Sólo pude ver la segunda mitad de la entrevista que ayer mantuvo Iñaki Gabilondo con el Presidente Zapatero en la cadena de TV Cuatro, pero en ese rato salió a colación un tema que ya daba vueltas alrededor de mi cabeza desde hace varios días. Tras enumerar ZP una serie de logros que, a su juicio, se habían conseguido en lo que llevamos de legislatura, su entrevistador le espetó acerca de por qué entonces los titulares de los medios estaban siempre copados por otros asuntos, muchas veces de mucho menor peso real. En especial todo lo relacionado con ETA. Sobre todo mientras el espacio mediático destinado a citar esas consecuciones que al Presidente le parecen tan cruciales es prácticamente cero.
Gabilondo disparó al muñeco: la política de comunicación del Gobierno es mala, o sus responsable, si los hay, no saben trasmitir sus logros. Zapatero dio una respuesta que me pareció de lo más coherente y acertada: los que definen los términos en los que el ciudadano recibe la información son, precisamente, los medios. También dijo que ésto mismo se le achacó en su momento a José Máría Aznar cuando su popularidad iba decreciendo, cosa de lo que yo y muchos ciudadanos asiduos a determinadas tertulias (ya sea voluntaria o involuntariamente, tal era mi caso) podemos dar fe.
Ante semejante cuestión me planteo lo siguiente, ¿qué puede hacer un Gobierno para que medidas tan importantes pero tan poco conocidas por el gran público (hablando de la legislatura actual, pero ésta entrada es igual de válida con un gobierno de otro color) como la Ley de Dependencia, La Ley de Igualdad o la Ley del Suelo pasen a formar parte de las conversaciones de cafetería y de las charlas familiares?
Se me ocurre que el Presidente podría implementar un programa en la TV pública al estilo del Aló, Presidente que disfrutan los venezolanos gracias al sin par Hugo Chávez. O quizá habría que obligar por ley a que todos los ciudadanos se tragaran por televisión todas y cada una de las sesiones parlamentarias en las que se debatiera sobre cuestiones clave. Tal vez la instalación de monitores en grandes lugares públicos, informando a los ciudadanos durante 12 horas seguidas de cómo su Gobierno trabaja para su bienestar, sería una opción a sopesar. O practicar el buzoneo masivo con miles de dvd's explicativos de la labor de gobierno, o recuperar el entrañable NO-DO antes de cualquier proyección cinematográfica, o...
En fin, creo que éstos pocos ejemplos, a cual más grotesco e inasumible, ejemplifican bastante bien lo que pretendo decir. No existen, ni pueden existir, cauces de comunicación muy distintos de los que conocemos actualmente para conectar al ciudadano medio con lo que su gobierno hace por él. Todo está en manos de los medios de comunicación, que son los que hacen llegar la información a la gente, los que la filtran antes de ser consumida. Pero, PERO, ¿qué ocurre con éstos medios? Ese es el quid de la cuestión.
La prensa escrita, las cadenas de radio y, en menor medida, las televisiones no se comportan como meros transmisores de información cuyo fin es entregarla en bruto par que el lector/oyente/espectador la procese y extraigas sus propias conclusiones. La inmensa mayoría de ellos pertenecen a grupos empresariales con unos esquemas ideológicos bastante perfilados; y, en algunos casos, extremadamente perfilados. En España, la prensa funciona más como un órgano de propaganda del sector ideológico/político/económico al que pertenece su grupo que como verdaderos contenedores de información. Apenas existe la información neutral, los titulares de batalla se suceden a diario, cada medio siempre precocina las noticias barre para casa y se presenta como el summun de la objetividad mientras intenta sembrar de mierda el patio del sector rival.
Con éste panorama, es lógico que las consecuciones de un Gobierno que más se distancian de los temas candentes, esos que levantan pasiones, copan las tertulias, llenan las portadas y, visto lo visto, aumentan las cuentas de beneficios, pasen desapercibidas. Lo que no aparece en los titulares de los periódicos o en los boletines de radio no existe, parece ser la máxima. La prensa afín siempre incidirá en ello para contrapesar (sin que ello sea un obstáculo para deslizar su dosis de intoxicación concerniente al rival político), pero la prensa crítica apenas le concederá relevancia. De éste modo tan sólo podremos decir que una pequeña parte de los ciudadanos está debidamente informada de las actuaciones que el Ejecutivo lleva a cabo para mejorar su vida, mientras que el resto de la población que atiende al espectro mediático, a base de observar cómo la prensa de oposición magnifica a diario cada error, cada traspiés, se termina convenciendo de que su Gobierno no es más que un hatajo de incompetentes que merece su desprecio.
Y si a éstos últimos les añadimos los que se alimentan de titulares, los que se informan de oídas, los que piensan que un columnista o un locutor son gente de fiar sólo por disponer de un púlpito mediático, tenemos lo que tenemos: un país en el que los ciudadanos no buscan informarse, sino que sólo buscan confirmar sus prejuicios.
En resumidas cuentas, la prensa española apesta. Los grandes medios, esos que siempre están ocupando los primeros puestos en el EGM, trafican con las noticias para ofrecer al usuario una visión sesgada de la realidad que se ajuste lo más posible a lo que sus intereses bastardos precisan. Y todo, con la anuencia de un público abotargado, al que 40 años con el espíritu crítico reprimido han convertido en presa fácil de ésta caterva de filibusteros de la pluma y el dial. El debate público está en sus manos, y son un auténtico poder en la sombra.
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Hola Flash, no sé si seré bienvenido en tu blog después de nuestra "agria polémica". ;-)
ResponderEliminarNo puedo estar más de acuerdo contigo: los medios son lo que el empresario de turno es y es triste no encontrar información sino opinión por todas partes...
... Pero déjame que te haga un par de apuntes:
1. Me imagino que te referirás a todos los medios, ¿o sólo a los de mi banda?
Y 2. ¿Por qué hablas de "caterva de filibusteros de la pluma y el dial"? ¿Es sólo un olvido o hay algo más y reconoces implícitamente que lo que en prensa escrita o radio puede estar decantado hacia un lado, en televisión está justo al contrario? Esa es mi opinión: la línea de la mayoría de los informativos televisivos es por definición "progre", si se me permite el prejuicio...
Un saludo
No hay problerma, Big, apenas nos conocemos y me parecería estúpido enemistarme de por vida con alguien que apenas conozco. Dejamos cada uno claramente expuesta nuestra postura, discrepamos, pero como siempre digo, y sin restarle relevancia a las intervenciones en foros y bitácoras, ésto es un pasatiempo, sobre todo un pasatiempo.
ResponderEliminarCreo que no he personalizado en ningún grupo mediático o sector ideológico, por lo que sólo cabe deducir que los meto a todos en el mismo saco. He estado tentado pero he preferido quedarme para mí esa reflexión.
Sobre el segundo punto, quizá tengas algo de razón, pero no sabía como denominarlo, ¿filibusteros de la imagen, filibusteros catódicos? XD Además, ser parcial y sectario no implica necesariamente filibusterismo.
Es una opción como cualquier otra sacar los trapos sucios del adversario y callar los propios, y eso es lo que critico. Pero media un abismo entre eso y mentir descaradamente sin nunca rectificar, o navegar en la permanente calumnia. Y hay medios que ya han sido sentenciados judicialmente por ello.
De todas formas, la prensa española por lo general es mala, pero opino que la de derechas es especialmente reprobable.