Nuevamente, como ya ocurriera hace años con el caso Alcasser, se ha montado un circo mediático alrededor del desgraciado crimen de Marta del Castillo. Lo denuncia Pilar Rahola en un artículo en La Vanguardia que he visto enlazado en el blog de Mercè Perelló. La indignación también ha llevado al periodista Nacho de la Fuente, responsable del blog La huella digital, a crear un grupo de amigos en Facebook llamado RESPETEMOS A MARTA. ¡NO AL CIRCO MEDIÁTICO! Me parece una opción válida y apreciable, pero se queda corta. No ataca la raiz del problema que atañe a la profesión periodística sino que se limita a reaccionar ante sus efectos sin mojarse plenamente.
Hablemos claro. El periodismo en España está seriamente contaminado por pseudoprofesionales que sobrepasan ampliamente su propio código deontológico. Las audiencias les marcan el paso y toda táctica, por cuestionable que sea, es explorada si con ello atisban unas décimas extra de share. La basura campa a sus anchas por algunas cadenas de TV (de radio y medios escritos también, aunque en un ámbito distinto al que nos ocupa) sabedora de que, desgraciadamente, goza de un amplio espectro de público. Pero ese es otro tema diferente del que quiero abordar, porque la mentecatez del televidente no tiene por qué contagiarse al profesional del medio.
Y lo que quiero abordar es la responsabiliad del gremio periodístico en el tsunami de mierda que inunda nuestros hogares cada vez que encendemos la tele. Pienso que es hora de que éste colectivo, si de verdad quiere dignificar su profesión y rescatarla de las garras de la podredumbre moral, debe dar un puñetazo en la mesa y posicionarse sin ambajes contra el periodismo basura. Pero no de forma genérica y nebulosa, sino arrinconando de una vez su proberbial corporativismo señalando con el dedo a los responsables de la ruina moral que asola su profesión.
Los verdaderos periodistas, quienes de verdad aman y defienden la dignidad de su profesión, deben plantarse DE UNA SANTA VEZ y renegar públicamente, dando nombres y apellidos, de aquellos colegas que PROSTITUYEN ésta profesión Y SE SIRVEN DE ELLA para traficar con el dolor ajeno y vender morbo impúdicamente a cambio de unos puntos más de audiencia. Ya es hora de que comprendan que su silencio les hace complices, que no valen declaraciones abstractas e imprecisas cuando sabemos quienes son los que negocian su jugosa nómina en virtud de la inmundicia que son capaces de repartir.
Es hora de un manifiesto de adhesión voluntaria contra el pseudoperiodismo basura practicado por las Ana Rosas de turno, donde dejar claro quien rechaza éstas prácticas y donde podamos comprobar quien las tolera con su silencio. Es preciso que de una vez por todas quienes se consideren verdaderos periodistas se desliguen de quienes no paran de enmugrecer su profesión convirtiéndola en un espectáculo morboso y decadente. Y es necesario que ésta iniciativa parta del propio gremio periodístico, que debería ser el máximo interesado en mantener a raya a sus propios desechos.
Es tan fácil como gritar ÉSTO NO ES PERIODISMO Y NADA TIENE QUE VER CON NOSOTROS. Y que cada uno se retrate con su respuesta.
¿Habrá valor para ello?
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