viernes, 31 de octubre de 2008

La Corona y la libertad de expresión

Las recientes opiniones de la Reina Sofía, plasmados en un libro de la periodista Pilar Urbano, sobre algunos temas de notable calado social han levantado una tremenda polvareda. A mi juicio no vienen sino a continuar con el rosario de hechos -la separación de la infanta Elena, la quema de fotografías reales, las viñetas presuntamente injuriosas, aquella portada de El Jueves, los ataques desde la COPE, el famoso "por qué no te callas", la afición cinegética del Rey...- que comenzó aproximadamente con el anuncio de la boda del Príncipe Felipe con una divorciada -por la Iglesia- y que da fe del creciente protagonismo negativo que ha ido cobrando la institución monárquica con el paso de los años. Un desgaste tan lento e intermitente como sostenido e imparable.

¿Puede el jefe del Estado español -en éste caso, la Reina consorte- opinar libremente sobre el tema que le plazca? Está claro que no, de hecho, por no poder los miembros de la familia real no puede ni votar. Las funciones de la Corona están claramente delimitadas en la Constitución; hablan de tareas de arbitraje y moderación institucional así como representación del Estado en el exterior. Lejos, por tanto, de toda intervención en el debate público. ¿Acaso hay algún otro motivo por el que apenas se les conozcan declaraciones de índole partidista? Sin embargo, las palabras de la Reina van mucho más allá de esas competencias prefijadas, entrando de lleno en la arena que sólo corresponde al poder legislativo y que toca mucha fibra social sensible.

Si ahora los reyes van a renunciar a desempeñar la labor por las que nuestra democracia les tolera -y subrayo lo de “tolera”, ya que la monarquía es antidemocrática por definición- entonces dejan de prestar el servicio por el que se les paga y de ser útiles para su país. La Reina ha hecho un enorme favor a la causa de la III República, y eso que pasaba por ser la lista de la familia.

La casa real ya ha emitido un comunicado en que no confirma lo publicado pero tamboco lo desmiente con rotundidad. Se limita a decir que sus palabras no están recogidas con el rigor necesario y abre la polémica sobre si estaban autorizadas o no a salir a la luz, dejando en entredicho a Pilar Urbano. Está claro que la Reina o cualquier otro miembro de la famila real tiene perfecto derecho a pensar como le venga en gana y a tener opinión propia sobre los temas más controvertidos. Lo que no pueden en ningún caso es sembrar discordia haciendo públicas dichas opiniones desde la posición de neutralidad y representatividad que ostentan, porque eso es saltarse las reglas que les permiten disfrutar de su cómoda y privilegiada posición.

5 comentarios:

  1. Yo no estoy de acuerdo con lo que ha dicho SOFIA, pero creo, y por eso lo pongo en mayúsculas, que en este libro no habla la reina, sino Sofía, y por ello, hay que respetarla como cualquier otra opinión, exceptúando, de lo que recuerdo haber leído, lo del día el orgullo gay, porque me hace suponer que esta mujer de historia tiene los conocimientos básicos o menos, además de emplear unos argumentos pueriles a más no poder.

    Ya sé que Sofía no deja ser un miembro de la familia real, pero antes que nada, como cualquier otr@, es persona, y como tal tiene todo el derecho de manifestarse libremente.

    Yo creo que ya está bien que los reyes y demás puedan opinar, contra más se les vea el plumero, más presión tendrán y quizás así se vayan. No es que sea un ferviente republicano, pero para que chupe dinero gente que ni he votado, prefiero que lo haga alguien que almenos puedo votar y botar.

    Saludos.

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  2. Yo es que solamente con las risas que me estoy echando con todo este asunto, creo que ha merecido la pena.
    Una muestra de botón:
    Paleofreak
    Entre códigos
    Anatoli

    Y, el mejor de todos (como casi siempre):
    Mi mesa cojea

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  3. Luismi, te lo explico usando un símil. El árbitro en una competición no puede, mientras ésta se encuentra en transcurso, decantarse por uno de los equipos. El matiz importante es que para la familia real la competición empieza desde que se levantan hasta que se acuestan, durante toda su vida, digamos, "útil". Y la monarquíA es una institución que, tal y como explico en el post, ejerce una labor de arbitraje y moderación institucional. Nunca, repito, nunca, puede posicionarse públicamente sobre auntos controvertidos en su propio país. Y este libro es una biografía autorizada titulada "La Reina muy de cerca", no "Sofía muy de cerca".

    Osqar, muy instructivos los enlaces, en especial el de Mi mesa cojea. Lo del sello es desternillante :-D.

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  4. Si Flash, pero en el símil que me haces hay una gran diferencia. El árbitro tiene que tomar decisiones e interrumpir el "juego", tiene una responsabilidad. Si el partido se descontrola puede ser culpa suya por haber tomado las decisiones correctas, es decir, responsabilidad y capacidad de decisión.

    Los reyes prácticamente son de adorno, a parte de mantener la boca cerrada e inagurar cosas, ¿qué responsabilidad tienen?¿Qué decisiones, qué afecten al "juego" democrático, toman?

    Te doy la razón en que la reina, si el libro se hace como reina y no Sofía, no debería opinar de ciertos temas, pero si hablamos de que queremos libertad de expresión, también a la reina se le debería aplicar este derecho.

    Saludos

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  5. Pues será un símil a la inversa, Luismi, ya que la labor de la Monarquía es NO INTERVENIR, esa es la condición bajo la cual es consentida en un ambiente democrático.

    La Monarquía es una institución tradicionalmente valorada por los españoles, entre otros motivos por su carácter neutral y conciliador en un Estado con tiranteces interregionales. No me digas que desde esa posición decir lo que dice no es ejercer el partidismo.

    ¿Libertad de expresión? La que quiera, pero igual que para un ciudadano corriente el límite es el código penal, para un miembro de la familia real el límite es la función que la Constitución encomienda al Rey. Salirse de ese límite es romper las reglas.

    Además, ya todos los españoles toleramos que una institución antidemocrática en sí misma exista en un estado dotado de reglas democráticas. Antes de exigir derechos (más allá de los privilegios que ya disfruta) que eche un vistazo a ésta paradoja.

    Saludos.

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