Ya he recibido contestación del Arzobispado de Madrid a mi petición de apostasía. Es cierto que los precedentes no invitaban al optimismo, pero aún así preferí dejar a un lado los prejuicios y esperar la mejor de las resoluciones. La carta recibida hoy invita tanto al chascarrillo como a la indignación, pero no representa ningún obstáculo insalvable. O eso quiero pensar.
La misiva episcopal comienza señalando algo que ya sabía: los libros bautismales no son un registro ni una base de datos, sino que simplemente reflejan un hecho cierto, tanto da que sea un bautismo como la tala de un árbol. Luego continúa enumerando las consecuencias -terribles- de mi decisión de abandonar el seno de la "fe cristiana" (yo pensaba que a lo que renunciaba era a la Iglesia Católica, pero ellos sabrán como emplean el nombre de Cristo), como son:
- Exclusión de los sacramentos. Mi vida pende de un hilo al enterarme.
- Privación de exequias eclesiásticas, a no ser que antes de la muerte se hubiera dado alguna señal de arrepentimiento. Total, desde pequeñito lo que me mola es el rollete ese del crematorio, la ceniza y la urna.
- Exclusión del encargo de padrino para el bautismo y la confirmación. No creo que nadie jamás tenga el mal gusto de invitarme a ejercer semejante papel.
- Necesidad de licencia del Ordinario del lugar para la admisión al matrimonio canónico. Lo siento, pero no me veo haciendo un Letiziaortiz.
A continuación me desvelan los requisitos necesarios para el abandono de la Iglesia (¿pero no era la "fe cristiana"?), y que fueron ya declarados en mi solicitud, a saber: mayoría de edad, pleno conocimiento de las consecuencias y ausencia de coacción. No tienen pruebas de que haya sido coaccionado pese a dar por sentada la posibilidad pero... ¿qué digo? ¿Qué significado tiene el concepto "prueba" para alguien que cree que un ente ultrapoderoso está ocupado en vigilar cada uno de mis movimientos mientras en el otro extremo del mundo mueren docenas al día por falta de alimentos y sin que nadie les asista?
Después de esto ya empieza el cachondeito. El sr. secretario de la Vicaría General, firmante de la carta, me emplaza a una reunión para "mantener una conversación" más "personal". La otra opción es firmar ante un notario el formulario de declaración de apostasía que se me adjunta. Por suerte para mi bolsillo me ofrece la alternativa de acudir al cura de la parroquia que me corresponde para que sea él ante quien firme y quede así acreditada mi identidad. Les envíe en mi solicitud fotocopias de mi DNI compulsadas en comisaría, pero para el Arzobispado de Madrid la Policía Nacional no debe ser una institución suficientemente fiable.
Y la traca viene en negrita, nada menos. El sr. secretario de Vicaría General primero afirma que no existen copias digitales de los libros bautismales (¿acaso he mostrado interés por ellas?) y, por tal motivo, le es imposible localizar mi partida de bautismo. ¿La misma partida de bautismo que les envié en mi carta de solicitud de apostasía, sr. secretario, y que me hicieron llegar ustedes? Llegados a este punto la tomadura de pelo ya es indisimulable, hasta el extremo de pedirme otra copia original de la partida de bautismo, que tendré que volver a pedir, vía párroco de mi barrio, al mismo Arzobispado que me la exige.
Estoy mirando al mismo tiempo que escribo la copia escaneada de lo que ya les remití, y pone "Certificación de partida de bautismo", firmada de puño y letra por el Vicario General. Ahora me piden el "Certificado original de la partida de bautismo". ¿Soy yo o me está pidiendo el mismo documento que ya han recibido? Porque ante semejante dislate uno tiende a pensar mal. No tuve problema en recibir la primera partida de bautismo, pero tampoco declaré para qué la quería. Ahora que tienen una petición de apostasía con mi nombre sobre la mesa, ¿serán igual de diligentes? Uno ha leído lo suficiente acerca de otras solicitudes como para presuponerle buena fe a esta institución.
Por fin, la carta finaliza asegurando que si cumplo con todo lo que me piden darán curso a mi demanda y anotarán mi decisión en la partida de bautismo, cancelando además mis datos en cualquier listado o archivo de la Iglesia. Pueden estar seguros de que comprobaré si son capaces de cumplir con su palabra.
Se despide el sr. Secretario de Vicaría "encomendándome al Señor" para que me guíe por el camino correcto en caso de llevar completamente a término mi petición. Como si eso tuviera algún significado para alguien que desea apostatar. Y concluye dejándome la puerta abierta a reingresar en el seno de la Iglesia en el momento que lo reclame. Como pasa con las mafias, las sectas y las operadoras de telefonía lo chungo es salir, no entrar.
Seguimos luchando.
