Hace poco han comenzado a emitir en algunos canales autonómicos una serie norteamericana de ciencia ficción llamada Fringe. La magia de internet permitió que ya tuviera vistas las dos primeras temporadas cuando esto empezó a ocurrir, con lo cual ya puedo hablar con un sobrado conocimiento de causa acerca de las semejanzas con su gran antecedente catódico de los años 90.
En los últimos tiempos me ha costado engancharme a productos televisivos, entregado casi por completo al cine, pero finalmente he caido, y tengo que decir que para bien. Sí, Fringe es largamente deudora de la clasica Expediente X (The X-Files) y directa heredera, tanto en su temática como en su tratamiento de personajes.
La División Fringe (algo así como límite o frontera) es una unidad especial del FBI dedicada a investigar todo aquello que se escapa a los métodos de investigación convencionales, y que suele tener algún origen desconocido que poco a poco se nos va desvelando. ¿Les suena a los viejos seguidores de Expediente X? Aunque pretende tener un sustento más científico que su predecesora, pronto uno abandona esa idea y se deja llevar por lo que no deja de ser ciencia ficción pura y dura. Eso sí, cuidada, fascinante y trufada por momentos de abundante jerga científica.
Al igual que la legendaria serie protagonizada por los también agentes federales Mulder y Scully, hay una trama central común a la mayoría de episodios que tiene que ver con conspiraciones a gran escala, detrás de las cuales parece haber oscuros poderes, pero cambiando los hombrecillos verdes por los universos paralelos. Es el punto fuerte de la serie y lo que crea la tensión y la expectativa necesaria para fidelizar al espectador.
También comparte con su serie referente una tensión sexual entre su protagonista, la agente Olivia Dunham, y su colaborador Peter Bishop que va cobrando cuerpo poco a poco pese a que inicialmente no desprendían demasiada química. El jefe de la división es Philip Broyles, el cual comparte carácter circunspecto con el subdirector Walter Skinner de los X-Files. Ambos, además, son capaces de jugársela ante superiores jerárquicos para proteger a sus agentes.
La novedad en Fringe es la inclusión de un personaje clave en el desarrollo de la línea argumental básica, el científico Walter Bishop, padre de Peter y que, tras ser rescatado después de dos décadas recluido en una institución mental, intenta recordar su pasado y su grado de implicación en los extraños sucesos que van aconteciendo. Aunque ni esto se puede desligar de Expediente X, ya que el agente Mulder también se pasaba episodio tras episodio intentando recordar qué le pasó a su hermana (fue supuestamente abducida) cuando él era pequeño. Hay otros personajes en la trama cuya importancia recuerda de una u otra forma a la que tenían los misteriosos confidentes que surtían de información a Mulder. Los ocasionales diálogos crípticos que mantienen con los protagonistas son otro punto en común a destacar.
Vistas las dos primeras temporadas, y aún reconociendo que hay capítulos de verdadero relleno, el eje central de la trama tiene suficiente interés como para mantener expectativas ante el inminente estreno de la tercera temporada. Ha habido episodios verdaderamente memorables y los fans de la sci-fi de calidad no andamos sobrados de ofertas en TV. Solo espero que el inevitable declive creativo que acaba sufriendo todo producto televisivo llegue a la División Fringe lo más tarde posible.
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