Escolar, el periodista que pudo ser y no fue
La condena sufrida por el juez Baltasar Garzón ha puesto de relieve el pensamiento conspiranoico que planea sobre no pocos elementos de la izquierda española. Un ejemplo de ello es Nacho Escolar, quizá el bloguero al que hace más tiempo que sigo y uno de los que me inspiró a crear mi propia bitácora. En una de sus entradas entra de lleno en terreno conspi para denunciar una supuesta cacería orquestada desde el Tribunal Supremo para acabar con el afamado juez. No importa que no lo diga explícitamente porque se le entiende de todas formas, y no hay más que leer a su corifeo de comentaristas habitual para confirmarlo. No aporta ni un solo argumento jurídico para rebatir la sentencia que condena a Garzón a 11 años de inhabilitación y solo se basa en percepciones personales y prejuicios ideológicos.
Como importante creador de opinión que es pienso que debería asumir algo de responsabilidad social por las cosas que dice. Ha sobrepasado un límite que le coloca en la división de los Hermann Terchst, Carlos Dávila y afines a la conocida como TDT Party. En el bando contrario, pero en la misma liga de mamporreros mediáticos más preocupados por impartir doctrina que por informar y opinar con veracidad y rigor. Al final, los reyes son los padres y Escolar era María Antonia Iglesias.
Es un esquema de pensamiento que goza de no pocos entusiastas. De tal modo, Garzón era inocente antes de ser juzgado, lo mismo que Camps era culpable también antes de dictarse sentencia contra él. Ese pequeño e irrelevante paso que es la confrontación de pruebas frente a un tribunal parece carecer de importancia según el caso. La resolución definitiva ya la dictan las filias políticas de cada cual en este país de juicios para-lelos, y si es posible que estén milimétricamente alineadas con sus posiciones habituales.
Una vez que los hechos que uno desea ver quedan establecidos como incontrovertibles toda conclusión que los contradiga solo puede suponer la corrupción intrínseca de quien así se expresa. Ese es el sustrato fundamental de esta forma de razonamiento.
¿Cuantos post habrá escrito Escolar defendiendo a la justicia frente a los ataques del conspiracionismo mediático y sus secuaces, los peones negros, los cuales exhiben una lógica análoga a la suya? Entonces sí, la justicia funcionaba, eran los otros los que estaban desquiciados. Esa es la línea que ha cruzado, la que separa el periodismo partidista pero legítimo, del sectarismo de línea dura más atroz. Ahora Escolar también es un peón negro, un Luis del Pino de izquierdas atrincherado en la esquina opuesta. Bonito colofón a lo que parecía una prometedora carrera.
Garzón, el acosado
Pero la conspiranoia alrededor de la presunta persecución contra Garzón continúa fuera del blog de Escolar. Pocos días después de ser condenado por el caso de las escuchas en la trama Gürtel fue absuelto de haber cobrado ilícitamente por unos cursos impartidos en Nueva York. La corriente conspiranoica postula que esta causa, la abierta por investigar los crímenes franquistas y la de las escuchas conforman un todo, una suerte de ofensiva judicial que persigue hundir a Garzón. Lo que se dice en el auto de archivo, es que el delito es indiciario, esto es, que existen indicios de delito, pero de ahí no se sigue que se le considere culpable. Un indicio de delito sirve para admitir a trámite una querella o denuncia, no para declarar culpable al denunciado, para lo cual es necesaria una instrucción, la apertura de un juicio oral, la celebración del mismo, una sentencia condenatoria y la ratificación de la instancia superior si hubiere lugar. Fíjense si hay pasos que dar. No podemos colegir que el juez Marchena da por efectuados todos esos pasos en un auto de archivo por prescripción, no cuando no se ha pasado de la instrucción.
Todo esto me trae a la cabeza el caso de Gabriel Cañellas, ex presidente de Baleares, del PP, que fue absuelto por prescripción del delito en el caso Soller tras ser juzgado. En esta ocasión el tribunal superior de Baleares sí declaró probadas las acusaciones. No es esto lo que ha ocurrido con Garzón, de ningún modo se ha llegado tan lejos.
Es el mismo tipo de razonamiento que le he estado leyendo a docenas de peones negros en los últimos años: “tiene que haber algo”, “algo hay”, cientos y cientos de “¿por qué? absolutamente prejuiciados “¿Por qué se hizo esto?” "¿Por qué así?" “¿Por qué no de otra manera?” “¿a quién benefició?”. Ya digo, docenas y docenas. Pues miren, entre otros motivos porque nadie sospechaba que un puñado de garrulos conspiranoicos sobrados de tiempo libre fuesen a hacer tantas preguntas estúpidas cuando nadie había pensado antes en que hubiera que responderlas.
