jueves, 18 de octubre de 2007

Hollywood hace caja a costa de la calidad de sus productos

La llamada Meca del cine es proclive a comerse a sus hijos cual Saturno goyesco. Basta con que una de sus películas alcance un cierto reconocimiento comercial para que los ejecutivos de estudio apuesten por exprimir el filón hasta que el último dólar caiga en el saco, aun a costa de sacrificar la calidad del producto. Segundas y terceras partes (o más) nacen al calor de un ánimo de lucro desmedido sin importar que la idea original se pervierta hasta convertirse en una parodia de la misma, sólo importa que la cuenta de resultados sea satisfactoria. A ésto se le llama crear una franquicia.

Es inminente el estreno de la cuarta parte de Saw, cinta de terror del año 2004 que con el tiempo se ha convertido en objeto de culto entre aficionados al género y referente de piezas aparecidas con posterioridad. Conjuga abundantes dosis de tensión psicológica con notables detalles de horror físico, todo ello enmarcado en una atmósfera malsana y opresiva culminado con un final de los calificados como sorpresivo. Para quien así lo quiso entender, suponía también un acercamiento a la vertiente sádica y perversa de la naturaleza humana materializado en los crueles retos que el criminal protagonista obliga a acometer a sus indefensas víctimas. Con sus trampas, que las tiene, Saw es una película de terror psicológico interesante y turbadora.

Pero el éxito de crítica y público (no exagerado pero suficiente) llevó a fabricar una secuela (con el original título de Saw II), la cual, como no podía ser de otra forma, no cumplió con unas mínimas espectativas artísticas. La sombra del plagio le acecha directamente con un desarrollo de la acción muy similar al de otra obra de culto, Cube, y la pretendida sorpresa final se huele a kilómetros de distancia. Un bluff, en definitiva, que se limita a repetir esquemas y estereotipos ya vistos.

De la tercera parte no quise ni oir hablar y ahora nos llega la cuarta (¡tres secuelas en tres años!), amenazando con situar a ésta franquicia en la misma categoría de otras tan desprestigiadas como las de Viernes 13 o Halloween. Porque a medida que una saga crece en entregas la expectación disminuye (salvo en las de éxito masivo como Star Wars o Spiderman) aunque siga moviendose en unos niveles considerados aceptables, y esto conduce a los recortes de presupuesto que llevan a la contratación de peores guionistas, actores, técnicos, etc.

Hay franquicias que tras ser agotadas son objeto de reactivación con vistas a ofrecer cine de mayor calidad, como ocurre con la última entrega de Batman, y otras que se mueven en unos baremos más que razonables como la saga Alien (sin incluir los Alien vs Predator, por favor). Incluso hay secuelas que reciben tantos elogios como la película que las originó, tal es el caso de El Padrino, pero lo habitual es lo otro, la progresiva decadencia de subsiguientes entregas de la que Matrix es otro ejemplo clamoroso.

Así funciona el negocio. Una buena idea plasmada en una buena película degenera hasta verse abocada a subproducto exclusivo del vídeo-club o de la tele por cable. Señoras y señores, ésto es Hollywood.

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