"? Pues, a mi entender, justo lo que parece. Pese a que el Tribunal Supremo ya negó la calificación de registro a los libros bautismales al parecer siguen siendo empleados para elaborar el listado oficial de adscritos de la Iglesia Católica. No quiero imaginar la de prebendas obtenidas en virtud de todos aquellos a los que, sin comerlo ni beberlo, nos metieron en la secta sin siquiera tener uso de razón. Pero este es un disparate que puede corregirse, al menos parcialmente. Si no eres creyente y te utilizaron siendo bebé para engordar unas cifras que se antojan del todo falsas, hazte apóstata. Niégales lo que nunca tuvieron derecho a poseer.

Quiero terminar resumiendo los pasos dados hasta esta feliz resolución, por si a alguien pudiera serle de utilidad. En primer lugar es necesaria la partida de bautismo, la cual se obtiene en la parroquia donde de produjo el bautizo. A mí no me costó nada y tardó una semana en estar lista. La fotocopia del DNI compulsada en comisaría no les vale, así que aquí les dejo una copia del formulario que yo tuve que rellenar, enviado por el propio arzobispado. No lleva membrete ni sello de ninguna clase así que se puede reproducir cuantas veces haga falta. Al final debe ir firmado por el párroco "de su domicilio" (por si las moscas también se lo hice firmar al párroco de donde me bautizaron, pero creo que el que cuenta es el primero) con su nombre en caracteres reconocibles y el sello de la parroquia. Recomiendo enviar la partida de bautismo y el formulario de apostasía por correo certificado con acuse de recibo; así estamos seguros de su recepción.

Y no, mi vida no ha cambiado a raíz de ser apóstata. Pero qué demonios, me siento genial, y solo por eso merece la pena.

miércoles, 25 de enero de 2012

Tercer capítulo de mi petición de apostasía

Continúo mi peregrinar en busca de mi ansiada apostasía. En vista de la carta recibida tras enviar mi petición, he tenido que volver a la parroquia donde fui bautizado para que el párroco firme y me vea firmar el formulario que me enviaron desde el Arzobispado. Asimismo, me aclara que una vez enviada la partida de bautismo no tiene sentido que me la vuelvan a solicitar, que esa carta es una carta tipo que no está redactada ex-profeso para contestarme. Incluso se ha ofrecido ha hacer una gestión para dejar claro que mi partida de bautismo ya está en poder del Arzobispado, lo cual es de agradecer.

Pero, ah, alguna treta tenía que haber. En la susodicha carta se habla de que el formulario ha de ser cumplimentado ante el párroco "de mi domicilio". ¿Y puede saberse qué es eso? ¿Qué obligación tengo yo de saber cual es el párroco que me toca por zona, según criterios eclesiásticos, cuando hace tres décadas que solo piso una iglesia por razones turísticas o con motivo de una boda? En la misiva no me aclaran el dato, dando por hecho que yo tengo que saberlo o que tengo el cometido de enterarme.

Yo hasta este momento solo había acudido a mi parroquia de bautismo, y a esa es a la que volví para firmar la declaración de apostasía. Pero el párroco, que, todo hay que decirlo, se ha mostrado de lo más colaborativo, rozando incluso la indiferencia, me advierte que esa no es mi parroquia y que tendría que ir a "la que me toca" por zona. Insisto, yo no tengo por qué conocer la parroquia que "me toca" porque no soy cristiano y no tengo interés en ello, por mucho que la Iglesia me considere así. Pese a todo, el hombre ha dado fe de mi solicitud y la ha firmado. No obstante, iré a la que me asignan con una copia del formulario y enviaré los dos para asegurarme. Con esta gente no hay que dejar cabos sueltos.

Una vez que las tenga escribiré otra carta explicando el proceso, acompañada de una copia de la partida de bautismo que YA tienen después de habérsela yo remitido en mi primer envío. Si tras esto siguen dándome largas concluiré no solo que hay mala fe sino que ni siquiera hay intención de disimularla. Espero que esto no sea el comienzo del largo peregrinar que he visto descrito en otros casos de solicitud de apostasía.

jueves, 19 de enero de 2012

Respuesta del Arzobispado de Madrid a mi petición de apostasía

Ya he recibido contestación del Arzobispado de Madrid a mi petición de apostasía. Es cierto que los precedentes no invitaban al optimismo, pero aún así preferí dejar a un lado los prejuicios y esperar la mejor de las resoluciones. La carta recibida hoy invita tanto al chascarrillo como a la indignación, pero no representa ningún obstáculo insalvable. O eso quiero pensar.

La misiva episcopal comienza señalando algo que ya sabía: los libros bautismales no son un registro ni una base de datos, sino que simplemente reflejan un hecho cierto, tanto da que sea un bautismo como la tala de un árbol. Luego continúa enumerando las consecuencias -terribles- de mi decisión de abandonar el seno de la "fe cristiana" (yo pensaba que a lo que renunciaba era a la Iglesia Católica, pero ellos sabrán como emplean el nombre de Cristo), como son:

 - Exclusión de los sacramentos. Mi vida pende de un hilo al enterarme.

