Pues sí, el optimismo antropológico del que presume el presidente del Gobierno ya aburre. Sumidos en una crisis económica de alcance mundial, que en el Reino Unido ya califican como la más grave desde la II Guerra Mundial, nuestro siempre entusiasta ZP nuevamente alude al optimismo mientras analiza la actual situación que atraviesa nuestro país en una entrevista concedida a El Mundo. Estamos inmersos en una espiral de datos negativos que no se pueden ignorar. España acaba de alcanzar la tasa de paro más grande de toda la UE, moviéndonos en cifras que no se manejaban desde hace más de una década; la inflación ha alcanzado cotas que no conocíamos desde hace varias legislaturas y el IPC se ha situado en unos números inéditos desde 1992. ¿Cabe seguir hablando en términos de optimismo o ya es hora de dejar de concederle el beneficio de la duda al inquilino de la Moncloa?
Una cosa es cierta: la crisis es mundial. Los datos son abundantes y más que reveladores (en ésta entrada figuran varios enlaces más al respecto), de eso no hay duda y sería de estúpidos atribuir un brete económico de escala planetaria a las acciones del presidente de un pequeño país como es España. Aún así los hay que lo hacen, pero no son ellos el objeto de éste post. Lo que pretendo es analizar si el buen ánimo de Zapatero está sustentado por los hechos o es algo más relacionado con la propaganda; si se ha estado equivocando por sistema o si ha ocultado deliberadamente la verdadera situación a la que España se veía abocada.
Y otra cosa también es cierta: los pronósticos de Zapatero antes de las elecciones han sido sistemáticamente pulverizados por la realidad. En enero, ZP decía que hablar de crisis económica era "puro catastrofismo" en un momento en el que manejaba unas cifras de crecimiento de PIB para 2008 superiores al 3%, permitiéndose incluso marcarse la meta de igualar la renta per cápita de Francia. Pues bien, en julio esas mismas previsiones ya habían caído por debajo del 2% y el último dato interanual ya es inferior a esa cifra. Y en febrero, Zapatero afirmó que en España no había crisis económica, que el resto de sectores contaba con la "fortaleza" necesaria la a "absorber" la pérdida de empleo en el sector de la construcción y que la "economía doméstica" estaba en condiciones de lograr una tasa de paro del 7%, lo que calificó de "pleno empleo". Hoy superamos el 10% y la tendencia sigue siendo de subida. ¿Quién le hace los pronósticos a éste hombre? ¿Está dando o no argumentos para que sus más feroces detractores le despedazen?
En su discurso de investidura, Zapatero anunció un paquete de medidas para luchar contra lo que denominó "desaceleración económica", término que también empleó en los debates que mantuvo con Mariano Rajoy en TV. A finales de Abril, dijo que los precios empezarían a bajar "ya" y que la subida del paro era un "pequeño repunte" dentro de una "situación razonable". Los datos actuales de paro convierten aquella afirmación en un chiste de mal gusto en boca de un pésimo humorista. Posteriormente, el presidente se encontró sólo en el Congreso para defender las medidas adoptadas para combatir la crisis, pese a lo cual dijo que la economía española estaba, simplemente, "menos bien". Nada de crisis. Tampoco voy a entrar en el ridículo debate surgido en torno de si debió utilizar antes o después la dichosa palabra porque me parece irrelevante. Lo esencial eran las medidas a tomar, no el vocablo utilizado para designar el momento económico. El Gobierno ha tomado medidas, sí, otra cosa es que éstas sean o no eficaces y/o suficientes.
A pesar de todos los pesares, Zapatero ha subrayado machaconamente que no tocará las prestaciones sociales, que los "débiles" no pagarán los platos rotos de la crisis. No obstante, ésto es relativo si nos fijamos en el recorte que sufrirán las ayudas a la dependencia. ¿Se refería acaso y con exclusividad a las nuevas prestaciones sociales, las ayudas de 2500 euros por hijo y la devolución de 400 euros? Si es así, que lo diga desde un principio, pero claro, cuando no se concreta nunca uno puede disponer de éste tipo de salidas cuando se le pilla en un renuncio. Aunque, en rigor, éstas aparentes contradicciones no le califican de mentiroso sí, cuando menos, como alguien ambiguo y de fiabilidad más que dudosa. ¿O es que las ayudas a la dependencia no son una prestación social que atañe a los más débiles?
