martes, 21 de octubre de 2008

La derecha y la muerte

La visión de la muerte que tiene el político del PP Javier Arenas es de lo más particular, por hipócrita. En una intervención durante un congreso regional de su partido , éste individuo afirmó que los debates en torno a la memoria histórica, la Guerra Civil, la eutanasia y el aborto son "debates de la muerte" mientras que presenta a la formación conservadora como garante del futuro y la vida.

Y digo hipócrita porque el partido en el que milita Arenas, lejos de promover la conservación de la vida cuando estuvo en el Gobierno, impulsó con su apoyo una guerra que se ha cobrado miles de víctimas civiles en Irak. Otra peculiaridad del amor a la vida que declara Arenas es el impúdico servilismo de su partido hacia el coloso americano, país éste en el que la pena de muerte y la posesión de armas -responsable en gran medida de su tasa de criminalidad- cuentan con fuerte raigambre, pero imagino que no verá paradoja ni contradicción entre ambos hechos. Para ello haría falta una mínima honradez intelectual de la que el político andaluz carece.

Se despacha a gusto contra la memoria histórica y la guerra civil, algo que no sorprende a tenor de las compañías que disfruta en el seno de su partido. Es la reacción lógica de los herederos intelectuales de los golpistas del 36 y de los tiranos de la dictadura franquista, los responsables de la muerte de la que habla Arenas. No se si éste señor, miembro del partido que se erige en paladín de la lucha contra ETA, considera que pasar página ante el terrorismo de Estado perpetrado por una dictadura es un acto de amor a la vida, pero la virulencia con que saltan en la calle Génova cada vez que se menciona la cuestión me lleva a pensar que sus motivaciones son otras, relacionadas con esa herencia de la que hablaba. ¿Serán capaces alguna vez de percibir la similitud entre sus reacciones y las del entorno abertzale radical cuando la señalada como criminal es ETA?

Sobre la eutanasia, hace falta ser muy falaz y malintencionado para referirse a ella en esos términos. El derecho a la muerte digna debería estar contemplado en toda legislación civilizada, ya que es un derecho no forzado y voluntario de la persona. Parece mentira que se le tenga que decir ésto a un (presunto) liberal, cuyo pensamiento suena más deudor del nacionalcatolicismo franquista que de los principios del liberalismo. Y en lo relativo al aborto, hay que decir que el PP, según la lógica arenil, es cómplice de esa política de la muerte al no haber modificado ni una coma de la ley del aborto mientras gobernó España. ¿O es que los abortos practicados al amparo de dicha ley, y bendecidos por el Gobierno popular durante su mandato, son menos abortos que los que se puedan producir bajo una reforma legal que aún no existe?

Pero no me extraño. Estamos habituados a que la derecha española vaya siempre a remolque de los progresos que la legislación hace para adaptarse a la sociedad que le toca vivir. Patalean lo indecible, hacen todo el ruido que pueden para satisfacer a sus bases más reaccionarias, pero sabiendo que una vez en el poder no pueden dar marcha atrás sin ir en contra de lo demandado por la sociedad. Un claro ejemplo fue Francisco Álvarez Cascos, en su momento furibundo detractor de la ley del divorcio pero que terminó utilizándola más que nadie.

Lo de Javier Arenas es un reflejo de la política llevada a cabo por el PP la pasada legislatura -la bronca, el histrionismo y la violencia verbal- que su jefe quería dar por enterrada en una nueva etapa de oposición. No se hasta qué punto le conviene a Mariano Rajoy la compañía de un político que no ha hecho otra cosa que perder cada vez que se ha presentado a unas elecciones autonómicas. Mala compañía es la de alguien que perece destilar inquina y mala sangre por arrobas.

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