 - Privación de exequias eclesiásticas, a no ser que antes de la muerte se hubiera dado alguna señal de arrepentimiento. Total, desde pequeñito lo que me mola es el rollete ese del crematorio, la ceniza y la urna.

 - Exclusión del encargo de padrino para el bautismo y la confirmación. No creo que nadie jamás tenga el mal gusto de invitarme a ejercer semejante papel.

 - Necesidad de licencia del Ordinario del lugar para la admisión al matrimonio canónico. Lo siento, pero no me veo haciendo un Letiziaortiz.

A continuación me desvelan los requisitos necesarios para el abandono de la Iglesia (¿pero no era la "fe cristiana"?), y que fueron ya declarados en mi solicitud, a saber: mayoría de edad, pleno conocimiento de las consecuencias y ausencia de coacción. No tienen pruebas de que haya sido coaccionado pese a dar por sentada la posibilidad pero... ¿qué digo? ¿Qué significado tiene el concepto "prueba" para alguien que cree que un ente ultrapoderoso está ocupado en vigilar cada uno de mis movimientos mientras en el otro extremo del mundo mueren docenas al día por falta de alimentos y sin que nadie les asista?

Después de esto ya empieza el cachondeito. El sr. secretario de la Vicaría General, firmante de la carta, me emplaza a una reunión para "mantener una conversación" más "personal". La otra opción es firmar ante un notario el formulario de declaración de apostasía que se me adjunta. Por suerte para mi bolsillo me ofrece la alternativa de acudir al cura de la parroquia que me corresponde para que sea él ante quien firme y quede así acreditada mi identidad. Les envíe en mi solicitud fotocopias de mi DNI compulsadas en comisaría, pero para el Arzobispado de Madrid la Policía Nacional no debe ser una institución suficientemente fiable.

Y la traca viene en negrita, nada menos. El sr. secretario de Vicaría General primero afirma que no existen copias digitales de los libros bautismales (¿acaso he mostrado interés por ellas?) y, por tal motivo, le es imposible localizar mi partida de bautismo. ¿La misma partida de bautismo que les envié en mi carta de solicitud de apostasía, sr. secretario, y que me hicieron llegar ustedes? Llegados a este punto la tomadura de pelo ya es indisimulable, hasta el extremo de pedirme otra copia original de la partida de bautismo, que tendré que volver a pedir, vía párroco de mi barrio, al mismo Arzobispado que me la exige.

Estoy mirando al mismo tiempo que escribo la copia escaneada de lo que ya les remití, y pone "Certificación de partida de bautismo", firmada de puño y letra por el Vicario General. Ahora me piden el "Certificado original de la partida de bautismo". ¿Soy yo o me está pidiendo el mismo documento que ya han recibido? Porque ante semejante dislate uno tiende a pensar mal. No tuve problema en recibir la primera partida de bautismo, pero tampoco declaré para qué la quería. Ahora que tienen una petición de apostasía con mi nombre sobre la mesa, ¿serán igual de diligentes? Uno ha leído lo suficiente acerca de otras solicitudes como para presuponerle buena fe a esta institución.

Por fin, la carta finaliza asegurando que si cumplo con todo lo que me piden darán curso a mi demanda y anotarán mi decisión en la partida de bautismo, cancelando además mis datos en cualquier listado o archivo de la Iglesia. Pueden estar seguros de que comprobaré si son capaces de cumplir con su palabra.

Se despide el sr. Secretario de Vicaría "encomendándome al Señor" para que me guíe por el camino correcto en caso de llevar completamente a término mi petición. Como si eso tuviera algún significado para alguien que desea apostatar. Y concluye dejándome la puerta abierta a reingresar en el seno de la Iglesia en el momento que lo reclame. Como pasa con las mafias, las sectas y las operadoras de telefonía lo chungo es salir, no entrar.

Seguimos luchando.

martes, 10 de enero de 2012

Formalizada mi solicitud de apostasía

Hoy ha sido el día en que he hecho efectiva mi solicitud de apostasía de la Iglesia Católica. Entre pitos y flautas me he puesto en enero de 2012 cuando inicié los trámites allá por noviembre del pasado año, pero como tampoco era algo urgente lo he ido relegando en mi orden de prioridades. Finalmente hoy he enviado por correo certificado y con acuse de recibo mi escrito solicitando ser excluido de la Iglesia Católica Apostólica Romana (ICAR).

Había leído en distintos sitios la dificultad de muchas personas para ver satisfecho el deseo de salirse de la secta. En mi caso no he tenido el menor problema con los trámites hasta hoy efectuados. Por ahí se cuentan las trabas que te ponen para obtener la partida de bautismo; hablan de interrogatorios, de preguntas indiscretas y de malos gestos cuando revelas el motivo que te lleva a pedirla. Yo lo recogí a la semana de solicitarlo y no tuve que responder sobre ninguna cuestión. El cura de mi parroquia se mostró muy cordial y no mostró interés alguno en conocer mis razones. Siete días después tenía mi partida de bautismo en el bolsillo.

