El periodista Hermann Terstch ingresado tras una pelea en un bar de copas.
Es tanta la comunión entre jefa y empleado, ama y siervo, reina y súbdito, cacique y feudatario, patrona y vasallo, propietaria y propiedad, cabecilla y apesebrado, tanta la obsesión por hallarse en situaciones coincidentes que finalmente lo han conseguido. Los dos encamados, la predemocrática lideresa y el paniaguado caza prebendas, por separado, pero démosles tiempo que el roce hace el cariño.
Bien traído (je, je).
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