sábado, 11 de julio de 2009

Encierros mortales sufragados con dinero público

El pasado viernes murió un joven de 27 años en el encierro del día de las fiestas de San Fermín. Nuevamente el debate sobre la peligrosidad en las fiestas populares está servido así que trataré de filtrarlo para quedarme con los argumentos que más respondan a criterios lógicos y racionales.

Correr delante de un toro es una actividad peligrosa, de eso no hay duda. Y entraña riesgos que pueden desembocar en desenlaces fatales. Pero también lo es practicar el montañismo, la espeleología o el submarinismo, y no parecen tener la mala prensa de los festejos taurinos. Los sanfermines son una fiesta y todo el que participa lo hace, en teoría, sabedor del riesgo que corre. En toda la historia de éste festejo han fallecido 15 personas, lo cual es ciertamente poco (la estadística de heridos y/o lisiados seguro que es mucho más larga), pero depende del punto de vista. Desde una óptica de salvaguarga de la integridad de las personas, el coste humano es mucho, ya que toda vida segada es una pérdida irreparable que lamentar. Ahora bien, parece que lo extendido es que un reducido número de muertes es una cantidad asumible si con ello preservamos la diversión de millones, pareciendo que el factor cantidad pesa más que el de calidad. Un defensor de la vida y del ser humano no debería tener dudas acerca de con cual argumento quedarse.

No pongo en duda el derecho de cada uno a exponer su vida a cualquier peligro. Cada uno es libre de hacer con su cuerpo lo que le venga en gana, aunque cabría preguntarse sobre el grado de responsablidad que es capaz de albergar una persona que juega a ruleta rusa o que tiene por afición saltar la vía justo al paso del tren, actividades ambas equiparables a ponerse delante de un animal de media tonelada, desbocado, asustado y armado con dos afilados estiletes. No obstante, es el mismo derecho que asiste a otras personas a incrementar sus probabilidades de morir prematuramente de cáncer fumando un cigarrillo tras otro, cosa aceptada socialmente sin el menor problema.

Así pues, desde el punto de vista de la seguridad, los encierros no son peores que subir un ocho mil, explorar una cueva a 150 metros de profundidad o pasearse sobre una moto a 250 km/h. Tampoco está en cuestión la libertad de las personas de arriesgar su vida siempre que con ello no dañen a terceros. Entonces, para los que no podemos evitar ver en los encierros un espectáculo decadente, bárbaro y troglodita ¿qué nos queda?

Tanto los sanfermines como cualquier encierro de menor entidad suelen celebrarse en el marco de las fiestas patronales, fiestas patrocinadas por el ayuntamiento del lugar. ¿Es lícito que desde las instituciones públicas se fomenten actividades lúdicas que supongan peligro para la salud de las personas? Puestos a arriesgar el pellejo, estúpidamente en mi opinión, que al menos quien elija ese modo de diversión se lo pague de su bolsillo. Me parece impresentable que con dinero público se sufraguen y patrocinen actos que ponen en peligro la integridad de la gente, por mucho que luego sean los propios ciudadanos quienes busquen atentar contra su propia seguridad. Tan impresentable como la existencia de una empresa pública de tabacos.

Pero éste es nuestro país. Como cantaban Mecano a principios de los 80, "cuanta más sangre cae más ovación". Y que siga la fiesta.

11 comentarios:

  1. No sólo sufragados, si no también alentados, potenciados, jaleados con dinero público. Nos lo venden como algo guay, chachi, molón.
    Yo no he estado nunca en los sanfermines, pero no tengo ningunas ganas de ir. Como tampoco iré nunca a Valencia por S. José o a Sevilla por la feria, por citar otros eventos prostituidos, desde mi punto de vista, hasta la náusea por "el poder".

    Fiestas que en su origen podían ser auténticas, ahora han perdido toda pureza y a mí (a mí ¡eh!) me producen vergüenza ajena.

    Pero en el caso de los sanfermines es que además se trata de toros. De esa vergonzante "fiesta nacional" en la que lo que podría tener de hermoso (el color, la música, etc.) queda ensuciado por la crueldad y saña en la tortura de un animal; y en la que el público más goza cuanta más sangre se vierte y cuanto más arriesga el torero. Esto es lo más repugnante (¿os acordáis del cotizadísimo toro asesino llamado Ratón?). Un torero pasa a la leyenda sobre todo si lo mata el toro. ¿Alguien es capaz de ver, en la lucha entre toro y torero, alguna diferencia con las luchas de gladiadores de la antigua Roma?: Una lucha que acaba siempre en muerte. Es un espectáculo primitivo y que potencia las más bajas pasiones disfrazándolas de un falso concepto del arte.