Escritos declarando la voluntad de abandonar el seno de la ICAR hay muchos por la red y no son difíciles de encontrar. Yo elegí uno que me pareció completo y actualizado al que solo tenía que añadirle mis datos, los de la parroquia donde me bautizaron y los de la diócesis de mi ciudad, dato que también es fácil de conseguir en Internet.

Finalmente solo me quedaba añadir una fotocopia del DNI, la cual es mejor que esté compulsada en la comisaría más cercana, algo que te hacen en el momento de pedirla. Una vez con todo, y para tener la seguridad de que llega a su destino, se mete en un sobre y se envía certificado con acuse de recibo. Hay quien sugiere escribir en el sobre "Apostasía", será para ir mentalizando a quien abra la carta. Yo no lo hice, me basta con tener la certeza de que es recibida. Una vez exista constancia documental de su recepción no pueden desatender la petición. Al menos no de cualquier manera, pero pensemos en positivo y en que no tiene por qué haber mayores dificultades. Tengo como un mes para esperar contestación.

Se que este acto no entraña ninguna consecuencia práctica. La ley no obliga a borrar mi nombre del libro bautismal; a lo sumo, añadir una nota al pie aclarando mi voluntad de no ser incluido allí donde nunca pedí entrar. Aunque esto no es algo de lo que exista obligación gracias a una sentencia del Tribunal Supremo que niega la calificación de registro o "conjunto organizado" de ficheros a los libros bautismales, por lo que no están sujetos a la ley de protección de datos. Lo se y lo asumo. La satisfacción que obtendré cuando lo consiga es puramente moral y absolutamente personal. No espero que ningún católico lo entienda, ni nadie a quien este acto le pueda parecer trivial o gratuito.

Creo que es una buena manera de empezar el año. Las mayores construcciones siempre comienzan poniendo una sola piedra.

viernes, 17 de junio de 2011

El blog cambia de nombre y su autor de alias

Pues sí. Me cansé del Flash de cámara, nombre que jamás tuvo demasiado sentido ya que este no es un blog sobre fotografía; además, siempre aparecía en las búsquedas de Google sobre este tema (lo cual me ha debido reportar visitas, no digo que no). Y este es un blog donde se reflexiona mucho, no me lo nieguen.

También tiro a la basura el Flashman con el que vengo firmando en blogs y foros desde 1998. Simplemente me aburrí de él. Y me apetece un nombre más neutro como alter_ego, que es lo que a fin de cuentas soy cuando me pongo el disfraz de opinador. El cambio de aspecto general es un añadido que la página también estaba pidiendo a gritos.

Supongo que quien conozca este blog y lo intente encontrar en los buscadores lo tendrá más difícil a partir de ahora. La URL (también la cambiaría de no suponer una ruptura con todo lo que este blog ha podido suponer, por poco que sea) estaba hasta hace un minuto asociada con un nombre y un autor. Esto cambia, así que si este sitio ya era ignoto por casi toda la humanidad, a partir de ahora lo será un poco más. Que nadie se asuste, lo superaré.

La pena es no poder también modificar los datos en Twitter y Facebook. Qué se le va a hacer.

martes, 7 de junio de 2011

La plaza de Colón de Madrid, vetada para los skaters

Paso a menudo por la plaza de Colón de Madrid. Y era frecuente encontrar casi en cualquier época del año a jóvenes en monopatín practicando y haciendo saltos y piruetas. Me llamaba la atención su arquetípica indumentaria: sudaderas con capucha, pantalones XXL, gorras, auriculares... Todo muy de película americana. Siempre me preguntaba si vestirse según el cliché explotado por las multinacionales era lo que esos chavales entendían por rebeldía. Probablemente no era algo que se plantearan, pocos son los adolescentes que se cuestionan cosas como esa. El caso es que todo esto me parecía finalmente accesorio. Lo primordial era que esos chicos empleaban su tiempo libre en hacer deporte, socializar y, en cierto modo, cultivar el espíritu de superación. Y todo ello me parecía muy sano.

Hasta que esto dejó de ocurrir.



La foto que antecede (pinchar para ampliar) es el estado del tramo peatonal de la plaza de Colón en la actualidad. Este era el lugar antaño frecuentado por skaters madrileños. Digo antaño porque la última reforma del pavimentado parece que tenía como única finalidad echar a estos jóvenes del lugar. Objetivo conseguido, por cierto. Esas franjas transversales que se observan y que atraviesan la calle a lo ancho son tiras adoquinadas cuyo relieve detiene en seco a cualquier monopatín, o como poco dificulta mucho su avance. En paralelo a la vía, el ancho bordillo que antes era plano, y al que subirse suponía un reto para los skaters, ha sido salpicado de placas de piedra a intervalos de forma que ahora tiene un relieve escalonado. Huelga decir que no hay quien patine por ahí, tal y como se aprecia también en esta otra imagen (pinchar para ampliar).


