domingo, 27 de marzo de 2011

El tiempo no pasa por Skunk Anansie

Skunk Anansie fue una de esas bandas de rock que, a mediados de los 90, parecía que iban a romper con todo. Radicados de Londres, fue la mejor y más sólida réplica británica a la oleada de rock y metal alternativo proveniente de los USA durante de aquella década. Sin embargo, se quedaron a medio camino, siendo un arquetipo más de grupo que pudo ser y no fue. Pese a componer fabulosas canciones, ninguno de sus tres discos fue, a mi entender, plenamente satisfactorio y a comienzos del nuevo milenio se disolvieron. En 2009 regresaron con un recopilatorio y a finales de 2010 lanzaron nuevo disco, que presentaron el pasado febrero en Madrid.


De Skunk Anansie no puedo dejar de hacer mención especial a Deborah Anne Dyer, alias Skin: vocalista, compositora, activista anti prejuicios raciales y sexuales (es lesbiana confesa). Su agresiva imagen y su potente y desgarrado estilo vocal eran marca de fábrica de los londinenses, y cuadraba a la perfección con el heavy-rock que practicaban en sus inicios.


Con el tiempo se hicieron más melódicos. Su último disco se llama Wonderlustre y trae consigo los altibajos propios de la banda, alternando canciones memorables con otras que dejan más indiferente. Quizá ha sido su mayor problema, no ser capaz de componer todo un disco a la misma altura. Pero eso es solo una opinión. Wonderlustre suena un poco a Manic Street Preachers, sin que ello sea malo en absoluto, y en él encontramos joyas como "Over the love". Les dejo con la interpretación en directo de este tema, en el que una Skin pletórica a sus 43 años demuestra mantener intactas sus extraordinarias cualidades vocales.


lunes, 21 de marzo de 2011

Algo se me escapa de lo que pasa en Libia





Sí, algo se tiene que estar escapando a mi entendimiento. La Libia de Gadafi, el mismo Gadafi al que ahora quieren desalojar del poder por la fuerza, comerciaba tranquilamente con Occidente, no entrañaba un problema para Israel, suponía un freno al yihadismo radical, no ponía pegas a la venta de petróleo y gas. No era un aliado más incómodo, en el caso de España, que Guinea Ecuatorial¿Qué gana Occidente con esta nueva escalada bélica? ¿Qué puede obtener que no tuviera ya antes? Porque las guerras son muy caras de costear, y no creo que esta se ponga en marcha a cambio solo de la libertad del pueblo libio. Ya no soy tan ingenuoEn Bahrein y Yemen también las fuerzas del orden han reprimido duramente a su pueblo, y no son objeto de ninguna resolución de la ONU. Tampoco merecen la misma atención Costa de Marfil o Congo.

No digo que la fuerza no sea útil para expulsar del poder a quien lo usa de forma tiránica. Pasó con Bosnia y Kosovo, únicos ejemplos que se me ocurren en donde, en apariencia, no había nada que sacar más allá de estabilizar la zona e impedir las masacres y la extensión de los respectivos conflictos. En España, durante los casi 40 años de dictadura muchos lo hubieran celebrado. Pero hoy día el mundo real discurre por otros derroteros, los de los intereses económicos y geoestratégicos. Las relaciones internacionales no se rigen por el altruismo. Después de lo de Irak y Afganistán necesito una prueba convincente de que ese es el único motivo para atacar Libia.


Ya se empieza a hablar de bajas "colaterales", víctimas civiles de los bombardeos. La Liga Árabe, inicialmente a favor de la creación de una zona de exclusión aérea, empieza a tomar con recelo las operaciones aliadas. Después de la ristra de objetivos equivocados que la coalición occidental arrastra en Afganistán, ¿podemos estar seguros de que los bombardeos se circunscribirán a objetivos enteramente militares? La supuesta exactitud de las bombas inteligentes no lo hace presumir.


Hay informaciones acerca de las muertes provocadas por la represión gubernamental. Los medios han hablado de aviones bombardeando a la población civil y desde Youtube nos llegan duras imágenes al respecto. Los refugiados se agolpan en las fronteras libias con Túnez y Egipto, pero no se distinguen entre ellos a mujeres y niños, siempre jugoso objetivo de todo fotógrafo de guerra que se precie. Hay quien se cuestiona desde los grandes medios si algunas cosas son como hasta ahora nos las han vendido.


