viernes, 26 de agosto de 2011

Nace una nueva religión: el mourinhismo

Los amantes de los nuevos credos y de las religiones de la nueva era están de enhorabuena. Estamos asistiendo al nacimiento de una nueva forma en entener el mundo, la vida y lo de más allá: hablo del mourinhismo.

El mourinhismo, que como todas las religiones no pasa de ser una secta (hay que saber que el aspecto esencial que diferencia a unas de otras es únicamente el número de militantes) tiene como referente principal a un personaje de dudosa reputación procedente de la vecina Portugal, José Mourinho (a la izquierda en plena prédica), de cuyo apellido toma el nombre. Mourinho, que también atiende por Mou, es considerado una suerte de enviado divino con la misión de reconducir a la humanidad por la senda correcta. Para ello no duda en emplear métodos expeditivos como la crispación, la chulería sistemática, la hipocresía galopante o el menosprecio al inferior. Todo en pos de alcanzar la posición que solo la fe verdadera merece ostentar. Los rasgos característicos del mourinhismo son los habituales en los credos mesiánicos o basados en una personalidad considerada excepcional: exaltación de su figura, pasión reverencial hacia ésta, absoluta asunción de sus postulados por parte de los fieles y cerrazón radical a toda forma de crítica.


Los devotos del mourinhismo, además, son conscientes de que todo, incluido su gurú, forman parte de algo más grande, un agente incorpóreo y celestial que todo lo llena y que está representado entre los mortales por la Central Lechera. No obstante, la trascendencia de Mou es tal que ha terminado superando la divinidad de la entidad que le vio nacer, hasta el punto que el culto surgido en torno a él hace peligrar el temor reverencial tradicionalmente inspirado por esa esencia taumatúrgica que le envió a este nuestro mundo.

Como digo, los devotos del mourinhismo hacen gala de una fe a prueba de balas y defienden a su mesías contra viento y marea. Todo mourinhista tiene el deber de hacer proselitismo y llevar el mourihismo allá donde su mensaje no esté implantado, empleando para ello cualquier medio a su alcance. Repetición machacona de dogmas, demostrando firmeza de convicciones, y apelaciones al victimismo son recursos habituales cuando se ejerce labor pastoral.


Pero el considerando principal es, de largo, la fe por oposición a un culto rival, la que profesan los llamados culés. Su profeta recibe el nombre de Guardiola, aunque sus seguidores prefieren llamarlo Pep por aquello de sertir más cerca al líder espiritual. En los últimos tiempos el culto culé ha visto fuertemente incrementada su influencia en todo el mundo gracias a una receta basada en la seducción en el terreno de juego y la oratoria calmada en las ruedas de prensa. Ello no quita para que exista una oscura trastienda tras esta ortodoxia, que un hábil márketing ha conseguido mantener opaca a la opinión pública pese a que los deslices empiezan a aflorar.


Los mourinhistas, convencidos estos de que lo suyo es más que una fe, acusan a los culés de idolatría y de adorar a un becerro de oro. Existen indicios de que no todo es trigo limpio detrás del culto culé, pero la contumacia mourinhista, su histrionismo desbocado y la forma en que suele predicarse la palabra de Mou, siempre desde un plano de insultante superioridad moral, y últimamente a través de un brazo armado que responde por Pepe, han granjeado no pocas antipatías al mourinhismo, las cuales ya están alcanzando hasta a la vieja militancia de su credo madre. Para cuando tengan razón nadie les hará caso, ha venido a decir uno de sus críticos.
 
Todo está llegando a un punto en que ya los hay que dudan de su fe, incluso de si el fervor mourinhista no estará incurriendo en herejía. Su pasado, en el que fue profeta de otros dioses y donde tuvo comportamientos análogos a los actuales, le persigue. No es descartable que, de seguir la deriva actual, el propio Mourinho acabe siendo excomulgado por la Central Lechera y condenado por los mismos dioses que le enviaron a la Tierra.

2 comentarios:

  1. El júrgol, en efecto, funciona como una suerte de religión, pero perfectamente ensamblada con el capitalismo que la nutre (otra religión a su manera, como sostuviera Walter Benjamin). Nos ocupamos hace unos meses de ello aquí:

    http://lacomunidad.elpais.com/periferia06/2011/4/28/capitalismo-iv-farsa-del-jurgol-espanol
    Capitalismo (IV): La farsa del 'júrgol' español

    Muy bueno lo de “Central Lechera” ;-) Y encima el tal entrenador resulta ser un chuleta de cuidado... algo muy acorde con los valores fuerza, competitividad, incluso virilidad (quién lo diría...) que vuelven a imperar cada vez más...

    Un saludo.

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  2. Lo de "central lechera" no es mío, es ya un lugar común dentro del futboleo patrio.

    http://ecodiario.eleconomista.es/futbol/noticias/3020318/04/11/Que-es-la-Central-Lechera-criticada-por-Guardiola.html

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