sábado, 21 de marzo de 2009

Y la elegida fue... Watchmen

Sí. Digo la elegida porque hacía, calculo, cerca de seis años que no pisaba una sala de cine. Bueno, en realidad hubo otra vez durante ese período (una invitación a ver una película infantil en modo gratis total; no fue idea mía y no la hubiera visto de ninguna otra forma, así que no cuenta). En cambio, he ido a ver Watchmen con todas las de la ley y por expreso deseo personal.

Antes de referirme a la película en sí tengo que decir que me parece un abuso y un escándalo que te cobren 7,40 euros por entrar a un cine en fin de semana. No es de extrañar la cada vez menor afluencia de público a las salas. Por mi parte, creo que tardaré en repetir.

A lo que iba. Leí el comic Watchmen hace ya bastantes años sin que dejara mayor huella en mí, quizá porque no estaba preparado para recibir adecuadamente tal estímulo intelectual; o porque, siendo seguidor de Marvel, tenía cierto prejuico hacia su rival, DC; o tal vez la razón fue que sólo entendía los cómics como un mero divertimento sin mayor pretensión. Volví a releerlo el pasado verano consciente de la intención que había de llevar la obra de Alan Moore y Dave Gibbons al cine. Ésta segunda lectura fue la que me hizo apreciar del recorrido creativo de la historia plasmada en Watchmen, un cómic publicado en mitad de los años 80 que desmitificaba el mundo de los superhéroes, ese que tanta vida ha dado al género que hoy día muchos denominan "novela gráfica" para darle un soplo de respetabilidad.

La versión cinematográfica contaba, a priori, con todos los ingredientes para dar miedo: la traslación al celuloide de un original considerado mayoritariamente intrasladable; los más que lamentables precedentes de adaptaciones de cómics de superhéroes que Hollywood ha perpetrado; la elección de un director que se dio a conocer por una película, 300, que basaba toda su fuerza en la estética y el impacto visual; la tendencia de las superproducciones usamericanas en supeditar el fondo a la forma... En fin, que los recelos eran muchos y en principio justificados.

Pero, a mí, Watchmen me ha gustado. Y me ha gustado bastante. Era muy difícil trasladar todas las subtramas del original en las dos horas habituales de una película comercial, y de hecho no se ha conseguido (leo en sitios de cine que es posible que las ediciones finales en DVD y Blu-Ray albeguen más metraje y tengan una duración cercana a las cuatro horas), pero con la esencia básica pienso que sí se ha logrado: el miedo global al holocausto nuclear que atenaza al mundo (la acción se sitúa en 1985 con Nixon gobernando aún los USA) y que marca el devenir de los protagonistas y sus acciones en un escenario de violencia y corrupción moral.

No soy partidario de destripar películas estando aún de actualidad, ni de avisar mediante spoilers de modo que me quedaré aquí. Sólo destacaré algunas cosas, unas que me gustaron y otras que no tanto. Me agradó el tono de historia adulta que se respira en todo momento, lejos de bobadas dirigidas al público adolescente como Spiderman o Los 4 Fantásticos. Hay verdaderos antiheroes de esos a los que cuesta cogerles apego pese a estar del lado de los "buenos", lenguaje malsonante y escenas de violencia cruda que pillarán a más de uno desprevenido. De hecho, la violencia está presente en todo momento de la historia y es ejercida sin concesiones por quienes en ella se autoproclaman luchadores contra el crimen, al igual que ocurría en otra cinta basada en en un cómic de Alan Moore, V de Vendetta, y que también fue analizada en ésta bitácora.

Como detalle que particularmente me desagradó está la caracterización de Richard Nixon, tan exageradamente caricaturesca (el actor que le da vida parece lucir una careta de Jesús Gil) que uno llega a pensar que es intencionada. Un Ozymandias excesivamente amanerado tampoco encaja todo lo bien que debería, al contrario que Rorschach, sin duda el personaje más popular de Watchmen y que, a mi parecer y pese haber visto una versión doblada, está brillantemente encarnado. El Comediante, otro de los personajes clave y que pierde al final mucho del protagonismo de que goza en la primera mitad del film, personifica la corrupción y la degeneración moral a la que puede llegar un poder e impunidad absolutos. Por otro lado, los devaneos filosóficos el Dr. Manhattan pondrán a prueba la paciencia de más de un incauto que espere algo parecido a los X-Men.

En definitiva, que quien disfrutó con la obra original de Alan Moore (tengo que decirlo: los dibujos de Dave Gibbons me parecen mediocres y faltos de personalidad) puede perfectamente sentirse satisfecho con Watchmen, la película. Y aquí no incluyo a los fundamentalistas, que los hay, del comic de Moore: a esos ninguna adaptación les parecerá suficientemente buena. Quienes sólo esperen peleas y acción sin descanso también se sentirán defraudados. Watchmen tiene de eso, pero es más.

3 comentarios:

  1. Ajá: así que eres un marvelita! Ya decía yo que esta historia de la clonación no podía durar para siempre :-)
    Por otro lado, y como de costumbre, coincido: Watchmen me gustó bastante y los 7 lerus y pico del cine me tocan las narices.

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  2. Je, je... Flash, voy a verla este finde. Ya te contaré...

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  3. Pues eso, ya contarás Moren... estooo... Robin ;-)

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