Lo que no me cabe en la cabeza es que desde posiciones muy definidas de superioridad moral se tilde al ciudadano medio poco menos que de zombi sin criterio por, según esta percepción, aceptar sin rechistar toda clase de recortes a sus derechos. Porque al mismo tiempo se emiten opiniones sobre determinados asuntos que, sospechosamente, cuadran con posturas previas muy perfiladas, en poco o nada se atienen a las reglas de la lógica y la razón y son sospechosamente coincidentes con una cosmovisión política muy concreta. Ambas cosas no pueden ser. No se puede exigir al ciudadano combatividad y espíritu crítico salvo para lo que nos resulte incómodo. A eso se le llama querer ajustar la realidad a los propios deseos, y al final no es sino una cuestión de fe.
El pensamiento crítico comienza con el de uno mismo. Es muy fácil ser crítico con las ideas de los demás.
Juicio-farsa
Hagamos un ejercicio de honestidad intelectual. La cuestión no es ¿por qué se siguió el proceso judicial, sabiendo que el presunto delito había prescrito cuando se denunció?. Lo que de verdad se está afirmando solapadamente es que se continuó con el proceso contra Garzón, por motivos espurios e ilícitos, a sabiendas de que estaba prescrito. Es decir, se acusa al juez Marchena de prevaricar, en el mismo sentido en que han acusado a Garzón, por cierto. Esto no es hacer preguntas, es ocultar afirmaciones detrás de las preguntas y es algo muy peonil.
Y esto me lleva al ejemplo que puse del caso Soller. Fíjense en lo lejos que se fue en aquella ocasión, con juicio oral incluido, para absolver a Cañellas por haber prescrito el delito del que era acusado. Entonces, supongo, las dudas fueron en el sentido de que, claro, se le juzga pero se dilata proceso hasta que el delito prescriba, de forma que no pueda cumplir condena. Hay una explicación para cada postura ideológica, no lo duden.
Puestos a interrogar, preguntémonos qué sentido tiene para la causa por la que Garzón ha sido condenado instruir otra añadida contra él que ya está prescrita. ¿En qué le ha perjudicado de cara a su condena? ¿Qué relevancia REAL ha tenido la causa de los cobros en relación a la de Gürtel? Leo por la red que la idea era degradar y destruir la imagen pública de Garzón con un procedimiento inútil. La verdad, no le veo el sentido. Si es inútil, esto es, se emplean recursos y dinero públicos en una causa que no sirve para nada, ¿el que queda degradado es Garzón o la propia justicia? Para mí esto es arrojar piedras sobre el propio tejado judicial. Y tampoco me entra en la cabeza una confabulación de jueces, secretarios y funcionarios judiciales con el fin de hundir a Garzón… en una causa que finalmente le absuelve. Todo para crear un “ambiente” en su contra al margen de otro proceso por el cual, este sí, finalmente se le condena. Y duramente.
¿Qué más puede degradar y destruir la imagen de nadie que una sentencia condenatoria como la que sí se ha producido contra Garzón? ¿Qué necesidad hay de montar un proceso paralelo “falso” con lo de los cobros? Vuelvo a decir, esto es pensamiento conspiranoico. Y si Garzón considera que hay algo irregular en iniciar una causa contra él sobre un delito prescrito ya debería estar presentando la correspondiente querella. ¿Hay alguna noticia sobre eso?
Conviene recordar el principio de la Navaja de Hanlon: no presumas mala fe en aquello que la estupidez pueda explicar. Sin que con ello esté sugiriendo que Garzón haya sido juzgado y condenado porque la idiocia reine en el Tribunal Supremo.
El pensamiento crítico incluye necesariamente un rigor y un método deductivo basado en la lógica y la razón. Y en lo posible dejar fuera toda influencia de prejuicios y posicionamientos previos. Es normal que todos nos hagamos preguntas, pero no todas las conclusiones tienen el mismo valor. Yo puedo opinar sobre multitud de temas, pero quizá solo en un par o tres (siendo generosos) mis conclusiones pueden ser relevantes. Con esto quiero decir que la libertad de expresión permite que todos podamos emitir nuestra opinión, pero en ningún caso todas las opiniones merecen el mismo respeto, no cuando se producen desde la ignorancia o la desinformación. No podemos saltar a conclusiones solo basándonos en los dictados de quien más nos favorece. El pensamiento crítico debe fundamentarse en dotarnos de unas herramientas que nos permitan el análisis de los hechos por encima de filias y fobias.