No es mi intención ponerme en los zapatos de cualquier desaforado y visceral crítico del actual Gobierno con su presidente al frente. Les he leído tal cantidad de dislates y barbaridades que alinearme con ellos es una opción que simplemente no contemplo por una cuestión de higiene intelectual. Tienen el listón de la crítica tan elevado que, por pura cuestión estadística, en algún momento tendrán que acertar, pero ello no les convierte en otra cosa que en unos ultradogmáticos alejados de todo rigor. Cualquier lector de ésta bitácora sabe que quien suscribe ha empleado más tiempo en criticar a la oposición que al Gobierno, cuando la lógica dicta que quién más sujeto a crítica debe estar es quien detenta el poder. Dutante dos años he juzgado que la infame y abyecta oposición protagonizada por el PP durante la pasada legistatura merecía el tiempo que le he dedicado para acentuar sus vilezas, y creo que es un sano ejercicio emplear similar directriz hacia mis afines ideológicos si opino que la situación lo requiere.
Retomando el párrafo inicial, el optimismo de Zapatero ya cansa, aburre, huele mal. Si es un tuercebotas o si está rodeado de tuercebotas es una mejor alternativa para él y su Gobierno a la mala fe, a la ocultación sistemática, al engaño permanente. Tampoco es que importe mucho, los efectos de la crisis son los que son y parecen haber entrado en España para quedarse, al menos por un tiempo. No tiene sentido mentir sobre algo que se sabe va a llegar y todo el mundo va a conocer. ¿Para ganar las elecciones? No creo que haber anunciado la crisis abiertamente hubiera alterado sustancialmente el resultado habida cuenta de la soga al cuello que el PP se había echado a sí mismo con su actuación durante los cuatro años previos. Además el PSOE contaba con el aval de los tres años y medio precedentes en los que los datos macroeconómicos y las cifras del paro conocieron sus mejores momentos. Personalmente, descarto que haber hablado abiertamente de crisis hubiera desnivelado la balanza electoral, y más sabiendose que sus causas eran externas y que la interna (la burbuja inmobiliaria) no estaba bajo control gubernamental.
Zapatero se ha estrellado mucho en poco tiempo, le han bastado unos meses para ganarse la desconfianza de muchos de quienes le votaron. Se dice que en España los presidentes son los que pierden las elecciones, que no es el candidato rival quien las gana. Más le vale a Zapatero que mida mucho sus futuras palabras en materia de predicciones si no quiere unirse al club de los presidentes que pierden elecciones por los desaciertos propios. Cuenta con la ventaja de estar al principio de la legislatura. El ciclo económico puede cambiar de nuevo y verse favorecido por un giro al alza a comienzos de 2012, pero tiene mucho que perder entre medias, y lo que pierda difícilmente lo podrá recuperar. Cuando un Gobierno inicia una cuesta abajo, ésta suele culminar con la derrota en unas elecciones generales.
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Sin duda Zapatero y los suyos han jugado, al menos en parte, a hacer “profecías que se autocumplen”. El problema es que su optimismo ha resultado poco contagioso. Y ello, en gran medida, porque el alcance de la crisis, mundial, rebasa con mucho las posibilidades de influencia del por lo demás poco carismático presidente.
ResponderEliminarSí, la realidad hoy por hoy es la siguiente: o Zapatero, una mediocridad, o la Derechosa, pura maldad. Lo que pasa es que la mediocridad acaba cediendo ante la pura maldad (y ya lo estamos viendo en los primeros compases de este gobierno, entregado a la ICR en el tema del “funeral de estado”, apocado ante el Capital con la crisis, sumiso ante el imperialismo con lo de Georgia y, ojo, lo de Irán...).
¡Duros momentos históricos para quienes no tengan otra esperanza que la meramente humana! (Vayan para ellos mis mayores simpatías, por cierto).
Cordiales saludos.