En las últimas semanas nos hemos topado con varias novedades musicales que merece la pena reseñar, aunque sea brevemente. Todas ellas pertenecen al ámbito del rock más o menos pesado y podemos concretar que comparten un mismo fundamento común: el continuismo dentro de cada estilo, lo cual no es algo que precisamente me agrade.
Comenzamos con el nuevo disco de la banda holandesa The Gathering, “The West Pole”, sobre la cual había serias dudas de si sería capaz de superar el abandono de su vocalista, la inigualable Anneke Van Giersbergen. La deserción de Anneke, aparte de los motivos personales aducidos, parece estar fundada en diferencias creativas, ya que su nuevo grupo, Agua de Annique, supone una extensión de lo practicado en los dos últimos discos de The Gathering, orientados al intimismo de un sonido cada vez más ambiental. Con “The West Pole” su ya ex-compañeros retoman parte de su faceta más rockera recuperando un sonido similar a “If Then Else” (2001), en el que imprimen más ritmo a las composiciones y redoblan su garra. No obstante, sus canciones persisten en esas estructuras fuera de los estándares al uso, por lo que sigue siendo un disco de The Gathering con todas las de la ley. Las dos vocalistas incorporadas para sustituir a Anneke cumplen correctamente sin mayores alardes en un disco que no está a la altura de sus mayores logros de mediados los 90 (la época de "Mandylion", 1995 y "Nighttime Birds", 1997), y en el que no hay cortes concretos muy por encima de otros; simplemente se ocupa de mantener a la banda dignamente en el candelero tras 15 años de existencia.
Continuamos. Los italianos Lacuna Coil fueron una de las bandas más destacadas del metal gótico europeo. Sus discos primeros discos destilaban una clase difícil de encontrar en coetáneos suyos, y sus melodías eran cantos a una belleza musical sin precedentes, con algunos de los puntos más álgidos del rock europeo de lo que llevamos de siglo. Su disco de 2002, “Comalies”, es una de las mejores obras que ha dado en género en décadas. Lamento hablar en pasado, pero el sueño se truncó hace tres años, en que decidieron entregarse al convencionalismo ramplón del rock mainstream. “Karmacode” (2006) supuso un retroceso difícil de encajar para quienes vivíamos extasiados ante la belleza de su música, y su nueva entrega, “Shallow Life”, es la constatación de que no habrá más Lacuna Coil, no para quienes encontramos en su pasado algunas de las piezas más sublimes del rock europeo reciente. Y no es que éste disco sea peor que su predecesor, cosa difícil, sino que deja claro que el camino emprendido no tiene vuelta atrás, y más al saber que la respuesta comercial al giro estilístico parece darles la razón. Comercialmente podrán haber acertado, pero artísticamente son ya una banda perdida que pudo ser y, por desgracia, no fue. Aún así, todavía encontramos destellos en “Shallow Life”, como la balada “Wide Awake”, campo en el que siempre tuvieron poca competencia. Una excepción que ya no confirma ninguna regla.
El estilo que practica el proyecto musical de Tilo Wolff, Lacrimosa, tiene tan poco misterio que cada nuevo disco no puede más que despertar una sensación de deja vu tras otra: su combinación de música sinfónica y rock duro ya no puede dar más de sí. Llegó un momento en que, una vez establecida esa premisa musical, a Lacrimosa ya no le iba a ser posible sorprender al oyente, y a fe que tras escuchar “Sehnsutch”, recientemente editado, la sorpresa es lo que más se echa en falta. Los mejores tiempos de Tilo, registrados en la segunda mitad de los 90, especialmente con Inferno (1995) y Stille (1997), ya pasaron, y hoy día parece aspirar únicamente a plagiarse a sí mismo y a repetir fórmula sin mayores aditamentos. Una pena para alguien de quien hay que valorar que arriesgara con una mixtura musical tan explícita, no apta para cualquier paladar, y que ha sabido ganar seguidores en numerosos países renunciando al inglés típico del rock por su alemán materno, una lengua siempre dura de escuchar.
Los neoyorkinos Dream Theater continúan editando discos como si no existiera un mañana, y ya tenemos en la calle “Black Clouds and Silver Linings”, lo último que nos viene de ellos. ¿Novedades? Ninguna, cero, nada, todo es más de lo mismo y no hay una sola coma que se atreva a saltarse el guión. Es más, parece incluso que el quinteto se recrea con atrevimiento en su estatismo musical hasta casi querer convertirlo en marca de fábrica, si es que no lo era ya. Nadie les niega su realidad como banda, la mejor que ha parido nunca el metal progresivo con obras cumbre absolutamente incólumes, pero una pizca de evolución tampoco les vendría mal. Bien es cierto que durante su carrera han venido salpimentando sus casi siempre extensas canciones con toques ajenos al eje central que vertebra su música: jazz, rock alternativo, pop, thrash metal... pero siempre como elementos añadidos, sin giros de personalidad especialmente agudos. Y tras dos décadas de carrera, al menos yo es algo que echo a faltar. En “Black Clouds and Silver Linings” tenemos todo lo que se puede esperar de un disco de Dream Theater, y en gran cantidad: solos supersónicos de guitarra, improvisaciones al teclado, redobles de batería por doquier, cambios de ritmo brutales, quiebros inverosímiles, temas de hasta 20 minutos de duración, baladas típicas A.O.R., agudísimos tonos de su cantante... Puro Dream Theater, como el primer día. Y pese a todo lo dicho, no puedo dejar de reconocer el talento de éstos tipos, plasmado siempre en alguna composición ante la cual uno termina agachando la cabeza y rindiéndose ante su maestría. En esta ocasión es “The Count Of Tuscany” la que, sin estar a la altura de “Take The Time”, “Learning To Live” (ambas de su obra maestra, “Images And Words”, 1992) o “Home” (“Scenes From A Memory”, 1998) entra en el olimpo selecto de piezas elevadas a los altares de lo sublime.
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Hay que joderse, no esperaba volver de vacaciones y encontrarme con que me han salido fans japonenes. Por cierto, hay cambio político en Japón después de cincuentaytantos años. Que sea enhorabuena.
ResponderEliminarCould you speak in english at least, please?
ResponderEliminarBueno, en vista del aluvión de spam voy a tener que tomar medidas drásticas.
ResponderEliminarAnte la sospecha fundada de que nuestros amigos japoneses no sean otra cosa que una forma de spam, procedo a eliminar todas sus inervenciones.
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