miércoles, 27 de julio de 2011

Que los atentados de Noruega no nos nublen el juicio

Vivimos en unos tiempos tan polarizados que cualquier suceso puede ser objeto de controversia política. Cuando entre medias se cuelan las ideologías y los intereses políticos rara vez un hecho luctuoso se ve limpio de esta batalla rastreraLo sucedido en Noruega el pasado fin de semana no podía quedar fuera de esta camorra. Un sujeto de fuertes convicciones etnicistas, habitualmente relacionadas con la extrema derecha, ha tiroteado a una multitud de jóvenes socialdemócratas en la isla de Utoya después de atentar con una bomba en Oslo, según él, como un modo de castigar a quien está permitiendo la islamización de Europa. El resultado es de todos conocido y se puede consultar en innumerables webs. No es lo que quiero tratar hoy.

Quiero hacer hincapié en una cosa, en una precisión que no todos parecen poder permitirse. El responsable de los crímenes de Oslo y la isla de Utoya se llama Anders Behring Breivik y en el momento de escribir esto no se le conocen más cómplices. Lo digo porque ya empieza a haber en la orilla opuesta a la que habitaba Breivik quien habla de árboles y de nueces, de discursos que fomentan el odio, de causalides y correlaciones entre las posiciones de derechas conservadoras y etnicistas europeas y la matanza provocada por el lunático noruego. No caigamos en esa trampa.


Vuelvo a decir que el culpable de los asesinatos en Noruega tiene nombre y apellidos y ahora está en poder de las autoridades. Solo a él puede considerársele culpable. Si lo hizo influenciado por el discurso de éste o aquel es algo dificilísimo de demostrar, tanto como que los videojuegos o el cine de acción generan violencia, y en cualquier caso es un argumento reversible. No olvidemos los crímenes perpetrados bajo en manto comunista durante el siglo XX. Líderes de la derecha populista europea han condenado sin ambajes las atrocidades cometidas por Breivik. Ignoro si el PCE ha hecho lo propio en España con el estalinismo, pero el hecho es que es un partido legal, que forma parte de una coalición que es la tercera fuerza política de ámbito nacional y que a veces se permite el lujo de dar lecciones sobre diversas materias. No podemos hacer un ejercicio de tolerancia y olvido con esto para, a continuación, cambiar de actitud cuando hablamos de su antítesis.

Si mañana es un grupo de extrema izquierda el que decide que es hora de plantar cara al fascismo con sus mismas armas, en respuesta a los atentados perpetrados por Breivik, ¿a quién haremos responsable? Seguro que a la derecha víctima del hipotético ataque no le costaría encontrar documentos, frases y actitudes entre el abanico de tendencias progresistas que, según su criterio, podrían haber conducido a la violencia desplegada por sus cachorros. ¿Qué clase de espiral se estaría desencadenando y qué consecuencias tendría? No creo que cueste mucho imaginarlo.

Por deleznables que nos parezcan a veces sus idearios, los partidos políticos y los movimientos ideológicos hay que juzgarlos por lo que dicen y fomentan y no por lo que algunos perturbados deciden hacer con lo que leen y escuchan. Creo que ninguno de los que en Europa funcionan con arreglo a las leyes de sus respectivos países, sea de la tendencia que sea, ha hecho un llamamiento para usar la violencia como herramienta política. No es lo mismo pensar algo detestable que llevarlo a cabo. En ninguna democracia es delito pensar, por abominables que sean los pensamientos que se tengan.

2 comentarios:

  1. Saludos, Flashman, aquí Lejianeutra. Lamento no estar de acuerdo en ésto contigo. Yo personalmente no condeno a estos partidos o sujetos anti-islam por pensar, los condeno por dar rienda suelta a sus pensamientos y tratar de adoctrinar a las personas en el odio a una religión. En esta misma Europa, no hace tanto, se produjo un exterminio masivo de judíos que tuvo lugar tras años y décadas de discurso antisemita, y que yo sepa Hitler personalmente no ejecutó ni deportó a ningún judío. Las matanzas de cristianos por el integrismo islámico no se producen espontáneamente, por pura casualidad. Se producen porque muchos musulmanes son aleccionados a base de discursos extremistas durante toda su vida. Así que no trivializemos el daño que hacen los que "solo" piensan y escriben, porque los que "además" ejecutan se inspiran en ellos. Y es matemático que a mayor número de pensadores y escribidores, mayor numero de ejecutores. ¿O acaso a los que contemplan con horror la posibilidad de que se abran en suelo europeo mezquitas desde las que algunos imanes puedan incitar al odio contra Occidente les sirve como excusa que esos imanes, al fin y al cabo, solo piensen y hablen?

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  2. Saludos, Lejíaneutra. En absoluto tienes que lamentar disentir, faltaría más. Creo que hay un detalle que no hay que dejar pasar, y es que las legislaciones europeas delimitan bien, al menos hasta ahora, hasta donde se puede llegar en el discurso político (véase la sentencia del tribunal holandés que absolvió a Geert Wilders por ofensas al Islam). Tú puedes decir que piensas que la inmigración es mala, o que trae consecuencias negativas para todos (lo cual no tiene por qué gustarte a tí, o a mí), pero no que hay que perseguirlos o que hay que ir a por ellos. En las teocracias musulmanas las propias leyes cuentan con preceptos que permiten la persecución religiosa, amén de otras animaladas. No es comparable lo que ocurre en Occidente con lo que pasa en esos países.

    No digo que haya que banalizar el discurso etnicista de la ultra derecha europea. Hay que vigilarlo, por supuesto, pero solo actuar cuando se sobrepasen los límites que marquen las leyes.

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