Los encuentros registrados desde marzo dieron continuidad a los habidos ya antes del alto el fuego y que permitieron alcanzar una serie de compromisos y garantías para desarrollar el proceso.
Así, lo pactado recogía, además del reconocimiento de Euskal Herria, el compromiso del Gobierno español de respetar las decisiones de los ciudadanos vascos. Los acuerdos concernían al futuro de los ciudadanos de Araba, Gipuzkoa, Bizkaia y Nafarroa Garaia, y se establecía que los acuerdos políticos debían alcanzarse entre los partidos y agentes vascos.
El Ejecutivo se comprometía también a aceptar sin ninguna limitación el contenido del acuerdo político alcanzado entre las formaciones vascas, y se establecía que la legislación vigente no sería una limitación a la voluntad del pueblo vasco, sino garantía de su ejercicio. El Gobierno adquiría también el compromiso de lograr un pacto de Estado basado en esos principios.
Asimismo, se comprometía a cumplir una serie de garantías: la disminución de la presencia policial, así como la desaparición de presiones policiales; el respeto «de facto» de la actividad política de las organizaciones de la izquierda abertzale, en igualdad de condiciones al resto de formaciones y sin limitaciones de derechos; y que no hubiera detenciones por parte de los diferentes cuerpos policiales.
ETA, por su parte, se comprometía a decretar un alto el fuego permanente, y a no realizar acciones de abastecimiento de armas ni explosivos.
Ésto, ni que decir tiene, choca frontalmente con el texto aprobado por el parlamento español el pasado 17 de mayo de 2005, casi un año antes de la entrada en vigor del alto el fuego.
El caso es que lo que publica éste diario me recuerda a aquella acta, levantada con motivo del encuentro en Suiza entre los enviados del gobierno Aznar y representantes etarras, con motivo de la tregua del 98. También publicada por Gara, según este documento, los negociadores gubernamentales se descolgaron con cosas como éstas (negritas mías):
Pero, por ejemplo, el tema de Navarra o la modificación de ciertos estatutos no está entre sus poderes. No obstante, el Gobierno no impedirá un debate dentro de las instituciones.
(...)
No venimos a convencerles de que dejen de ser una organización armada. Es una decisión suya en función de sus análisis. Eso será un desarrollo unilateral de ETA, por razones estratégicas, de evolución, de eficacia... No venimos a ver si ustedes van a mantener la tregua. Es ETA la que decide.
(...)
Hemos hecho un esfuerzo para asumir la lógica del otro, y dentro de esa lógica no pensamos que ETA se va a rendir. Sabemos que ETA tiene todavía capacidad mortífera. No pensamos que lo que nosotros les podamos decir sobre la lucha armada, sobre la violencia pueda modificar actuaciones de la Organización. Esa es la lógica de esta interlocución. Hemos hecho un esfuerzo. No venimos a la derrota de ETA.
(...)
Si Aznar no admitiera la existencia de un conflicto que es evidente, no hay más que ver la Historia y las hemerotecas, si no existiera ese conflicto no estaríamos aquí.
(...)
Desde su lógica, el último momento sería: tres provincias más una más tres unificadas e independientes. Es claro que es lo que ustedes quieren. Por otro lado tenemos la Constitución española. No somos capaces de averiguar el futuro. Hay que crear una nueva dinámica y lo que decidan los ciudadanos. Si la mayoría del Parlamento español lo decide, si la mayoría de los ciudadanos lo decide, entonces O.K.
También huelga recordar que el ejecutivo presidido por José María Aznar ni les concedió la autodeterminación, ni entregó Navarra (pese a la generosidad de su presidente), aunque sí acercó a un buen número de presos a prisiones vascas. Pero resultó palmario que, gestos y declaraciones conciliadoras aparte, no hubo espacio para hablar de las reivindicaciones históricas de la banda terrorista. Exactamente igual que en el momento presente.
Eso sí, quien escoja creer a Gara, espero que lo haga con todas las consecuencias y que no le otorgue credibilidad sólo en función de a quién crea que perjudica.
buffffffffffff... como mínimo da qué pensar... a priori yo enmarcaría el texto de Gara dentro de la misma línea de ataque psicológico a la unidad de los demócratas españoles que el resto de acciones de ETA de los últimos meses (incluido el atentado).
ResponderEliminarEs decir, tal vez ETA y la izquierda abertzale creen que dividiendo a los agentes políticos y a la opinión pública española, pueden acabar dinamitando los pilares en los que se asienta nuestra democracia, y sacar rédito de todo ello.
Si esto fuera así (y, sobre todo fuera verdad que nuestro sistema es tan frágil), me parece una estrategia suicida, ya que un conflicto como ese arrastraría todo el tejido socioeconómico de Euskadi en la caída.
Esto está cada vez más feo...
Hola, creo que ahora toca silenciar a los asesinos y a sus voceros. Si quieren intoxicar que nadie les escuche (y... si fuera verdad ¿qué importa ahora?).
ResponderEliminarBen cordialment