domingo, 25 de enero de 2009

El cine en casa VII y cierra la serie

Con ésta séptima entrega de El cine en casa cierro lo que venía siento un ligero pero sistemático análisis del cine que un servidor tiene a bien visualizar en sus ratos de ocio. Me he dado cuenta de que ver una película ya no era sólo un acto de esparcimiento, sino un compromiso contraído con éste blog para colgar en él la correspondiente reseña. Siempre lo he dicho, cuando la bitácora se convierta en una obligación lo mejor será dejarla a menos que reciba estipendios por mantenerla activa. Ésta serie de entradas sobre cine se estaba convirtiendo en eso, una obligación, y como aún nadie me paga por el tiempo y el esfuerzo dedicados -y sospecho que nadie me ofrecerá jamás un chavo por ello- no habrá más entradas bajo en título El cine en casa.

No obstante, si alguna película me impacta tanto como para llevarme al teclado y dejar constancia escrita de ello, aquí aparecerá.

Rebobine, por favor (Be kind rewind, 2008). Había leído buenas cosas de ésta película, de ahí que tuviera unas expectativas que luego no se han visto cubiertas. El dueño de un viejo video club que aún comercia con el formato VHS deja el establecimiento a cargo de sus dos incompetentes empleados. Su ineptitud, unida a un accidente fortuito, lleva al borrado de la totalidad de las cintas el local, optando como solución al desaguisado la de rodar su propia versión casera de cuanta película les piden, obteniendo con medios peor que cutres un inesperado éxito entre la clientela. La premisa es muy buena y hay escenas descacharrantes -además de haber acuñado el término suecada para referirse a las adaptaciones caseras de films de éxito- pero muchas menos de las que podrían haberse dado. Fuera de ellas el desarrollo de la peli me resultó cansino y su deriva final demasiado localista y carente de interés. Una pena, porque había mimbres para una pedazo de comedia.

El caballero oscuro (The dark knight, 2008). Sin duda ésta es la mejor película de Batman rodada hasta la fecha. Un criminal carente de todo principio, el Joker, asola Gotham City y pone a prueba la fortaleza ética del hombre murciélago, que se ve obligado a plantearse cuántas fronteras morales está dispuesto a derribar para detener a un delincuente amoral. Por un momento pensé que Batman iba a entrar en la deriva del cine de James Bond (aborrezco las pelis de 007) lo que empezó a levantarme el estómago. Por suerte apareció el malogrado Heath Ledger para amenizar la función y dotar al film de un recorrido que sin él quizá no hubiera tenido, ya que es el personaje del Joker el que perfila el carácter desarrollado por el resto del elenco. Es un espectáculo para todos los gustos ya que ofrece profundidad argumental y acción a partes iguales, pero merece ser vista en unas condiciones acordes a ese despliegue. En un visionado doméstico con el volumen bajito para no molestar a los que duermen pierde bastante.

Wall-E (2008). Una entrañable cinta de animación digital para todos los públicos con mensaje ecologista. El robot Wall-E es el último residuo animado que queda en un planeta Tierra asolado por la basura y la polución y del que los seres humanos huyeron mucho tiempo atrás. Un día recibe la visita de un robot-sonda enviado a la búsqueda de atisbos de vida. Su estilizado y femenino diseño seducen a Wall-E desde el principio y no pensará en otra cosa que en seguirla a todas partes. Es un ejemplo de cine infantil-juvenil hecho desde el respeto a la inteligencia de su público objetivo, lo que repercute en que su espectro potencial de espectadores se amplíe. Cine de animación inteligente y concienciado.

This is England (2006). Un exponente del cine con carga social tan típico de las Islas Británicas. Enmarcada en los primeros años 80 y con el conlicto de las Malvinas de fondo, el protagonista es un adolescente de 13 años que, abocado a la exclusión social, encuentra cobijo en un grupo de skins, inadaptados como él pero en el que encuentra el calor familiar que no halla en casa. La irrupción de un miembro de la pandilla recientemente excarcelado tensionará las relaciones entre todos debido al radicalismo de sus planteamientos. En cierto modo me recordó a American history X en el sentido de cómo muestra la forma en que una mente joven y moldeable se ve influida por modelos que apelan a sus sentimientos más básicos, para en último término comprobar que lo único que hay detrás es odio irracional y destructivo. Aunque en éste caso el tratamiento es más localista, resultando al final un alegato político antinacionalista, es perfectamente extrapolable a cualquier país. Un minucioso y pedagógico ejercicio de exorcismo social.

