viernes, 15 de abril de 2011

El fraude aconfesional español tiene responsables socialistas

Con motivo de la convocatoria de la procesión atea de la que hablé hace poco, se han estado vertiendo en sede judicial una cantidad de infundios, excesos y sandeces que cuesta creer que ello se pueda estar ocurriendo en una nación occidental civilizada. El integrismo católico está en auge y sus representantes se están viniendo arriba y se sienten fuertes. Se permiten lujos como acusar de genocidio a una asociación atea o denunciar a un cómico por citar a Winston Churchill (sic). ¿Hay o no hay motivo para preocuparse por esta deriva, sobre todo al ver que hay jueces receptivos a semejantes desvaríos?

No se trata de ver las cosas únicamente desde una perspectiva. Ateos En Lucha escogió la peor manera posible de apelar al sentimiento ateo al emplear un lenguaje beligerante y agresivo. Hizo unas alusiones inaceptables en un llamamiento que, lejos de fomentar el civismo, parecía un intento deliberado de exaltar los ánimos. Las inquietudes ateas no pueden ser identificadas con un hatajo de cantamañanas como ese, pero está bien que hayan salido a la luz para así poder hacer un cordón sanitario que les impida manchar el nombre y la reputación del movimiento ateo. En cuanto a Leo Bassi, no le sigo especialmente. El humor es muy subjetivo y no tengo problema en admitir que, quizá, las aptitudes del señor Bassi estén en no pocas ocasiones asociadas a la acepción más peyorativa de la palabra payaso.

Dicho lo anterior, una cosa es el mal gusto, la mala baba, el retorcimiento, la provocación gratuita... y otro distinta el delito. ¿Por qué hay ciudadanos que piensan en clave delictiva cuando alguien dedica epítetos poco halagadores hacia la fe religiosa que profesan, y hay jueces que, aunque sea en primer término, les dan la razón? Muy sencillo. Esto ocurre porque en nuestro Código Penal está presente un artículo, el 525, que convierte en punible cualquier mofa, escarnio o burla dirigida hacia cualquier religión, aunque no hay dudas de que se redactó con sólo la religión cristiana en mente, y el catolicismo en especial. Y si este artículo existe es porque un político socialista, el actual alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, a la sazón ministro del Interior cuando se produjo la reforma del Código Penal de 1995, introdujo la prohibición legal de burlarse de las creencias religiosas.

Quien lo iba a decir. Un miembro del partido socialista, que durante los últimos años ha sido señalado por la derecha católica como la mayor amenaza contra la virtud y la decencia, es uno de los mayores referentes morales del catolicismo patrio. En 1988 el gobierno de Felipe González derogó el delito franquista de blasfemias con el apoyo del PP en su versión AP. Ocho años después, el mismo gobierno, ya en situación terminal y de la mano de Belloch, resucitaba el viejo espíritu nacional católico y le insuflaba nueva vida en el nuevo Código Penal. De aquellos polvos estos lodos, y viva la Transición.

La libertad de expresión solo puede tener un límite: las personas. O más concretamente su derecho al honor, a su buen nombre y a su reputación. Las ideas, como conceptos abstractos no tienen que ser respetables. No es propio de una democracia avanzada que su sistema legal disponga de preceptos orientados a proteger lo abstracto. Eso es más propio de las teocracias. La religión pertenece a ese ámbito, algo incuestionable a tenor de la cantidad de credos religiosos existente en el mundo incompatibles entre sí. Por muy asentado que esté un sistema de creencias en un lugar, no deja de ser la opción personal de quienes lo asumen, no una realidad incontrovertible que deba tener reflejo en el plano terrenal.


El ataque verbal contra las ideologías es un derecho, sea el caso del cristianismo, el islam, el comunismo o el liberalismo. El artículo 525 es una embestida contra el derecho a la libre expresión. Es un privilegio otorgado al credo católico y deja en papel mojado la presunta aconfesionalidad estatal de la que habla la Constitución. Si a ello le añadimos el concordato firmado con el Vaticano, aún vigente y que regula diferentes aspectos de las relaciones Iglesia-Estado, lo que nos queda es un pobre simulacro de Estado aconfesional, una impostura. Un fraude.

4 comentarios:

  1. Ahora lo entiendo mejor, gracias. Beloch es el mismo que se niega a retirar del salón de plenos de su ciudad un crucifijo y que acude en calidad de alcalde a las procesiones y rituales de esa ciudad.
    Menudo mamonazo. Clericalista. Socialista y clericalista. Pues les va a votar su puta madre, en adelante

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  2. Siempre os quedará el islam al que tanto amais ,protegeis y ayudais a sus adeptos ,los musulmanes a que tenga mas derecos que ninguna otra comunidad extranjera o española.¿Es esquizofrenica la izquierda o el vacio ideologico la tiene desquiciada buscando causas pro-progres ?Lo dicho filo-islamistas "siempre os quedará el islam, el feminismo islamico,el dia del orgullo islamico,etc etc etc ..De donde las dan,las toman

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  3. Citar al islam en el contexto en que lo citas huele a pretexto para que la iglesia católica siga con su retahíla de privilegios. Los ateos y laicos quieren un estado NEUTRAL a efectos religiosos, y eso incluye también a los musulmanes.

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  4. Es bueno que vayamos comprendiendo el enemigo que tenemos enfrente, liberticida hasta la médula como lo demuestra su secular persecución del librepensamiento en este país. Y que percibamos su poderoso rebrotar, al que todavía tantos son ajenos. Pero, sobre todo, que sobre esa base dejemos de reforzarlo con actitudes y conductas que sólo pueden excitar su pose victimista, como las exhibidas por los necios “Ateos en Lucha” (que más parece tropa directamente pagada por el Vaticano).

    Me parece legítimo ser antirreligioso –como me lo parece sostener cualquier otra postura siempre que se haga de manera respetuosa y pacífica–, y lo dice un creyente. Ahora bien, no puede haber nada más estúpido que mezclarlo inoportunamente con la defensa de la necesaria laicidad y la crítica, no menos necesaria, de una “iglesia” monopolista a la que nada le gusta más que ser identificada con la religión en general.

    Con tanta torpeza, no es raro que esa dañina entidad esté ganando todas las batallas. Y si los gobiernos del PSOE la ayudan, para qué queremos más...

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