Como digo, desde que la plaza sea abrió por completo al público con este nuevo pavimentado no he vuelto a ver a los chavales del monopatín. Ni un solo día. De ahí que, no encontrándole otro sentido a esta reforma, termine por deducir que el objeto de la misma era, precisamente, impedir la cómoda práctica de tan lúdico pasatiempoDesde luego, para solucionar el problema de acumulación de agua cada vez que llueve no ha sido a juzgar por las fotos. Dinero público invertido, en definitiva, para que unos jóvenes que solo quieren pasar un buen rato sin molestar a nadie vean como su lugar de reunión se convierte en un sitio hostil para ellos. 


Un momento. ¿He dicho sin molestar a nadie? Veamos, no niego que las idas y venidas de estos quinceañeros sobre ruedas no pudieran suponer motivo de molestia para algún transeúnte. En sus denodados intentos por mejorar su repertorio de cabriolas es cierto que a veces no eran muy conscientes del tránsito humano alrededor suyo, pero a mí nunca me supuso un problema cada vez que tuve que atravesar la plaza. Qué demonios, ¿molestaban más que el corte de calles con motivo de la celebración de una competición ciclista, una manifestación o una procesión? ¿Causaban más perjuicio al viandante que el ruido del tráfico o la polución? ¿Merece la pena en la España de los casi 5 millones de parados y casi nulas expectativas de futuro privar a unos jóvenes de tan sana diversión? Se me ocurren cosas mucho peores en las que esos muchachos podrán emplear su tiempo libre ahora que saben que los poderes públicos actúan para excluirles del uso de una ciudad que tienen igual derecho a considerar suya.

domingo, 9 de enero de 2011

El país que estamos construyendo

Ayer sábado por la tarde fui testigo de un hecho que, bajo mi punto de vista, dice mucho del carácter de los ciudadanos que pueblan este país llamado España. Estaba yo de visita por un centro comercial cuando me topé con un teatro de guiñol para niños. Me detuve por motivos que no vienen al caso y me convertí en espectador durante un buen rato. Había dispuestas una filas de asientos que ya estaban ocupadas por críos, por lo general menores de diez años, que esperaban pacientemente el comienzo de la representación.


Finalmente, ésta empieza, y como suele suceder en teatrillos de este tipo los monigotes piden la implicación del público durante el transcurso de la función, de tal modo que los niños se van emocionando poco a poco.


Un niño sobreestimulado sin el control de sus padres es una bomba de relojería,  así que imaginemos a una veintena. El caso es que, atraídos por el bullicio y oliendo la diversión, llegaron más niños que, al no haber sitios libres, se colocaron delante de la primera fila, apoyados sobre una valla que hacía de separación entre la chavalería y la caseta de marionetas, obstaculizando la visión de los que habían estado esperando. En pocos minutos, lo que empezó siendo una tranquila parroquia infantil se tornó en anarquía pura y dura. Palomitas y otros objetos, por fortuna poco contundentes, volaban hasta los guiñoles; los niños más cercanos a la caseta de representación intentaban atrapar las marionetas; los llegados en último lugar no dejaban ver a los que disciplinadamente habían esperado sentados en su silla. Ante el caos desatado, los propios actores tuvieron que pedir contención a los infantes y ayuda a sus acompañantes adultos, amenazando incluso con detener la función.


Entiendo que los niños son niños, y están en la edad de comportarse de ese modo pero, ¿y los padres?


A pesar de haber un buen número de padres presenciando el espectáculo, ninguno hizo lo más mínimo para controlar a sus hijos (si acaso, algún débil y patético intento que era sistemáticamente ignorado). Imaginemos la escena: niños que llegan los últimos para menoscabar el derecho de quien ha llegado primero y hace gala de buen comportamiento; que impiden a los actores el normal desarrollo de su tarea profesional; que convierten una actividad lúdica en un monumento al desorden donde la educación y el respeto brillan por su ausencia. ¿Y ningún padre es capaz de mover un solo dedo para corregir a sus retoños? ¿No pudieron demostrar algo de civismo? ¿A ninguno se le abrieron las carnes al observar como su hijo participa en la ley de la jungla preso de la euforia, sabedor de que no hay límites?


Dicen que los hijos son fiel reflejo de sus padres. Si esto es así, ya podemos irnos preparando con la generación que nos espera, porque la educación que reciban será impartida en gran medida por estos padres indolentes, carentes de sentido del civismo y a quienes el bien común parece importarles un bledo. En su casa podrán ser un modelo de autoridad, pero demuestran no haber educado a sus hijos en valores que les permitan participar de una actividad colectiva tales como la solidaridad, la colaboración, la empatía o la ayuda mutua. Tan simple como el "no le hagas a otro lo que no te gustaría que te hicieran a tí". Y esto, a estas edades, ya puede hacerse. Por lo visto, es más cómodo abdicar de la responsabilidad de enseñar a vivir en comunidad y ceder a la individualidad y a los beneficios inmediatos que proporciona.


¿Que ciudadanía se construye así, extrapolando a nuestra sociedad lo visto en el centro comercial? Pues que por un lado están los que, educados para avasallar por acción u omisión, avasallan al amparo del civismo ajeno y la permisividad de los poderes públicos; y por otro, los educados con arreglo a normas de convivencia, pero que ven como sus enseñanzas no sirven ante los avasalladores y que encima estos no reciben castigo ni reprimenda por serlo. Su conclusión podría ser, ¿para qué ser bueno y respetar las normas si hay quien las incumple gratis y además consigue antes lo que quiere?


