El pasado domingo 28 se celebró en la plaza de Colón de Madrid, y no fue una inocentada, una multitudinaria misa convocada por las autoridades católicas patrias como acto de exaltación y defensa de la familia cristiana. Uno ha de entender, por tanto, que si algo merece defensa es porque su integridad corre peligo.
De primeras cabría preguntarse, ¿quien demonios son para hablar de la familia un puñado de tipos que renunciaron desde jóvenes a tener la suya propia? ¿Qué sabe ésta gente de lo que supone ser padre o educar a unos hijos como para erigirse en garante de los valores familiares? Y una cosa me lleva a la otra. ¿Cómo podemos calificar a las personas que se muestran permeables a las soflamas de voces tan poco ilustradas en la materia?
Se habla del riesgo que sufre la familia cristiana tradicional pero, hasta donde yo se, la cúria episcopal española jamás ha mostrado tanta beligerancia en contra de lo que en verdad amenaza la estabilidad y la supervivencia de todo modelo familiar: los contratos basura, las jornadas de trabajo extenuantes o la explotación laboral. Tampoco se les ha visto organizar macro fiestas como la del domingo para conminar a las autoridades a promover la conciliación entre vida laboral y familiar.
A éstas personas tan rícamente ataviadas en sus actos públicos no se les ha conocido la más mínima inquietud por el proyecto de la UE, felizmente truncado, de aumentar la jornada laboral hasta las 65 horas. ¿Cómo creen que una familia puede sostenerse cuando los horarios laborales les impiden ejercer ese rol? ¿Qué sabrán de lo que supone llegar a casa reventado del trabajo y tener que atender las necesidades de tu prole? ¿Se les conoce alguna valoración acerca del hecho de que haya miles de niños criándose con extraños porque sus padres ven materialmente imposible compatibilizar horarios?
Dicen que la familia cristiana es el modelo único que debe existir y que legislar de forma que otros modelos pasen a disfrutar de los mismos derechos es una amenaza. Ésto es, que la extensión de derechos a personas que antes no los disfrutaban supone, para los Rouco's boys, un atentado para los derechos de los cristianos, pese a que éstos no se ven trastocados en lo más mínimo. Ni que decir tiene que es una visión totalitaria donde las haya en la que el único objetivo es convertir el credo católico en predominante. Y luego dicen que lo suyo no es política.
Hablan de riesgo y amenaza cuando a día de hoy las ayudas estatales a las familias son mayores que nunca (aun siendo escasas en comparación con la rica Europa), tenemos permiso de paternidad por primera vez y se estudia ampliar (escasamente, todo hay que decirlo) el de maternidad. Pero no, qué van a entender éstos cuando jamás han tenido la responsabilidad de criar a un hijo ni de sostener a una familia con su sueldo. Para ellos las amenazas son el matrimonio gay y el divorcio express, dos opciones a las que las personas acceden voluntariamente y sin menoscabo alguno para quienes no las contemplen.
Pero ya sabemos que Iglesia Católica y libertad son términos radicalmente excluyentes entre sí.
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Por desgracia, ésa es la realidad. Roma, como dice el dicho, “no parará hasta conquistar”. ¿Por qué? Muy sencillo, aunque complejo a la vez:
ResponderEliminar1. El mundo está en crisis (moral, espiritual... y encima económica), y las ideologías ya quedaron obsoletas.
2. Ellos siempre se presentaron como los portavoces de lo Intangible (y, por tanto, infalsable), cosa hoy día cada vez más atractiva.
3. Mientras otros especulan o juguetean, ellos planifican seriamente desde su insaciable sed de Poder.