viernes, 29 de julio de 2011

Apuntes conspiracionistas sobre el psicópata Breivik

Comenzaba mi anterior entrada hablando del ataque terrorista en Noruega, de la polarización política que vivimos, no solo en España, y de las aberraciones intelectuales a que nos puede llevar. Una de las más llamativas y singulares, y que es no es nueva pero que en este comienzo de siglo está viviendo una época dorada, es el del conspiracionismo. Me resulta harto pintoresco la manera en que surgen las conspiranoias (aka conspiración + paranoia), las cuales acostumbran a emerger cuando algún colectivo se siente perjudicado por la resolución de un hecho o cuando dicha resolución proporciona algún beneficio hacia un colectivo rival.

En el caso que nos ocupa, grupos y gremios ultraderechistas e islamófobos (que suelen confundirse, aunque no siempre) unen sus cánticos en pos de una máxima: ¿por qué Anders Behring Breivik no atacó una mezquita? ¿Por qué atacar a jóvenes arios en lugar de atentar contra individuos de tez morena inclinados hacia La Meca? ¿Qué razones tenía para cebarse con sus jóvenes compatriotas en lugar de volcar sus iras hacia el verdadero, por declarado, objeto de sus odios?

Pocos de quienes hacen suyas tales dudas darán una respuesta explícita, pero tampoco pierden ocasión de dejarla caer con disimulo. Sin rodeos, todo es un montaje para proyectar una imagen homicida de las ideas conservadoras y etnicistas que, poco a poco, ganan espacios de influencia en Europa, y victimizar a la comunidad musulmana europea, quienes, según su criterio, son los responsables de la decadencia moral y política que asola el viejo continente.

El facherío está plagado de indeseables, pero conviene no subestimarlos porque tontos no son. Son plenamente conscientes de que la matanza cometida por Breivik va a dar muy mala prensa al proyecto que defienden, y han salido al contraataque de sus cubiles intentando no perder un ápice del terreno que tanto les ha costado conquistar. Sembrar dudas sobre la naturaleza de los ataques de Oslo y Utoya entraría dentro de esa estrategia para, al menos, abortar la apertura de un sumidero dentro de sus propias filas.


En sus intentos de apelar a la lógica atentan de forma flagrante contra los más elementales principios de tan noble ciencia. Hacen cábalas acerca de la imposibilidad de que un solo hombre pudiera perpetrar algo de tan inusitada eficacia, cuando solo 30 kilómetros separan Oslo de la isla de Utoya. ¿De verdad es tan complicado poner una bomba y luego desplazarse esa distancia (no tengo noticia de que el país estuviera inmerso en una operación salida) para seguir cometiendo fechorías? No hace tanto, y aún hoy, en nuestro país se razonaba de forma similar acerca de la imposibilidad de que unos moritos, unos pelanas, pudieran planear, organizar y ejecutar un golpe terrorista de la magnitud del 11-M. Se trata de sujetos tan devorados por sus prejuicios políticos que resultan impermeables a la sencilla percepción del viajero de un tren de cercanías, el cual conoce de primera mano la escasa logística que precisa dejar una mochila olvidada bajo un asiento.

No, no es complicado planear y ejecutar una matanza como la de Noruega. Lo difícil es que a alguien se le crucen los cables tan estrepitosamente como para reunir arrestos para llevar todo el sangriento plan a término. Eso es lo verdaderamente complejo, y por eso no es un suceso del que, por suerte, podamos dar cuenta en los periódicos con frecuencia.

Pero volvamos a la pregunta fundamental. ¿Por qué jóvenes noruegos y no curtidos musulmanes de los que, al parecer, abundan en el país nórdico y tan nervioso ponían al psicópata Breivik? Es curioso que determinados sectores se puedan plantear esto en un lugar como España. Lo digo porque llevamos años con la impresión, o al menos es lo que yo percibo, de que en este país hay gente que, en su escala de odios, tiene a Zapatero o a Rubalcaba, y por extensión al PSOE, por delante de ETA; o personas del ámbito político que desean en público la muerte a sus rivales políticos. Y ya que hemos mencionado a ETA, ¿ha tenido miramientos la banda terrorista en atentar contra vascos, sus teóricos protegidos, si transitan fuera del camino correcto que ETA demarca?

En esta entrada de septiembre de 2006 extractaba un fragmento de un artículo, que ya no se encuentra en su ubicación original, del GEES (una especie de laboratorio de ideas en materia de defensa y seguridad próximo al PP) en el que su autor valoraba los aspectos positivos de la eventual muerte de soldados españoles durante la misión en Líbano:

Sólo hay una razón por la que se pudiera apoyar la iniciativa de nuestro sonriente presidente de desplegar entre 700 y 1300 soldados españoles en el sur del Líbano: que ese despliegue sea su tumba.

Si a ZP el beatífico y pacífico soporte de las Naciones Unidas le envían a casa 50 o 300 bolsas con otros tantos cadáveres de jóvenes españoles sería su final político
¿De verdad nos debe extrañar tanto que el objetivo de Breivik no fuera aquel a quien odia, sino aquel que, según su enfermizo modo de razonar, posibilita que el mundo resulte más acorde a los criterios de aquel a quien odia?


Posiblemente Anders Behring Breivik no sea un loco al uso. Un psicópata es alguien que puede mantener intactas todas sus facultades intelectuales a la hora de urdir un plan y llevarlo a cabo, aunque su escala de valores sea radicalmente incompatible con la sana convivencia entre personas. ¿Se acuerdan del asesino de la película Seven? Aunque seguro que el criminal de Oslo y Utoya se identifica más con Ozymandias, el megalómano protagonista de Watchmen, el cual decidió unilateralmente el brutal sacrificio a realizar para conquistar un bien más elevado, aunque incierto.


Pero lo de Noruega no fue ficción, y la resolución tomada por Breivik no lleva a nada deseado por nadie en sus cabales. Dice que asume ser considerado por todos un monstruo. Eso es lo que es.

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