El incidente (The happening, 2008)
. Bastante pretenciosa me parece la última obra de M. Night Shyamalan. Son habituales en su cine los planos y secuencias pretendidamente trascendentes y profundos, en los que parece recrearse mientras uno piensa si es necesaria tanta solemnidad. El incidente no es una excepción y va de lo siguiente: algo impulsa a los habitantes de una ciudad americana al suicidio colectivo y pronto el fenómeno se extiende a gran parte de la costa este del país. Mientras, lo que en principio se atribuía a un ataque terrorista cada vez adopta un cariz más inexplicable. A mí me recuerda tremendamente a la novela de Arthur Machen El Terror, aunque aqui se cargan las tintas en las consecuencias de la acción humana sobre el medio ambiente o cómo el pensamiento racional intenta sobreponerse a la adversidad aleatoria. La verdad es que el director sabe como crear las condiciones para atrapar al espectador y despertar su interés, pero la pretenciosidad en las formas y el consabido conflicto de pareja de los dos protagonistas marca demasiada distancia entre uno y otro. Una pena.

An american crime (2007). Ésta recreación de los caracteres forjados al amparo de la América profunda es de esas historias, mortificantes para el espectador, que obligan a los más sensibles a todo un ejercicio de tenacidad para aguantar hasta los títulos de crédito finales. Una pareja de feriantes a punto de salir de gira decide dejar a sus dos hijas adolescentes a cargo de una vecina casi desconocida ante la imposibilidad de cuidarlas. Pronto, la mayor de ellas se verá convertida en objeto de una espiral de violencia en la que toda la crueldad imaginable se desata sobre ella. Basada en las actas judiciales de un caso real acaecido a mediados del siglo pasado, es el retrato de una sociedad enferma en la que las personas viven de espaldas unas a las otras hasta el punto de desentenderse de las atrocidades cometidas en la casa de al lado, y donde la inhumanidad campa a sus anchas. Dura y no apta para mentes impresionables.

KungFu Panda (2008). La apuesta de los rivales de Disney en el campo del cine de animación informatizada se salda, en mi opinión, con un peor bagaje. La historia cuenta cómo un insatisfecho oso panda entra en el olimpo de las artes marciales superando sus miedos y sus autoimpuestas limitaciones. El mesaje es diáfano: si quieres, puedes. Algo fácil de transmitir al público objetivo al que va dirigida la cinta que también pueden degustar los adultos pese a lo infantiloide de algunos pasajes. Lo peor son las escenas de pelea, quizá demasiado violentas para los más pequeños y que pecan de largas, cobrando relevancia en detrimento del sustrato argumental. Es un pasarratos que no deja demasiada huella.

El increible Hulk (2008). Nuevamente tengo que admitir que una película de superhéroes (si así se le puede llamar a Hulk) ha sobrepasado mis expectativas. No siendo concebida como una secuela de la anterior adaptación del cómic de Marvel a cargo de Ang Lee, y tras cambiar a los actores (Liv Tyler nunca lucirá en pantalla como Jennifer Connelly) que interpretan a los principales personajes, El increíble Hulk es una apuesta decidida por el cine de entretenimiento y acción que hace, nuevamente, pasar un buen rato sin que uno se sienta insultado. A diferencia de su antecesora, carece de toda profundidad y la historia funciona lo mínimo exigible para que el espectador no se plantee si esta viendo una sucesión de alardes técnicos sin ton ni son. Aquí, el doctor Banner busca el remedio con el que deshacerse de su Mr. Hide particular mientras el militar de turno, padre de su chica para complicar más la trama, sólo pretende capturarle con el fin de utilizar a su mostruoso alter ego como arma de destrucción masiva. El añadido del personaje de Abominación como réplica maléfica del gigante verde (no confundir con el del maíz) con el que repartirse tortazos mutuamente, es un regalo para los fans del comic. Y más si cuenta con Tim Roth para darle vida (aunque al final todo sea informática). Un film con numerosas carencias desde el punto de vista del cine como creación artística, pero quién se fija en esas cosas cuando la historia gira en torno a un tipo que se convierte en un coloso verde de cuatro metros al que nunca se le rompen los pantalones.

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