El diario gratuito ADN, propiedad del grupo Planeta, me parece un modelo de periódico plural, serio y de nulo partidismo. Su director, Albert Montagut, escribe en la versión de papel una carta diaria a sus lectores que suele ser un ejemplo de la moderación y el buen criterio periodístico que tanto se echa en falta en la profesión hoy día. Es un espacio de opinión en el que las salidas de tono brillan por su ausencia y suele predominar la objetividad y el juicio ponderado, pero el pasado jueves 26 de julio su habitual neutralidad decidió tomarse unas vacaciones a cuentas de la noticia sobre el agente doble descubierto en el CNI. Examinemos las afirmaciones que he resaltado en negrita realizadas al final de su columna, la cual transcribo literalmente.
El espía Garbo fue nuestro primer doble agente. Trabajó para los nazis, pero todo era una tapadera, porque en realidad Juan Pujol era un agente del servicio de inteligencia británico. Uno de sus logros fue convencer al alto mando de Hitler que el desembarco de Normandía era una maniobra de distracción. Ni más ni menos. El doble agente que éstos días ha ocupado el interés informativo es Roberto Flórez García. Pero el hecho de si ha pasado información a Rusia o la relación que esa información pudiera tener con el ataque a un grupo operativo del CNI en Irak han pasado a un segundo plano. El interés se centra en saber por qué el CNI ha destapado a éste topo precisamente ahora. Por qué lo ha hecho el mismísimo jefe de la inteligencia española, Alberto Sáiz, y por qué lo ha hecho en el búnker del CNI. Huele a maniobra política.
Para empezar, me parece bastante penoso que se menosprecie la relevancia de la presunta información pasada a Rusia y, aún más lamentable, la posible relación entre los datos vendidos y la muerte de los agentes del CNI en Irak para tratar de vender que lo interesante es lo otro. Me pregunto si cuando surgen informaciones de trascendencia hemos de centrar nuestra atención en lo que nos cuentan o en el supuesto motivo oculto que las promueve, sobre todo teniendo en cuenta algunos antecedentes.
Recuerdo que cuando algunos medios durante los 90 fueron publicando noticias sobre casos de corrupción en el gobierno de Felipe González, también había quien trataba de resaltar la intencionalidad de éstas en lugar su contenido. Aquella campaña mediática fue, en algunos momentos, desproporcionada, pero nos permitió librarnos de algunos sinvergüenzas que habían anidado en las estructuras del poder, y eso fue algo que todos sacamos en limpio. ¿Hay que cambiar ahora el criterio o es sólo válido para la prensa? ¿Acaso no es de dominio público que los medios y los grupos que los sostienen también disponen sus propios intereses inconfesables a la hora de poner en práctica determinadas maniobras? O todos o ninguno, Albert.
Respondiendo a las cuestiones que ahora plantea el director de ADN, ¿por qué se da a conocer esto ahora? Pues mire ustéd, sr. Montagut, no lo se, pero lo que sí se es que el momento actual no tiene la menor relevancia en relación con las actividades, llamémoslas “extraprofesionales”, de Roberto Flórez, o al menos yo no la veo. ¿Qué ha ocurrido ésta semana que la convierta en propicia para revelar la existencia de un agente doble en el CNI? Porque lanzar una pregunta al aire tan cargada de intención sin plantear al menos una conjetura, a mi entender no es propio de buenos periodistas sino de fabuladores de esos que tanto les gusta planear como buitres sobre el 11-M.
¿Por qué lo ha hecho público el jefe del CNI? Pero bueno, Albert, ¿quién más apropiado que el jefe de la institución para comunicar un hecho que perjudica, precisamente, a esa institución? ¿Siempre estamos exigiendo transparencia a las más altas instancias sobre casi cualquier tema y cuando ésta se produce resulta que es síntoma de algo sospechoso?
Y en la misma línea, la tercera cuestión se contesta sola: una revelación sobre el CNI no es frecuente, digo yo, que se haga en la sede de Protección Civil, pongo por caso, o del Ministerio de Industria. Tendrá que hacerse en las dependencias del CNI, como es lógico.
Termina Albert Montagut hablando de “maniobra política”, pero no especifica el objetivo ni los inductores de la misma. Aquí, el director de ADN ya ha abandonado el periodismo y se entrega de lleno al propagandismo, más propio de otros medios que, al menos, no esconden esa pretensión. Directamente ha comprado el discurso sectario del Partido Popular relativo al “caso Flórez” y lo ha deslizado en un espacio que los lectores habituales de su periódico identificamos como independiente, sincero y veraz, profanándolo y dañando la imagen de profesional serio y fiable que se viene forjando cada día.
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