    Y en esta agotadora apología del encierro que hacen los poderes (tele, prensa,...) no veo más que una muestra de esa enfermiza tendencia de los "pueblos" a conservar sus "tradiciones" (muchas de ellas artificiales y creadas exprofeso (aunque no sea éste el caso) para marcar "identidades de baratillo", claro). Al menos (triste consuelo) los toreros son profesionales de como torturar con arte a un animal y arriegan mucho pero cobrando; sin embargo el encierro es un espectáculo de muerte potencial y daño (heridos) seguro, abierto "al público en general".

    Yo puedo entender el amor a las tradiciones, pero cuando éstas son puro salvajismo no las soporto y no entiendo como cuesta tanto evolucionar y superarlas. Y me avergüenza que el estado las sufrague, las potencie, las jalee y luego haga escenas de sepulcro blanqueado en unos telediarios absolutamente vomitivos.

    Pedro Pelija

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  2. Lo del dinero público... en fin es una más de tantas, en Valencia pasa tres cuartos de lo mismo en las Fallas.

    Como le he puesto a Kurtz lo peor es que la gente llora, se lamenta y no se lo cree cuando un toro coge a uno de esos "pobres" chavales.

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  3. Mucho más peligroso que los encierros de San Fermín sería leer en alta voz un post como este y el comentario del Sr. Pelija en Pamplona un 6 de julio cualquiera.

    Aparte de lo bárbaro y anacrónico del arte taurino, aquí, aunque la argumentación es buena, fallan las premisas. Si los encierros son peligrosos la solución no es dejar de pagarlos con dinero público, sino introducir medidas de seguridad. Que solo corra un número limitado de personas, con experiencia y condiciones físicas, y además con licencia del Ayuntamiento.

    San Fermín es -gracias a o por culpa de Hemingway, según se quiera- una fiesta universal: el evento cultural y recreativo por excelencia en Pamplona. Cortarle la financiación sería tan popular como cortársela a las procesiones de Semana Santa en Córdoba, por muy de IU que sea la corporación municipal.

    En los Carnavales de Río mueren todos los años no menos de cincuenta personas. ¿Significa esto que también hay que quitarle las subvenciones?

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  4. Mis premisas no fallan, Patxi, porque éstas no se basan en garantizar la seguridad a toda costa. He dejado bien claro que me la pela que haya quiera jugarse la vida por diversión ya que cada uno es libre de hacer con su pellejo lo que le plazca. Lo que me indigna es que se destinen recursos públicos para financiar una actividad que en sí misma es arriesgada.

    Los carnavales no son arriesgados en sí mismos, sino que traen aparejada una violencia adyacente que no forma parte de la celebración. Muy al contrario, un encierro es peligroso en sí mismo, ya que consiste en correr delante del toro, en exponerse directamente al peligro, al igual que una ascensión al Everest consiste en exponerse a temperaturas de -30º amén de otras condiciones poco propicias para la salud humana.

    Yo, al contrario que tú, no sacralizo un festejo porque venga adornado por la palabra "tradición". En Sudán es tradición practicar la ablación de clítoris y no por ello es más respetable. Las tradiciones, por lo general, han nacido y se han asentado bajo unos principios morales muy por debajo de lo que hoy consideramos tolerable. No tiene sentido que determinadas tradiciones pervivan cuando nacieron al amparo de esa moral, siendo en la actualidad dicha moral largamente superada.

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  5. Donde haya un tema polémico ahí está él para dejar su impronta. ¿Será que no tiene clientela? Una vez abandonado Ulises 3000 ha buscado dónde dejar su sello de sabiduría.

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  6. Saca las cosas del quicio el Sr. Flashman con su pejiguera insistencia en prohibir la financiación pública de eventos que a él le parecen arriesgados o contrarios a la moral. Más al poner costumbres bárbaras como la ablación del clítoris como término de comparación. Al mismo tiempo pone de manifiesto lo poco que entiende de toros y de las condiciones locales de Pamplona y su fiesta de San Fermín.

    Correr con los toros no es intrínsecamente peligroso como él asegura, sino a causa de las circunstancias. Los astados, cuando van en manada compacta y bien guiada, son tan peligrosos como un rebaño de ovejas. Lo que sucede es lo siguiente: (a) el número de corredores se ha visto incrementado durante los últimos decenios, por culpa de Hemingway -como ya se dijo-, incluyendo a mucha gente que no debería estar allí, y que después de pasar una noche de juerga no está preparada para correr a las ocho de la mañana; (b) Los toros de ahora corren más, porque son más fuertes y pesan menos (500-600 kilos contra los 800-900 de otros tiempos). No hay más que verlos salir como bólidos del redil.

    La solución a este problema no pasa por quitar subvenciones, sino por hacer una criba de mozos: obligarles a pasar una serie de pruebas físicas y de capacitación taurina. Limitar drásticamente su número y despejar el camino hasta la plaza. En resumidas cuentas, que solo hayan de tomar parte en el encierro aquellos que corran más que el toro y sepan como comportarse en medio de una manada en movimiento.

