viernes, 9 de octubre de 2009

El respeto por la propiedad intelectual en España

Me acabo de enterar de la existencia de una sociedad similar a la denostada SGAE dedicada al cobro por derechos de propiedad intelectual. Responde por Aisge, tiene en la actriz Pilar Bardem a su presidenta y ya está metida en litigios parecidos a los que protagoniza su hermana mayor. Tampoco me extraña, no veo por qué ha de existir una única empresa que vele por los derechos de los creadores. Al igual que hay competencia en el sector de la telefonía, del suministro energético o de la proteccion de los derechos de los consumidores también puede haberlo en el sector de la propiedad intelectual.

Todo lo que huele a SGAE levanta muchas ampollas en España. Es cierto que la imposición del canon digital a todo soporte de almacenamiento informático ha recrudecido las antipatías que ya levantaba la sociedad presidida por Teddy Bautista. Y no sin motivo, aunque más que a la SGAE había que señalar directamente al Gobierno que es quien ha legislado para implantar dicho canon y las condiciones en que se cobra y gestiona: presuponiendo que el usuario va a delinquir contra el derecho a la propiedad intelectual, por lo que se le cobra por adelantado para compensar a los autores el perjuicio que le pueda producir ese presunto delito. Y para colmo, siendo como es un impuesto, en lugar de ser gestionado por el Estado lo es por la SGAE, que no deja de ser una entidad privada. Desde un punto de vista ético y democrático no hay por donde cogerlo.

No obstante, y reiterándome en la aberración legal que para mí es el cobro del canon digital, quiero referirme a la actitud que encuentro generalizada en la red hacia la propiedad intelectual, y que conforma en gran medida el fondo del asunto.

El trasfondo de todo, en mi opinión, es el origen de las descargas que tanto daño, dicen, produce a la industria audiovisual. El fondo de todo es si estamos o no de acuerdo en que exista el derecho a la propiedad intelectual, es decir, que cualquiera que registre una obra de creación artística cobre cada vez que alguien lo use. Yo sí estoy de acuerdo, y creo que la mayoría de nosotros lo estaría en el caso de estar en los zapatos de un creador, sobre todo si es de éxito. Pero España es un país donde, si uno se las puede arreglar para saltarse las normas y conseguir las cosas sin pagar, se las arregla; no hay ninguna concienciación de lo que supone la propiedad intelectual y si podemos aprovecharnos gratis del esfuerzo de un artista, pues lo hacemos, y cuanta más impunidad nos ampare más provecho tratamos de sacar. Lo que no es congruente es quejarse por lo que te cobran, llamarles chorizos y otras lindezas y, al mismo tiempo, ser un incansable consumidor del material que editan.

Lo que no tiene nombre es aprovecharse del esfuerzo creativo de una artista con el propósito de disfrutarlo por la cara y encima llamarle ladrón, cuando el que está robando aquí es el que obtiene su material fuera de los cauces legales. Los detractores del canon debería ignorar todo producto con marchamo de la SGAE, nadie obliga a utilizarlos, aunque bien es verdad que una vez que pagas el canon al comprar un dispositivo de almacenamiento se obtiene cierta legitimidad no se si legal, pero si moral, para efectuar descargas de sus asociados en la red. A fin de cuentas, qué menos que disfrutar de algo por lo que ya te han cobrado.

Volviendo al tema, no creo que si alguno de quienes dedican acres invectivas a la Sociedad General de Autores tuviera a bien convertirse en creador fuera a renunciar a los ingresos por derechos de autor. Ahí habría que verles... Quien considere a la SGAE o sucedaneos una piara de bandoleros, y esto va por quienes utilizan música protegida en eventos de todo tipo, ya sean públicos o privados, lo tiene fácil: darle la espalda a los productos que editan sus socios. Desde esa posición se podrá opinar con mayor carga de autoridad moral.

Pero ocurre es que cada vez que alguien menciona a la SGAE en seguida sale un tropel de indignadísimos usuarios a quejarse de cómo roban cuando es más que posible que tengan el emule a rebosar de descargas por las que no pagan un céntimo. Y sin tan siquiera cuestionarse el derecho de existencia de la propiedad intelectual que están atacando, que a mí sí me parece legítimo aunque pueda ser cuestionable en algún que otro aspecto, como el tiempo por el que una obra pueda seguir generando ingresos por derechos de autor.

¿Acaso no es ingenuo pensar que el usuario medio se instala el adsl en casa para consultar el periódico digital? Venga ya, podrán no bajar mayormente contenidos con derechos gestionados por la SGAE, pero sí material pirata procedente del extranjero, con lo que, desde un punto de vista ético, la mayoría de los que se quejan son los primeros moralmente desautorizados para quejarse. Obviamente no tengo evidencias de ello, pero me cuesta muchísimo creer que uno se ponga internet de alta velocidad en su casa sólo para chatear por el messenger.

Si yo me bajara abundante material de internet, aunque casi no consumiera producto nacional, debería ser lo suficientemente consecuente para saber qué es lo que estoy haciendo y cuanta ética hay en mis actos antes de acusar a otros de falta de ética.

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