Con el telón de fondo de los trágicos incendios que Canarias está sufriendo éstos días, el ¿líder? de la oposición no ha esperado ni a que los últimos rescoldos dejen de humear para culpar al Gobierno del desastre. A Mariano Rajoy, un político especialista en planear sobre las peores desgracias, cual ave carroñera en busca de restos que le permitan nutrir su argumentario catastrofista, le ha faltado tiempo para responsabilizar al ejecutivo de Zapatero, ese del que cualquier día nos desvela su implicación en la crucifixión de Cristo, la caída de Roma y las Guerras Púnicas, de las miles de hectáreas arrasadas en Tenerife y Gran Canaria. En cambio, se le olvida al mandatario popular un pequeño detalle: en Canarias como en cualquier comunidad autónoma, la primera instancia en actuar en materia de incendios debe ser el Gobierno autónomo, y ocurre que en las Islas Afortunadas está sostenido con los votos del Partido Popular.
Ya imagino cual es la lógica que le mueve: la mejor defensa es un buen ataque, y antes de que al preboste derechista se le recuerde con qué apoyos el Gobierno canario (que, por cierto, le ha puesto los cuernos al PP éste asunto) ha llegado a ser tal (y que no supone sino una continuidad de lo acontecido en la pasada legislatura) decide cargar las tintas contra el ejecutivo central en comandita con los medios que se solazan en servirle como altavoz de sus infundios. Una táctica tan impresentable, falaz y trapacera como las que suele emplear Mariano en la práctica totalidad de sus intervenciones. Además de estúpida, ya que la lógica que la dirige convertiría al PP en responsable de todos y cada uno de los incendios de grandes dimensiones ocurridos durante sus ocho años de mandato.
Es un razonamiento tan sencillo que no puedo creer que a las cabezas pensantes de Génova no piensen en ello. Más bien me inclino por pensar que, en la sede conservadora, lo que dan por sentado es que el ciudadano no se va a plantear nada éstos términos. Moverse a golpe de consigna es lo que tiene, se presupone la nula facultad de análisis del receptor del mensaje y, por tanto, su plena incapacidad para valorarlo con un mínimo sentido crítico. Puede que les funcione para los seguidores más talibanes de La Caverna, esos que sólo saben acatar las instrucciones del jefe de la tribu. Para las personas que sí albergan aptitudes críticas y analíticas, el talante de Rajoy y su recua es un insulto en toda regla al presumirles tamaña indigencia intelectual, que no por habitual debe convertirse en tolerable ni facilitar convertirnos a los demás en condescendientes con la mentira y el engaño.
Y el insulto se incrementa si sabemos, como seguro que él conoce, que en el caso del incendio de Gran Canaria la acción de un incendiario, para más inri guardia forestal, [inciso 06/08/07: no ha sido un guardia forestal] ha sido según todos los indicios causa directa del siniestro. Pero no, Mariano prefiere, empleando su propia terminología, sacarse conejos de la chistera en busca del impacto mediático sin aclarar en qué podrían haber influido contra las acciones de los pirómanos y resto de causas esas medidas que, a toro pasado, propone. Qué fácil es ver los toros desde la barrera. Todo ello sin dejar de mencionar la endémica falta de medios que existe en España ante hecatombes de diversa índole y que arrastra todo ejecutivo que coge las riendas de La Moncloa.
Conviene recordar, pues, para que quede constancia de la clase de tropa que hablamos, de los epítetos que les dedicaron a los Gobiernos autonómicos de Galicia y Castilla-La Mancha cuando esas Comunidades fueron pasto de las llamas hace uno y dos años respectivamente. Entonces sí tocaba exigir responsabilidades y demandar dimisiones a los dirigentes autonómicos, cosa que yo aplaudiré siempre que no se haga una utilización política de las mismas en pertinaz búsqueda del daño al rival. Primero, hay que brindar apoyo a las instituciones implicadas en su lucha contra la calamidad y, una vez superado el trance, exigir firme y coherentemente la asunción de responsabilidades. Así es como debe actuar una oposición decente y honesta que, salta a la vista, no es ésta que padecemos.