¿Qué van a sacar de Libia? Es la pregunta que me hago y que no supone ningún apoyo a Gadafi. Hay en la izquierda española personajes que asocian la crítica al belicismo de la coalición occidental con un apoyo tácito al dictador libio. ¿Se acuerdan del "compañero de viaje de Sadam Hussein" que Aznar espetaba a Zapatero en 2003, antes de la invasión de Irak? Pues algo así. Yo personalmente no tengo por qué justificarme. Juzgo que mis pocos pero bien ponderados lectores tienen la suficiente inteligencia para distinguir el espíritu crítico, dirigido este hacia quien sea, del apoyo moral a un tipejo que prefiere la guerra a ceder el poder. Lo que siempre sostendré es que 1) de las democracias nunca se puede esperar el mismo comportamiento que de las dictaduras y 2) la democracia no se impone por la fuerza.

Veremos a ver si alguno de estos izquierdistas señalan a Zapatero como culpable, tal como hicieran con Aznar, si tenemos la desgracia de que algún perturbado decida reventar un tren o un autobús en nombre de las víctimas libias de los ataques occidentales.

martes, 15 de marzo de 2011

Estancados en el año 1984


El duro trabajo físico, el cuidado del hogar y de los hijos, las mezquinas peleas entre vecinos, el cine, el fútbol, la cerveza y, sobre todo, el juego, llenaban su horizonte mental. No era difícil mantenerlos a raya. Unos cuantos agentes de la Policía del Pensamiento circulaban entre ellos, esparciendo rumores falsos y eliminando a los pocos considerados capaces de convertirse en peligrosos; pero no se intentaba adoctrinarlos con la ideología del Partido. No era deseable que los proles tuvieran sentimientos políticos intensos. Todo lo que se les pedía era un patriotismo primitivo al que recurrir en caso de necesidad para que trabajaran horas extraordinarias o aceptaran raciones más pequeñas. E incluso cuando entre ellos cundía el descontento, como ocurría a veces, era un descontento que no servía para nada porque, por carecer de ideas generales, concentraban su instinto de rebeldía en quejas sobre minucias de la vida corriente. Los grandes males ni los olían.
George Orwell, 1984

No me digan que esta cita del mítico libro sobre los totalitarismos no les ha traído a la cabeza acontecimientos actuales. Ni han visto plasmados comportamientos de ahora mismo. ¿Que no? Entonces es que viven en un país distinto del que yo percibo, porque yo si veo reflejadas en el texto de Orwell muchas de las características de la sociedad actual.

Habla de cosas cotidianas como la conciliación entre vida laboral y familiar que, como todos saben, en España alcanza unas cotas fuera de toda escala. ¿A que sí? También se refiere a esos temas trascendentales que ocupan la mente del españolito medio, las cosas que verdaderamente importan y movilizan al ciudadano, como el fútbol y la telebasura. También se ocupa del patriotismo de bajo perfil, ese que tampoco ha salido a relucir últimamente en nuestro país (de hojalata, pero patriotismo) a raíz de los triunfos balompédicos. Y habla de la reducción de derechos y la resignación con que el populacho la acepta. ¿Quién se preocupa por la voluntad popular usurpada por los mercados, chantajeando a gobiernos enteros? ¿A quién le importa el grado de corrupción política, más que para demostrarlo en las encuestas del CIS?



Pues eso, nos pasan por encima, nos entretienen con sus sainetes y los grandes males ni los olemos ni nos preocupan. ¿Para qué vamos a pensar si te lo ponen tan fácil para no hacerlo?

jueves, 10 de marzo de 2011

A serbian film y los límites de la creación artística


El director del festival de cine fantástico y de terror de Sitges, Ángel Sala, ha sido imputado judicialmente por exhibir en dicho festival la película A serbian film. La cinta, de origen serbio como su propio nombre indica, lleva causando revuelo allá donde llega durante el último año, pero hasta arribar a España su proyección no había tenido consecuencias legales para los exhibidores. El motivo son unas durísimas secuencias (no las he visto, pero hay abundantes descripciones en internet) que, para algunos, sobrepasan cualquier línea roja. A serbian film trata del mundo del porno, las perversiones sexuales y las películas snuff, siendo su escena cumbre una en la que violan a un bebé, literalmente recién nacido.


Debería escribir esta entrada después de visionar el film. Confieso mi curiosidad, pero no estoy seguro de tener cuerpo para ver determinadas cosas. No obstante, la llama del debate puede encenderse sin necesidad de cumplir ese requisito. Por un lado están los que defienden la libertad de expresión y de creación artística; por otro, quienes no soportan ver traspasados algunos límites éticos. Ambos, a mi entender, tienen motivos para blandir sus razones.