Pues ese es, me da la impresión, el país que estamos construyendo.

viernes, 24 de septiembre de 2010

La huelga general y la imposibilidad de hacerla

No acostumbro a utilizar esta bitácora para hablar de mí, pero tengo necesidad de sacar afuera lo que llevo dentro. Hoy en el trabajo nos han pasado un papel en el que debíamos consignar nuestra intención de acudir o no a nuestro puesto el próximo día 29, jornada de huelga general. Notaba que me desgarraba por dentro mientras escribía mi nombre y me identificaba como empleado, pasando a continuación a sentir una profunda decepción hacia mí mismo. No he tenido valor para hacer otra cosa. No paro de repetirme que si esta situación se da 20 años antes y sin cargas familiares a mis espaldas jamás hubiera consentido tal coacción; que ahora hay personas que dependen de mí y que no puedo poner su bienestar en juego por una cuestión de convicciones personales. Me parecen argumentos de notable utilidad práctica, pero que desde la óptica del amor propio y la dignidad personal me dejan profundamente insatisfecho.

He cedido, he permitido que pasen por encima de mí. Pregunté a un veterano de la empresa y me confirmó lo que ya había oído antes: según su criterio y a tenor de su experiencia, quien haga huelga el día 29 sufrirá represalias.
¿Cómo puedo estar seguro? Por un lado, tengo su testimonio con dos décadas de experiencia detrás; por otro, el papel que se chiva por anticipado de los empleados díscolos. ¿Puedo permitirme la duda? Los últimos que se atrevieron a ejercer su derecho a la huelga, me dice, terminaron en la calle. La situación laboral vigente entonces del sector al que pertenezco facilitaba la osadía. Había alternativas. Ahora, siendo mi sector el más golpeado por la crisis, solo quienes disfrutan de una posición más segura se la juegan. No, no me vale, no me sirve como justificación moral saber que he hecho lo único que podía hacer para salvaguardar mis intereses más cercanos. Porque mis intereses son también los del resto de la clase trabajadora, los del resto de asalariados que, como yo, ven cómo se produce un recorte en nuestros derechos como no se conocía desde hace décadas. Y que comprueban cómo la clase dirigente, hipócrita, corrupta y codiciosa en extremo se enriquece en forma directamente proporcional al empobrecimiento de la mayoría. Y yo me he visto agachando la cabeza ante todo ese cúmulo de felonías. Tragar saliva es lo único que se me ha ocurrido hacer.

Espero que la huelga del día 29 sea un éxito. Me solidarizo con quienes, al igual que yo, renuncian a su legítimo derecho a realizar la huelga por temor a perder lo poco que tienen.
Un sueldo menos en casa es hoy día una tragedia familiar y una carga adicional para el Estado, el cual se encuentra en un proceso de derribo del que pocos saben en qué situación saldrá, pero o mucho me equivoco o lo de ahora ha llegado para estar muchos años con nosotros. Solo encuentro una objeción a la huelga, y es que celebrada en tiempo de crisis garantiza que lo que yo he descrito en esta entrada se multiplique por tropecientos. Pedir este esfuerzo cuando mantener el empleo ya supone uno muy grande sería lo más cuestionable de la convocatoria, dejando a un lado polémicas sobre sus convocantes.

Conseguir que el trabajador se sienta como hoy yo me siento, hundido y desmoralizado, es una de las metas de ese empresariado sin escúpulos.
No dejen, si está en su mano, que les pase lo mismo. Hay que protestar en la medida que se pueda. Les dejo con un par de comentarios escritos en El Descodificador, el blog de Javier Pérez de Albéniz, lugar en el que unos cuantos comentaristas parecemos camino de formar una pequeña comunidad. Son del mismo autor, firma como RRR y deberían ser de obligada lectura para aquellos que aún piensan que la lucha obrera es cosa del pasado. AQUÍ y AQUÍ.

martes, 31 de agosto de 2010

Mar de amor, mar de risas


En este comienzo de nuevo curso aún no he recuperado la actividad bloguera que uno desearía, de ahí que todavía no pueda darle a la bitácora un mínimo de continuidad. Para mantenerla a flote voy a comentar el que ha sido uno de mis mayores descubrimientos del verano, que no es otro que la telenovela mexicana Mar de amor que emite cada día TVE1 por las tardes.


La verdad es que no se por dónde de empezar porque este serial es un pozo inagotable de momentos descacharrantes. No estoy puesto en materia de culebrones, pero este me ha seducido por lo involuntariamente carcajeante de su desarrollo, lo definitivamente ridículo de sus situaciones y las patéticas interpretaciones (con perdón) de sus (presuntos) actores.