La misiva episcopal comienza señalando algo que ya sabía: los libros bautismales no son un registro ni una base de datos, sino que simplemente reflejan un hecho cierto, tanto da que sea un bautismo como la tala de un árbol. Luego continúa enumerando las consecuencias -terribles- de mi decisión de abandonar el seno de la "fe cristiana" (yo pensaba que a lo que renunciaba era a la Iglesia Católica, pero ellos sabrán como emplean el nombre de Cristo), como son:
- Exclusión de los sacramentos. Mi vida pende de un hilo al enterarme.
- Privación de exequias eclesiásticas, a no ser que antes de la muerte se hubiera dado alguna señal de arrepentimiento. Total, desde pequeñito lo que me mola es el rollete ese del crematorio, la ceniza y la urna.
- Exclusión del encargo de padrino para el bautismo y la confirmación. No creo que nadie jamás tenga el mal gusto de invitarme a ejercer semejante papel.
- Necesidad de licencia del Ordinario del lugar para la admisión al matrimonio canónico. Lo siento, pero no me veo haciendo un Letiziaortiz.
A continuación me desvelan los requisitos necesarios para el abandono de la Iglesia (¿pero no era la "fe cristiana"?), y que fueron ya declarados en mi solicitud, a saber: mayoría de edad, pleno conocimiento de las consecuencias y ausencia de coacción. No tienen pruebas de que haya sido coaccionado pese a dar por sentada la posibilidad pero... ¿qué digo? ¿Qué significado tiene el concepto "prueba" para alguien que cree que un ente ultrapoderoso está ocupado en vigilar cada uno de mis movimientos mientras en el otro extremo del mundo mueren docenas al día por falta de alimentos y sin que nadie les asista?
Después de esto ya empieza el cachondeito. El sr. secretario de la Vicaría General, firmante de la carta, me emplaza a una reunión para "mantener una conversación" más "personal". La otra opción es firmar ante un notario el formulario de declaración de apostasía que se me adjunta. Por suerte para mi bolsillo me ofrece la alternativa de acudir al cura de la parroquia que me corresponde para que sea él ante quien firme y quede así acreditada mi identidad. Les envíe en mi solicitud fotocopias de mi DNI compulsadas en comisaría, pero para el Arzobispado de Madrid la Policía Nacional no debe ser una institución suficientemente fiable.
Y la traca viene en negrita, nada menos. El sr. secretario de Vicaría General primero afirma que no existen copias digitales de los libros bautismales (¿acaso he mostrado interés por ellas?) y, por tal motivo, le es imposible localizar mi partida de bautismo. ¿La misma partida de bautismo que les envié en mi carta de solicitud de apostasía, sr. secretario, y que me hicieron llegar ustedes? Llegados a este punto la tomadura de pelo ya es indisimulable, hasta el extremo de pedirme otra copia original de la partida de bautismo, que tendré que volver a pedir, vía párroco de mi barrio, al mismo Arzobispado que me la exige.
Estoy mirando al mismo tiempo que escribo la copia escaneada de lo que ya les remití, y pone "Certificación de partida de bautismo", firmada de puño y letra por el Vicario General. Ahora me piden el "Certificado original de la partida de bautismo". ¿Soy yo o me está pidiendo el mismo documento que ya han recibido? Porque ante semejante dislate uno tiende a pensar mal. No tuve problema en recibir la primera partida de bautismo, pero tampoco declaré para qué la quería. Ahora que tienen una petición de apostasía con mi nombre sobre la mesa, ¿serán igual de diligentes? Uno ha leído lo suficiente acerca de otras solicitudes como para presuponerle buena fe a esta institución.
Por fin, la carta finaliza asegurando que si cumplo con todo lo que me piden darán curso a mi demanda y anotarán mi decisión en la partida de bautismo, cancelando además mis datos en cualquier listado o archivo de la Iglesia. Pueden estar seguros de que comprobaré si son capaces de cumplir con su palabra.
Se despide el sr. Secretario de Vicaría "encomendándome al Señor" para que me guíe por el camino correcto en caso de llevar completamente a término mi petición. Como si eso tuviera algún significado para alguien que desea apostatar. Y concluye dejándome la puerta abierta a reingresar en el seno de la Iglesia en el momento que lo reclame. Como pasa con las mafias, las sectas y las operadoras de telefonía lo chungo es salir, no entrar.
Seguimos luchando.
jajajaj vaya hermano si que te condenaron a ti entonces jajaj... naaa no te hagas problema me parece que mas problemas hay en la religion catolica por andar enseñando tantas cosas que no estan ni en la biblia..
ResponderEliminarEspero no hayan cobrado nada por el servicio , por lo demás sin preocupaciones,
ResponderEliminarcualquier pecadillo yo puedo encargarme de aliviarte el alma y a distancia.
Por cierto, no tengo interés ni en el diezmo ni hago colectas, lo hago solo por
amor al genero humano.