martes, 13 de enero de 2009

El cine en casa VI

Como las vacaciones son para descansar y disfrutar del tiempo libre, he tenido ocasión de ver (casi) todo el cine que me ha dado la gana, hasta el punto de tener material para dos nuevas enregas de El cine en casa. De momento vamos con la sexta entrega que próximamente tendrá lugar la séptima. Comencemos.

Identidad (Identity, 2003). Una de esas pelis en las que apenas se dan detalles de lo que pasa hasta su pretendidamente sorpresivo final. Una serie de personajes unidos por extrañas coincidencias van a parar a un mismo lugar en la misma desapacible noche. Empiezan a producirse muertes y toca descubrir cual de ellos es el culpable, trance en el cual el guionista hace su particular salto mortal. Planteada como una especie de versión rodada del Cluedo, logra mantener el interés pero tampoco apasiona. Es una muestra de ese cine, que tan de moda puso El sexto sentido, que juega todas sus bazas en lo inesperado del desenlace. Pero a uno ya cada vez cuesta más que le sorprendan.

Session 9 (2001). Ya hice un intento de verla hace un tiempo pero la copia se truncó justo en la resolución de la trama, así que me quedó pendiente un segundo visionado para otra ocasión, que ha sido ésta. Unos operarios especializados en recuperar edificos enfermos reciben el encargo de eliminar el amianto de las paredes de un antiguo y vastísimo manicomio, el cual parece ocultar algún que otro secreto poco agradable para sus nuevos huéspedes. El juego que plantea la cinta es la duda de si las situaciones a las que los protagonistas se van enfrentando son producto del trabajo con materiales tóxicos o si realmente hay algo ajeno a ellos manejando el curso de las cosas y dirigiendo sus actos. Una más que correcta película de terror psicológico de ambiente opresivo que mantiene en vilo hasta el desenlace.

Los crímenes de Oxford (2008). Pienso que Alex de la iglesia es un cineasta que tendría mucho que decir si contara con unos medios made in Hollywood. Y no es que no diga cosas, pero a mí al menos siempre me deja insatisfecho en algún aspecto de las muchas películas suyas que he visto. Y así ocurre en la que nos ocupa. Un joven americano experto en matemáticas aterriza en Inglaterra para conocer al que considera su mayor referente intelectual, una eminencia en la materia. Poco después empiezan a sucederse una serie de asesinatos, aparentemente vinculados a dicha persona. Es entretenida, no digo que no, pero su pretendida profundidad argumental no toma cuerpo en ningún momento y la historia amorosa entre los dos protas está metida con calzador y no encaja en la historia. Es un pasarratos superior a un telefilme de sobremesa dominical que no cubre mayores expectativas a pesar de su reparto internacional.

Doomsday (2008). Tras empezar a labrarse un nombre en el género terrorífico con títulos como Dog Soldiers y The Descent (de las que ya he hablado aquí), Neil Marshall se ha pasado de vueltas en su última obra. La cosa va de lo siguiente: Tras extenderse un virus mortal por toda Escocia, el gobierno británico decide aislar ésta región mediante un imponente muro que la separe de Inglaterra, amén de tomar medidas por vía aérea y marítima, con el fin de evitar que la plaga se extienda a todo el país (y condenando así a los escoceses a una muerte segura). Tras décadas con esa situación y pese a las decisiones adoptadas, el virus termina llegando a Londres por lo que un comando de élite será enviado a la aislada Escocia en busca de un remedio, habida cuenta de que, lejos de lo esperado, se han detectado focos de supervivencia. Contar más sería destripar el argumento; sólo diré que Doomsday es un auténtico refrito que empieza recordando a 28 días después (también vista aquí), se acerca al género militar hi-tec (la entrada en acción de los soldados es calcada a la de Aliens) pasando por el postapocalíptico de Mad Max, abraza la estética ciberpunk y termina e rizar el rizo introduciendo un toque de medievalismo. Con semejante mixtura se comprenderá que no haya forma de tomar en serio la propuesta, por divertida que resulte por momentos.

