De tanto criticarlo todo, de tanto tirar por elevación, la derecha termina acertando; el gobierno ha caído en el despilfarro, mismamente al conceder ayudas de 2500 euros por nacimiento tanto al hijo del obrero como al hijo del banquero. Así no se hacen las cosas. Luego llega la mayor crisis desde la II GM y nos empitona, nos agarra con la caja vacía o camino de vaciarse. El paro sigue creciendo y ello obliga a un mayor esfuerzo inversor para crear empleo, aunque sea durante un par de meses; las prestaciones por desempleo someten a las cuentas públicas a un desgaste sin precedentes y las nuevas ayudas a quienes ya agotaron su prestación las desangran un poquito más. No hay dinero para todo así que, ta-ta-chán, nos tienen que subir los impuestos.
Puedo entender que, dado el momento difícil que vive nuestra economía, se retire la ayuda de 400 euros puesta en marcha tras las elecciones de marzo de 2008 con el fin de reducir el gasto. Se implementó en un contexto generalizado de subida de precios e hipotecas y con la inflación disparada, situación que ya quedó atrás por lo que suprimirla entra dentro de lo razonable. Eso lo puedo entender.
Entiendo también que en su situación parlamentaria el Gobierno esté obligado a hacer piruetas, a renunciar a unas cosas y a conceder otras; que a veces tiene que contar con grupos como PNV y CiU, católicos y de derechas, y cuyo apoyo puntual, necesario en ocasiones, tiene un coste. Todo eso lo entiendo, es lo que tiene disfrutar únicamente de mayoría simple en el Congreso. Pero no entiendo que, en un contexto de crisis como el que vivimos, y llegado el caso de tener que tomar una medida impopular como es la subida de impuestos, pudiendo hacer una reforma fiscal más justa y que grave más a las rentas altas, lo hagan de forma que las llamadas clases medias (me gustaría que alguien me concretara qué y quienes son) y los mileuristas paguen el pato de la crisis.
No estamos hablando de sumergir al país en un laicismo drástico, ni de nacionalizar la banca, ni de ninguna medida comunista radical. Es, simplemente, apretar más las clavijas fiscales a los que más tienen, y no a los que ya precisan de calculadora para saldar el mes. ¿Es que no es de pura lógica o las cosas son más complejas de lo que aparentan, tanto que no alcanzo a entenderlas? Algo raro ha de haber cuando el político que enseñaba economía a Zapatero por las tardes ha terminado elevando la voz sobre el particular tras dejar su acta de diputado.
Por eso me pregunto, ¿Qué le pasa a este gobierno? ¿Tan pillado está por vaya ud. a saber qué o quienes que no se atreve a hacer auténtica política económica de izquierdas, objetivamente beneficiosa para los menos favorecidos? No es algo entendible en el gobierno de un autodenominado partido obrero de izquierdas y cuyos mandatarios cantan orgullosos La Internacional puño en alto.
No entiendo nada de economía, por eso necesito que alguien me lo explique. Pero una conclusión si extraigo, y es que todo esto azuza al votante de derechas, desanima al de izquierdas y desmoviliza al de centro, con lo que, de seguir así, acabaremos con un sujeto llamado Rajoy en Moncloa -alguien que prometió 2,2 millones de empleos si ganaba las elecciones, para que nos percatemos de sus dotes como gestor con una crisis en ciernes- quizá en menos tiempo del que podemos prever.
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