    Ahora, reconozco que tiene su interés ese tema de las relaciones entre finanzas públicas y ética, por estéril y anacrónico que parezca, y por mucho que estemos viviendo en una época en la que nos guste o no la moral se encuentra en retirada.

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  7. Sólo estoy opinando, Patxi, faltaría más. De momento carezco de poder ejecutivo para llevar a cabo mis deseos prohibicionistas, pero todo se andará ;-)

    El ejemplo de Sudán es perfectamente válido para contrarrestar el argumento de la "tradición". Algo tradicional no es por definición ni bueno ni moralmente tolerable, como ya he explicado.

    Discrepo en la peligrosidad que otorgas a los encierros. Desde el momento en que sueltas a las reses el peligro existe, y a los hechos me remito. Carece de relevancia cómo eran los toros nace 50 años, o lo que hizo Hemingway, lo que cuenta es el aquí y el ahora. Restar la peligrosidad a los encierros sería inadmisible para los devotos de los encierros, como para los pro-taurinos clavar las banderillas con ventosas o renunciar a la muerte del toro. Si le quitas la carga de adrenalina al encierro matas la fiesta, por eso yo prefiero dejarla bien muerta desde el principio, sin simulacros.

    La alternativa que planteas es inviable desde el enfoque desde el que se observan hoy día los sanfemines: una fiesta multitudinaria en la que cualquier persona de cualquier parte del mundo puede participar. Y bastante ligada al consumo de alcohol durante el resto de la jornada. Pero para mí, todo lo que sea reducir riesgos sería bienvenido.

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  8. Has de reconocer que tu pretensión de dejar la fiesta muerta desde el principio es demasiado ambiciosa, Sr. Flashman. Por si acaso no lo plantées a los pamplonicas, porque sería aun más peligroso que rechazar la bota cuando te la dan para que bebas (una costumbre también de lo más bárbara, por cierto).

    Más que de reducir la peligrosidad se trata de hacer las cosas bien: que San Fermín deje de ser el tumulto de garrulos en que se ha convertido y que vuelvan a verse bonitas carreras en Mercaderes y Estafeta.

    Además debes tener en cuenta una cosa: por mucho que gaste el ayuntamiento en San Fermín, ni a tí ni a mí nos cuesta un chavo. Los únicos que tendrían derecho a plantear un argumento como el de naturaleza ético-financiera que tú propones serían los propios navarros. Y para mí que todos ellos ya se lo tienen bien pensado.

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  9. Hombre, Patxi... ¿Olvidas a qué comunidad pertenece la "Pamplona chica"?

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  10. Pues vaya como estás retratando a los pamplonicas, Patxi. Menuda tribu. Uno corre serio peligro si critica su fiesta, corre serio peligro si no quiere empinar la bota, ... Pues cojonudo pueblo tolerante ése (si fuera así, que supongo que no, que habrá gente civilizada, claro, aunque voten a PP o UPN la mayoría, :-) ).

    En fin. Que no hay quien pueda con S. Fermín. Eso no hay quien lo pueda, no ya parar, sino frenar algo a estas alturas. Se ha sembrado ya demasiada gilipollez en el personal con eso de la tradición y las fiestas populares y con la diversión a toca-teja. En algo se ha de notar la causa y el efecto de la crisis ¿no?, quiero decir que con algo hay que adormecer al pueblo, atontarlo al máximo y así poder manipularlo mejor ¿no? (léase S. Fermín y cia., Tele-mierda, fichajes futboleros,..). El nivel de la paisanía es cada vez más penoso. La gente de este país está empezando a dar bastante asquito (pueden ustedes llamarme pedante).

    En tu último post, Flashman, te lamentas de la basura que tenemos como compatriotas respecto de la muerte terrible de Rayan. Pero ¿qué se puede esperar de este país donde la política del pan y circo es llevada a su más alto exponente cada día (Aunque cada vez incluso, menos pan, pero sí mucho más circo). Todo menos que la gente piense. Es un hecho que vamos para abajo. Cada vez más brutos, cada vez menos civilizados. (Puedes llamarme pesimista cultural Patxi ;-) ).

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  11. Bueno, señores, no hay que exagerar, que estamos en vacaciones. Buen susto el que me ha dado el Sr. Flashman: por un momento pensé que se estaba refiriendo a los encierros de Pamplona y no a los de San Sebastián de los Reyes.

    ¿Qué quieres que te diga, Pelija, salvo que, efectivamente, eres un pesimista cultural? Yo prefiero no ver las cosas del mismo color. Los navarros no es que me caigan muy bien. Son maleducados y primarios, o al menos esa es mi experiencia de ellos. Pero San Fermín es su fiesta, y yo no la voy a tocar por más que estén en juego los sagrados principios de la moral.

    Están bien y son de lo más atinado los razonamientos del Sr. Flashman, pero yo prefiero ver la realidad a la luz de la experiencia y de la historia, intentando ponerme en el lugar de los otros. Más entiende el loco en su casa que el cuerdo en la ajena.

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