Ya imagino cual es la lógica que le mueve: la mejor defensa es un buen ataque, y antes de que al preboste derechista se le recuerde con qué apoyos el Gobierno canario (que, por cierto, le ha puesto los cuernos al PP éste asunto) ha llegado a ser tal (y que no supone sino una continuidad de lo acontecido en la pasada legislatura) decide cargar las tintas contra el ejecutivo central en comandita con los medios que se solazan en servirle como altavoz de sus infundios. Una táctica tan impresentable, falaz y trapacera como las que suele emplear Mariano en la práctica totalidad de sus intervenciones. Además de estúpida, ya que la lógica que la dirige convertiría al PP en responsable de todos y cada uno de los incendios de grandes dimensiones ocurridos durante sus ocho años de mandato.
Es un razonamiento tan sencillo que no puedo creer que a las cabezas pensantes de Génova no piensen en ello. Más bien me inclino por pensar que, en la sede conservadora, lo que dan por sentado es que el ciudadano no se va a plantear nada éstos términos. Moverse a golpe de consigna es lo que tiene, se presupone la nula facultad de análisis del receptor del mensaje y, por tanto, su plena incapacidad para valorarlo con un mínimo sentido crítico. Puede que les funcione para los seguidores más talibanes de La Caverna, esos que sólo saben acatar las instrucciones del jefe de la tribu. Para las personas que sí albergan aptitudes críticas y analíticas, el talante de Rajoy y su recua es un insulto en toda regla al presumirles tamaña indigencia intelectual, que no por habitual debe convertirse en tolerable ni facilitar convertirnos a los demás en condescendientes con la mentira y el engaño.
Y el insulto se incrementa si sabemos, como seguro que él conoce, que en el caso del incendio de Gran Canaria la acción de un incendiario, para más inri guardia forestal, [inciso 06/08/07: no ha sido un guardia forestal] ha sido según todos los indicios causa directa del siniestro. Pero no, Mariano prefiere, empleando su propia terminología, sacarse conejos de la chistera en busca del impacto mediático sin aclarar en qué podrían haber influido contra las acciones de los pirómanos y resto de causas esas medidas que, a toro pasado, propone. Qué fácil es ver los toros desde la barrera. Todo ello sin dejar de mencionar la endémica falta de medios que existe en España ante hecatombes de diversa índole y que arrastra todo ejecutivo que coge las riendas de La Moncloa.
Conviene recordar, pues, para que quede constancia de la clase de tropa que hablamos, de los epítetos que les dedicaron a los Gobiernos autonómicos de Galicia y Castilla-La Mancha cuando esas Comunidades fueron pasto de las llamas hace uno y dos años respectivamente. Entonces sí tocaba exigir responsabilidades y demandar dimisiones a los dirigentes autonómicos, cosa que yo aplaudiré siempre que no se haga una utilización política de las mismas en pertinaz búsqueda del daño al rival. Primero, hay que brindar apoyo a las instituciones implicadas en su lucha contra la calamidad y, una vez superado el trance, exigir firme y coherentemente la asunción de responsabilidades. Así es como debe actuar una oposición decente y honesta que, salta a la vista, no es ésta que padecemos.
Muy acertado el término de carroñero para Rajoy. Cada vez tiene más cara de buitre...
ResponderEliminarDesde luego Rajoy aprovecha cualquier catástrofe para lanzar dardos sobre el gobierno. Esta oposición está siendo la más demagógica en muuuuchos años y más que oposición, se trata de una negación. Negación a todo lo que salga del partido que gobierna.
ResponderEliminarPor otro lado, sin querer justificar a Rajoy, pienso que hay que hacer memoria. Zapataro en la oposición también se encargó de tirar sus dardos con el caso del Prestige, con lo de Gescartera y otros asuntos varios. Digamos que nadie se salva de la demagogía.
Además, los otros partidos políticos (si es que existen) no tienen ni medios ni respaldo para hacerse escuchar, ya que los grandes entes de la comunicación pasan olímpicamente de ellos.
En fin, la política española empeora, si es que puede empeorar más... ¿Cuál será el futuro de este país si la cosa no cambia?¿Crees que al paso que vamos al final nadie, absolutamente nadie, irá a votar?
Salud!
Pues Luismi, sobre lo de ir a votar, la derecha tiene un numeroso contingente de electores que le votará haga lo que haga y diga lo que diga. Y luego está el mismo contingente en la izquierda, pero menos numeroso y fiel. Y luego estamos los que nos decantamos por lo que consideramos el mal menor, o el menos malo. Es triste, sí.
ResponderEliminarEfectivamente, Zapatero también ha sido demagogo, lo que pasa es que en ésta legislatura se están sobrepasando límites nunca antes sobrepasados.
Saludos.