El pasado domingo, el arzobispo Cañizares hacía un llamamiento a la oración por nuestro maltratado Rey durante una de sus liturgias en la cual le faltó rezarle un responso. Es encomiable la preocupación episcopal por la salud de la Monarquía, pero no se por qué me da que en Zarzuela no deben andar muy contentos con la forma en que algunos apéndices episcopales exteriorizan esa preocupación. Pueden estar disgustados pero no sorprendidos, ¿sorprendidos de la hipocresía de la Iglesia? Por favor, si el mismísimo heredero de la Corona contrajo matrimonio con una mujer divorciada con las todas las bendiciones eclesiásticas posibles y de la mano del paladín de la lucha contra la degenaración de la santa institución matrimonial, monseñor Rouco Varela.
¿Y de qué apéndices episcopales hablamos? Pues de la emisora episcopal, esa que todos sabemos y que luce como estandarte a ese campeón de la moderación, el rigor y la deontología periodística llamado Federico Jiménez Losantos.
Así que “injurias al Rey” decía el ínclito Cañizares... ¿los pagados del bolsillo de la propia Conferencia Episcopal, quizá? Veamos un par de ejemplos:
El Rey golpista:
Este Golpe de Estado, insistimos, no es el primero perpetrado por el PSOE y ERC. No es tampoco el primero amparado por un Rey de España. Pero puede ser el último y definitivo.Pidiendo su abdicación:
lo mejor que podía hacer la Institución es que el Rey abdicase en el Príncipe que eso mantendría la Institución con vigor renovado
Pues sí. A Dios rogando y con el mazo dando. Ésta secta anticrisiana de nuevo se retrata denunciando unos ataques que luego financia vía sueldo del insultador mayor del reino. ¿Qué debemos pensar de quien tiene a éstos epítomes de la hipocresía como referente moral?
Y termino con una reflexión sobre la reacción antimonárquica de éstos días. El Gobierno cometió un error de bulto (desde el principio de que su intención era proteger a la Corona) secuestrando aquella polémica edición de El Jueves ya que no hizo sino recolocar en el punto de mira de sus críticos a la Monarquía, pero esto sólo fue el catalizador de un sentimiento latente. Ahora los hay tildan de anormal la actual situación en la que, con vistas a intentar provocar una reacción contraria, tratan de vender como una campaña antimonárquica consolidada lo que no son más que acciones puntuales de ciudadanos puntuales, concretamente independentistas, a los que la publicidad que se le da a sus acciones no hace más que espolear. Pero es que lo anormal no es esto (que partidarios de la secesión se manifiesten contra el máximo representante del Estado del que se quieren separar) sino que el jefe de ese Estado goce de una inmunidad, de una sobreprotección que se ve consumada en una ley que le ubica en una esfera legal superior e inalcanzable para el resto de españoles. Y, tras camino de 30 años de democracia, hay cada vez más personas a quien ésto les chirría y lo consideran incompatible con los preceptos democráticos, sean o no partidarios de la independencia de su región.
Aunque si hay que escoger entre las dos instituciones, Iglesia y Monarquía, yo me quedo con la segunda. Ambas chupan del bote y gozan de numerosos privilegios, pero la segunda al menos no se intenta erigir en guardián de la conciencia moral instalado en la más absoluta inmoralidad.
Amén, Flashman.
ResponderEliminarPor cierto, los de El Jueves la van a volver a liar. (Y perdón por el autobombo :-)