La trama no tiene mayor misterio: intrigas, pasiones, engaños, personajes que aparentan lo que no son, malos malísimos, buenos de manual... El protagonisma masculino es militar, de la marina a juzgar por el uniforme blanco y la gorra que luce con frecuencia. Eso sí, el tipo gasta unos pelos que serían la envidia de uno de los miembros de Loco Mía. En no pocos países semejante pelambrera le valdría un consejo de guerra... Su técnica interpretativa, basada en la inacción muscular facial, es derivada de las grandes escuelas actorales que han dado talentos al séptimo arte en materia de interpretación como... Chuck Norris. Y sin cirugía, que tiene más mérito. Memorables son sus primeros planos, frecuentes en este tipo de producciones, los cuales parecen fotos fijas estáticas. Y quizá lo son.


Luego está la chica, por la que el militar está colgada, que además se llama Estrella Marina... Y es que todo es poesía en este culebrón. La gachí es pánfila como ella sola; de hecho, su semblante denota un problema de falta de sueño hasta el punto de parecer siempre al borde de la narcolepsia. La cuestión es que estaba indecisa entre el marinero greñudo y un psiquiatra adicto a la gomina, lo que ha debido granjearle profundas enemistades ya que hay quien quiere matarla. El homicida es un calvorota que para perpetrar sus fechorías se disfraza de cantante de Judas Priest (o de gay sadomaso, todo de cuero negro, gorra incluida). Y ojo, pese a gozar de posición aparentemente acomodada el colega comete sus crímenes con ¡un cúter! ¿No le dan las rentas para un miserable cuchillo? Si en la teletienda venden un juego completo por unos pocos euros ¡y te regalan otro! ¿Cómo puede ser tan cutre pudiendo recurrir al cheff Tony?


Hay aspectos que llaman poderosamente la atención, como es que si aparecen individuos de apariencia indígena estos se ocupan de labores domésticas o su papel es muy reducido. Está visto que la correción política aún no se ha hecho hueco en este tipo de producciones. En el otro extremo de la galaxia, la proporción de mujeres de ojos azules que aparecen es notable. Las hay que más que mexicanas parecen suecas, y casi todas con un vestuario que parece sacado del guardaropa de un puticlub. En especial hay una, la mala de turno, con unas domingas descomunales que no duda en lucir palmito a poco que el guión (con perdón) se lo ponga fácil. Hay que justificar los dólares de la operación de estética, of course. En una escena antológica acompaña al militar de pelo estropajoso a pagar el rescate de un pobre niño secuestrado, y la tipa va ataviada como si la estuvieran esperando en la pasarela Cibeles. Sería para causar buena impresión al secuestrador, (que no era otro que el terrible asesino del cúter)...


Luego hay secundarios impagables, de esos que terminan por redondear la función y darle el toque definitivo de calidad. Tal es el caso del padre de la pechugona pérfida, un viejo tocado con un sombrero de paja que no se quita ni para dormir, tal que si lo tuviera pegado con loctite, y que le hace parecer el abuelo de Benny Hill.


Pueden pensar que ante tan dantesco panorama lo que a uno le invade es la vergüenza ajena. No lo voy a negar, esta telenovela desata una vergüenza ajena inmensurable, desconocida por el género humano, se sale de toda escala. Pero también es cierto que si uno logra sobrepasar el umbral, ese punto crítico (algo así como el momento del paso al hiperespacio de la nave de Star Trek), termina flotando en una atmósfera de indiferencia que permite apreciar los aspectos aquí reseñados. Es cuestión de mentalizarse. Yo no lo pude evitar: durante las vacaciones me enganché a Mar de amor. Es lo que tiene no ser persona de siestas. Eso sí, las risas que me he echado no me las quita nadie.

sábado, 21 de agosto de 2010

Estampas veraniegas

Para bien o para mal estamos de vuelta. Las vacaciones se acabaron. Entre siestas, playa, cine y mojitos he tenido tiempo de recoger en mi cámara algunas estampas que me han parecido merecedoras de ser plasmadas y comentadas en este blog, aunque solo sea para ir cogiendo fuelle en este ya, para un servidor, comienzo del inicio del curso.

Esto lo vi en la sección de libros de la mayor cadena de centros comerciales de España. Mortadelo y Filemón son parte de la infancia de millones de ciudadanos, también la mía, pero no se me hubiera ocurrido nunca llamar a la obra de Ibañez "literatura". Igual hay que emplear ese eufemismo, "novela gráfica", que los modernos emplean para referirse al tebeo de toda la vida.


La siguiente fotografía la saqué en el quiosco de un restaurante de carretera. La liberación sexual está tan a pie de calle que ya hay revistas que ofrecen consoladores como reclamo para captar compradoras en este caso. Una revista llamada Singles (solteros) regala una "bala vibradora" con su número de agosto. Y a disfrutar del veranito. Pero con precaución y sin atropellarse, de ahí que el invento posea "velocidad progresiva", algo que, supongo, cualquier amante de los dildos sabrá apreciar.