¿Hasta donde llega la libertad de expresión y creación? Teóricamente, hasta el lugar en que esa libertad cercena la de otros. La proyección de una película violenta no recorta per se la libertad de nadie. Uno elige verla o no según su propia decisión, y contando con que esté debidamente calificada para que nadie se lleve a engaño. La denuncia contra Ángel Sala se basa, al parecer, en que A serbian film contiene escenas contrarias a la ley en materia de pornografía infantil. Esto es algo paradójico, ya que semanalmente se proyectan en toda España películas con contenidos que contravienen esas mismas leyes: asesinatos, torturas, robos, extorsiones, amenazas... material que luego entra en los hogares a través de la TV. Y no hablemos ya de los videojuegos de ultima generación ¿Cuál es, pues, la diferencia?


Huelga señalar el carácter ficticio de todos esos delitos. Da la impresión de haber gente incapaz de separar la realidad de la ficción. Me pregunto quien tiene un mayor problema, si los que disfrutan con el cine violento o quienes le dan idéntico tratamiento a lo real y a lo simulado.

La diferencia es, al parecer, que los protagonistas de las agresiones simuladas en el film balcánico son niños, ya que es cierto que existe una mayor sensibilidad social hacia todo lo referido a la violencia infantil. Son un objeto jurídico algo distinto de un adulto, tengámoslo en cuenta, y hasta una determinada edad los niños son, por así decirlo, intocables desde una óptica penal. Existe una legislación expresa en el caso de conjugar sexo e infancia, separada de la relativa a adultos y presente en todo el mundo desarrollado. Sin embargo, parece claro que la película serbia es ficción (se trata de muñecos en ambas escenas) y que no se viola a ningún tierno infante ante las cámaras. Ello daría ya al traste con cualquier acusación de ilegalidad, pero no podemos negar que la sola insinuación del hecho remueve algo por dentro.

Podríamos entrar a calificar los motivos por los que un cineasta estima que la violación de un bebé es un artilugio hábil para transmitir algo. Posiblemente, muchos de nosotros opinaríamos que esa misma idea puede igualmente viajar de la pantalla al espectador sin la necesidad de un efectismo tan brutal, que ensombrezca el significado de cualquier metáfora. Y quizá que para ello se necesita talento, un talento del que carecería el director de A serbian film. Pero eso es algo que no pocos de los visitantes de ARCO piensan de muchos de quienes allí exponen; y es que el arte, especialmente el contemporáneo, es tan subjetivo... Podemos especular acerca de si este cineasta ha valorado suficientemente la trascendencia de su apuesta, habida cuenta de que se habla mucho de la forma pero muy poco del supuesto fondo. O sobre si la polémica tiene poco de forzada y mucho de planeada: la provocación como estrategia de márketing. Nada de esto es decisivo a la hora de valorar algo tan taxativo como la aplicación de una ley penal a una creación artística.


Porque, visto lo obvio, lo único de lo que se podría acusar al film serbio es de hacer apología de la pederastia, algo que, me temo, solo podría valorar si veo la película. No obstante, los contextos cinematográficos no suelen ser objeto de demanda judicial, y vuelvo a referirme a los títulos que habitualmente pueblan nuestra cartelera o las estanterías de las tiendas de videojuegos. Se acusa a este tipo de ocio de banalizar la violencia, de convertirla en algo cotidiano, de insensibilizarnos de forma que la aceptemos con más naturalidad, de socavar unos valores basados en el respeto y la benevolencia. Puede que sea así pero ¿genera violencia? Supongo que eso es más difícil de probar. ¿Determinará A serbian film el nacimiento de toda una nueva generación de pederastas? Dudo que haya quien esté en disposición de demostrarlo.

martes, 1 de marzo de 2011

Los problemas del pensamiento cientifico (II)

También sabemos lo cruel que es la verdad a menudo, y nos preguntamos si el engaño no es más consolador.
Henri Poincarè
Ofrezco aquí la continuación de la anterior entrada, donde me dedico a resumir los obstáculos que el escritor e historiador de la ciencia Michael Shermer encuentra en el camino del pensamiento científico y que se encuentran glosados en su libro Por qué creemos en cosas raras.


13. Coincidencia. En determinados ámbitos suele considerarse que las coincidencias tienen un gran significado, y se invoca la "sincronicidad" como si entre bastidores actuara alguna fuerza misteriosa. La mente humana busca relaciones entre acontecimientos y a menudo las encuentra cuando no las hay. Se obvian las leyes de la probabilidad y solo se recuerda el momento en que se produjo la coincidencia, desestimando las veces que en idénticas circunstancias aquella no se produjo.


