Éstas dos bazas no son suficientes para convertir a Shark en otro fenómeno House, en primer lugar porque House fue antes y hay una regla básica del marketing que dice que lo importante no es ser el mejor sino ser el primero, y ahí la serie original de la cadena Fox ya camina en desventaja. Ademas la serie de Cuatro ya va por la cuarta temporada en ciernes y el desgaste lógico empieza a hacer mella en sus capítulos, con lo que trasladar los esquemas de un producto que empieza a producir síntomas de agotamiento a otro nuevo que intenta hacerse un hueco en la parrilla televisiva no parece la mejor elección.
Woods es un actor con experiencia en papeles cínicos y con un punto perverso por lo que el personaje de Shark le va como anillo al dedo, pero el entorno que le rodea no acompaña mucho. Su equipo de ayudantes, aparte de ser un modelo de corrección política (jóvenes WASP, afroamericanos, hispanos,... ¿hay algún judío y se me ha escapado?) que contrasta con el carácter transgresor de su jefe parece haber sido escogido en un casting de modelos más que de actores, todos muy guapos y puestos. Viéndoles, uno no puede evitar acordarse del equipo de médicos que acompaña a Gregory House: está la concienciada, la pelota trepa, el niño pijo (en House éstos dos estereotipos los encarna el personaje del Dr. Chase) y hasta la jefa maciza que mantiene una relación de amor-odio con Stark amén de alimentar cierta tensión sexual.
Son demasiadas similitudes para ser pasadas por alto, y lo que más diferencia una serie de otra, la trama familiar del protagonista de Shark, tampoco juega a su favor. Cada vez que aparece la hija del fiscal Stark en pantalla el interés decae por momentos porque ahí su faceta de tiburón, que es la razón de ser de la serie, desaparece para dar lugar a escenas más propias de otros productos dirigidos a público adolescente. Además intenta atribuirse una función de pepito grillo, tal como hace el Dr. Wilson en House, que no funciona de ninguna manera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario