viernes, 3 de octubre de 2008

Bélgica, un problema en el corazón de Europa

Hace poco hablé con una persona cercana que ha estado varios meses viviendo en Bruselas y me ha contado cómo se respira por allí. Según me comenta, la división social entre flamencos (al norte) y valones (sur del país francófono) es total y prácticamente irreconciliable. Encontró comerciantes de la zona flamenca que se niegan a hablar en francés incluso a los turistas (pretendió ejercitar su francés allí pero si topaba con un dependiente flamenco preferían hablarle en inglés) y pudo comprobar que cuando a alguien de una de las dos comunidades le presentan a un desconocido, su primera preocupación es saber si es "de los suyos" o no.

Según su relato, una de las clásicas quejas flamencas es que los francófonos no quieren aprender su lengua, mientras que en Flandes todos hablan francés. Me sorprendió saber, por ejemplo, que el idioma flamenco (una variante del holandés) no es oficial en Valonia. Los motivos económicos también existen, ya que la zona francófona es más deprimida y menos rica que la de sus vecinos. Un clásico, vaya.

Al parecer, la presión de la UE es uno de los motivos por los que ésta división aún no se ha materializado por completo. Ahí es nada, la capital de Europa, único lugar del país donde aparentemente se practica la convivencia, partida por la mitad no es un plato de fácil digestión para ésta Europa común todavía en construcción, suponiendo además un "peligroso" mensaje para el resto de nacionalismos secesionistas europeos (que no sólo hay en España).

La figura del Rey es mucho más activa que en España, actuando como elemento mediador entre los representantes políticos de ambas comunidades, pese a lo cual los belgas llevan bastante tiempo padeciendo inestabilidades políticas que hacen aflorar aún más el problema de convivencia.

No se qué le puede deparar el futuro a ese país. Y a Europa con él.

1 comentario:

  1. Yo no sé cómo se le ocurrió a alguien fundar un país como Bélgica en un territorio en el que, durante muchos siglos, se han dado de hostias franceses, holandeses, ingleses, alemanes, españoles y alguno más que me dejaré en el tintero.
    De hecho, si ambos territorios no se han separado todavía es porque ninguno tiene claro qué hacer con Bruselas, el único sitio donde flamencos y valones se toleran.

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