De las últimas rajadas cabría destacar la del director de El Mundo, ya comentada en éste blog, y la del historiador revisionista a sueldo Pío Moa, ese ex-terrorista del GRAPO que niega la reinserción para sus antiguos compañeros de profesión. Al coro se sumaría, con sus surrealistas afirmaciones, el cada vez más habitual en éstas lides Paco Alcaraz, que ejerciendo de pseudopredicador iluminado dirige ese ariete político que responde a las siglas de AVT.
Me hacen recordar esos años 90 en los que conocimos lo que se dio en llamar Sindicato del crimen, una suerte de conjura de periodistas independientes bajo las siglas AEPI (Asociación de Periodistas y Escritores Independientes) que se perfiló con el fin de hacer causa común contra el, por entonces, decadente e inmerso en diferentes escándalos gobierno de Felipe González.
No seré yo quien defienda a aquel gobierno en todo aquello por lo que tuvo que responder ante la justicia, pero con el tiempo se fueron desvelando diversos matices que ponían en cuestión la presunta vocación de servicio público que, orgulloso de lo que hacía, éste improvisado lobby mediático parecía atribuirse. Solo mencionaré ésta ilustrativa frase que pronunció Luis del Olmo: "Estuve en la AEPI junto a otros ilustres colegas, pero en cuanto olimos la mierda que allí había salimos zumbando."
Lo que me llama la atención es que, en ausencia de escándalos irrefutables que achacarle al mandato de Zapatero, similares al menos a los que sufrió la última etapa de González en Moncloa, muchos de los cuales fueron dirimidos en los juzgados con resultados nada favorables para su gobierno, la táctica (que llevamos padeciendo casi desde que el PSOE ganó las últimas elecciones) parece estar siendo subir cada vez más el tono hasta crear una atmósfera insoportable de respirar. Se intenta crear un estado de opinión entre el votante (porque de eso va todo ésto: de elecciones y votos) en virtud de dicha atmósfera ficticia que decante la balanza hacia la opción política que, no hace falta decirlo, pondría freno a la insensata espiral autodestructiva a la que el gobierno socialista está llevando al país, según se nos está tratando de convencer.
En resumen, se crea una realidad a medida y se proclama su existencia a través de todos los altavoces mediáticos disponibles para, después, pontificar sobre ella y dictar las medidas a tomar para salir de la situación. Ellos se inventan el problema, le hacen un hueco en la sociedad y, tras verlo afianzado, ellos mismos plantean la solución.
La cuestión, como ya he dicho, es que no hay jueces encarcelando ministros o diputados por tramas delictivas que respalden sus soflamas. No hay mayores imputaciones que las que afectan a todos los partidos por igual a cuentas del tema urbanístico, pese a que se ha intentado sacar partido de distintos asuntos que la justicia, esa que en los 90 avaló con su actuación muchas de sus informaciones, ha zanjado sin mayores consecuencias para quienes eran blanco de sus dardos. No hay acción judicial alguna que ampare esa realidad apocalíptica que nos quieren vender desde sus púlpitos, y en un país que se conduce mediante reglas jurídicas cualquier demócrata que se precie de tal convendrá conmigo en que si la justicia no actúa es porque no percibe motivo para ello. Y denuncias no han faltado; como muestra, unos cuantos botones como éstos que pongo. A ver si la justicia sólo va a funcionar cuando conviene.
Pero no, denuncias por traición, por colaboración con banda armada o por ocultación de pruebas, ni una. Hay que hacer ruido, pero sin que peligre la integridad de quien denuncia... desde una emisora de radio, desde un periódico o desde una página web; nunca desde el juzgado, que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Total, lo que se rompe sólo es España...
Pero volviendo al Sindicato del crimen, me parece apropiado echar la vista atrás y recordar algunas cosas que decía Luis María Ansón, uno de los miembros de tal excelso club, y hoy todavía infatigable fustigador de ZP desde La Caverna, al respecto de la "campaña de acoso y derribo" perpetrada por él y sus cuates contra Felipe González y su gobierno:
..."Fue una etapa de crispación realmente terrible. Y no fue arbitraria. Existían poderosas razones para esa guerra fría. La cultura de la crispación existió porque no había manera de vencer a Felipe González con otras armas. Ese era el problema".Cambiemos lo de "anulación de la alternancia" por "ruptura de España" y ya lo tenemos. Tenemos en ambos casos a unos periodistas que dirigen/encabezan medios creadores de opinión y con ambiciones de convertirse en una suerte de think tank del pensamiento liberal conservador. Por motivos ideológicos, económicos o porque hay mucha ansia de tocar cuota de poder. Habida cuenta de la descomunal cantidad de majaderías que se llevan dichas, posiblemente sea un compendio de las tres cosas, especialmente dinero y poder. Y debe haber mucho en juego.
"González ganó tres elecciones por mayoría absoluta y volvió a ganar la cuarta cuando todo indicaba que iba a perder. Hubo que elevar la crítica hasta extremos que a veces afectaron al propio Estado. González bloqueaba algo vital en una democracia: la alternancia. Si González llega a ganar las elecciones del 96, con la bonanza económica no hubiera habido quien lo echase del poder hasta el 2004. No salimos de cuarenta años de Franco para entrar en treinta años de González".
"La capacidad de comunicación, la fuerza política, la habilidad extraordinaria que tuvo siempre González hizo darse cuenta a muchas personas, yo era una de ellas, que era preciso que concluyera su etapa. Como los ataques a González, muy fuertes en el 92-93, no terminaron con él, unos reflexionando, como me ocurrió a mí, y otros por pura intuición, vimos que era necesario elevar el listón de la critica. Entonces se buscó ese mundo de las irregularidades, de la corrupción... No había otra manera de quebrantar a Felipe González".
(...)
Por reflexión o instinto, los medios reaccionaron atizando algunas situaciones. Ese fue el caso de los conflictos y el papel de la Justicia. Al atizar el fuego en ese sector se favorecía la erosión de Felipe González... así que se hizo. Fue una operación de acoso y derribo. Algunos lo hicimos desde el convencimiento honesto de que ese era un servicio al sistema democrático. Lo cierto es que desde una labor crítica normal no se conseguía desalojar a González del poder.
(...)
Había que terminar con González, esa era la cuestión. Al subir el listón de la crítica se llegó a tal extremo, que en muchos momentos se rozó la estabilidad del propio Estado. Eso es verdad. Tenía razón González cuando denunció ese peligro..., pero era la única forma de sacarlo de ahí. No tanto por los posibles abusos que cometió, si es que lo hizo, sino por el riesgo de anulación de la alternancia....
Joder con el Ansón... a ver si va a resultar al final que lo de Aznar no fue un autoatentado sino que lo organizó la AEPI esa :-D
ResponderEliminar