Son estos propicios días para sentirse orgulloso de ser ateo. No es por estar en las postrimerías de las fiestas navideñas sino por diversos acontecimientos aislados que juntos dibujan un escenario que reafirma mi declarada condición con un convencimiento renovado.
Por un lado, el arzobispo de Granada afirma que abortar legitima al hombre a ejercer cualquier clase de abuso contra la mujer. Si esto no es toda una incitación a la violencia sexista que venga su dios y lo vea, aunque también convendría que alguien con autoridad tomara cartas en el asunto por si hubiera delito en esta repugnante apología. Me preguntaría que hay de cristiano en las palabras de este sujeto si no fuera porque hoy día ser católico implica en gran medida ser anticristiano. No les basta haber tenido un trato preferente por un Gobierno presuntamente laico, no. Quieren más, y no dudan en recurrir a la agitación social para intentar conseguirlo. Muy a su pesar España avanza hacia la secularización, exasperantemente lenta, sí, pero inexorable.
Luego está la multa recientemente implantada en Irlanda para todo aquel que blasfeme contra cualquier credo. Hasta 25.000 euros nada menos. Otra duda surge, y es si tendrá el mismo coste blasfemar contra Dios, Jehová o Alá que contra el Monstruo Volador de Espagueti. Todas cuentan con la misma cantidad de pruebas para sostener su existencia de modo que, según la lógica y el raciocinio que guían cada uno de nuestros actos más cotidianos, considerarlas a todos los efectos entidades imaginarias es lo más consecuente. ¿O acaso debemos hacer un alto en la razón para que la religión entre en nuestras vidas? ¿No es esta una forma de admitir que se rige al margen de esa misma razón que, entre otras cosas, concibe el código penal irlandés que ahora la bendice? ¿No es un sinsentido mezclarlas? Un peligroso paso atrás el que se da en la verde Erin de los crucigramas.
También tenemos el ataque sufrido que hace poco por el autor de las archifamosas caricaturas de Mahoma por un exaltado islamista. No digo que la caricatura de marras fuese un acierto, ya que era una forma de asociar la violencia a toda una religión, pero sirvió para evidenciar el fanatismo que puebla amplios sectores del Islam y que no soporta el menor atisbo de crítica.
Ateismo es neutralidad, sin sesgos, sin filias exacerbadas ni mayores fobias que las desatadas por lo irracional y contrario al sentido común y hacia la ausencia de evidencias. La misma neutralidad con la que cada ser humano viene a este mundo antes de ser contaminado por los prejuicios y miedos de los ya adultos. Prejuicios y miedos como los que hemos visto retratados en los tres párrafos anteriores.
Por un lado, el arzobispo de Granada afirma que abortar legitima al hombre a ejercer cualquier clase de abuso contra la mujer. Si esto no es toda una incitación a la violencia sexista que venga su dios y lo vea, aunque también convendría que alguien con autoridad tomara cartas en el asunto por si hubiera delito en esta repugnante apología. Me preguntaría que hay de cristiano en las palabras de este sujeto si no fuera porque hoy día ser católico implica en gran medida ser anticristiano. No les basta haber tenido un trato preferente por un Gobierno presuntamente laico, no. Quieren más, y no dudan en recurrir a la agitación social para intentar conseguirlo. Muy a su pesar España avanza hacia la secularización, exasperantemente lenta, sí, pero inexorable.
Luego está la multa recientemente implantada en Irlanda para todo aquel que blasfeme contra cualquier credo. Hasta 25.000 euros nada menos. Otra duda surge, y es si tendrá el mismo coste blasfemar contra Dios, Jehová o Alá que contra el Monstruo Volador de Espagueti. Todas cuentan con la misma cantidad de pruebas para sostener su existencia de modo que, según la lógica y el raciocinio que guían cada uno de nuestros actos más cotidianos, considerarlas a todos los efectos entidades imaginarias es lo más consecuente. ¿O acaso debemos hacer un alto en la razón para que la religión entre en nuestras vidas? ¿No es esta una forma de admitir que se rige al margen de esa misma razón que, entre otras cosas, concibe el código penal irlandés que ahora la bendice? ¿No es un sinsentido mezclarlas? Un peligroso paso atrás el que se da en la verde Erin de los crucigramas.
También tenemos el ataque sufrido que hace poco por el autor de las archifamosas caricaturas de Mahoma por un exaltado islamista. No digo que la caricatura de marras fuese un acierto, ya que era una forma de asociar la violencia a toda una religión, pero sirvió para evidenciar el fanatismo que puebla amplios sectores del Islam y que no soporta el menor atisbo de crítica.
Ateismo es neutralidad, sin sesgos, sin filias exacerbadas ni mayores fobias que las desatadas por lo irracional y contrario al sentido común y hacia la ausencia de evidencias. La misma neutralidad con la que cada ser humano viene a este mundo antes de ser contaminado por los prejuicios y miedos de los ya adultos. Prejuicios y miedos como los que hemos visto retratados en los tres párrafos anteriores.
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