La condena sufrida por el juez Baltasar Garzón ha puesto de relieve el pensamiento conspiranoico que planea sobre no pocos elementos de la izquierda española. Un ejemplo de ello es Nacho Escolar, quizá el bloguero al que hace más tiempo que sigo y uno de los que me inspiró a crear mi propia bitácora. En una de sus entradas entra de lleno en terreno conspi para denunciar una supuesta cacería orquestada desde el Tribunal Supremo para acabar con el afamado juez. No importa que no lo diga explícitamente porque se le entiende de todas formas, y no hay más que leer a su corifeo de comentaristas habitual para confirmarlo. No aporta ni un solo argumento jurídico para rebatir la sentencia que condena a Garzón a 11 años de inhabilitación y solo se basa en percepciones personales y prejuicios ideológicos.
Como importante creador de opinión que es pienso que debería asumir algo de responsabilidad social por las cosas que dice. Ha sobrepasado un límite que le coloca en la división de los Hermann Terchst, Carlos Dávila y afines a la conocida como TDT Party. En el bando contrario, pero en la misma liga de mamporreros mediáticos más preocupados por impartir doctrina que por informar y opinar con veracidad y rigor. Al final, los reyes son los padres y Escolar era María Antonia Iglesias.
Es un esquema de pensamiento que goza de no pocos entusiastas. De tal modo, Garzón era inocente antes de ser juzgado, lo mismo que Camps era culpable también antes de dictarse sentencia contra él. Ese pequeño e irrelevante paso que es la confrontación de pruebas frente a un tribunal parece carecer de importancia según el caso. La resolución definitiva ya la dictan las filias políticas de cada cual en este país de juicios para-lelos, y si es posible que estén milimétricamente alineadas con sus posiciones habituales.
Una vez que los hechos que uno desea ver quedan establecidos como incontrovertibles toda conclusión que los contradiga solo puede suponer la corrupción intrínseca de quien así se expresa. Ese es el sustrato fundamental de esta forma de razonamiento.
¿Cuantos post habrá escrito Escolar defendiendo a la justicia frente a los ataques del conspiracionismo mediático y sus secuaces, los peones negros, los cuales exhiben una lógica análoga a la suya? Entonces sí, la justicia funcionaba, eran los otros los que estaban desquiciados. Esa es la línea que ha cruzado, la que separa el periodismo partidista pero legítimo, del sectarismo de línea dura más atroz. Ahora Escolar también es un peón negro, un Luis del Pino de izquierdas atrincherado en la esquina opuesta. Bonito colofón a lo que parecía una prometedora carrera.
Garzón, el acosado
Pero la conspiranoia alrededor de la presunta persecución contra Garzón continúa fuera del blog de Escolar. Pocos días después de ser condenado por el caso de las escuchas en la trama Gürtel fue absuelto de haber cobrado ilícitamente por unos cursos impartidos en Nueva York. La corriente conspiranoica postula que esta causa, la abierta por investigar los crímenes franquistas y la de las escuchas conforman un todo, una suerte de ofensiva judicial que persigue hundir a Garzón. Lo que se dice en el auto de archivo, es que el delito es indiciario, esto es, que existen indicios de delito, pero de ahí no se sigue que se le considere culpable. Un indicio de delito sirve para admitir a trámite una querella o denuncia, no para declarar culpable al denunciado, para lo cual es necesaria una instrucción, la apertura de un juicio oral, la celebración del mismo, una sentencia condenatoria y la ratificación de la instancia superior si hubiere lugar. Fíjense si hay pasos que dar. No podemos colegir que el juez Marchena da por efectuados todos esos pasos en un auto de archivo por prescripción, no cuando no se ha pasado de la instrucción.
Todo esto me trae a la cabeza el caso de Gabriel Cañellas, ex presidente de Baleares, del PP, que fue absuelto por prescripción del delito en el caso Soller tras ser juzgado. En esta ocasión el tribunal superior de Baleares sí declaró probadas las acusaciones. No es esto lo que ha ocurrido con Garzón, de ningún modo se ha llegado tan lejos.
Es el mismo tipo de razonamiento que le he estado leyendo a docenas de peones negros en los últimos años: “tiene que haber algo”, “algo hay”, cientos y cientos de “¿por qué? absolutamente prejuiciados “¿Por qué se hizo esto?” "¿Por qué así?" “¿Por qué no de otra manera?” “¿a quién benefició?”. Ya digo, docenas y docenas. Pues miren, entre otros motivos porque nadie sospechaba que un puñado de garrulos conspiranoicos sobrados de tiempo libre fuesen a hacer tantas preguntas estúpidas cuando nadie había pensado antes en que hubiera que responderlas.
