jueves, 10 de marzo de 2011

A serbian film y los límites de la creación artística


El director del festival de cine fantástico y de terror de Sitges, Ángel Sala, ha sido imputado judicialmente por exhibir en dicho festival la película A serbian film. La cinta, de origen serbio como su propio nombre indica, lleva causando revuelo allá donde llega durante el último año, pero hasta arribar a España su proyección no había tenido consecuencias legales para los exhibidores. El motivo son unas durísimas secuencias (no las he visto, pero hay abundantes descripciones en internet) que, para algunos, sobrepasan cualquier línea roja. A serbian film trata del mundo del porno, las perversiones sexuales y las películas snuff, siendo su escena cumbre una en la que violan a un bebé, literalmente recién nacido.


Debería escribir esta entrada después de visionar el film. Confieso mi curiosidad, pero no estoy seguro de tener cuerpo para ver determinadas cosas. No obstante, la llama del debate puede encenderse sin necesidad de cumplir ese requisito. Por un lado están los que defienden la libertad de expresión y de creación artística; por otro, quienes no soportan ver traspasados algunos límites éticos. Ambos, a mi entender, tienen motivos para blandir sus razones.

¿Hasta donde llega la libertad de expresión y creación? Teóricamente, hasta el lugar en que esa libertad cercena la de otros. La proyección de una película violenta no recorta per se la libertad de nadie. Uno elige verla o no según su propia decisión, y contando con que esté debidamente calificada para que nadie se lleve a engaño. La denuncia contra Ángel Sala se basa, al parecer, en que A serbian film contiene escenas contrarias a la ley en materia de pornografía infantil. Esto es algo paradójico, ya que semanalmente se proyectan en toda España películas con contenidos que contravienen esas mismas leyes: asesinatos, torturas, robos, extorsiones, amenazas... material que luego entra en los hogares a través de la TV. Y no hablemos ya de los videojuegos de ultima generación ¿Cuál es, pues, la diferencia?


Huelga señalar el carácter ficticio de todos esos delitos. Da la impresión de haber gente incapaz de separar la realidad de la ficción. Me pregunto quien tiene un mayor problema, si los que disfrutan con el cine violento o quienes le dan idéntico tratamiento a lo real y a lo simulado.

La diferencia es, al parecer, que los protagonistas de las agresiones simuladas en el film balcánico son niños, ya que es cierto que existe una mayor sensibilidad social hacia todo lo referido a la violencia infantil. Son un objeto jurídico algo distinto de un adulto, tengámoslo en cuenta, y hasta una determinada edad los niños son, por así decirlo, intocables desde una óptica penal. Existe una legislación expresa en el caso de conjugar sexo e infancia, separada de la relativa a adultos y presente en todo el mundo desarrollado. Sin embargo, parece claro que la película serbia es ficción (se trata de muñecos en ambas escenas) y que no se viola a ningún tierno infante ante las cámaras. Ello daría ya al traste con cualquier acusación de ilegalidad, pero no podemos negar que la sola insinuación del hecho remueve algo por dentro.

Podríamos entrar a calificar los motivos por los que un cineasta estima que la violación de un bebé es un artilugio hábil para transmitir algo. Posiblemente, muchos de nosotros opinaríamos que esa misma idea puede igualmente viajar de la pantalla al espectador sin la necesidad de un efectismo tan brutal, que ensombrezca el significado de cualquier metáfora. Y quizá que para ello se necesita talento, un talento del que carecería el director de A serbian film. Pero eso es algo que no pocos de los visitantes de ARCO piensan de muchos de quienes allí exponen; y es que el arte, especialmente el contemporáneo, es tan subjetivo... Podemos especular acerca de si este cineasta ha valorado suficientemente la trascendencia de su apuesta, habida cuenta de que se habla mucho de la forma pero muy poco del supuesto fondo. O sobre si la polémica tiene poco de forzada y mucho de planeada: la provocación como estrategia de márketing. Nada de esto es decisivo a la hora de valorar algo tan taxativo como la aplicación de una ley penal a una creación artística.


Porque, visto lo obvio, lo único de lo que se podría acusar al film serbio es de hacer apología de la pederastia, algo que, me temo, solo podría valorar si veo la película. No obstante, los contextos cinematográficos no suelen ser objeto de demanda judicial, y vuelvo a referirme a los títulos que habitualmente pueblan nuestra cartelera o las estanterías de las tiendas de videojuegos. Se acusa a este tipo de ocio de banalizar la violencia, de convertirla en algo cotidiano, de insensibilizarnos de forma que la aceptemos con más naturalidad, de socavar unos valores basados en el respeto y la benevolencia. Puede que sea así pero ¿genera violencia? Supongo que eso es más difícil de probar. ¿Determinará A serbian film el nacimiento de toda una nueva generación de pederastas? Dudo que haya quien esté en disposición de demostrarlo.

3 comentarios:

  1. Está bien planteado. Hay una frontera difusa entre arte, provocación y mal gusto pero lo que creo tener claro es que no es lo mismo un delito que su representación. Pero esto no es nuevo. Recuerdo una exposición, creo que en Sevilla, donde pusieron en la fachada unos maniquíes niños ahorcados. Polémica al canto. El problema que veo es que la capacidad de alarma, indignación o repulsión se va haciendo cada vez mayor y es necesaria más dósis para conseguir el efecto. Si a eso le unimos que la imágen, la tele, convierte todo lo que toca en un espectáculo lo que tenemos es una peligrosa indiferencia hacia todos los males que puedan pasarle a nuestros congéneres. Una de las frases que más detesto es la de "era como en las películas" cuando intentan describir alguna calamidad propia o ajena.

    Salud.

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  2. Por alguna razon desconocida, un dia decidi ver esta pelicula. Habia leido muchas criticas acerca de ella, de lo fuerte de algunas escenas, de lo politica y moralmente correcto, de su alto contenido sexual,etc...Entonces a pesar de que sabia que iba a ser desagradable queria juzgar por mi mismo este film.

    Sin duda, es desagradable a mas no poder, sangre violaciones y sexo estan ligados en varias escenas que luego no te podras quitar de la cabeza. Sin embargo, me envolvio, tienes que separar tu lado racional y visceral para poder seguir viendo este film. No creo que algo asi se pueda considerar arte, pero a veces me parece un poco cinico por parte de la sociedad que cuando una pelicula se sale de la "norma establecida por la sociedad" la gente la repudie, la rechace y vete la pelicula.

    Creo que si vivimos en el 2012, tenemos que tener la capacidad intelectual para poder ver una pelicula asi y no salir corriendo. Al fin y al cabo vivimos con problemas, guerras, acoso a niños, cosas injustas todos los dias, y ¿cual es nuestra respuesta? Mirar para otro lado. Mirar para otro lado no quita el problema, no estoy justificando la violencia, solo justifico que tenemos que tener la capacidad de separar realidad y ficcion para poder aguantar esta cinta.

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  3. Las personas que satanizan "Una película Serbia" son realmente retorcidas ya que limitar al arte a sólo lo que sus conceptos de falsa "moralidad" les indican es volver a la Inquisición, y como en el medioevo quieren controlar lo que se puede o no expresar. El arte es libre carajo. No limiten la expresión, ya que la libertad de expresión es un derecho fundamental en el ser humano. Retrógrados!!! y si no la han visto, pues no opinen, mejor jálensela con sus dibujos animados de walt disney. Matias, mexico df.

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