Todavía coleando la polémica de los toros en Cataluña, en mi lugar de veraneo han tenido que hacer un resaltado en los carteles anunciadores de las fiestas locales, aclarando para los despistados que un toro embolado, que resulta de atar un par de bolas llameantes a los cuernos de un morlaco para que después una muchedumbre alcoholizada lo persiga y lo acose, es un "espectáculo sin violencia". Debe ser que para estos todo lo que no termine con el suelo convertido en una piscina de sangre no es violencia. Creo que en la Edad Media pensaban de forma similar.


El socorrista de la playa de Morro de Gos en Oropesa. Cualquier parecido con Los vigilantes de la playa es pura coincidencia.


La estampa merecía más instantáneas para ver el cuadro completo. El puesto de socorro le quitaría todo el sex-appeal a la Pamela Anderson de sus mejores momentos, no me digan que no


Y me digan lo que me digan, yo no me imagino a David Hasselhoff sentado aquí. Y con patrocinador lácteo. Más que un puesto de socorrista parece la sombrilla que un par de manolos han abandonado momentáneamente para ir a por más cervezas.


Y termino con una foto algo más antigua, de principios de verano calculo, y que tenía olvidada en mi tarjeta. Es de la entrada al parque de bomberos que hay junto a la plaza de Manuel Becerra de Madrid. No se si conmoverme por la preocupación que los chicos del hacha y la manguera demuestran tener por los ciudadanos o acojonarme al comprobar la forma de gestionar los servicios esenciales que tiene la gente a la que votamos.


Pero empecemos el nuevo curso con buen talante. Además, en agosto esta bitácora cumplió cuatro años.

viernes, 23 de julio de 2010

¿En qué lado de la cama duermes?

AVISO: esta entrada es una ida de olla personal de campeonato. Quien se adentre en ella que lo haga bajo su propia responsabilidad, ya que puede no interesarle en absoluto. Es solo que tengo la necesidad de dejar constancia de algo en lo que me he visto envuelto durante varios días de esta semana.


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Durante la semana me he visto involucrado en una discusión, debate, polémica o como queramos llamarlo, que parte de una pregunta tan simple y trivial como la que sigue:

¿En que lado de la cama duermes?

Una vez formulada esta cuestión las posturas, dentro del grupo de personas que en ese momento allí nos encontrábamos, se dividieron entre quienes pensaban directamente en el lado derecho de la cama, visualizando esta como un objeto que tiene su comienzo en el cabecero, su final en los pies y su “cara” en el lado del cabecero opuesto a la pared, y quienes nos situábamos de frente a los pies del catre para definir la derecha de la cama como la derecha del observador, nuestra derecha. Es decir, según como se procese la pregunta esta puede dar dos posibles respuestas.

Quien defendía la primera opción lo hacía, a mi entender, desde una posición absolutista. Su argumentación partía del convencimiento extremo de que
la información debe ser procesada de forma que nos resulte útil, y para ese fin se inventaron conceptos como izquierda y derecha, entre otros muchos. Según esta postura, la cama es un objeto con un lado derecho y un lado izquierdo claramente definidos que deben estar inequívocamente identificados por toda persona no disfuncional, y que no hacerlo así denota cierta “carencia” a la hora de tratar la información.

Por el contrario, yo aduje que es normal y natural que la información que un observador recibe la juzgue con referencia su propia persona, y de ahí que,
instintivamente, se haga coincidir la derecha o la izquierda de los objetos como las propias de uno. Sostuve que la información que recibimos depende siempre de la situación del observador, como ya postuló en su día Einstein: todo es relativo. Obtuve como respuesta que para que los datos que recibimos nos resulten útiles hay que ordenarlos buscando la simplicidad, y que simplificar siempre es la mejor opción para procesar lo cotidiano. Me sugirieron que mi forma de procesar la información en respuesta a la dichosa pregunta, compartida por más personas presentes, era peor ya que necesitaba más información de la que mis interlocutores necesitaban para responder a la misma cuestión y, por tanto, yo (y quienes se expresaban como yo) padecíamos algún tipo de tara que nos impedía ver la realidad sencilla de las cosas. Vamos, que nos complicábamos la vida mientras que nuestros oponentes iban directos como una flecha a la solución más fácil.

Por concretar, si a la pregunta arriba expuesta se contesta “el derecho”, con ese dato, según la postura que considero absolutista,
es suficiente para conocer la respuesta sin dudar. Sin embargo, quienes se respondan basándose en el punto de vista del observador tienen un problema.

Los conceptos de izquierda y derecha son, como ya he señalado más arriba, conceptos humanos. Los cosas no tienen según que cualidades hasta que nosotros se las otorgamos. La lógica nos dice, o nos podría orientar, sobre cual es el lado derecho de la cama vista esta como tradicionalmente se la imagina: apoyado el cabecero en la pared con un pequeño pasillo a ambos lados (¿realmente es algo tan implantado como para considerarlo un argumento absoluto?). Estaríamos ante un dato designado a fin de solucionar una pequeña parte de nuestro devenir cotidiano a través de la lógica y el sentido común,
pero no es este un problema de lógica, según mi parecer, sino de comunicación.