Fuera de carta (2008). Pese a mis proberbiales reticencias he visto más cine español del que mi cuerpo suele aguantar, saliendo indemne de la experiencia. Aunque vista la peli que ahora me ocupa bien podía haber sufrido secuelas indeseadas. Un chef gay como él solo y que cumple con multitud de clichés al uso regenta un restaurante plagado de empleados disfuncionales; al mismo tiempo tiene que hacerse cargo de un hijo adolescente, del que se desentendió casi desde su nacimiento, ante el inminente fallecimiento de su madre enferma. Trata de ser una comedia desenfadada con cierto mensaje social, abordando el choque generacional con el añadido del padre locaza, pero si en su vertiente desenfadada es un compendio de tópicos al uso su lado serio tampoco funciona al quedar supeditado a los aspectos de comedia. Confieso que no terminé de verla así que mejor que me abstenga de hacer mayores consideraciones.

Cómo ser John Malkovich (Being John Malkovich, 2000)
. Ésta es una cinta que cobró fama en su momento y que se tildó de "obra intelectual" en numerosos círculos. Un marionetista con problemas económicos acepta un empleo en una extraña empresa donde descubre un oculto lugar desde el que se puede acceder a la mente del actor John Malkovich. En apariencia es un argumento absurdo y, aunque hay que admitir que alguna situaciones de las provocadas por su devenir son hilarantes (la intervención de Charlie Sheen haciendo de sí mismo es de largo lo mejor de la proyección), es de esas películas que uno contempla esperando que su profundidad te deje boquiabierto en algún momento; en el que esperas que el destello de talento de sus responsables te deslumbre en algún momento; o que el contenido alegórico de su premisa fundamental conecte finalmente con tus desorientadas neuronas. Así pasa, que llegados los títulos de crédito finales nos descubrimos todavía esperando esa chispa de genialidad presumida. Aunque partiendo de la arriesgada idea de la que parte, no haber completado un completo despropósito ya puede considerarse todo un éxito.

La hora fría (2006). Loable intento español por hacer un cine fantástico de cierta envergadura creativa. En un futuro asolado por la guerra química, unos pocos humanos sobreviven ocultos en laberínticas instalaciones compartidas con dos tipos de seres a cual más letales: "los extraños", una suerte de zombis producto de la contienda, y unas entidades a las que llaman "los invisibles". Éstos tienen la particularidad de congelar todo a su paso durante "la hora fría" en la que hacen acto de aparición (y cuya presencia solo al final cobra algún sentido). Bajo mi punto de vista, éste Mal dicotimizado perjudica la trama ya que distrae la atención en lugar de focalizarla sobre una única malignidad. Además, las secuencias que más tensión deberían transmitir se ven con bastante apatía e indiferencia, resultando más solventes los tramos que narran la convivencia entre los distintos personajes. No obstante, y como apuntaba al principio, es una apreciable tentativa de sacar el cine español del tedio en el que habitualmente se halla inmerso.

American gangster (2007). Ésta es de esas pelis que parecen concebidas para arrasar en la ceremonia de entrega de oscars, con dos estrellonas como protagonistas (Denzel Washington y Russell Crowe) y una historia con aun amplio público potencial en los USA. Narra la historia real del ascenso y caída de Frank Lucas, un gangster negro cuyo mayor logro fue conseguir franquear las barreras raciales en el mundillo de la delincuencia norteamericana vinculada a las drogas. Y, al parecer, por eso merece una película... Es una biografía que por momentos roza la exaltación, como si el hecho de romper moldes en el ámbito del tráfico de drogas fuese algo digno de alabanza. Si a ello le unimos lo excesivo del metraje y lo plomizo de algunos tramos entendemos que pasara más desapercibida de lo que sus responsables pretendían.

Senderos de gloria (Paths of glory, 1957). Un clásico el cine pacifista que aún no había tenido ocasión de ver. Dos generales franceses en la Primera Guerra Mundial no dudan en sacrificar a sus soldados en batallas imposibles para ver colmadas sus aspiraciones personales, pero enfrente tendrán a un coronel con demasiados escrúpulos éticos. Todo un alegato antibelicista en el que las castas superiores de la jerarquía militar son sacudidas sin piedad ante la inhumanidad de sus acciones. De ineludible visionado para todo amante del buen cine de principios.

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