Es un lugar común entre los afines al bagage moral del franquismo aludir a las fechorías perpetradas durante la II República, o cometidas por milicianos republicanos durante la guerra civil, en respuesta a toda mención de los crímenes franquistas. Pero su cortedad intelectual les despacha enseguida. Solo un par de apuntes: 1) el franquismo fue un régimen terrorista que ejercía la represión institucionalizada, mientras que los gobiernos de la II República, entre los que hubo uno de derechas, no lo fueron ni puede demostrarse que lo fueran; 2) no son comparables las atrocidades cometidas bajo el estrés de una guerra, y ahí están las llevadas a cabo por los aliados en Hiroshima, Nagasaki o Dresde durante la II Guerra Mundial, habiendo pocas dudas sobre cual era el bando correcto, con las consumadas una vez finalizada la contienda bélica, ejecutadas por el mismo aparato del Estado y contra una oposición política y social derrotada y sin apenas recursos.
Pedir lo que pide una campaña publicitaria a la que ponen rostro diversos nombres del ámbito artístico español es lo común entre personas decentes en naciones con sistemas democráticos sólidos. Pero ocurre que esto es España, y este país está plagado de indecentes que salen a la luz en cuanto surge una voz reclamando la reparación de los desmanes franquistas. Si la democracia es la expresión de la voluntad colectiva, determinados sectores de los que conforman esa voluntad no están porque la baja calidad de nuestra democracia mejore con respecto a otros países.
Hace poco volvía a leer sobre la disculpa emitida por el gobierno británico a finales de 2009 por la persecución institucional a que fue sometido el matemático británico Alan Turing después de la II Guerra Mundial, debido a su condición de homosexual, y que le terminó llevando al suicidio. Ahora, nuevamente es el Reino Unido quien hace examen de conciencia, en este caso con los sucesos acaecidos durante el conocido como domingo sangriento. ¿Podemos soñar con ver algo así en España?
Imposible. No mientras haya gente con poder e influencia interesada en difundir la idea de que eso es “remover el pasado” o de que así se fomenta el "guerracivilismo". O que todo es una maniobra de despiste, una "cortina de humo" para desviar la atención de los verdaderos problemas que aquejan a nuestro país (¿cómo es posible, me pregunto, seguir percibiendo esos problemas con operaciones propagandísticas tan hábilmente orquestadas?).
Es otro lugar común de quienes secundan esta doctrina, la cual continúa con el argumento del aborregamiento general, al cual atribuyen el calado de este tipo de campañas. En cambio, para mí aborregamiento es negarse por sistema a comprender una iniciativa justa dejando a un lado quien la promueve; aborregamiento por excesiva dependencia de determinados principios ideológicos lo podríamos llamar. Y por unos muy enraizados prejuicios.
Quienes ponen cara a la campaña supongo que lo hacen porque son populares y ello ayuda a divulgarla más eficazmente. Atacarles, como a buen seguro ya les están atacando, por unas filias políticas a las que tienen todo el derecho o por los resultados que cosechan en su profesión es el típico recurso fácil y gratuito. Es falaz y propio de gente sin capacidad de articular una argumentación que refute un mensaje, por lo que optan por atacar al mensajero. Existe en quien protagoniza esos ataques la necesidad de responder, de denigrar a los artistas y embestir en lo posible contra su imagen. No disponen de munición dialéctica de gran calibre para criticar la iniciativa en sí, pero les disgusta, porque la perciben como una agresión hacia algo que sienten como propio, lo que les lleva a contraatacar. ¿El delito? Se han pronunciado en el sentido equivocado y han tenido la desfachatez de cuestionar el estado de cosas que ellos han decidido que es intocable.
Es muy triste que la política de exterminio físico y social franquista siga contando con este tipo de defensores, ya sean tácitos o explícitos. A veces pienso que no se trata más que de simples tontos útiles que responden por impulso innato y no tras un estudio detenido y sosegado de las cosas.
Al franquismo se le puso en cuarentena durante la transición, pero ya va siendo hora de ajustar cuentas y de reconocer explícitamente el régimen del psicópata de Ferrol como la dictadura criminal que fue. Y si esto se alarga en el tiempo es debido a la renuencia de estos entes, políticos y sociales, a que tal hecho se produzca. Asesinatos, torturas, detenciones, secuestros, violaciones, represión… todo orquestado desde los aparatos del Estado y contra una población famélica, asustada e indefensa. No se está pidiendo ningún ajuste de cuentas contra nadie en particular, ni cárcel para ningún anciano falangista. Solo la reparación de la dignidad de miles de víctimas de crímenes de conciencia cuya culpa fue oponerse al mayor carnicero parido por España durante el siglo XX. Tan solo localizar sus restos esparcidos por las cunetas y que sus familiares puedan darles sepultura de forma digna. ¿Por qué es algo tan ofensivo para tantos? ¿Por qué lo consideran un agravio cuando ya hubo cuarenta largos años para que el bando golpista recuperara a sus muertos?
Quiero terminar mencionando a quien todavía habla en términos de vencedores y vencidos, a quienes aún hoy se jactan, que los hay, de quién ganó la guerra para utilizarlo como arma arrojadiza. El franquismo ganó la contienda militar, pero solo eso. Hoy día es España es un estado descentralizado, el ejército está supeditado al poder político, la Iglesia no impone sus criterios a la sociedad (pese a su persistencia), avances sociales antes impensables son hoy moneda corriente, el pluralismo político es ya algo irrenunciable… Observando cual es la realidad sociopolítica española actual, ¿de verdad hay alguna duda cual fue el esquema de valores que finalmente terminó venciendo? Es decir, todo aquello que el franquismo buscó aplastar mediante un golpe de estado y los subsiguientes cuarenta años de tiranía hoy es lo normal, el paradigma imperante.