Cuando alguien pretende transmitir una información, la que sea, ha de intentar, si está en su interés que esa información llegue al mayor número de personas posible, evitar los mensajes confusos.
Dada la respuesta que tuvimos las diferentes personas a las que se nos presentó la cuestión y el debate que surgió, la respuesta que dieron mi oponentes es confusa. No es concluyente porque generó dudas en parte del pequeño grupo que allí se encontraba, mientras que alguno de los representantes de la opción absolutista se jactaba de que la simplicidad es la vía más rápida para comunicar, llegando a insinuar que, viendo cómo la conversación alcanzaba cada vez tintes más elevados, la filosofía no hacía otra cosa que complicarlo todo. A la vista estuvo que su parecer (la respuesta simplificada) no era el correcto, o al menos no siempre y rotundamente no en este caso.

Por el contrario, la respuesta como yo la daba (a la derecha según estoy de frente a la cama o tumbado boca arriba)
es inequívoca. No hay posibilidad de confusión porque todos podemos imaginarnos la escena y nadie ignora cual es su derecha o su izquierda (salvo los disléxicos). En cambio, contestando únicamente “el lado derecho” se crea la duda. ¿El derecho de la cama o el derecho del observador? ¿El derecho una vez tumbado o estando aún de pie? ¿Considerando como objeto principal de la escena a la cama o al observador?

Podemos poner como ejemplo de que los conceptos de izquierda y derecha son relativos en no pocas ocasiones el propio monitor que este momento estás mirando. Si te piden que pegues un post-it a la derecha del monitor, ¿en que lado lo pones? ¿A tu derecha o a la derecha de la pantalla considerando la parte que miras como su “cara”?
¿Se genera una respuesta automática e inequívoca o por el contrario surge la duda acerca de cual es la respuesta adecuada, cuando no se responde directamente en contra de la percepción absolutista de mis interlocutores, interpretando la derecha del monitor como “tu derecha”? ¿Alguien podría concluir que, de una muestra representariva de personas, la inmensa mayoría contestará en un sentido o en otro? ¿O acaso no es razonable presuponer que la duda cundirá en no pocos casos? Es decir, que de tres posibilidades (en un sentido, el opuesto y la duda) dos son contrarias a la postura absolutista.

Se me puso el ejemplo del código de circulación, de cómo está de bien definida la noción de izquierda y derecha para generar orden y de cómo de ahí surge una analogía para validar el absolutismo de estos conceptos. Pero tenemos algo que lo relativiza, y es algo tan cotidiano y familiar como la escritura. En Occidente se escribe de izquierda a derecha, y así lo hemos escuchado siempre.
Pero hablamos de nuestra izquierda y nuestra derecha, no las del papel, el cual carece de estos atributos hasta que alguien comienza a escribir sobre él. Del mismo modo, cuanto empleamos un teclado los caracteres aparecen en pantalla de (nuestra) izquierda a (nuestra) derecha, y expresarse teniendo al monitor como objeto principal de la escena, lo que daría lugar a decir que escribimos de derecha a izquierda, en lugar de a nosotros mismos es lo que, a todas luces, resulta anómalo. Por ello, es imposible concluir como remataba alguno de mis oponentes dialécticos que la izquierda y la derecha de la cama son términos absolutos: depende del punto de vista del observador, que es lo que defendí desde el principio.

Este sujeto, además, infería que una uniformización de reglas llevaría a un mayor orden y que relativizarlo todo conduce al caos. No se trata de relativizarlo todo; aunque Einstein demostrara que las cosas no son como las percibimos sino que están condicionadas por cómo las percibimos,
es cierto que la creación de reglas y el respeto a las mismas es necesaria para que las personas puedan vivir en sociedad (salvo para los anarquistas, supongo). Pero no se puede pretender que un esquema mental concreto, que lleva a mantener determinado orden sobre cosas que en absoluto están uniformizadas, debe ser norma general porque "su" lógica así se lo dicta, y si no es así es que algo falla en tu cabeza. Porque ese es el tipo de pensamiento que conduce a la despersonalización, a sometimiento del individuo y, en definitiva, a los totalitarismos de los que tan siniestras muestras hemos tenido durante el siglo pasado. Una sociedad así es una sociedad que no se hace preguntas y, por lo tanto, no avanza.

Pero como ya he dicho, no creo que sea un problema de lógica, sino de comunicación. Repitamos la pregunta:
¿En que lado de la cama duermes?
Responder solamente “en el derecho” genera confusión habida cuenta del razonamiento desarrollado y de la experiencia empírica, mientras que contestar "en el lado derecho según me tumbo boca arriba" es más específico y despeja cualquier duda. Así es si lo que se quiere es comunicar y tener éxito en la comunicación. Lo otro, junto con el razonamiento que mis oponentes le han asociado, es fruto de tratar a las personas como si de máquinas se tratase, las cuales han de responder de idéntica forma a estímulos idénticos, obviando el componente emocional de nuestra naturaleza y que tanto condiciona nuestra existencia.

Cine de 2021 que ha pasado por estos ojos

A continuación dejo un listado de las películas de 2021 que han visto estos ojitos, junto con un enlace a la reseña que dejé en Filmaffinity...