Lo que no me cabe en la cabeza es que desde posiciones muy definidas de superioridad moral se tilde al ciudadano medio poco menos que de zombi sin criterio por, según esta percepción, aceptar sin rechistar toda clase de recortes a sus derechos. Porque al mismo tiempo se emiten opiniones sobre determinados asuntos que, sospechosamente, cuadran con posturas previas muy perfiladas, en poco o nada se atienen a las reglas de la lógica y la razón y son sospechosamente coincidentes con una cosmovisión política muy concreta. Ambas cosas no pueden ser. No se puede exigir al ciudadano combatividad y espíritu crítico salvo para lo que nos resulte incómodo. A eso se le llama querer ajustar la realidad a los propios deseos, y al final no es sino una cuestión de fe.
El pensamiento crítico comienza con el de uno mismo. Es muy fácil ser crítico con las ideas de los demás.
Juicio-farsa
Hagamos un ejercicio de honestidad intelectual. La cuestión no es ¿por qué se siguió el proceso judicial, sabiendo que el presunto delito había prescrito cuando se denunció?. Lo que de verdad se está afirmando solapadamente es que se continuó con el proceso contra Garzón, por motivos espurios e ilícitos, a sabiendas de que estaba prescrito. Es decir, se acusa al juez Marchena de prevaricar, en el mismo sentido en que han acusado a Garzón, por cierto. Esto no es hacer preguntas, es ocultar afirmaciones detrás de las preguntas y es algo muy peonil.
Y esto me lleva al ejemplo que puse del caso Soller. Fíjense en lo lejos que se fue en aquella ocasión, con juicio oral incluido, para absolver a Cañellas por haber prescrito el delito del que era acusado. Entonces, supongo, las dudas fueron en el sentido de que, claro, se le juzga pero se dilata proceso hasta que el delito prescriba, de forma que no pueda cumplir condena. Hay una explicación para cada postura ideológica, no lo duden.
Puestos a interrogar, preguntémonos qué sentido tiene para la causa por la que Garzón ha sido condenado instruir otra añadida contra él que ya está prescrita. ¿En qué le ha perjudicado de cara a su condena? ¿Qué relevancia REAL ha tenido la causa de los cobros en relación a la de Gürtel? Leo por la red que la idea era degradar y destruir la imagen pública de Garzón con un procedimiento inútil. La verdad, no le veo el sentido. Si es inútil, esto es, se emplean recursos y dinero públicos en una causa que no sirve para nada, ¿el que queda degradado es Garzón o la propia justicia? Para mí esto es arrojar piedras sobre el propio tejado judicial. Y tampoco me entra en la cabeza una confabulación de jueces, secretarios y funcionarios judiciales con el fin de hundir a Garzón… en una causa que finalmente le absuelve. Todo para crear un “ambiente” en su contra al margen de otro proceso por el cual, este sí, finalmente se le condena. Y duramente.
¿Qué más puede degradar y destruir la imagen de nadie que una sentencia condenatoria como la que sí se ha producido contra Garzón? ¿Qué necesidad hay de montar un proceso paralelo “falso” con lo de los cobros? Vuelvo a decir, esto es pensamiento conspiranoico. Y si Garzón considera que hay algo irregular en iniciar una causa contra él sobre un delito prescrito ya debería estar presentando la correspondiente querella. ¿Hay alguna noticia sobre eso?
Conviene recordar el principio de la Navaja de Hanlon: no presumas mala fe en aquello que la estupidez pueda explicar. Sin que con ello esté sugiriendo que Garzón haya sido juzgado y condenado porque la idiocia reine en el Tribunal Supremo.
El pensamiento crítico incluye necesariamente un rigor y un método deductivo basado en la lógica y la razón. Y en lo posible dejar fuera toda influencia de prejuicios y posicionamientos previos. Es normal que todos nos hagamos preguntas, pero no todas las conclusiones tienen el mismo valor. Yo puedo opinar sobre multitud de temas, pero quizá solo en un par o tres (siendo generosos) mis conclusiones pueden ser relevantes. Con esto quiero decir que la libertad de expresión permite que todos podamos emitir nuestra opinión, pero en ningún caso todas las opiniones merecen el mismo respeto, no cuando se producen desde la ignorancia o la desinformación. No podemos saltar a conclusiones solo basándonos en los dictados de quien más nos favorece. El pensamiento crítico debe fundamentarse en dotarnos de unas herramientas que nos permitan el análisis de los hechos por encima de filias y fobias.
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