Una de las últimas propuestas realizadas por el ¿líder? de la oposición, Rajoy Brey, consiste en obligar por ley a todo inmigrante que pretenda la regularización a firmar un contrato que le comprometa a cumplir con unos mínimos que le cataloguen como alguien que acepta y respeta las “costumbres españolas”.
¿Costumbres españolas? ¿Y que demonios responde a semejante apelativo? Así a bote pronto se me ocurre la siesta, pero es que yo no hago siesta ¿soy por ello indigno de los derechos que me asisten por el hecho de ser español y pagar impuestos? ¿O de lo que se trata es de ser ejpañol?
Poniéndose en manos de asesores como el exministro Arias Cañete no es de extrañar que a Rajoy se anime a hacer suyas tamañas extravagancias.
¿Qué otros hábitos vendrían a engrosar ésta especie de relación de usos y costumbres con denominación de origen? Me he permitido elaborar un decálogo que puede servir de asesoramiento al inmigrante que, en caso de victoria popular el próximo 9 de marzo, necesite un cursillo rápido de acercamiento a lo que durante décadas se han venido relacionando con la idiosincrasia del ejpañol medio.
- El chato de vino/caña de cerveza antes de comer. Con o sin pincho de tortilla (con pincho más ejpañol si cabe).
- Ir a misa los domingos sin dejar de atender el cepillo (más de medio país corre el riesgo de no recibir el certificado de Ejpaña calidade), lo cual te absuelve de utilizar la asistencia a la iglesia como pretexto para aplicar, también en fin de semana, el artículo 1 de éste decálogo.
- En el caso del hombre de la casa, no pegar un palo al agua en las labores del hogar pero demostrar una disciplina inversamente proporcional cuando de atender la liga de fútbol se trata. En éste último caso, se agradecen una cañita y unos cacahuetes para acompañar dispuestos frente a la tele.
- El jersey de lana de cuello redondo con camisa debajo. Atuendo ejpañol de libro.
- Ser del Real Madrid o, en su defecto, no ser del Barça.
- No respetar ninguna cola, salvo la formada en un funeral para dar el pésame.
- Realizar copiosas comidas de tres horas, siesta incluida (no podía faltar) que llevan a volver del trabajo a la hora de la cena, justo a tiempo para aplicar el artículo 3 de éste decálogo al tiempo que la mujer recoge y friega los cacharros, pone el pijama a los niños, los acuesta (el marido ya se los encuentra bañados) y encuentra algún minuto para recordar que alguna vez tuvo una vida.
Parece que éste decálogo me está saliendo pelín machista... Serán cosas del sentir ejpañol...
- Guardar las apariencias y aparentar buen nivel económico aunque lleves semanas alimentándote de telarañas. Ésto incluye como ingrediente esencial disponer de un coche muy por encima de tus posibilidades adquisitivas.
- Decirle a tu confesor todos tus pecados, en especial aquellos en los que estás dispuesto a reincidir.
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La verdad es que como decálogo de costumbres ejpañolas me ha quedado más que apañado. ¿O no?
Estupendo decálogo. Yo hubiera ampliado el punto de las pequeñas sisas incluyendo la sana costumbre de defraudar a hacienda, labor a la que se aplica cualquier español que trabaje por cuenta propia.
ResponderEliminarHey, amigo clon! Hemos vuelto a coincidir, jajajaja.
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