El paréntesis franquista, por tanto, supuso casi cuatro décadas de atraso, de frenazo, cuarenta años perdidos en los que España, pudiendo haberse puesto a la altura de los países de su entorno, quedó descolgada. ¿Y todavía hay quien se atreve a jactarse de quien ganó la guerra?
Pedir lo que pide una campaña publicitaria a la que ponen rostro diversos nombres del ámbito artístico español es lo común entre personas decentes en naciones con sistemas democráticos sólidos. Pero ocurre que esto es España, y este país está plagado de indecentes que salen a la luz en cuanto surge una voz reclamando la reparación de los desmanes franquistas. Si la democracia es la expresión de la voluntad colectiva, determinados sectores de los que conforman esa voluntad no están porque la baja calidad de nuestra democracia mejore con respecto a otros países.
Hace poco volvía a leer sobre la disculpa emitida por el gobierno británico a finales de 2009 por la persecución institucional a que fue sometido el matemático británico Alan Turing después de la II Guerra Mundial, debido a su condición de homosexual, y que le terminó llevando al suicidio. Ahora, nuevamente es el Reino Unido quien hace examen de conciencia, en este caso con los sucesos acaecidos durante el conocido como domingo sangriento. ¿Podemos soñar con ver algo así en España?
Imposible. No mientras haya gente con poder e influencia interesada en difundir la idea de que eso es “remover el pasado” o de que así se fomenta el "guerracivilismo". O que todo es una maniobra de despiste, una "cortina de humo" para desviar la atención de los verdaderos problemas que aquejan a nuestro país (¿cómo es posible, me pregunto, seguir percibiendo esos problemas con operaciones propagandísticas tan hábilmente orquestadas?).
Es otro lugar común de quienes secundan esta doctrina, la cual continúa con el argumento del aborregamiento general, al cual atribuyen el calado de este tipo de campañas. En cambio, para mí aborregamiento es negarse por sistema a comprender una iniciativa justa dejando a un lado quien la promueve; aborregamiento por excesiva dependencia de determinados principios ideológicos lo podríamos llamar. Y por unos muy enraizados prejuicios.
Quienes ponen cara a la campaña supongo que lo hacen porque son populares y ello ayuda a divulgarla más eficazmente. Atacarles, como a buen seguro ya les están atacando, por unas filias políticas a las que tienen todo el derecho o por los resultados que cosechan en su profesión es el típico recurso fácil y gratuito. Es falaz y propio de gente sin capacidad de articular una argumentación que refute un mensaje, por lo que optan por atacar al mensajero. Existe en quien protagoniza esos ataques la necesidad de responder, de denigrar a los artistas y embestir en lo posible contra su imagen. No disponen de munición dialéctica de gran calibre para criticar la iniciativa en sí, pero les disgusta, porque la perciben como una agresión hacia algo que sienten como propio, lo que les lleva a contraatacar. ¿El delito? Se han pronunciado en el sentido equivocado y han tenido la desfachatez de cuestionar el estado de cosas que ellos han decidido que es intocable.
Es muy triste que la política de exterminio físico y social franquista siga contando con este tipo de defensores, ya sean tácitos o explícitos. A veces pienso que no se trata más que de simples tontos útiles que responden por impulso innato y no tras un estudio detenido y sosegado de las cosas.
Al franquismo se le puso en cuarentena durante la transición, pero ya va siendo hora de ajustar cuentas y de reconocer explícitamente el régimen del psicópata de Ferrol como la dictadura criminal que fue. Y si esto se alarga en el tiempo es debido a la renuencia de estos entes, políticos y sociales, a que tal hecho se produzca. Asesinatos, torturas, detenciones, secuestros, violaciones, represión… todo orquestado desde los aparatos del Estado y contra una población famélica, asustada e indefensa. No se está pidiendo ningún ajuste de cuentas contra nadie en particular, ni cárcel para ningún anciano falangista. Solo la reparación de la dignidad de miles de víctimas de crímenes de conciencia cuya culpa fue oponerse al mayor carnicero parido por España durante el siglo XX. Tan solo localizar sus restos esparcidos por las cunetas y que sus familiares puedan darles sepultura de forma digna. ¿Por qué es algo tan ofensivo para tantos? ¿Por qué lo consideran un agravio cuando ya hubo cuarenta largos años para que el bando golpista recuperara a sus muertos?
Quiero terminar mencionando a quien todavía habla en términos de vencedores y vencidos, a quienes aún hoy se jactan, que los hay, de quién ganó la guerra para utilizarlo como arma arrojadiza. El franquismo ganó la contienda militar, pero solo eso. Hoy día es España es un estado descentralizado, el ejército está supeditado al poder político, la Iglesia no impone sus criterios a la sociedad (pese a su persistencia), avances sociales antes impensables son hoy moneda corriente, el pluralismo político es ya algo irrenunciable… Observando cual es la realidad sociopolítica española actual, ¿de verdad hay alguna duda cual fue el esquema de valores que finalmente terminó venciendo? Es decir, todo aquello que el franquismo buscó aplastar mediante un golpe de estado y los subsiguientes cuarenta años de tiranía hoy es lo normal, el paradigma imperante.
El paréntesis franquista, por tanto, supuso casi cuatro décadas de atraso, de frenazo, cuarenta años perdidos en los que España, pudiendo haberse puesto a la altura de los países de su entorno, quedó descolgada. ¿Y todavía hay quien se atreve a jactarse de quien ganó la guerra?
Ey he accedido aquí, desde el descodificador y me parece que, aparte de escribir bien, dices cosas sumamente interesantes. Te seguiré de cerca jeje
ResponderEliminarUn saludo