14. Representatividad. Tenemos tendencia a recordar los aciertos e ignorar los fallos. Hay que recordar siempre el contexto más amplio en el que ocurre un suceso que parece poco habitual y analizar, siempre, sucesos poco habituales dentro del tipo de fenómeno que representan. Es preferible buscar la explicación más probable y pedestre de un suceso que recurrir a la ultramundana.


15. Términos emotivos y falsas analogías. Las palabras emotivas se usan para crear emoción y, a veces, oscurecer el pensamiento racional. Asimismo, las metáforas y analogías pueden nublar el pensamiento con la emoción. Y no prueban nada, solo son herramientas retóricas.


16. Ad ignorantiam. Es una apelación la ignorancia relacionada con las falacias descritas en los puntos 8 y 10, presentes en la anterior entrada. Consiste en estimar una afirmación cierta hasta que se demuestre lo contrario, por absurda que sea. La ciencia apoya la veracidad de una teoría si hay pruebas fehaciantes que la sustenten; la falta de evidencia a favor o en contra no demuestra nada.


17. Ad hominem y tu quoque. Estas falacias significan literalmente "al hombre" y "tú también" y consisten en desviar la atención de un argumento hacia quien lo sostiene, con el objetivo de desacreditarle. Que alguien sea despreciable no implica que lo que diga en un momento dado sea falso, lo cual hay que demostrar con independencia de quien se trate.


18. Generalizaciones precipitadas. Son una forma de inducción propia, lo que también se llama prejuicio. Se extraen conclusiones antes de que los hechos las constaten y se evita recopilar la máxima información posible antes de emitirlas.


19. Confianza excesiva en la autoridad. Existe la tendencia a confiar en exceso en los personajes insignes, en especial si son inteligentes. Pero está claro que fuera de su campo de acción el acierto no está garantizado ni sus conocimientos les capacitan para extraer conclusiones en otras materias. Por ello, nuevamente debemos remitirnos a las pruebas.


20. O esto o lo otro. Esta falacia también es conocida como falso dilema, y es la tendencia a polarizar el mundo de tal manera que, al desacreditar una postura, nos veamos obligados a aceptar la otra. Pero no basta con señalar las debilidades de una teoría; si existe otra "superior" debe contar con pruebas en su favor, no solo en contra de la anterior.


21. Razonamiento circular. Se produce cuando la conclusión o afirmación no es más que una reafirmación de una de las premisas. Aunque una afirmación tautológica puede ser útil, se deben intentar elaborar definiciones operativas que se puedan probar, falsar y refutar.


22. Reductio ad absurdum y la pendiente resbaladiza. La reductio ad absurdum es la refutación de un argumento llevándolo hasta su conclusión lógica, una conclusión que es absurda: si sus consecuencias son absurdas, su argumentación ha de ser falsa, cosa que no tiene por qué ser así. La falacia de la pendiente resbaladiza supone la construcción de una cadena de hechos en la que una cosa lleva necesariamente a un fin tan extremo que el primer paso nunca debería darse. En este caso, la consecuencia no se sigue necesariamente de la premisa.


23. La insuficiencia del esfuerzo y la necesidad de seguridad, control y simplicidad. En general, queremos seguridad, controlar nuestro entorno y explicaciones veraces, claras y sencillas, lo cual puede simplificar en exceso la realidad en interferir en el pensamiento crítico. Pensar es un trabajo delicado, y las personas con el pensamiento poco entrenado tienden a buscar certezas rápidas eludiendo el esfuerzo que supone incluir una variable de compeljidad.


24. Insuficiencias en la resolución de problemas. Cuando a las personas se les encomienda la tarea de escoger una respuesta correcta a un problema tras decirles qué suposiciones son acertadas o no, esas personas tienden a dejarse influir por la información recibida, anulando su capacidad de discernimiento.


25. Inmunidad ideológica, o el problema de Planck. En la vida cotidiana, como en la ciencia, todos nos resistimos a cambiar el paradigma fundamental. Algo así como un "sistema inmunitario ideológico". Cuantos más conocimientos acumula un individuo y mayor fundamento tienen sus teorías (y recordamos que todos tendemos a buscar pruebas confirmatorias y no denegatorias), mayor es la confianza en su forma de pensar. En consecuencia, erigimos un muro de "inmunidad" frente a las ideas nuevas que no se alinean con las nuestras.

Cine de 2021 que ha pasado por estos ojos

A continuación dejo un listado de las películas de 2021 que han visto estos ojitos, junto con un enlace a la reseña que dejé en Filmaffinity...