Todos se limitan a repetir una consigna de fácil digestión para los predispuestos: EpC es adoctrinamiento, es el “catecismo socialista”, como lo definió Mariano Rajoy en el último Debate sobre el Estado de la Nación. Y con eso se dan por satisfechos, sus incondicionales no necesitan más, tragan lo que se les diga, mientras que entre los carentes de información se siembra la duda. Al hilo de esto, aún estamos esperando que el ¿líder? del Partido de la Patraña recoja el guante que le lanzó el Presidente Zapatero en el citado debate y señale públicamente los fragmentos de un libro de EpC que rezuman adoctrinamiento, para que todos nos enteremos. Podemos esperar sentados.
Es cabreante, es indigno, es rastrero que, por un lado, los representantes de una institución que actuó en connivencia con un Estado dictatorial y represor para instalar una formación moral concreta y obligatoria en el sistema educativo denuncien ahora que ese Estado, ahora democrático, no puede arrogarse la potestad de formar moralmente a sus chavales. Los obispos españoles no han tardado mucho en olvidar los 40 años de nacionalcatolicismo franquista que toda una generación se vio forzada a meterse entre pecho y espalda. La memoria es frágil cuando los valores éticos también lo son, y para ésta especie de casta de elegidos con alzacuellos la ética es un equipaje demasiado pesado cuando se trata de salir eximidos de sus delitos morales y conservar su parcela de poder. Pero la cosa se agrava cuando leemos las materias a tratar en la asignatura de la discordia, tras lo cual la evidencia de que la secta anticristiana que gobierna la moral de los católicos españoles, que se queda ahí pero anhela mucho más, miente con un descaro propio de blasfemos al decir que el Estado pretende impartir educación moral.
En segundo lugar, no contentos de ver cómo sus mentiras en el proceso de diálogo con ETA quedan al descubierto (que se lo pregunten si no al señor que hoy gobierna Navarra gracias a la actuación de quienes, hasta no hace mucho, pretendían vender esa región a los terroristas), los próceres del Partido de la Patraña siguen obcecados con el mensaje consignado, con la soflamas extremistas y el discurso para hooligans.
Que la cúpula del PP, y por simpatía, la Conferencia Episcopal, toma por completos imbéciles a los españoles es algo de lo que me quedan pocas dudas. Sólo así se comprende que clamen al cielo denunciando el aleccionamiento de EpC y al mismo tiempo uno pueda ser testigo de lo que viene a continuación.
Después de hacer la foto, lamenté no haber grabado un vídeo con mi cámara de lo que vino después: un señor hacía acto de presencia durante una pausa y comenzaba a referirse, con traductor incluido ya que todo lo decía en inglés, a la salvación, la vida eterna, las buenas costumbres y las sanas enseñanzas cristianas. Pero estaba demasiado estupefacto. Toda una sesión de adoctrinamiento religioso, auspiciado por un Ayuntamiento del PP y sufragado con dinero público ante una concurrencia infantil, atraída por el anzuelo del esparcimiento y la diversión, a los que cabría sumar los numerosos viandantes que a esa hora caminaban por el paseo marítimo.
¿Y éstos son los que tienen la infinita desvergüenza de erigirse en defensores de los ciudadanos ante los ataques a su libertad moral proferidos desde el Gobierno? Si es un chiste, yo no lo entiendo. ¿Se puede ser tan caradura, tan embustero y tan ruín sin que todo ello acabe pasando factura?
¿Adoctrinamiento? Sí, pero solo el nuestro. Ese debería ser su eslogan.
Por si te lo perdiste, te recomiendo el artículo de El País del 2 de septiembre al respecto (link).
ResponderEliminarEn él se demuestra, esta vez sí acudiendo a los propios libros editados por editoriales de diferentes líneas ideológicas, que la asignatura de por sí no adoctrina en ningún sentido, sino que es el propio autor del libro el que elige qué áreas potenciar y sobre qué dar una opinión sesgada.
Es más, si la información de El País es correcta (y no veo por qué no habría de serlo, habida cuenta de que cualquiera puede consultar con sus propios ojos los libros), los manuales de algunas editoriales sí pueden resultar adoctrinantes en ámbitos ultracatólicos (al menos, desde el punto de vista de un padre progresista/laicista).
En fin, si obviamos estos puntos (sexualidad, familia...), en los que creo que al final acabará pesando más la escala de valores que los padres imbuyan en los hijos, lo importante es que a los chavales se les instruya en Derechos Humanos, en Democracia y Estado de Derecho, en solidaridad, etc.
Y ya que el Sr. Rajoy es tan aficionado a culpar a Zapatero de la división ideológica entre los españoles, que explique en qué ayuda a cerrar esa brecha la posición ambigua (cuando no formalmente favorable) frente a las propuestas de desobediencia civil (no "objeción de conciencia") que promueve la Iglesia y grupos afines. Sobre todo ahora que está claro que sus postulados eran falsos.
Gracias por el enlace, Ósqar. Muy interesante.
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