Estos días he estado escuchando el disco de una banda por la que pocos daban ya dos duros. Se trata del Dethred Sabbaoth de Danzig. No afirmo que sea un disco que me haya hecho estremecer de gusto, pero sí es lo suficientemente digno como para considerarlo el mejor trabajo del grupo desde Danzig 4 (1994). Dada la cantidad de años transcurrida, la longeva carrera musical de Glenn Danzig, motor y alma mater de la banda, y la caída en picado que anunciaba cada nuevo lanzamiento desde mediados de los 90, habrá que darse con un canto en los dientes y felicitarse por el repunte experimentado, aún a estas alturas.
Danzig, que siempre ha sido más banda de culto que fenómeno de masas, es un nombre que ha despertado pasiones entre los aficionados al Hard Rock con raíz bluesera. Proveniente del Punk, movimiento del que formó parte capitaneando a The Misfits, Glenn Danzig se viene haciendo un hueco entre los vocalistas destacados del Rock americano desde los años 70. Ya entrados en los 80, Samhain fue su segundo gran proyecto musical, aunque quizá el que menos repercusión ha tenido, suponiendo una transición hasta dar forma definitiva a Danzig, la banda, a finales de esa década. John Christ a la guitarra, Eerie Von al bajo y Chuck Biscuits en la batería configuraron junto al llamado evil Elvis los cuatro discos clave de les dieron fama y relevancia. Hard Rock, blues, satanismo y masculinidad a flor de piel fueron sus señas de identidad durante esa época, en la que nos regalaron grandes piezas como Mother, Dirty black summer o Long way back from hell. Pero todo lo que empieza tiene que acabar.
La fiebre alternativa noventera, que ya impregnaba a su mencionado cuarto disco pero sin contaminarlo negativamente, el seguidismo electrónico, la ausencia de ideas decentes con las que mantener a flote el barco y una desbandada que dejó a Glenn sin sus compañeros de fatigas fueron síntomas del inicio de la decadencia, plasmada en discos anodinos como Blackacidevil (1996), 6:66 Satan's Child (1999) o directamente insufribles como I Luciferi (2002) y Circle of snakes (2004), donde apenas quedaban restos de su gloria pasada. Una vez superados los devaneos industriales en un intento por seguir la estela de Nine Inch Nails o Filter, se pasaron a un Stoner Metal muy pesado en el que la voz de Glenn quedaba en un segundo plano detrás de las guitarras de Tommy Victor. Este músico, que formó parte de Prong y Ministry y se incorporó a Danzig en 1997, es capaz de ocupar los tres o cuatro minutos que dura un tema repitiendo una y otra vez el mismo riff. Le considero uno de los guitarristas menos imaginativos que he escuchado nunca. Aunque se encarga de la guitarra principal en Dethred Sabbaoth, al menos sus tozudos criterios no parecen ser los únicos tenidos en cuenta.
En esta última entrega los norteamericanos han conseguido rescatar en gran parte el espíritu de sus primeros trabajos, siendo Dethred Sabbaoth el heredero natural de aquellos discos. Bien es cierto que la producción está menos trabajada y suena más sucia, pero que Glenn Danzig sea capaz con 54 años años de editar estas diez canciones cuando todo parecía conducir a su banda a la desaparición bien merece ser resaltado. Tommy Victor hace de las suyas, pero dentro de un contexto general mucho menos encorsetado, lo que le encuadra con más naturalidad dentro de la propuesta musical de la banda. Se confirma la presencia de Johnny Kelly en la batería una vez deshechos Type O Negative tras el fallecimiento de Peter Steele, y del bajista Steve Zing, un miembro de Samhain.
Las canciones mantienen el tipo. Me quedo con The Revengeful, Pyre of souls en sus dos partes y Left hand rise above. Pero ya digo, que nadie espere maravillas. Quizá el ocaso creativo en que se hallaban inmersos sea lo que más valor da a sus nuevos temas, pero puede bastar. A Glenn se le percibe en buena forma, esto es, histriónico y pasado de vueltas, pero también comedido cuando toca. La voz de este hombre pocas veces atravesó por términos medios.
En definitiva, una pequeña y agradable sorpresa para quienes dábamos ya por fenecidos a Danzig. Sin estridencias ni esplendores, pero con dignidad. No es poco vista la prolongada carrera que su líder lleva a cuestas.
Solo he escuchado el primero y el IV(en una lista semanal de recomendaciones) y ya éste me parecía un pequeño paso atrás.A ver si le pego una orejada a su nuevo disco.
ResponderEliminarEl bueno de Danzig... ojalá Jerry Only no fuera tan idiota y ojalá pudiéramos seguir disfrutando de unos Misfits que no den pena sobre el escenario...
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